Sollozaba en los brazos de sus abuelos... No querían que se marcharán pero ellos tenían una vida en EEUU. Un mes había pasado desde escuchó a su novio y ...Padre hablar.

—Ve a visitarnos para las siguientes vacaciones— dijo Nana limpiándose las lágrimas.

—Sí— respondió mientras se limpiaba las lágrimas.

—A usted también lo esperamos, Akashi-san— dijo Rin al pelirrojo, quien se había mantenido alejado un poco para darles privacidad.

—Gracias por la invitación.

—Cuide de nuestro Kōki.

—Por supuesto— sonrió a Rin y Nana.

Pasajeros con destino a EEUU abordar por la puerta 6

—Ese es nuestro vuelo.

—Los extrañaré— Kōki volvió a abrazarlos —Gracias por quererme...

—Oh Kōki— Nana le acarició la mejilla —Siempre te querré. Eres mi preciado nieto.

—Abuela...— le sonrió.

Volvieron anunciar el vuelo.

—Adiós— Rin lo abrazó fuertemente y besó la sien.

—Adiós— Sollozó al verlos marchar. Los extrañaría demaciado.

—Tranquilo— le abrazó y acarició la espalda para que se tranquilizarlo. 

—No quería que se fueran.

—Ellos tienen asuntos que atender.

—Lo sé— sus abuelos tenían una floristería, y no podían dejarla siempre al cuidado de sus familiares.

—Vamos. Vayamos a una cafetería.

Asintió. Sujetó la mano de su pareja y se dejó guiar.

Amaba cuando Seijūrō era observador...
Siempre lo estaba cuidando y protegiendo.
Siempre pensado en él y lo que quería.
Siempre consultando.
Siempre amándolo.

Estaba ena..

—¿Kōki?

—¿eh?

—Te preguntaba si te gustaría ir a xxxx ¿Estas bien?

—Sí. Lo siento— se sonrojó al sentir las caricias en sus mejillas —Estaba distraído.

—¿Seguro? Estoy preocupado por tu salud ¿Ya visitaste a Shintarō?

—Ya— mintió, apenas y tenía tiempo para él ¿cómo iba a tener tiempo para ir con  Midorima? —Estoy bien. Estoy recuperando mi peso — aquello no le es mentira, había recuperado 4 kilos de los que había perdido. La pesa no mentía.

—Bueno, sigamos.

Salieron del aeropuerto y se dirigieron al restaurante favorito de Seijūrō.

Hicieron el pedido y esperaron a recibir sus órdenes.

—¿Cómo van tus clases?

—Muy bien— sonrió —Me falta un trabajo que entregar. De hecho quería pedirle ayuda.

—¿Sobre qué es?

—Micro y macroeconomía.

—Ya veo. Te ayudaré todo lo que quieras ¿Cuándo?

—¿Mañana en la tarde?

—Humm— se froto el mentón —¿A las 6?

Sonrió —Perfecto.

El mesero llegó con la orden y cenaron el silencio.
Después pidieron el postre, Kōki un volcán de chocolate.

—¿Te encanta, verdad?

—Sí— amaba los volcanes de chocolates, siempre pedía uno.

—...— sonrió a su novio.

—Ahora regreso.

—Claro— vió alejarse al castaño.

Kōki entró al baño corriendo. Últimamente le urgía ir al baño más seguido, pero era su culpa por todos esos litros de agua que había estado tomando.

Salió del cubiluo y se lavó las manos.  Un repentino mareo lo sorprendió, y se sostuvo del lavaba-manos. Cuando se pasó, lavo su rostro y se sintió un poco mejor.  Tenía que descansar. De seguro era por la falta de sueño de los últimos días.

Al sentirse mejor, regreso con su novio. Y notó que su postrer ya estaba servido. Se le hizo agua la boca.

Sonrió al ver el rostro ilusionado de su novio. Kōki amaba tanto los volcanes de chocolate.

Se deleitó mirando comer el postre... Y se le ocurrió una idea.