Capitulo 4: Un abogado
-Desayunad rápido, no quiero que lleguéis tarde –Raquel sentó a Damián en una silla y le dio un zumo
-Yo llevo a Damián a la guarde –Analía miro a su hermana con el ceño fruncido -¿Vas a ir a trabajar así?
-No he traído mas ropa de la casa –suspiro –Pediré a Nora que llame por teléfono a la empresa de Carlos para que me manden la ropa y la de los niños.
-Ya hablaremos de tu vestuario –Cogió al pequeño entre sus brazos -¿Quieres que vaya por ellos cuando salga del trabajo?
-Si, por favor –miro su mano, donde aun permanecía el anillo de casada –Voy a casa de Margaret, Tom va a ser mi abogado.
-Pues dile de mi parte que espero que lo despedace –Sonrió divertida, se acerco a los niños y les dio dos besos, después se marcho con el pequeño.
-Alex, Matt, coged las maletas –Raquel cogió su bolso y miro el reloj –Vamos
Volviendo a la rutina, dejo a los niños en el colegio y después se dirigió al trabajo. Cuando hubo aparcado el coche en su auto, algo dentro de su cuerpo se contrajo. Estaba segura de que ya se habría corrido el rumor de su separación. Bajo del auto y al cerrarlo miro su reflejo en el cristal ¿en esto se había convertido? Volvió a mirar el reloj y corrió rápidamente al interior del edificio
-Buenos días –Saludo a la recepcionista como de costumbre mientras caminaba hacia el ascensor
-Buenos días Raquel –La chica la miro precavida
-Hola –Andrea se paro a su lado esperando el ascensor, la miro de reojo -¿Qué tal estas?
-Bien –Respondió sin mirarla y finalmente suspiro y la miro -¿Por qué mentir? Ni se como estoy
-Si necesitas algo solo dímelo –Ella le sonrió con tristeza –Sabes que puedes contar con nosotros, somos un equipo.
-Gracias –le sonrió cálidamente y entro en el ascensor junto a ella.
Para su sorpresa nada mas abrirse las puertas del ascensor en su planta, su humor mejoro notablemente. Aquel mundo seguía igual, nada se habia desplomado.
-¡Por aquí! ¡Las prendas del reportaje por aquí!
-¡Maquillaje!
-¡¿Dónde esta mi modelo?!
-¡Ey! ¡Jefa! –Geremi corrió hacia ella con un folio en la mano –Se te echo de menos, ten
-¿Y esto? –Cogió el papel y lo leyó atentamente –Es bueno ¿Lo has escrito tu?
-Voy mejorando –el se sonrojo –Pero no me hacen ni caso
-No te preocupes, este articulo saldrá de relleno en la próxima edición –Raquel le guiño un ojo
-¡Gracias! –y el la abrazo fuertemente –Me alegra que estés de vuelta, esto no es lo mismo sin ti
Y al caminar hacia su despacho noto las miradas de todos y cada uno puestas en ella, unos con interés, otros con lastima. Abrió la puerta y nada mas entrar a su sala se encontró a Nora, esperándola con una sonrisa.
-Hola –le tendió un café
-Hola Nora –dejo el articulo de Geremi en la mesa y acepto el café –Gracias
-Pensé que te vendría bien para empezar con energía –Sonrió cariñosamente
-Energía es lo que necesito –Raquel se sentó en su lugar -¿Algo que deba saber?
-Que te echamos de menos –ella suspiro y se sentó –Todo esta bien
-Al menos algo en mi vida esta bien –y lo dijo con pesar –Necesito pedirte un favor
-Dime –Nora respondió segura
-¿Puedes llamar la empresa de Carlos y pedir que me manden mi ropa y la de los niños a casa de mi hermana? –miro el teléfono –Temo que si llamo yo me conteste su secretaria
-¿Tienes llaves de la casa? –Nora se levanto del asiento cuando ella asintió y extendió la mano –Ire yo misma por las cosas, no tienes que volver a pedirle nada a el.
-Tienes razón –Raquel saco las llaves del bolso y se las dio –Gracias
-Espero encontrármelo –Nora salió del despacho
Tras una mañana cargada de trabajo, Raquel comió con sus compañeros en la cafetería que habia frente a la empresa. Nadie menciono si quiera el divorcio, ellos estuvieron prácticamente todo el tiempo haciendo bromas y consiguieron que terminara pasándoselo bastante bien. Regresaron a la revista para terminar algunos asuntos y a las cinco de la tarde todo había terminado.
