...
Kōki se estiró cual minino. Estaba cansado y adolorido; sus costillas habían resentido la... la... Esa noche.
—¿Te duele mucho?
—Algo— respondió, mientras acomodaba la almohada. Sabia que Akashi se sentía culpable.
—Lo siento...
—No fue a propósito, Seijūrō-san. Dejé de disculparse— farfulló desviando la mirada.
—... — había notado que Kōki, desde esa noche, no lo miraba fijamente ni se le aproximaba mucho.
Shintarō, su confidente, le había dicho que tuviera paciencia si veía que el castaño se alejaba de pronto, que era algo normal. Pues Kōki se sentía inseguro. Y, él, mejor que nadie, conocía a la perfección las inseguridades del castaño —Vamos. Hay que empacar.
—Es una lástima que tengamos que irnos. Me encanta este lugar— dijo con cierta nostalgia.
—Podemos venir cuando quieras...
Asintió y se levantó del camastro. Tenían que empacar, pues, en unas horas regresaban a Tokio. Y mientras los adultos empacaban y se aseguraban de no olvidar nada, los niños jugaban en la playa.
Kōki abordo el jet y se sentó con los niños, ya que Yuu lo había jalado con ellos.
Miró con odio al pequeño Kise. Ese mocoso le estaba ganando terreno.
—Te agradecería que no mires así a mi hijo, Akashi.
—...— presto atención al doncel que se sentó junto a él -Dile que se aleje.
—Es un niño, Akashi. Es normal que se enamore de su maestro.
—Yukio. Dile a tu hijo que se aleje de él.
—El gran Akashi celoso de un niño de 4 años— Yukio rió al ver el puchero en el pelirrojo. Era tan infantil.
Kōki sonrió y siguió platicando con los niños. Amaba los niños... Llevó su mano a su plano vientre y apretó su puño con dolor. Unas semanas más y se cumplirán dos años.
—¿Sensei?
—¿sí?
—Le hablábamos pero no respondía ¿Esta bien?
—Sí. Siento preocuparlos— les revolvió el cabello.
Seijūrō frunció el ceño. Conocía muy bien esa mirada... Ahora que recordaba, ya se cumplía el segundo año. Tendría que planear algo para animar a su pareja.
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Arribaron al aeropuerto al medio día. Las camionetas del equipo de seguridad esperaba a cada una de las familias.
—Nos vemos en dos semanas.
—Sí.
—Si necesitan algo...
—Lo sabemos Akashi.
Comenzaron abordar las camionetas. Kōki estaba esperando, pues el pelirrojo le pidió hablar.
—Shintarō—la familia Midorima se detuvo — Mañana te espero en mi despacho a las 2.
—Entendido. Nos vemos.
Kōki se removió nervioso. Sentía la mirada de la seguridad sobre él.
—Vamos.
Abordaron la camioneta y salieron rumbo al departamento del castaño.
Al descender del auto, Kōki tomó sus maletas.
—Yo la llevó, Furihata-san.
—Yo puedo.
Seijūrō le lanzó una mirada al de seguridad, y éste retrocedió. Se apresuró y tomo una de las maletas para ayudar al castaño, y entrar al edificio.
Kōki saludo a la recepcionista, y ella le entre entrego su correspondencia. Ambos abordaron el elevador hasta el departamento del castaño.
Seijūrō dejó la maleta en el mismo lugar que Kōki había dejado la maleta que el jalaba.
—¿Q-Quiere almorzar?
—Tendré que negarme. Tengo que ver lo de la empresa. ¿Nos vemos para cenar?
—Tengo que arreglar todas las actividades para los niños. No creo terminar a tiempo.
—No te preocupes— se acercó y le besó la mejilla —Te llamo más tarde.
—Gracias por todo— susurró apenado por el beso.
—De nada— se dirigió a la puerta. Sabia que no podía acercarse de más sin asustarlo.
Kōki siguió al pelirrojo hasta el elevador.
Cuando el elevador se abrió y Seijūrō entró, Kōki valientemente jaló al pelirrojo de la chaqueta, lo besó y mordió su labio inferior; rápido lo liberó y retrocedió para que el elevador se cerrará.
—Adiós, Seijūrō-san.
—... — no pudo decir nada, ya que el elevador se había cerrado. Lo último que vió fue a su novio totalmente sonrojado. Una sonrisa se formó en sus labios mientras los tocaba. Kōki no dejaba de sorprenderlo.
:)
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