Capítulo 6
Por su puesto salí del departamento de Lander sublevada por tener que haber escuchado de boca de aquella señora, por llamarle de alguna manera, sin embargo sus palabras han ofensivas y no pienso olvidarlas.
Busqué mi auto y empecé a manejar pensando en el rostro de aquella mujer. Me sonaba de algo. Pero...¿Dónde la había visto?
Llegué por fin al piso, por cierto, seguía descompuesta y soliviantada.
Eloy se acercó a mí, haciendo un mohín me examinó de arriba abajo mientras yo me quitaba los zapatos y dejaba las llaves y el móvil encima de la mesa. La luz parpadeante del móvil, mi dice que tengo un mensaje. Lo miro y se trata de Lander.
¡Ay madre! Pero porqué tiene que ser tan amable el condenado.
√ Saray, siento mucho lo sucedido, espero que hayas llegado más tranquila a casa. Estoy al pendiente y por favor descansa.
¡Ay, pero si es más tierno que un koala!
Inmediato le respondo:
√ Acabo de llegar a casa, muy amable por preocuparte, estoy algo enfurecida pero esa víbora no me quita el sueño. Besos.
La respuesta no se hace esperar.
√ Me quedo más tranquilo, pero lo mejor hubiera sido que te hubieras quedado en mi casa, quería poder aliviar tu enojo. Dulces sueños mi hermosa.
—Vaya y esa sonrisita, mi linda.
—Es para enseñarte mis dientes.
—¿Y esos ojitos brillantes?
—Es para verte mejor en la oscuridad.
—Conclusión que Gray, te ha comido entera, eh lobita...—Eloy comienza a darme golpecitos con el codo, harta de que me dé, nos vamos hacia el salón, nos tomamos una infusión para contarle con detalle la velada. La que se suponía que íbamos acabar comiéndonos a besos.
Como siempre, Eloy me abraza dándome un beso en mi sien. Su amistad y cariño, me reconforta lo suficiente para darme fuerzas.
Qué suerte tengo de tenerlo como amigo.
Así permanecemos un rato en silencio, hasta que me percato que Eloy suspira tristemente.
—Eloy, por favor dime que te ocurre. Me duele mucho verte así. Y sé por lo que estás así. Es por...
—Ni lo menciones a ese embustero sátiro.
Si, estoy triste, pero es porque he sido un ingenuo al creer o más bien, imaginarme que todo lo que hablábamos se haría realidad.
—Me alegro de que hayas abierto los ojos. Te lo dije, él estaba casado, tiene un bebé. No creo que vaya abandonar a su mujer por ti. Vamos ni de coña.
—No entiendo Saray.
Yo desde que me conozco, por mi naturaleza siempre supe que las mujeres no me atraen. Soy así. Entonces...si dice ser gey, ¿porque se casa con una mujer, tiene un hijo y mantiene una aventura con hombres? No lo entiendo, de verdad.
—Sigo pensando que has sido valiente en dejar esa aventura.
Lo único que te estaba haciendo es prohibiéndote de conocer otros hombres y sufrir para qué. Estoy segura que volverás a encontrar a tu medio limón.
—Cómo lo sabes mi linda.
Oye que porque haya conocido a un cazurro, no significa que este cuerpo gimnástico que ves, no lo devoren más hombres.
O síii, lo que se ha perdido.
¡Qué le jodan!
Eloy no tiene remedio. Pero olé por él, por tomarse así las cosas. Es como dice él, una aventura es como una rueda.
La rueda nueva va de maravilla, pero conforme se va desgastando ahí es cuando se ven los problemas. Y al final acaba pinchándose y si quieres continuar, lo mejor que puedes hacer es reemplazarla.
Es una comparación algo siniestra. Pero si lo miras desde otro ángulo, tiene su moraleja.
Maldita sea la alarma, si no fuera porque me hace falta el móvil ya lo había estrellado contra el suelo.
Ah no, si me están llamando. ¿Quién será?
—Buenos días mi hermosa. —La voz de Lander hace que mire el reloj, joder si son las seis de la mañana, pero donde va este a estas horas.
—Buenos días para tu tía, pero chico donde vas con la fresca hermoso mío.
—Me voy a la oficina para firmar unos documentos y después me paso a recogerte.
—Qué buen chico eres. Pero la próxima déjame dormir.—Escucho su risa y eso me alegra, haciendo que de nuevo escuche mis latidos.
—Nos vemos en un par de horas, mi hermosa.
—Gracias por despertarme Gray.
—¿Gray?