-Lleve la ropa a casa de tu hermana –Nora entro al despacho y la miro seria
-¿Pasa algo? -.Raquel frunció el ceño
-Creo que deberías saberlo –suspiro –Había alguien en la casa cuando llegue
-¿Quién? –No entendía lo que le estaba diciendo -¿Carlos estaba allí?
-Su nombre es Vanesa –Y al oírla Raquel apretó con fuerza el lápiz que tenia entre sus dedos hasta romperlo –Creo que vive allí, con el
-No, no, no puede ser –Se levanto de golpe de su asiento y llevo una mano a su pecho, le faltaba el aire -¿Esta viviendo con ella? ¿En nuestra casa? ¿En nuestra cama?
-Cálmate, tranquila –Nora se acerco a ella asustada
-¡Hijo de puta! –y furiosa cogió la foto que tenia sobre su mesa y la lanzo contra la pared
-Raquel –Nora le puso una mano en su hombro
-Déjame sola –ella tenia la vista puesta en los cristales rotos de la foto -¡Sal!
Y cuando escucho la puerta cerrarse, sus piernas cedieron y calló al suelo de rodillas, con la mirada puesta en el cuadro roto.
Las lagrimas caian por sus mejillas hasta sus labios, dejando en ellos el sabor salado de su propio dolor.
-No –Se limpio las lagrimas de forma brusca, se levanto y cogió su bolso, después de colgárselo salió del despacho dando un portazo. Ignoro las preguntas de Nora y la cara de sus compañeros que la miraban sorprendidos y se dio prisa en llegar al ascensor. Ni siquiera se despidió de la recepcionista, llego hasta su coche y saco las llaves del bolso, se monto en este y arranco para salir de allí rápidamente.
Cuando llego a la calle en la que vivía Margaret aparco el coche ante su puerta y se bajo de este rápidamente, nerviosa llamo al timbre dos veces
-¡Va! –Margaret abrió la puerta y la miro sorprendida –Llegas pronto ¿Qué pasa? ¿Estas bien?
-Se la ha llevado a nuestra casa –entro rápidamente y camino hasta el salón, allí estaba Tom sentado –Esta allí
-Raquel cálmate – El se levanto de su lugar y se acerco a ella –explícamelo todo
-Siéntate –Margaret señalo el sofá –Tranquila, no estas sola. Te ayudaremos.
-Yo me encargare de todo –Tom le sonrió dándole animos –Pero necesito saberlo todo
-Fui a darle una sorpresa a la empresa, era tarde y no llego a cenar. Así que cogí el mejor vino que tenia y fui a verle. Estaba parada con el auto bajo el edificio y le vi, a través de la cristalera. Se besaban, se abrazaban, se...-trago saliva –Se esta acostando con su secretaria –ambos la miraron sin saber que decir –Me regrese a casa y espere que llegara y cuando lo hizo le pedí explicaciones. No dijo nada, no pidió perdón, no le importaba una mierda lo que yo pensara. Se fue y me dejo allí con los niños. –hablaba con frialdad, como si estuviera contando una película –Recogí algunas cosas y me fui con los niños al piso de Analía. Durante cinco días estuve esperando su llamada. Y cuando llamo solo quiso quedar conmigo para darme al perro y decirme que sus abogados se pondrían en contacto conmigo y que su obligación era llevarse a los niños dos fines de semanas al mes. Empezara este –miro a Tom –Hoy mande a mi secretaria a recoger el resto de la ropa a la casa y estaba allí. Esa rubia oxigenada estaba allí. Se la ha llevado a vivir a nuestra casa.
Todo quedo en silencio. Margaret miraba a su amiga con los ojos llenos de lastima y Tom muy sorprendido.
-Necesito un abogado –Raquel suspiro –No se que hacer
-Tranquila –el le tomo la mano –Deja que yo lo arregle. Si sus abogados te llaman diles que se pongan en contacto conmigo, bajo ninguna circunstancia hables con ellos y si el te comenta algo del divorcio igual. En cuanto a los niños, lo mejor es que no pongamos impedimentos a que se los lleves, después alegaremos sus propias palabras en el juicio, obligación. Al juez le parecerá interesante –suspiro -¿Te dijo algo de la casa o del dinero?
-Dijo que de momento me pagaría una buena pensión y se haría cargo del colegio de los niños –aguanto las lagrimas
-La casa es de ambos, tienes derecho a una parte –el frunció el ceño –Y en cuanto a la pensión, tendrá que darte el dinero correspondiente a la manutención de los tres niños.
-No quiero esa casa –hablo con dolor –No quiero nada de el
-Cariño no digas eso –Margaret se sentó a su lado y la abrazo –Su obligación es mantener a sus hijos.
-Eso es lo que son para el, una obligación –limpio sus ojos –Yo puedo mantener a mis hijos. Gano bastante dinero.
-Hagamos una cosa, renunciaras a la casa y si quieres a la pensión –Tom se quedo pensativo –Pero el se hara cargo de la educación de los niños, así como dentistas, médicos y esas cosas relativas.
-De acuerdo –asintió con dolor
-¿Quieres tomar algo? –Margaret le acaricio la espalda
-No, tengo que volver a casa, Analía me espera con los niños –suspiro y miro a Tom –Gracias, te ingresare el dinero.
-No te preocupes por eso –el sonrió –Me encargare de que Carlos tenga que pagarme, después de todo el inicio el divorcio y empleo abogados antes de llegar a un acuerdo. Tendra que pagar los gastos del juicio.
Con los ojos cargados de tristeza Raquel salió de la casa de su amiga y volvió a coger su auto. Lo aparco en la calle en la que estaba el apartamento de su hermana y recordó que tenia que hacer algunas compras. Se dirigió al supermercado que habia al otro lado de la calle y al ver su reflejo en el cristal del escaparate se estremeció. Parecía una autentica alma en pena.
-Buenas –El dependiente la saludo con una sonrisa y ella asintió y camino por uno de los pasillo. Tenia que comprar leche, zumo, cereales y galletas, pero sus ojos volaron inmediatamente a las neveras, al helado. Con helado las penas se van, es lo que siempre decía su madre.
Y finalmente se encontró caminando despacio ante las neveras y mirando todo tipos de helado. Al fin se decidió por uno básico, chocolate. Con el helado en su mano giro para ir al pasillo y choco con algo, o mas bien algo.
-¡Mierda! –dio un salto atrás al notar como un liquido se derramaba sobre su camiseta empapándola
-¡Perdón! –escucho la voz de un chico –Perdona, perdona. ¿Te manche?
-¿Tu que crees? –Levanto la cabeza bruscamente mientras seguía moviendo su camiseta para que la leche que había derramadas se sacudiera. Y se encontró con unos penetrantes ojos marrones que la miraban y una perfecta sonrisa.
-Lo siento, de verdad –Era un hombre alto, rubio, con el pelo bastante largo y despeinado. Se veía desenfadado. Llevo la mano al pantalón trasero de sus vaqueros y saco la cartera –Deja que te pague la tintorería
-No hace falta –Raquel frunció el ceño –No es para tanto –se agacho a coger el helado, que por suerte seguía intacto y camino hacia el pasillo en busca del resto de cosas.
-Espera –el la miro sorprendido y luego sonrió.
Pensó que su día no podía empeorar mas, aunque realmente la ropa manchada no es que importara mucho. Después de todo hoy no iba muy bien vestida. Por un momento los comentarios de su hermana se repitieron en su cabeza. ¿Tenia que cambiar su forma de vestir? Tras coger todo lo necesario corrió a la caja, con temor de que algo se le cayera y al soltar las cosas sobre esta el helado se resbalo, pero una mano lo agarro.
-Esta destinado a salvarse hoy –el mismo hombre de antes estaba a su lado, esperando su turno tras ella. Le sonrió y dejo el helado junto a las otras cosas.
-Gracias –hablo sin mirarle mientras buscaba su cartera
-Al menos escapo mejor que mi leche –el espero que ella respondiera y sonrió al ver como le ignoraba
Raquel pago su compra y tras meterla en las bolsas, las cargo y camino hacia la puerta
-¡Adiós! –el la miro divertido salir de la tienda
Al llegar a casa Analía la estaba esperando impaciente. Al parecer Nora le habia contado lo que habia visto en la casa cuando fue por la ropa y su hermana estaba deseando soltar todos los insultos que le venían a la cabeza ante ella.
-Estúpido, hombres, todos iguales–frunció el ceño mirando la camiseta de su hermana -¿Qué te ha pasado?
-Un imbécil me derramo la leche encima –suspiro –y encima estaba empeñado en sacarme conversación
-¿Has ligado asi vestida? –ella la miro sorprendida
-No he ligado –Raquel rodo los ojos
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