Desde la muerte de mi padre todo ha sido diferente, mi madre no volvió  a ser como antes, y mi hermano se convirtió  en una persona sobre protectora que ni siquiera me deja salir de casa. Pues desde hace 4 años no he salido de mi casa, tomo clases con un profesor privado para no tener que ir a la escuela y exponerme a los peligros de la sociedad según dice Frank.
Pero ya me he cansado de estar aquí encerrada sin poder salir, como si estuviera presa en mi propia casa, o tal vez lo estoy y no me había dado cuenta hasta ahora. Recuerdo como eran las cosas antes del asalto, iba a la escuela, tenía amigos y era muy feliz, era libre y jamás me ocurrió nada de lo que dice mi hermano Frank, que si salgo no volveré viva, que me ocurrirán un montón de cosas malas y que no puedo confiar en los desconocidos que nunca tienen buenas intenciones. Pero no lo aguanto más, ya no aguanto quedarme día tras día encerrada en esta casa viendo mi vida pasar sin hacer nada solo quedarme de brazos cruzados.

La tarde nublada complacía mis ganas de ver cielo otra vez, aunque no había un sol naciente, ya eso era muy emocionante para mi. Volver a ver el cielo después de tanto tiempo sin salir de casa, sentir el viento frío  chocar mi pálido rostro, eso era lo más placentero que había sentido en mi vida.
Estoy sentada en una banca del parque cerca de casa escuchando con mis auriculares mi canción favorita "Someone you love" de Lewis Capaldi, esa es la canción que me desconecta de todo, de mis problemas, mi vida, hasta de la realidad, por un momento he logrado olvidar que he tenido que escapar de casa y que en cuanto vuelva tendré que asumir las consecuencias de mis actos. Al terminar la canción regreso de mis pensamientos a la realidad, miro el reloj y veo que ya es un poco tarde, al parecer la canción se ha repetido unas 12 veces .

—oh no, debo marcharme antes de que se haga más tarde —tome mis cosas y comencé a caminar en dirección a mi casa

—Hola preciosa, que haces sola por aquí —me volteé para ver a la persona detrás de mí y cuando lo hago no me encuentro con uno sino con 4 chicos encapuchados.

Estaba rodeada por cinco hombres encapuchados probablemente eran asaltantes. Ahora me doy cuenta de la realidad, me doy cuenta de que mi hermano solo quería protegerme de este tipo de cosas.
Por un instante siento el miedo como recorre todo mi cuerpo de pies a cabeza, siento un escalofrío intenso en mi piel. No puedo creer lo que me esta pasando debí hacerle caso a mi hermano él solo queria protegerme. En ese instante lo primero que me vino a la mente fue pedir ayuda, pero antes de que pudiera articular alguna palabra uno de ellos se abalanzó  sobre mi y me sostuvo contra la pared .
—Rápido, quítale todo lo que sea de valor —le ordenó uno de ellos al hombre que me estaba sosteniendo.
Enseguida dos de ellos fueron hacia mi para sostenerme, mientras el que me sostenía anteriormente me quitaba todas mis cosas.
Me lo quitó  todo, mi celular y el dinero que llevaba. Pero eso no era lo más valioso eso solo eran cosas. Lo que más me lastimó fue cuando me quitaron el collar que me regaló mi padre para mis 15 años antes de morir, eso era lo que más cuidaba, era el único recuerdo que me quedaba de él .
—No, por favor, eso no. Es muy valioso para mí —le supliqué
—¿Que crees? Que para mi no lo es
—¡Por favor!, me la dio mi padre antes morir, es el único recuerdo que me queda de él

—Ya cállate sino quieres que lo haga yo - su voz era fría e intimidante pero yo no me di por vencida
—Por favor te lo pido, te daré lo que quieras
—Te dije que te callaras —me pegó una fuerte bofetada que me dejó tirada en el suelo, sentí correr un líquido caliente por mi mejilla cuando toque mi rostro pude ver en mis dedos que era sangre.
Me dolió muchísimo sentía que me iba a desmayar del dolor, tal vez exagero pero en verdad es un dolor insoportable. Coloqué mis manos en mi rostro muy delicadamente para tratar aliviar el dolor que  sentí pero fue en vano. Me recupere un poco e intenté pedir ayuda usando todas mis fuerzas.

—¡Auxilo, ayudenme, por favor me est...— antes de que pudiera continuar uno de ellos me calló colocando su mano en mi boca.

— Que te calles —me miró con cara amenazante y luego me soltó.