—Ya...te contaré después. Chao.
Joder que metedura de pata. Un día de estos mataré a Eloy, pero ahora no tengo tiempo. Voy a despegarme de la cama y darme una ducha para comenzar a preparar la maleta.
¡Qué nervios!
Y como tengo de revolucionada la seta, desde luego desde que Lander pasó a recogerme, tengo todas mis hormonas transtornadas. Y no es para menos.
Ver a Lander vestido de traje es escandalosamente sexy. Pero verlo con unos vaqueros un poco rajados, suéter rojo adaptado perfectamente a su cuerpo, hace que me haga pajas mentales.
¡Madreee como está el niño!
Por fin estamos sentados en el avión, y yo para que mentir, me dan pánico los aviones. Me entran los sudores, comienzo a jadear y hago rugir los nudillos de los dedos.
Una vez que el avión empieza a despegar cierro los ojos clavando mis uñas en el sillón, no quiero decir nada, pero yo no valgo para montarme en los aviones y ganas de gritar no me faltan.
De pronto siento unos cálidos labios saboreando los míos.
Anda qué también el otro ha elegido buen momento para besarme. Pero para qué negarlo, adoro sus labios, me gusta su aliento mentolado y la dulzura que desprende y por cierto estoy volando o flotando.
—Ahora estás mejor. —Me pregunta tras dejarme con más ganas de más besos.
—Ahora estoy flotando. —Susurré sin abrir los ojos.
El tiempo que duró el vuelo Lander hizo todo lo posible para que estuviera distraía hablándome de todo un poco, contándome anécdotas y yo contándole un poco de mis amistades y mi familia y porqué le llamé antes Gray.
Así fue como me calmé y pude hacer un viaje relajado sin pensar en tirarme por paracaídas.
Horas después, tras salir del aeropuerto, alquilemos un coche.
El tiempo que duró el viaje, yo permanezco callada. Tengo miedo, vergüenza incluso de tener que mentir, pero más a mi familia.
Aturdida y con la conciencia malcomiéndome por dentro, pasé a mi casa agarrada de la mano de Lander. En cierta manera, su compañía y esa forma de traspasarme su calma hacía que sintiera una paz dentro de mí.
La primera en recibirme fue mi hermana pequeña Belisa.
Nos abrazamos fuerte, nos echamos un vistazo piropeándonos, seguido Belisa me hace una señal mirando ha Lander.
— Esto... él es mi novio Lander. — Hago las presentaciones, y a pesar de sentirse feliz mi hermana por mí, su ceño fruncido, me dice que hay algo que le preocupa.
A continuación pasamos dentro de mí casa los tres hacia el pequeño jardín que tenemos. Mis padres están cenando y cuando me ven, dejan todo para saludarme.
Abrazos, besos, alguna que otra lágrima y más besos.
Es lógico que acabes llorando después de estar cerca de tres años sin ir por casa.
Seguidamente les presento a Lander, como no comunicándoles que se trata de mi novio.
Mis padres como son unos buenazos me felicitan y seguido le dan la mano muy contentos a Lander.
Ver lo felices que se sienten mis padres por mí, hace que me sienta como una bellaca.
Ahora que veo esto, creo que no hubiera hecho falta traer a Lander. Mis padres me hubieran apoyado de igual modo.
Pero ellos no me preocupan demasiado. Quién realmente lo que hace que me aflija es Sergio.
(...)
En verdad valoro a Saray. Cada día, cada minuto que estoy cerca de ella más prendado me voy quedando de ella. Me gusta todo de ella.
Hasta la manera de no venirse a bajo. Sin duda es una mujer maravillosa.
Pero hay algo que me inquieta y tengo que averiguar.
El porqué su ex novio la dejó para casarse con otra.
Al parecer voy averiguarlo muy pronto.
Me encuentro cenando con los padres y hermana de Saray.
Su madre Regina, es una mujer sencilla, bondadosa y amable.
Su padre José Antonio, es un hombre benévolo, simpático y cariñoso. Desde que me senté en la mesa me han tratado como un más. Apenas me hacen preguntas, salvo las corrientes.
Desde cuando nos conocimos, a qué me dedico, edad, donde vivo...
En verdad me agradan mucho y más con el cariño que me han recibido. Se ve que son una familia unida y bien avenida.
Cosa que yo nunca tuve.
Primero porque entre mis padres nunca hubo amor, a pesar de los esfuerzos por parte de mi madre por querer que mi padre la ame.
Pero las aventuras constantes de mi padre, tienen nombre.
La madre de Rebeca fue una de las tantas amantes de mi padre.
Cuando Tony nació, yo tenía apenas seis años. Aún así puedo llegar a recordar cómo mi padre culpaba a mi madre por haberle dado un hijo con síndrome de down.
Todo cambió, cuando a mi madre le detectaron cáncer y tras años de lucha mi madre murió y mi padre se volvió más cariñoso con sus tres hijos.
Hasta que se casó con Telma y todo fue cambiando a peor.
Tras hablar un rato de negocios con José Antonio, me marcho para la habitación. Estoy algo agotado.
Y ahora viene el problema. Con este calor como voy a dormir en calzoncillos o en pijama.
Primero me doy una ducha fría, me pongo los calzoncillosy unos pantalones cortos y me tumbo en la cama. Saray se ha quedado hablando con su hermana.
Escucho la puerta, me hago el dormido para ver que hace. Oigo que camina hacia el baño.
Seguido noto que se tumba y se queda quieta a pesar por su respiración agitada sé perfectamente que desea lo mismo que yo.
Espero que sea ella quien inicie nuestro encuentro, pero nada, parece que se ha quedado como una tabla.
Me acerco a ella, paso mis dedos por encima de su camisón, y nada sigue quieta.
— Saray, te hago el boca a boca que veo que te va dar algo.
— Si no me da esta noche un infarto no me da nunca.
— ¿Porqué lo dices?
— Mira Gray, estás para comerte y no dejar nada desperdiciado. Pero...lo siento no puedo porque tú lo tienes prohibido antes debo...ya sabes...
Noto una descarga de ira recorrer mi cuerpo.
Me tumbo boca arriba maldiciendo al puñetero contrato y mis reglas.
Exhalo mientras me doy la vuelta dándole la espalda.
Cierro los ojos evitando lo que tanto deseo. Hacerla mía.
Sin embargo no puedo hacer nada, ahora soy su novio de alquiler, el trabajo ya ha comenzado y debo hacer lo que pone en el contrato sin extralimitarse.
Perfecto ¿No?
Nada más despertarme, me doy otra ducha, la necesidad de querer hacerle el amor a Saray y no poder ha hecho que la cobertura se me dispare.
Vamos mejorando, ahora me tocará masturbarme.
Intento no hacer ruido y me dirijo hacia la ducha. Debajo del agua me masturbo, pero no puedo eyacular. Pego un puñetazo a la pared, me cabreo conmigo mismo.
— Sabes Lander, te va castigar san Pedro por decir tantas palabras feas. Ven déjame que te ayude.
— Saray si yo ya estaba a punto de correrme. — Digo medio alterado, y encendido al sentir mi pene en la boca ella.
Estimulado por sus movimientos de boca y mano, la ánimo a que continúe, ella sigue chupándomela cada vez más rápido, más morbosa.
Señor no puedo más y acabo vertiendo mi semen en su boca.
Abro los ojos y verla de rodillas me excita tanto que lo único que deseo es follarmela.
Lander quietecito, sabes que no puedes si ella no me da su consentimiento.
Como esto siga así, acabaré por incendiar el contrato.
— Ven pervertida. — La beso con desesperación, necesitaba sus besos tanto como el fuego de su piel y poder quemarme con ella.
Pero a la mierda mis planes. Su madre toca la puerta llamándola.
— Mamá ya bajamos, dame 5 minutos. Qué oportuna ha sido mi madre.
— ¿Tienes que irte ahora? Si quieres sigo haciendo esto para que no te vayas. — Le beso mientras juego con mis pulgares con sus duros pezones.
— Lander para, para que nos esperan para desayunar. Después conocerás a mis amigos y a Sergio.
—De acuerdo déjame lavarte tu cuerpo serrano y bajamos juntos.
Desde luego si me dicen que esto me iba a suceder, ni me lo hubiera imaginado.
Siempre he mandado en mi cuerpo, en mi persona, controlando la situación y haciéndome a la idea que debía follar con mi clienta.
Pero esto...joder esto es imperdonable, deseo a Saray, quiero hacerla mía y no puedo, tengo que hacer y obedecer la.
Para eso soy su novio se alquiler, y lo que es peor, para eso me ha pagado.
....................................................................
Cuerpo serrano:
Es una expresión popular y muy utilizada en España, quiere decir que tienes un lindo cuerpo, que le gustas mucho.
Cuando alguien utiliza el termino "cuerpo serrano" quiere decir que es una persona que esta muy bien fisicamente, con sus curvitas, sus caderitas...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro