Capítulo Veintitrés
Era más de mediodía, cuando Seokjin despertó. Miró a su omega, que dormía aún. Tenía sus labios semi abiertos y su respiración era tranquila. Su marca ya estaba menos roja y comenzaba a formarse una bonita cicatriz. Él se había encargado de lamer lo suficiente para que su bonito bebé no tuviera dolor. Lucía lindo con su pijama de conejos rosados donde sobresalía su pancita. Se había preocupado de vestirlo antes de dormirse agotados por el descubrimiento de que esos pequeños cachorros eran suyos. Quería tocar el vientre de Kook, pero tuvo miedo de despertarlo. Así que simplemente lo dejó dormir y entró a la ducha.
Obviamente ya no iba a la universidad y más tarde, tal vez, podrían salir como su omega había deseado.
Luego de ducharse y comprobar que Jungkook seguía dormido, miró su celular. Tenía algunas llamadas perdidas de su hermano. Estaba seguro que Hoseok ya lo había puesto al día con los acontecimientos. Sabía que más allá de la alegría que significaba para él saber que esos cachorros eran sus hijos de sangre, debían tratar el tema con delicadeza. No quería perjudicar de ninguna manera a la clínica. Sólo su círculo más cercano debía saber la verdad. Y que a fin de cuentas era lo que importaba.
Marcó el número de su hermano y éste le respondió con evidente alegría del otro lado de la línea.
Jungkook despertó con una patada en su vientre. Al parecer los cachorros habían despertado unos minutos antes y querían que su papi también lo hiciera. Se movió al lado derecho, pero la cama estaba vacía, aun cuando todavía olía a chocolate y café. Tocó su cuello que todavía ardía un poco y sonrió. Ahora tenía una marca. Le pertenecía a Seokjin. Aunque era un omega tan independiente y moderno, esa sensación de pertenencia era agradable. Además, él sabía que su relación con su alfa sería igualitaria. Jamás en desmedro de sus deseos y personalidad. Con cuidado se incorporó en la cama y caminó hacia la sala y cocina. El alfa, que había tenido que colgar su llamada con un entusiasmado Namjoon, sintió sus pasos y su aroma, por lo que se volvió hacia él, para abrazarlo.
—Mis pequeños bebés ya están despiertos..., preparé todas las cosas que te gustan—. Jungkook se había dejado caer en los brazos del alfa, con todo su peso. Le agradaba saber que podía ser sostenido sin problemas. Era bueno, a veces, simplemente dejar que otro te cuidara y que mejor si ese otro era su guapo doctor, amante, amigo, alfa y por, sobre todo, el hombre de su vida. Su nariz se hundió en el cuello de quien lo sostenía y dejaba besos en su cabeza.
—Los cachorros me despertaron..., creo que están hambrientos, igual que yo, gracias por preparar todo esto.
—¿Cómo está tu marca? ¿duele? Luego de desayunar la voy a revisar, si es necesario, puedo poner una pomada...
—Alfa...deja que la marca se asiente sola. Así es cómo debe ser. Arde un poco, pero es lindo sentirla. Me siento especial hoy...sé que antes pensaba que esto era sólo un detalle, pero realmente me siento tan conectado contigo...es como si todas tus emociones fluyeran dentro de mí. Estoy tan feliz—Jungkook volvió a abrazar a Jin, pero esta vez le robó un beso que sorprendió al alfa. Le gustaba que su omega tomara la iniciativa y se atreviera a ejercer un pequeño dominio sobre él.
Seokjin se relajó. Era algo que ambos habían estado anhelando y luego de saber la verdad acerca de los cachorros, todo se había simplificado. Se sentaron a comer y Jungkook estaba sumido en sus pensamientos con una bonita sonrisa.
—¿Qué sucede? ¿En qué estás pensando? —preguntó Jin al ver la sonrisa en su omega.
—Imagino a Hobi hyung cuando descubrió que se había equivocado en retirar tu donación. Todavía es increíble como todo se fue dando para llegar a este momento. Yo aún estoy sorprendido. Aun cuando estabas ahí, podría haber elegido a cualquier otro. ¿no crees que es bonita nuestra historia? Cuando se la contemos a nuestros hijos será memorable.
—Namjoon no cree en eso de las coincidencias. Dice que el llamado de nuestra sangre, esa proteína que encontró en todos nosotros, no sólo tiene un efecto químico en nuestro aroma, él cree que hay una especie de conexión espiritual. Ya sabes, nuestros lobos y eso...Cree que cuando Tae y tú puedan volver a convertirse, deberíamos reunirnos como manada y correr juntos. Dice que eso nos podría dar una fuerza inusual. Podríamos incluso despertar sentidos que aún no sabemos que tenemos. Deberíamos ser capaces todos de comunicarnos tan sólo con el pensamiento..., en fin, mi hermano estaba tan entusiasmado hoy que tuve que cortarle o todavía me tendría al teléfono.
Jungkook escuchaba con atención. Él también intuía que eran algo especial. Taehyung incluso le había hablado que dentro de las manadas había roles. El alfa líder junto a su pareja, el Beta, que generalmente era otro alfa, en este caso Hoseok por ser los mayores. Luego estaba la pareja central, cuyo principal rol era procrear. Esa idea le fascinaba a Jungkook, pues al ser ellos esa pareja, podrían dedicarse a tener muchos cachorros, que era lo que siempre había soñado. Los cuidadores, que bien podían ser Jimin y Tae y finalmente el Sanador. Todos pensaban que era Yoongi. Por eso deseaba encontrar una casa cercana. La manada debía mantenerse cerca. Incluso le había ofrecido a Tae y Jimin ayuda para comprar un nuevo lugar. Sería su regalo para los cachorros por venir.
Luego de comer e informar de todas las buenas nuevas a sus respectivos padres, como también a Jimin y Taehyung, decidieron salir de compras como lo habían planificado.
Un rato más tarde, mientras Jungkook miraba y tocaba la ropa para cachorros, Seokjin lo observaba. Todavía le resultaba increíble todo lo que estaba pasando en su vida. Sólo eran casi siete meses desde que había conocido al omega, que ahora era suyo y que, además, llevaba sus cachorros. Aun recordaba la vez que lo había encontrado en aquel mercado, y se había atrevido a invitarlo a tomar un jugo. Sin siquiera sospechar en lo que se convertiría en unos meses después. Sin saber que ese joven omega cambiaría todo su mundo y lo transformaría en un lugar lleno de luz.
—¿Crees que esto es demasiado grande? —Jungkook le mostraba un conjunto con estrellas de todos colores. "Son como sus ojos", pensó. Era perfecto. En realidad, no creía que sus hijos fueran a estar tan lejos del promedio. Sólo unos pocos gramos más y tal vez un centímetro más. "Sus hijos" que bonito sonaba eso en su mente y corazón.
—Son perfectos bebé...lleva de diferentes colores y luego iremos por las sillas.
Después de realizar varias compras y dejar todo en el auto, Jungkook decidió que los cachorros querían probar algo delicioso. Entraron a un lugar pequeño pero acogedor y ambos pidieron té y dasik para acompañar.
A pesar que faltaban pocos días para las festividades de fin de año, no había mucha gente. Seokjin miró a su alrededor y sólo había dos o tres parejas. Se sentía tranquilo y feliz y podía sentir el mismo estado emocional de su omega. Ambos se estaban acostumbrando a sentirse mutuamente y también a aprender a respetar la privacidad del otro. Pero entre ellos todo siempre fluía de manera casi perfecta, por lo que estaban en completa armonía.
—Debemos buscar los nombres para nuestros cachorros...—Jungkook de pronto interrumpió el cómodo y tranquilizador momento. Era la primera vez que el omega hablaba sobre el tema. Todavía llamaba a los bebés Dotoli y Kong y lo único que había dicho al respecto, era que llevarían el apellido Kim.
—Bueno, creo que, ya que aun antes de saber que los cachorros eran míos, cediste tu apellido, creo que lo justo es que tú decidas sus nombres y lleves la tradición de tu familia.
Jungkook se sonrojó. Seokjin era tan caballero y amable con él. Eso era lo que más amaba de su alfa, jamás se imponía sobre él. Jamás dejaba que su jerarquía lo encegueciera o enorgulleciera de mala manera. Par él sería un honor nombrar a sus pequeños.
—Había pensado que a Kong podríamos llamarlo Jeon-Seol...si estás de acuerdo. Y había pensado que a nuestra pequeña Dotoli, la podríamos llamar Yu Jin—El omega se sonrojó. Llevaba mucho tiempo guardando esos nombres y no había tenido la oportunidad de hablarlo con Seokjin. No quería presionarlo, porque no sabía si se sentía cómodo hablando de aquello. Pero ahora todo había cambiado.
—Me encantan Jungkook, creo que son perfectos para nuestros cachorritos. Estaré feliz de que cada uno lleven algo nuestro.
Jungkook bebió su té y comió sus dasik, estaba feliz. Todo su mundo era perfecto. Tenía su alfa, su marca y los cachorros pronto vendrían a traerle más felicidad de la que estaba seguro podría disfrutar.
Dos meses después....
Taehyung estaba en su nido. Jungkook estaba masajeando sus pies. A pesar que estaba enorme con sus ocho meses y medio de embarazo, siempre dejaba tiempo para visitar a su amigo. Especialmente cuando Jimin estaba todavía en la academia. El papá de Tae, se había venido a vivir con ellos, luego que finalmente el omega desarrollara una preeclampsia. Se encargaba de preparar la comida y ordenar el departamento. Taehyung tendría que traer sus bebés al mundo antes de lo previsto, pues no podían esperar llegar a término del embarazo. Era de alto riesgo. Seokjin ya tenía preparada su cesárea para dentro de un mes y medio más, cuando tuviera siete meses y algo más. Los cachorros eran pequeños e iban a necesitar incubadora por algún tiempo. Para todo ello ya la pareja y la manada estaba preparada. Todos se turnaban para visitarlos y ayudarlos en todo lo que pudieran. Los omegas, que eran los que podían entrar al nido, le daban toda clase de atención y cuidados, Mientras los alfas se encargaban de las compras y apoyar al papá omega de Tae.
A pesar de esto, el joven psiquiatra conservaba su buen humor. Ya sabía que esperaba tres hermosos cachorros machos y dentro de sus posibilidades estaba preparando todo para darles la bienvenida de la mejor manera. Saber además que todos los estaban apoyando, le daba tranquilidad a su corazón.
—¿Tú estás seguro que todavía falta para que esos bebés nazcan? — Taehyung observaba la enorme humanidad de Jungkook que estaba sentado masajeando con cariño sus pies extremadamente inflamados.
El omega sonrió. El último mes realmente había sido un poco incómodo. Había obtenido su licencia de paternidad y sólo se movía de su departamento al pequeño supermercado donde había encontrado una vez a Jin y al departamento de sus amigos. Sus pasos eran cortos y lentos, los cachorros casi no se movían porque el espacio se había reducido, pero de acuerdo con lo que su amado doctor le había dicho, todavía faltaban unas semanas.
—No te preocupes. No voy a tener en medio de tu sala a los cachorros. Todavía faltan al menos dos semanas. Y luego vendrás tú. Nuestros cachorros serán muy unidos. Y mi pequeña Yu Jin será la reina en medio de todos los chicos.
—Será la única chica. Ya la imagino...Yo me quedaré con tres pequeños. Seokjin me ligará las trompas luego de la cesárea. Dice que, si me embarazo otra vez, probablemente volvería a ser de riesgo. Jimin no quiera pasar por esto nuevamente. Sé que ahora está aterrado. Me lleva en sus brazos a todos lados, incluso al baño. Es un poco humillante..., depender así de él y de todos ustedes que me han venido a cuidar...incluso tú, que estás apenas con tu embarazo...—Una lagrima cayó en el rostro de Tae.
—No llores Taehyung, no es bueno que te alteres—Jungkook secó con cariño, la lagrima—Todos nos cuidamos entre todos. Chi Yeol, Yoongi y yo estamos felices de poder cuidarte y mimarte. Además, todavía puedo moverme. No te preocupes por mí. Eres nuestra prioridad ahora. Todo va a salir bien.
El omega asintió y cerró sus ojos. No pudo evitar recordar aquellos años en secundaria, cuando conoció a Jimin y descubrió que era su alfa destinado. La forma en que Jungkook lo había intentado apartar, celoso de perder a su amigo. Y ahora, estaba ahí, masajeando sus pies, cuidándolo con cariño y con esa solidaridad preciosa que se había creado entre los omegas de la manada.
Esa tarde, Jungkook decidió volver a casa caminando. El invierno ya estaba en retirada y el frío era mucho menor. Seokjin saldría a su encuentro a mitad de camino, luego de comprar algunos víveres. Frutas y verduras frescas para su omega, quien sólo se fue del departamento de sus amigos, cuando Jimin llegó a casa y lo reemplazó en el nido. Sabía que el alfa estaba profundamente preocupado por su omega, pero él confiaba que Seokjin era el mejor obstetra del universo y que el embarazo llegaría a buen término.
Mientras caminaba a paso lento, una sombra alta asomó en su camino. Su alfa, que sonría parado en medio de la vereda, esperando por su precioso y redondo omega. Jungkook apuró su paso y sonrió a Seokjin quien inmediatamente tomó su mano y comenzaron a caminar a paso lento hasta su departamento.
—Quiero que mañana vayas a la consulta—Seokjin lo había observado mientras caminaba y notó su vientre muy bajo, por lo que se preocupó un poco—. Quiero revisarte y ver cómo están los cachorros.
—Pero, ya fui esta semana y dijiste que todo estaba bien...
—Ggukie...soy tu doctor y si digo que tienes que ir...— Jungkook puso los ojos en blanco y rio. Su alfa era muy dulce y protector y generalmente cedía ante sus ojos de ciervo, pero su doctor...era imposible de vencer en su terquedad. Hizo un puchero y se resignó a salir al día siguiente.
Cuando llegaron a casa, Seokjin seguía mirándolo. Su ojo experto más su corazonada, le estaba diciendo que los bebés probablemente llegarían antes de tiempo. Luego de acomodarse y ponerse pijamas, comieron y se quedaron un rato revisando las casas que la agente inmobiliaria había seleccionado para ellos. Ya estaban prácticamente decididos por una que quedaba cerca del barrio donde vivía Namjoon. Luego de aquello fueron a dormir.
Eran cerca de las dos de la madrugada, cuando Jungkook despertó con muchas ganas de orinar y obrar. Con cuidado, para no despertar a Jin, se bajó de la cama y fue al baño. Apenas se sentó, sintió que algo no estaba bien. Sintió como la humedad recorría sus piernas. Y como si algo se hubiera desprendido dentro de él.
—¡Alfa! —gritó tanto mental como sonoramente. Seokjin llegó en un segundo al baño, cuando sintió el grito asustado de su omega y al verlo entendió de inmediato.
—¡Jungkookie! No te asustes. Iremos de inmediato a la clínica. Sólo voy a observarte. Tu fuente se rompió, pero aún tenemos tiempo...
Salió corriendo del baño. Para poder observarlo mejor, sacó la ropa de la cama y puso un plastificado que siempre tenía de emergencia en su casa. Encima una frazada. Luego volvió al baño y con cuidado ayudó al omega a enderezarse. En seguida, Jungkook sintió una fuerte contracción y una presión en su parte baja.
—¡Me duele! —Gritó el omega, con sus piernas temblando—. ¡Creo que el cachorro ya viene!
—Cálmate Ggukie. Sólo te vas a recostar en la cama y te observaré. Tenemos tiempo...—Al menos eso era lo que esperaba. Con cuidado sacó el pijama empapado del omega y le hizo abrir las piernas. Su rostro se enrojeció y su pulso se aceleró. El canal de parto estaba completamente dilatado. ¡Los cachorros venían!
Jungkook se retorció por una nueva contracción. Eran muy seguidas. Seokjin metió su mano y pudo sentir la cabeza del bebé. Fue en ese momento que el pánico se apoderó de él. Su lobo estaba corriendo inquieto y asustado. Ellos no llegarían a la clínica. Debía actuar rápidamente. Su lado racional tomó control y reprendió al lobo, para que se calmara.
—Jungkook...los cachorros vienen. Voy a moverte a una posición de parto. No tenemos más tiempo—. Con cuidado lo acomodó entre cojines semi sentado, porque así sería mucho más fácil para el omega pujar y él poder recibir a los cachorros. Volvió a mirar entre las piernas del omega y calculó que tendría unos minutos, antes que el primer cachorro finalmente saliera—. Ahora, sólo respira como aprendiste en tus clases y dame un minuto.
El omega se horrorizó. No quería que el alfa se fuera de su lado. Nunca imaginó que tendría a los cachorros en su casa. Aunque en tiempos ancestrales así era. El omega pariendo en su propio nido, ayudado por las parteras o parteros de la manada.
Seokjin salió hacia la cocina para hervir un poco de agua. Luego buscó su maleta con todo lo necesario para atender el parto. Siempre tenía un kit en caso de encontrar un parto en una emergencia. Podía sentir los gritos de Jungkook por una nueva contracción. Llegó rápidamente al dormitorio y se preparó. Lamentaba no poder consolar de mejor manera a su omega, pero debía prepararse para recibir a sus hijos.
—Ahora Ggukie, vas a pujar muy fuerte cuando sientas la próxima contracción—El omega transpiraba, pero trataba de calmar su respiración. Nada estaba sucediendo como habían planeado. Ellos habían hablado con YeonJun para ser quien recibiera a sus bebés. Así, Seokjin estaría en todo momento acompañando a Jungkook. Ninguno imaginó que estarían ahí solos en casa, teniendo a sus bebés.
La contracción vino y Jungkook pujó. Seokjin pudo ver la cabeza del primer cachorro y con cuidado tiró de él. En unos pocos segundos, Jeon- Seol llegaba al mundo. Con un paño que había traído de las cosas que habían comparado, lo limpió un poco y se lo mostró a Jungkook, quien lloró al ver a su hermoso bebé. Lo sostuvo un momento en su pecho, pero las contracciones seguían.
Seokjin sabía que tendría un minuto o tal vez dos, antes que llegara Yu- Jin, así es que tomó al bebé y rápidamente lo llevó al nido para ponerlo en la cuna, que gracias a todos los dioses habían armado sólo hacía unos días atrás. Antes, con un paño húmedo lo limpió de las mucosidades propias del parto. Lo envolvió en una frazada limpia y lo dejó en medio de la cunita. Arropado.
—Alfa...—el pensamiento fuerte de Jungkook lo hizo volver a la habitación con rapidez. Venía la cachorra.
—Vamos mi precioso omega, tú puedes. Puja ahora—la contracción vino y Jungkook volvió a pujar. Jin tomó a la pequeña para sacarla con suavidad. En cuanto vio la luz del mundo comenzó a llorar.
—Nuestra cachorrita tiene muy buenos pulmones—También la limpio un poco y se la acercó a Jungkook que la abrazó emocionado. Estaba tan cansado y abrumado. El parto había sido demasiado rápido.
—Volveré en seguida. Sólo déjame acomodar a la pequeña. Seokjin también llevó a la pequeña al nido. La limpió, la envolvió en una frazada y se sorprendió porque la pequeña tenía sus ojos abiertos. Eran grandes. No pudo contener un sollozo. En ellos vio el universo. La besó y la acostó al lado de su hermano. Miró a ambos cachorros y no pudo sentirse mas feliz. Su lobo se asomó para cerciorase que los cachorros estaban bien y aulló de orgullo.
Jungkook yacía en la cama, todavía respirando agitadamente. Antes de ir con él, Seokjin buscó su celular y llamó a la Clínica para que le enviaran una ambulancia y le avisaran a YeonJun.
Llegó al lado de su omega y lo besó. Estaba tan orgulloso de él. Había sido muy valiente al tener a los cachorros sin una gota de anestesia.
—Voy a revisarte y luego te limpiaré un poco ¿está bien? Una ambulancia viene, para llevarnos a la clínica. Sólo quédate tranquilo.
—¿Los cachorros? Ellos...me necesitan...
—Tranquilo amor..., están quietos y te aseguro que por ahora van a dormir. Pare ellos es agotador el gran viaje que acaban de realizar.
Seokjin entonces miró el canal de parto de Jungkook que ya comenzaba a cerrarse, luego de expulsar la placenta. Esperaba que al llegar a la clínica otro médico lo pudiera revisar, pues él, estaba realmente muy nervioso.
Lo limpió y con toda su fuerza de alfa, lo alzó en sus brazos para quitar el plástico y las frazdas sucias y volver a acomodarlo en la cama. Luego fue por los dos pequeños y los acostó a su lado. Cuando Jungkook los vio tan pequeñitos y dormidos, comenzó a llorar. ¡Lo había logrado! Ahí estaban sus preciosos cachorros. Ahora era papá, tal como siempre había soñado.
Seokjin se acostó a su lado y lo abrazó. El departamento era un desastre, pero después lo limpiaría. Ahora, quería estar con su familia, con sus tres tesoros. Sabía que su omega estaba todavía incómodo y esperaba que la ambulancia no tardara demasiado. El omega había acurrucado a los bebés junto a él y los miraba con amor. Cerciorándose que tuvieran todos sus deditos y formas correctas.
El alfa los miraba emocionado y agotado. Ene se momento comprendió como una vez más el destino había jugado sus cartas. Luego de la muerte de su omega destinado, pensó de inmediato que estudiaría medicina y sería cardiólogo, para investigar la enfermedad que se había llevado a Jae-Hwan. Pero cuando Hoseok apareció en u vida, éste lo persuadió para que se especializara en obstetricia. Finalmente se convenció que quería eso. Y ahora lo entendía. Se había preparado para este momento. Él había perdido la cuenta de cuantos partos había atendido, pero éste sin duda había sido el más importante. Teniendo la vida de su omega y sus cachorros en sus manos. Y había logrado que todos estuvieran bien. Miró a su pequeña manada. Los cachorros estaban hinchados y Jungkook agotado. Sentía también todo el peso de la tensión acumulada cuando su corazón casi se desbocó al darse cuenta que los cachorros venían y él no alcanzaría a llegar a la clínica. Jungkook estaba semidormido, cuando le avisaron que la ambulancia había llegado y que la camilla iba subiendo.
El viaje a la clínica fue rápido y tranquilo. Jungkook iba en la camilla, mientras Jin y una enfermera llevaban a los cachorros. Al llegar, Yeonjun y Hoseok los esperaban. También estaba el doctor Kim, el neonatólogo, quien inmediatamente pidió que llevaran a los bebés a su unidad.
—Mis cachorros...—susurró Jungkook, asustado que lo alejaran de sus hijitos.
—Ggukie, el doctor Kim necesita revisar que todo está bien con ellos. Hay que pesarlos y medirlos. ¿Está bien? Ellos nacieron en casa y debemos asegurarnos que todo está bien.
El omega asintió con sus ojos y tomó la mano de su alfa. Fue llevado hasta una sala para la revisión.
—Jungkook, voy a revisarte. Tu alfa está aquí y estará contigo todo el tiempo. ¿Está bien? —Seokjin le había pedido a Yeonjun que se asegurara que el cuerpo de JungKook estaba bien. Él estaba demasiado nervioso y temía que sus emociones bloquearan su siempre profesional comportamiento.
Hoseok, también había entrado, pero salió para no incomodar a Seokjin y fue a ver a los cachorros, como le había pedido su amigo.
El beta examinó con cuidado a Jungkook. El canal de parto estaba cerrándose, y no había desgarros, por lo que el parto había sido absolutamente exitoso. Sus signos vitales estaban estables, por lo que miró a su amigo alfa y sonrió debajo de la mascarilla.
—Tu omega está en perfecto estado. Sólo falta revisar sus glándulas mamarias, pero te voy a dar a ti esa tarea. Siempre he pensado que eres un magnífico doctor y el haber traído al mundo a dos cachorros en casa...¡¡uf!! Seokjin te anotaste en los libros de historia. Porque, además, estabas involucrado emocionalmente. Sólo me queda felicitarlos.
—Ggukie fue muy valiente. Él ni siquiera se quejó demasiado, pese a lo incómodo que estaba y que no fue posible administrarle anestesia. Ni siquiera tuve tiempo para eso...los cachorros estaban demasiado apurados en salir...—Besó la frente de Jungkook, que ahora ya se sentía mucho mejor.
