Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5

Durante todo el día estuve pensando en la proposición de Lander. Para aclarar mis ideas llamé a Eloy.

Para eso están los amigos, para ayudarte y darte algún consejo.

— Qué hay mi linda. ¿Tienes noticias del Gray?

— Por eso te llamaba. Me ha invitado esta noche a cenar a su casa, y estoy hecha un lío, no sé qué hacer.

— ¿Qué estás hecha un lío? Amos no me jorobes. Si lo que tenías que estar es cachonda perdida.

— Eloy, me vas a dar un consejo o te cuelgo.

— Que si tontina. Que vayas a su casa y no te se olvide además de llevar jamón y queso, preguntarle si tiene una habitación de color rojo.

— ¿Y porqué le tendría que preguntar eso?

— Tú hazlo, y después me cuentas. Pero con detalles, ¿te queda claro?

— Okey.

Exhalo mirando la hora. Perfecto en un par horas estaré cenando con Gray. Esto... Quiero decir con Lander. Joder con Eloy me está pegando todas sus tontás.

El día ha sido entretenido y por un día he podido terminar a tiempo.

Sin prisas, me dirigí hacia el supermercado, quería comprar una botella de vino, jamón y queso.
Y de paso algunas cosas que me hacen falta para llevarme a Monterrey.

Consulto la hora justo cuando me encuentro en el edificio donde vive Lander.
Llamo al timbre sintiendo como mis piernas flaqueaban de los mismos nervios.

Una vez que me da paso, me subo al ascensor pulsando la planta donde vive.
Conforme subía el ascensor, más inquieta me sentía. Admito que he fantaseado desde que lo conozco con él de como será sentir sus manos deslizándose por mi cuerpo serrano.

El ascensor se para, al abrirse las puertas salgo directa hacia Lander que se encuentra apoyado en el umbral de la puerta.
De pronto, mi corazón late con intensidad, mis piernas parecen dos alambres y mi seta empieza a revolucionar se. Y no es para menos, Lander viste un pantalón de chándal, camiseta de manga corta negra ajustada, su pelo está algo húmedo y está descalzo.
¿Se puede ser más sexy?

— Bienvenida mi hermosa. — ¡Ay Dios!, que me da, que me da un patatús. Al abrazarme me da el olor al desodorante, frangancia a recién afeitado. No sé...Pero huele rico y eso hace que cierre mis ojos dejándome vencer a pesar de ser unos cuantos segundos que dura ese abrazo.

— Ven, adelante.

— Gracias por invitarme.

— Gracias a ti por venir. Ahora sígueme, la cena debe estar ya lista.

Lo sigo hasta la cocina, donde nos sentamos en la barra americana. Le hago entrega de lo que he comprado algo abochornada.
Él, sin dejar de sonreír acepta mi bolsa.
Delante mío hay dos copas vacías,
Lander descorcha el vino que he comprado, me sirve a mí primero y después él.
Saboreamos el vino, no es de la mejor cosecha pero se puede beber.

— Bueno no está malo. — Digo avergonzada.

— Se puede beber, tranquila. Ahora toma asiento en la mesa voy a servir la cena.

— Déjame ayudarte.

— Eres mi invitada, siéntate y disfruta del menú. Y mi de compañía. — El susurro de su voz pegado a mi oreja hace que un ligero escalofrío recorriera mi médula.

Tomo asiento y bebo un sorbo de vino. Debía mantener la compostura serena y lo más calmada posible. Soy una mujer adulta, he pagado para que éste actractivo hombre me acompañe mañana a la boda evitando que yo pase un mal rato.

Y aquí estoy, viendo como se mueve por la cocina con naturalidad, presenciando como todo lo hace perfecto sin dejar de sonreír en ningún momento.
Estoy segura que no es la primera vez que hace esto.
Noto un mazazo en mi corazón lleno de desilusión. Pensar que Lander haya echo esto con más mujeres hace que me sienta como estúpida.
Puesto que esperaba de un hombre como él.
Sólo pretenderá que todo sea creíble, otra cosa no puede ser.

— Espero que te guste el menú que preparado para ti, mi hermosa.
De primero hay  una ensalada de pasta con limón, tahini y verduras verdes.
Y de segundo, Mole Poblano.
Y de postre he comprado una tarta de tu sabor preferido y del mío.

— Estoy halagada, no sé qué decir.

— Con que me digas que todo está delicioso y soy buen cocinero ya me sobra. Ahora comamos que yo por lo menos  tengo hambre.

Lander se sienta al lado mío, me sirve un vaso de agua y tras felicitarle por su comida tan deliciosa, empezamos a comer.

Durante la cena no dejamos de reír y gastar bromas, él me anima a que le pregunte si deseo saber más sobre él. Es todo un detalle, pero en cierto modo, de qué me sirve saber su vida si en una semana como mucho todo esta "aventura" terminará y quizás no volvamos a saber uno del otro.
Por muy raro que parezca me da tristeza no volver a saber nada de él.
Cuando nota que mis ojos se empeñan, su rostro cambia. Me hace que lo mire para después convencerme de contar le lo que me ocurre.

— Nada, es una tontería. Pensaba que después de que todo se termine ya no volveré a saber nada ti y me entristece no poder verte o quedar como amigos a tomar algo o cenar.

—Mi hermosa. Pero claro, yo también quiero seguir con nuestra amistad. Además, ¿quién ha dicho a ti que después no podemos seguir quedando?

— Me lo dijiste tú. Además en el contrato pone que una vez terminado el trabajo, se romperá todo vínculo con la persona contratada al ser que se vuelva a contratar.

— No si ya veo que te has leído el contrato de pe' a pa'.

Me hecho a reír y él no se ríe. Lo cual me siento de nuevo incómoda.

— Perdón, yo no quería...

— Saray, lo que tú has firmado es un contrato por un "favor" No has firmado el contrato de mi vida. Por lo cual, cuando todo se termine, nuestra amistad puede seguir siempre que tú lo desees.

No entiendo muy bien, si el calor que siento es debido al vino o a consecuencia de su manera de mirarme.
Sus ojos grisáceos se clavan en mi con un brillo espléndido lleno de terneza bajando hacia mi boca.  Mis labios se abren solos dejándome llevar por el momento acepto gustosa su beso.

Al separarnos, debo parecer una incrédula dado que me he quedado con más ganas. Pero no soy una adolescente.
Me recompongo lo más rápido posible y con la excusa de quitar la mesa me levanto agarrando el plato y los cubiertos para llevarlos al fregadero.

— Déjalo Saray, ya los fregaré después.

— Serías tan amable de quitar la mesa y yo limpio los platos. Por fii.

De nuevo vuelve a sonreír, oh no. No puedo dejar de sentirme vulnerable ante su aire juguetón y más cuando empezamos a hacernos cosquillas.

La batalla de cosquillas da comienzo, pero al tener tantas cosquillas, no puedo evitar de doblarme sin dejar de reír.

—Me rindo, me rindo. — Intento decir al sentirme acorralada entre la encimera y su cuerpo.

— Qué rápido te rindes mi hermosa.

— Es que voy muy borracha, si no te daba tu merecido. — Aprovechando que se dado la vuelta, abro el grifo y le salpico de agua.
Parecemos niños jugando correteando por la cocina mojandonos de agua.
Por supuesto, mi camisa está mojada y se puede apreciar el sujetador, algo que Lander contempla mis lolas sin cortarse un pelo.

— Vale, tengo las lolas voluptuosas. Y a los tíos os gusta. Pero puedes dejar de mirar y darme algo para secarme.

— No te puedes ni hacer una idea de lo que se me está pasando por la cabeza. Y te puedo decir, que íbamos a disfrutar mucho.

Su mirada traviesa me deja en el sitio, sus andares de León hambriento buscando con desesperación mi boca tocándome con esa sed sólo consigue que me deje llevar.
Mi cordura al parecer no la encuentro o no se pone de acuerdo con mi seta.(vagina)

Rodeo su nuca enterrando mis dedos en su cabello, nuestros cuerpos se aprietan, nuestros besos se van volviendo más salvajes. Como un caníbal me empuja hasta el salón donde caigo de espaldas al sofá.
Me siento sofocada y lo que es peor excitada.
Sus besos van desde mi cuello bajando por mis pechos, donde se queda parado lamiendo los a su vez dándome un placer que me hace enloquecer. Le clavo mis uñas en sus hombros arqueando mi espalda, me tortura y este suplicio solo hace que mi piel se abrase de la manera que me toca. Es tan morboso y excitante que no deseo parar hasta que escuchamos el timbre de la puerta.

Nos quedamos quietos, jadeantes mirándonos sin comprender nada. Lander se levanta de mal humor pronunciando algún que otro juramento.

Yo mientras tanto intento analizar lo que estaba pasando. O mejor dicho, lo que iba a pasar.
Me golpeo con mi mano la frente.

«Joder, joder Saray pero qué carajo ibas a hacer»

«Pues tirarme lo, otra cosa no sé qué que pretendía hacer»

Después de regañarme a mí misma, me levanto buscando el baño.
De pronto me quedo paraba al escuchar como Lander está hablando o más bien discutiendo con alguien.

Como la curiosidad me puede. Me escondo tras una pared intentando ver quién es la tía con la que habla Lander.
Al escuchar varias veces la palabra gorda, y Lander decirle que se llama Saray, no me cabe duda que yo estoy en mitad de la discusión.
Y si hay algo en este mundo que me jode más, es que me insulten sin conocerme.

Soy rellenita, adoro mi cuerpo serrano, y soy feliz.
Por lo cual no voy a consentir a una pendeja como esa tía que venga a insultarme. Antes muerta que quedarme quieta sin hacer nada.

(...)

Desde que había llegado a casa, tan solo tenía en mente cocinar para Saray.  Su nombre está por todas partes y eso me hace feliz. 
Sí, estoy contento de que al fin se haya cruzado en mi camino alguien como Saray.
Tan simpática, hermosa, dulce y tan llena de alegría que hace que me sienta el hombre más dichoso del mundo. Pero claro, con un maldito contrato por medio.

Durante la cena me he sentido cómodo, poder hablar con una mujer sin sentir que me seduce hace que sea yo mismo.
Todo el tiempo que paso con ella seme hace poco. Tanto que deseo que se quede esta noche a mi lado. Dormir en mi cama fría y al despertarme poder oler su fragancia y sentir el aroma de piel conforme la vaya desnudando.

Y como soy todo un caballero, y estoy deseoso de tenerla entre mis brazos, me olvido por un momento del maldito contrato para centrarme en ella. En sus dulces y cálidos besos cargados de ternura, la manera de cómo me envuelve y me excita, estimulándome a seguir, a querer más y más de ella.

La tumbo en el sofá, siento su fuego como me traspasa, su mirada ardiente me pide más, su manera de entregarse me ha cautivado que aunque quiera parar, me parece a mí que no puedo.

Joder la puerta.
Y ahora que es y que narices ha pasado para tener que cortarme el rollo de esta manera. Te juro que como no sea algo importante, lo estrangulo.

Al abrir la puerta mis ojos se entornan y mi cuerpo arde de la rabia.
¿Será hija puta que me ha cortado en el mejor momento?

—Qué quieres Telma, no tienes nada mejor que hacer que venir a tocarme las pelotas un rato.

—Vaya, vaya. Parece que el señor Lander está molesto.— Sus ojos van directos hacia la chaqueta y los zapatos de Saray.

—Oh. Veo que tienes compañía femenina, ¿con quién con la gorda?

— Vuelve a insistir en llamarla gorda, y no miro que eres mujer.
Se llama Saray. Llámala por su nombre, zorra.

—Ah, vaya, ahora lo entiendo... te paga bien...Saray — Mi paciencia está al rojo vivo. Escuchar como escupe su nombre y la forma de referirse a ella, me supera. Qué pena que sea mujer, porque  juro que en estos momentos le había dado su escarmiento.

Y no, aquí estoy de pie derecho como un idiota escuchándola.

De pronto se calla, mira por encima de mi hombro, yo sin saber qué ocurre  me giro. Y...alá.

Esbozó una sonrisa a la vez que devoro con los ojos a Saray.
Sólo lleva puesto una camisa mía medio desabrochada, madre mía qué pechos. Qué bella está y cómo me estoy excitando.

Me volteo para mirar a Telma y con disimulo me apoyo en la pared para dejar que Saray se aproxime. Verla con cara de pocos amigos me hace de pensar que va decirle cuatro cosas y yo voy a disfrutar viéndola como pone a Telma en su lugar.

— Buenas noches, vaya Lander no me habías dicho que tenías visita.

— A mí también me ha pillado por sorpresa. Pero vamos creo que aquí la ... Señora, se marchaba.

— Por favor Lander, creía que tenías más sentido común. Puedo llegar a pensar que habrá tenido que pagar el doble para que tengas que acostarte con ella.

— Pues fíjate tú por dónde que habíamos terminado de hechar un polvo de prueba. Ahora íbamos al lío otra vez, y...oye porque no te ánimas y mientras le damos tiempo a Lander que se duche, nosotras vamos calentándonos... Y después... no sé, hacemos un trio. Uhmm, me estoy poniendo cachonda perdida. ¿Te animas?

Me clavo mis colmillos en el labio, no sé por cuánto tiempo podré aguantar la risa. Ver la cara de Telma de espanto, no tiene precio.

— Pero que desvergonzada y descarada.

— Anda, anímate mamita verás que bien lo vamos a pasar y ves a esta gorda como cabalga.—Ole por Saray, dos hostias le daba a Telma si fuera ella.

