Capitulo 4
Cuando llegaron a YeYu a recoger las flores, ya había trabajadores subiendo los arreglos de boda a la camioneta. Yeri le explicó a Yoongi en el camino, que la boda requería de cien centros de mesa, cuatro pilares y un arco para el altar, hecho todo de hortensias, mini rosas y orquídeas en colores pastel.
Sería necesario, entonces, montar el arco de rosas y los pilares en el jardín, mientras que otros empleados ayudaban a colocar los centros de mesa dentro del salón. Por supuesto, a Yuri se le ocurrió que el hijo de su novia al tener semejante altura, sería perfecto para decorar el arco... Y así fue.
JiNa corre de un lado a otro en el jardín dirigiendo a las dos jóvenes que cargan ramos y ramos de rosas pequeñas color rosa rumbo a donde su padre, subido en una escalerita, las coloca una a una en el arco. Las chicas piden indicaciones a la pequeña para que sea sus ojos en el camino, pues las flores no les permiten ver del todo bien.
- Yoongi, hijo, esa de ahí está chueca.
Y Yuri vigila todo de cerca, dándole ordenes precisas al lánguido hombre que trata encarecidamente de colocar cada rosa de forma perfecta, sin aplastarla en el proceso y eso, es toda una odisea para Yoongi.
La recepción se celebrará en dos horas y ya han llegado las mesas y sillas, manteles y la larga alfombra para el recorrido de la novia, solamente son los floristas trabajando arduamente en llenar de vida el hermoso jardín y darle a la novia, todas las rosas que quiera en su gran día.
JiNa ayuda a su padre con destreza y pequeñas manitas cuidadosas, colocando a ras de suelo las últimas flores en el enorme arco. Su oberol de mezclilla tiene una pequeña jardinerita en el centro y su sombrero de paja la cubre del sol, además de tener bloqueador en su carita cada veinte minutos porque la alergia, Ji, no quiero que te enfermes y su papá es muy precavido.
Una vez la última flor ha sido exitosamente colocada, los Min se chocan las manos, orgullosos, admirando el trabajo completado.
-Les quedó hermoso. -Yeri palmea el hombro de su hijo, con una genuina sonrisa en su rostro. -Bien hecho, equipo Min.
JiNa pide bajar de los hombros de su padre y cuando está en el suelo, se pone en medio del arco, con sus manos en la cadera.
-¡Papi, tómame una foto!
Yoongi saca su teléfono del bolsillo de su camisa de mezclilla y retrata a su pequeña entre miles de rosas. -Di cheese
-cheese- JiNa sonríe, alargando la última e y con sus ojitos cerrados.
🌹💐🌹
-Doctor Kim, el placer es mío. - Jimin se pone de pie, ofreciéndole una mano al doctor, quien la acepta y le sonríe encantado.
-Por favor, siéntese.
Kim acepta, tomando asiento después de agradecer en la mesa del profesor. Lleva en la mano una copa de vino blanco y se ve tan pulcro como siempre, vestido con un precioso traje azul rey con camisa color lila. Jimin guarda la tarjeta de la florería en el bolsillo dentro del saco y se acomodó un poco la ropa, sentado de lado en su silla, frente al jefe de su hermana.
-Y, ¿Cómo ha ido todo, muchacho? - Kim adopta la misma posición del menor en su asiento, con un codo sobre la mesa y la mano hecha puño que le sostiene la cara por un costado.
-Bastante bien. -miente, mirando los botones del saco ajeno, perdido fugazmente en un "No estamos buscando lo mismo, Jimin" que le hace arder el estómago y contraer sus dedos aferrado a la tela de su pantalón negro. -Mucho trabajo, salud... Gracias por preguntar, Doctor. ¿Qué tal la familia?
-Me alegra escuchar eso. -Kim le sonríe sincero, palmea un poco el hombro del chico y este le devuelve una sonrisa medio torcida. -¡Creciendo! La última revisión fue hace unos días y después del susto, todo parece normal con los bebés.
-¡Es grandioso! - Jimin sonríe, brillante y contagiado de la emoción del mayor al hablar de sus hijos. -Tae estuvo muy preocupada, Doctor, es realmente bueno saber esa noticia.
-Siempre tiene turno matutino cuando hay más acción en emergencias. -Kim sonríe, mirando a la adorable y dedicada enfermera Park bailar con su esposo en la pista de baile. -Debiste ver a Namjoon, se desmayó dos veces en la sala de espera, no sé cómo soportará el parto.
Ambos comparten una risa cálida y es el menor quien continúa la charla, definitivamente menos abrumado.
-Por fortuna, Tae estará presente, podrá llevarlo en camilla. -el castaño bebe de su copa y se relame los labios, esa sensación cálida pero que oprime su pecho se instala después de un trago de vino y risa que le parece tan lejana.
-Bueno, una de mis preocupaciones está resulta, pero el asunto de los nombres me sigue haciendo ruido en la cabeza...
-No debió apostar quien elegía los nombres, Doctor, ahora tendrá dos Namjoon en casa.
-Tres. -Kim alza tres dedos de una mano, su rostro serio. -No quiero ni imaginar lo que puede suceder con eso. -Jimin trata de sonreír y responder, pero falla en el intento y se escuda en su copa casi vacía. -¿Estás seguro que estás bien, muchacho?
Y no lo está, maldita sea, no lo está porque está en una boda hablando sobre bebés cuando su novio lo terminó por mensaje de texto una tarde atrás y siente que está solo, que es insuficiente y se equivocó tantas veces que ya no sabe a quien culpar, porque tiene veinticuatro años y ha vivido lo suficiente para creer en el amor y en los finales felices, en los cuentos de princesas en torres y caballeros de blanca armadura que le lee con tanto amor a sus alumnos.
Quizás, sólo quizás, ya sea demasiado tarde para empezar de nuevo y Jimin lo sabe tan bien que duele pensarlo.
-Sí...
-Bien. -Kim asiente. -Ahora dime la verdad.
Y Jimin suspira, cabizbajo, como un pequeño que ha sido descubierto por su madre con la carita llena de migajas después de tomar una galleta sin permiso.
-Yo...
-¡Jimin, niño, ven a conocer a alguien! - TaeYeon agita su mano derecha desde la pista de baile, en la otra sostiene una copa de lo que parece licor de café y a su lado, hay un hombre de traje lila que le da la espalda.
-Tranquilo, otro día será. -Kim le regala una de sus sonrisas sanadoras y le señala la pista de baile con un movimiento de cabeza. -Sabes que mi consultorio está abierto para ti siempre.
Y Jimin se despide con un agradecimiento amable y una pequeña sonrisa, pensando en el camino a encontrar a su hermana, que sería demasiado incómodo llegar al consultorio del doctor Kim a pedir cita porque bueno... Era ginecólogo.
💐👨🕓
¡Lo que le faltaba!
Yoongi ve como la enfurecida muchacha de cabellos rubios y rizados cierra la puerta de su departamento justo en su nariz, con un mensaje a gritos y las mejillas rojas de furia. Del portazo salieron volando algunas hojas del arreglo sobre los brazos del hombre y unos mechones oscuros se movieron de su lugar. Con los ojos cerrados y todavía bastante exaltado por la reacción del destinatario, Yoongi suspira y recarga la frente el la puerta.
¿Qué culpa tenía él, como un simple mensajero de un hombre arrepentido que compra flores? Ninguna.
-¿Papi? - por Dios que ninguna. -¿No le gustaron sus flores?
Y encima, su pequeña tenía que ser testigo del arranque de ira de la muchacha que no quiso recibir las flores y de paso le gritó "¡Dígale a ese imbécil que no me comprará con flores!".
-Parece que no, Ji. -Yoongi sostiene de la mano a su hija, quien alza totalmente su bracito para poder alcanzar los dedos de su padre. -Vamos, se hace tarde.
El camino en el elevador es silencioso y una manita se aferra a la suya, él aferra la otra al ramo de gerberas y bajan cuatro pisos en solemne compañía. JiNa se mira los pies, sus zapatos rosas de moños rojos y medias de puntos a juego, que Mamá Yeri eligió para ella, porque ese día, con su vestido negro y moños rojos, JiNa sería una Catarina.
El edificio no estaba lejos de la escuela de su pequeña, así que caminaron lo que fue posible y cuando JiNa se cansó, subió a los hombros de su padre, mirando desde arriba las flores que Yuri eligió con tanto amor y Papá llevó con emoción, pero la señorita no recibió con ninguna de esas dos.
Lo suficientemente cerca para ser escuchada, la campana de inicio de clases timbra, a tres calles de distancia que Yoongi corre con su pequeña en brazos, porque en los hombros habría sido peligroso. El rebotar de su mochila de Kumamon, las flores, ella en sí misma y el correr de su papá le sacan más de una sonrisa, mientras le grita dándole ánimos.
-¡Llegamos, llegamos! - JiNa observa a la profesora de primer grado recibir al último niño antes de cerrar la puerta y emocionada, distingue la silueta del profesor Park de espaldas, con un grupo de niños frente a él. -¡Maestro, espere!
Park voltea en dirección a la voz que lo llama y observa como el señor Min lleva en brazos a su hija, corriendo los metros que hacen falta desde la acera del frente. Lleva también un ramo de flores y no viste de traje, pues luce una camisa de mezclilla de puños arremangados y pantalones de la misma tela, pero más oscura junto a unas botas amarillas de trabajo.
JiNa es colocada en el suelo y la pequeña corre rumbo a la entrada, pasando por el costado de Park, quien le sacude un poco el flequillo en la frente como saludo.
-Corre, entra.- el Señor Park le regala una de sus preciosas sonrisas a la niña que tanto lo admira. -Buenos días, señor Min. -Y a su padre también.
Min se recompone por unos momentos, tomando en puño su camisa a la altura del corazón, con las rodillas flexionadas, respirando agitadamente.
-Buenos... Días. - Yoongi se echa hacia atrás el flequillo de la frente, pero vuelve reacio a su lugar. -Disculpe la demora, no volverá a suceder.
¿Está mal pensar que la sonrisa del profesor es bonita? No lo sabe, pero prefiere no pensarlo demasiado, pues el castaño tiene sus ojos fijos en las flores entre sus dedos. Yoongi esconde el ramo a su espalda en un movimiento rápido que le pinta a Park las mejillas de carmesí, como si las cartas de la Reina Roja le hubiesen teñido las rosas blancas de rojo a base de pinceladas.
-Nuevo trabajo. - Yoongi sonríe avergonzado y aclara su garganta, como si dar la explicación anterior fuese necesaria pero le avergonzara haberla dado. -Yo, uh...
¿Era malo mentir un poco, solo por esas rosas blancas pintadas?
-Es un obsequio, por... -el ramo avanza lentamente sostenido del puño de Yoongi, quien se rasca la nuca y mira en cualquier dirección. -por no, no permitir que... Usted, gracias.
A Jimin le sobran explicaciones cuando un ramo de gerberas es sostenido por el hombre que se lleva la medalla del Padre Desastre Del Año, el hombre más bueno que ha conocido y el padre más dedicado que ha tenido la fortuna de cubrir en su trabajo, todo sea por ver su sonrisa al abrazar a su hija.
-Gracias... - Jimin recibe las flores y se inclina amablemente, a punto de responder algo cuando su compañera le llama desde atrás en un grito.
Yoongi asiente nervioso y se aleja dos pasos hacia atrás. -Que tenga un buen día, profesor.
-¡Jimin, te llama la directora!
¿Estaba mal pensar, sólo un poquito, que Min Yoongi era demasiado para ser real?
-Igualmente, señor Min.
Quizás, pero definitivamente, esas eran las flores más hermosas que jamás había recibido.
-Oye, no sabía que tenias algo con ese papá... -Lisa le codea juguetona el costado, con sus manos dentro de los bolsillos de la bata escolar. -Es muy guapo, por cierto.
-Sí... - Jimin observa las flores y gira la cabeza, donde la silueta de una ancha espalda se pierde en las calles.
-Es... Guapo.
***
Un dato de Yoongi:
*En esta historia es alto, no mide lo mismo que en la vida real. Al igual que en príncipes xd
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