De pronto la puerta a de la habitación se abrió y el doctor Kim entró junto a dos betas enfermeras que arrastraban dos pequeñas cunitas.
—Grandes noticias. Kim JeonSeol pesó tres kilos exactos y la pequeña Kim Yu Jin pesó dos kilos y seiscientos gramos. Ambos en perfecto estado de salud—informó el doctor Kim con una gran sonrisa, que hizo sentir orgullosos a sus padres—. Ahora sólo necesitan que su papá los alimente y ellos estarán muy bien. No es necesario nada más. Sus pulmones están perfectos, a pesar de faltar todavía algunas semanas.
Seokjin respiró aliviado y miró hacia las cunitas. Ambos estaban despiertos y seguramente esperando ser alimentados.
—Los felicito a ambos y doctor Kim...¡hizo usted un excelente trabajo en casa! —El alfa se sonrojó por los halagos que estaba recibiendo. Su omega era quien debía recibir las felicitaciones. Había hecho todo el trabajo duro. Se despidió amablemente y los dejó. Una de las enfermeras se acercó al omega.
—¿Cómo desea hacer esto señor Jeon? No tiene que apresurarse ni estar nervioso—. Seokjin se acercó a Jungkook para revisar sus glándulas mamarias. Estaban tibias, llenas de leche. No tendría problemas en alimentar a sus bebitos.
—Ya estás listo cariño. ¿Por qué no alimentas a uno primero y luego de a poco vas tomando el ritmo? ¿Está bien?
Jungkook asintió. Si bien, había aprendido en clases a amamantar a los dos bebés al mismo tiempo, no estaba seguro de poder hacerlo en ese momento. Con cuidado la enfermera le entregó a Jeon-Seol que parecía más ansioso. Y se lo acercó a su pecho.
—Ahora sólo debe poner el pezón en su boca. El cachorro sabrá hacer el resto. —Jungkook con cuidado acercó su pezón al pequeño. Sabía que no era algo tan fácil. Debía ser paciente y no ponerse nervioso. Sin embargo, el pequeño no tuvo problemas en aferrarse a su papá y comenzar a succionar. La enfermera lo miró satisfecho y los dejó.
Jungkook miró a su alfa quien estaba llorando de emoción, al ver a su omega alimentado a su pequeño. Mientras, tomó a la pequeña Yu-Yin y la acunó en sus brazos. Era un momento perfecto, demasiado hermoso. No podía evitar las lágrimas. Cuando tenía quince años, pensó que había perdido todo. Que nunca lograría formar una familia, y hoy, Jungkook, su precioso omega, le había reglado una vida hermosa y nueva.
Cuando el pequeño soltó el pezón, Seokjin le ayudó JungKook a limpiarse y le pasó a la pequeña, mientras el masajeaba la espalda de su pequeño, que no tardó en soltar un gran eructo de satisfacción. Lo puso en la cunita nuevamente, mientras la pequeña buscaba con avidez el pezón de su papá.
—Creo que ella está aún más desesperada que nuestro Kong. Mírala, parece que tenía muchas ganas de su leche.
Seokjin rio ante la pequeña, que tenía su pequeña manita sobre el pecho de su omega. Era tan pequeña. Con un poquito de cabello en su cabecita. Todavía estaba hinchada, pero volvió a ver en ella los ojos llenos del universo, idénticos a los de su papá.
—Estoy feliz...—fue todo lo que Jungkook dijo, mientras acariciaba a su pequeña que no dejaba de mamar—Gracias por darme dos hijos tan preciosos...gracias por darme la oportunidad de cumplir mi sueño y gracias por vivirlo conmigo, por amarme.
Seokjin rompió en llanto. Miró a su omega y a sus cachorros y toda la tensión, el cansancio, el miedo del momento en que se dio cuenta que tendría que atender el parto en casa...todo, se esfumó en esa hermosa sonrisa. Jungkook le entregó a la pequeña Yu-Jin y la acostó en su cunita. Rompiendo todos los protocolos, se subió a la camilla y abrazó a su omega. Agradecido de haberlo encontrado, de amarlo y ser amado.
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