Aceptando ayuda
Este fanfic será de publicación irregular, y de capítulos muy cortos.
La mayor parte será de relatos.
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Estaba temblando. Sus manos sudando y su corazón latiendo a mil por hora. Tenía miedo, pero sabía que estar allí lo ayudaría ha reiniciar su vida.
Durante los últimos 4 años su vida fue un martirio. Nunca lo notó hasta que fue muy tarde.
Pagó caro el haber tenido una venda sobre sus ojos engañándose, creyendo que era feliz. Creyendo que así era el amor. Creyendo que así era un matrimonio consolidado.
— Furihata-san.
— Aquí...
— Tengo miedo, Kuro... Kagami-kun — observó aterrado a su acompañante. Aquella persona que siempre fue un apoyo para él.
— Todo estará bien. Ya has aceptado la ayuda, él es el mejor, él te ayudará a superar esta parte de tu vida.
— Jamás lo haré— se sujetó el vientre.
— Lo sé. Pero te hará volver a confiar en ti mismo.
— Gracias, Kagami-kun.
— Ve, aquí te espero... y no tengas miedo.
Asintió y siguió a la recepcionista. Lo guió hasta una de las puertas y lo hizo pasar — Buena...— se quedó mudo al ver la persona que estaba sentando al otro lado del escritorio.
— Gusto en verlo, Furihata-san... Puede llamarme Sensei para que se sienta más cómodo.
— Sí, sensei.
— Tome asiento. Estoy al tanto de la situación por Tetsuya— el castaño se sentó — partir de hoy seré su psicólogo y nos veremos cada domingo a esta hora.
— Si— estaba nervioso.
— No tiene que estar nervioso. A partir de hoy, estaremos hablando. Sí necesita ayuda, puede llamar aquí— le entregó una tarjeta — Se que esto puede ser incómodo debido a que nos conocemos, pero trata de olvidar eso — el castaño volvió asentir — En esta primera sesión, quiero que me habla de sus sentimientos en este momento.
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— ¿Mejor?
Asintió mientras se limpiaba las lágrimas. Haber hablado con alguien lo hizo sentirse un poco más libre y con un peso menos.
— Tome.
Kōki tomo el libro y lo abrió, era un cuaderno en blanco —Para...
— Quiero que escriba desde el inicio. Desde que lo conoció. Es cómo un diario, pero no un simple diario será sus recuerdos y podrá sacar su frustración. Escriba lo que quiera. Yo no lo voy a leer. Cuando usted sienta que ya terminado de escribir el libro, ese día usted será completamente libre. Se sentirá libre de su vida pasada, aunque esta siempre estará presente usted será capaz de caminar nuevamente sin temores.
Entendió a la perfección lo que quería decirle — Sí, sensei.
— Eso es todo por hoy. Lo espero el siguiente domingo, en casó de que no pueda atenderlo, lo pasaré entre semana.
— Gracias— hizo una reverencia y salió del consultorio. Al llegar a la recepción el pelo celeste lo envolvió en un gran abrazo.
— ¿Cómo te fue?
— Creo que bien— se limpio las lágrimas — Aunque me debió advertir.
—Supuse que se negaría si sabía que era él.
— ¿Desde cuando es psicólogo?
— 3 años. Hizo esa carrera los sábados mientras se encarga de su empresa.
— Ya veo.
— ¿Vamos por un café?
Asintió.
Ese día era un nuevo comienzo.
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