— Ni loca. ¡Por dios, qué asco! Se me remueve el estómago tan solo de imaginarlo como para verte.

— Pues sabes lo que te digo. Qué aquí estoy con mi cuerpo serrano tirandome gratuito a este pedazo de tío que no veas cómo besa y como folla. Me tiene loca. ¿Y a ti?

— Pedazo de zorra.— peligro, Telma ofendida por el ataque de Saray.

— Sin insultos, y tanto de modales como sabe, coja la puerta y váyase de aquí, andas molestando pedazo de golfa. Qué no haces más que ir detrás de Lander para acostarte con él.

¡Hostias pedrin!

Si Saray supiera lo que acaba de decir. Fijo que Telma no estaría mirándola con un expresión de quererla asesinar.
Viendo que las cosas se ponen feas, decido ponerme delante de Saray, fulmino a Telma y haciéndole un gesto con mi cabeza le indico que se vaya por las buenas.

— Esto no pienso tolerarlo. Y mucho menos a esta sinvergüenza.

— Vete de mi casa y cuida tus palabras o te arrepentirás bruja.

A empujones la saco fuera cerrando la puerta.

Saray aún permanece quieta, miro
como su pecho sube y baja  fuerte, me imagino que está enojada. Y la entiendo.
Me voy hacia ella pero me hace de pararme enseñándome sus palmas de mano.

— ¡Stop!
Parate Lander, que no está el horno para bollos. No sé quién mierda es esa tía pero te juro que la próxima vez que me la cruce te juro que no respondo.
¿Pero quién se cree para venir hasta tú casa e insultarme? ¿ De qué me conoce para ofenderme de esa manera? A pues fíjate que no se lo voy a permitir. Yo iré a la cárcel, pero ella se queda calva.

— Tranquila Saray. Ella es Telma, la mujer que se casó con mi padre.
— Suelto de un tirón intentando calmarla.
Me duele verla en ese estado y más sin tener culpa de nada. Pero echarse de enemiga a Telma, no es muy aconsejable que digamos.

— Ven déjame que el tío Lander te dé un abrazo de oso amoroso.

— Ni de kunfu panda. Déjalo Lander estoy de muy mal humor y no deseo tener una pelea contigo. Voy a vestirme y me voy, mañana nos vemos.

Joder, porque nunca me puede pasar nada bueno. Acaso tuve que ser un malvado en otra vida para tener que pagarlo en ésta.
Hago lo que puedo para retenerla, no quiero que se marche, deseo abrazarla y tranquilizarla.

¡Me cago en todo lo que se mea! Saray se deshace de mi agarre pidiéndome que la deje ir. Y yo, ¿qué puedo hacer?

Quedarme quieto, mirarla como un corderito intentando convencer la que no se vaya. Pero nada. Ella  se disculpa como siempre deseándome una linda noche.

Me despido de ella quedando en vernos mañana.

Se ha ido. Lo que se suponía que iba a ser una noche perfecta, todo se ha ido desvaneciendo y gracias a la grandísima zorra de Telma.

Mira que tengo ganas de perderla de vista, pero ella es así de arrastrada que no anda más que detrás de mí, se creerá que aún sigo aquel joven que la llamaba desde la universidad suplicándole que no me olvide, que pronto estaremos juntos y haría cualquier cosa por su amor.

Ahora que lo pienso después de catorce años, vamos ni Romero y Julieta hubieran hecho semejante estupidez.
Pero como pude ser tan idiota, dejar que ese amor que decía sentir por ella me abría cada día una herida nueva dejando que lentamente mi corazón vertiera una gota de sangre por su rechazo. Me encontraba repudiado por ella, la mujer que más amé, la cual estaba dispuesto a luchar y la que hizo que mi padre me quitase lo que me pertenece, lo que era de mi madre.
Caí en su trampa, me moldeó a su antojo y después le lavó el cerebro a mi padre haciendo que ese amor de padre e hijo quedara en odio y resentimiento.

Así es Telma, una mujer ambiciosa y despiadada. Pero como la víbora que es, tengo una carta a mi favor.
Devolverle cada lágrima que derramé por su culpa.
El problema es que Saray está de por medio.
Y si algo le hiciera, el que va a la cárcel voy a ser yo.

Ahora sólo me queda irme a dormir solo. Por lo menos me queda el consuelo de que mañana volveremos a vernos y lo que es peor fingir que soy su novio. Para eso me ha pagado. De alguna manera debo cumplir con mi trabajo, me guste o no.

********************************

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro