Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 4

El día se me ha pasado demasiado lento. Cada vez que consultaba la hora, era como si los minutos no avancen. Y eso me desespera como el poder terminar mi trabajo lo antes posible para acudir a la cita con Lander.

¡Maldita sea! ¿Porqué a mí nunca me pueden salir bien los planes?

Perfecto, llevo tres cuartos de hora escuchando la chapa que me está soltando mi jefe.
Por fin terminó. Mira que se enrolla más que un cura diciendo un sermón.

Rápidamente me monto en mi auto y de nuevo llego tarde.
¡Oh Dios mío! Esto no me puede estar sucediendo.

Sin quedarme de otra me voy derecha hacia el restaurante donde me había citado con Lander.
Agradezco al menos que me atuendo esté en perfectas condiciones.

Aparco el auto. Nada más bajarme del auto me aliso mí falta y me coloco mi chaqueta, agarro mi bolso para comenzar a caminar hacia el restaurante.

En la puerta, una chica muy amable me dice que mesa me corresponde. Le agradezco el detalle y justo voy a entrar al salón cuando diviso desde lejos a Lander, sin embargo algo me confunde. Está hablando con una mujer y no parece estar muy cómodo que digamos.
Me humedezco los labios agarrando el asa de mi bolso fuerte, puesto que en esos momentos no sabía exactamente si adentrarme hacia al salón o volver por donde había venido.

Tras meditarlo unos segundos, decidí pasar hacia el salón, el problema era que no tenía otro camino que no fuera pasar rozando a Lander. Ahora sí que parezco tonta al no saber que hacer.
Pues nada, al lío.
Camino despacio consultando mi móvil, es una manera de hacer la vista gorda sin perjudicar a nadie.

—Saray, qué bien que viniste. —Escucho la voz de Lander y su cuerpo a pocos centímetros de mi. Alzo mi cabeza, estoy segura que estoy roja como un tomate.

—Buenas noches Lander, siento el retraso, pero hoy he tenido mucho trabajo, de hecho sigo trabajando. Aquí una que no para.— Peor excusa no he podido decir.

—Ven, ahora vayamos a cenar y relájate estás conmigo.— Su voz ronca y sensual pegada a mi oreja hace que me estremezca notando remolinos de calor esparcirse por mi cuerpo.

Lo sigo hasta la mesa, pero como mujer que soy, osea que soy muy cotilla y no se me escapa ninguna. Sé perfectamente que Lander aunque intente aparentar que está cómodo, su expresión me dice lo contrario. Sé que no debería meterme donde no me llaman, pero esto es algo que se lleva en los genes. O le pregunto o reviento. O lo que es peor, no puedo dormir.

—Lander, disculpa si te molesto.

—Tú no me molestas Saray. Yo te he invitado a cenar para hablar sobre mí y esta noche estaré dispuesto a responder todas tus preguntas.

— Un consejo Lander. Jamás le digas a una mujer que pregunte, porque nosotras por cotillear hacemos lo que haga falta. — Veo como Lander se echa a reír con ganas y yo verlo a él también empiezo a reír.

—Llevas razón. Aún así me arriesgo a contestar todas tus preguntas.

— Echo. La pregunta es, ¿Porqué estás molesto? Te he visto antes hablando con esa mujer y...antes de que me respondas, quiero que sepas que si no deseas está cena ahora mismo me marcho y quedamos en otro momento. Lo que menos deseo es molestarte. Si quieres estar solo y relajarte ahora mismo te dejo.

— En cierto modo sí, estaba molesto porque esa mujer no hace masque incordiarme. Quizás no debería estar contigo por mí mal humor. Pero si quieres que te diga una cosa.

—Dime.

—No quiero que te marches. Mí mal humor ha desaparecido y todo te lo debo a ti.

—Oh, vaya. Gracias. Otra cosa.

—Tú dirás.

— Lander, sé que nos conocemos de hace poco, aún así quiero que sepas si en algo te puedo ayudar, no dudes en pedírmelo.

— Te agradezco el detalle y lo tendré en cuenta. Lo mismo digo, cualquier cosa que necesites aquí estoy.

Qué monada de hombre de verdad. Siento como mis mejillas arden, de la misma vergüenza que siento bajo mis ojos hacia la ensalada que nos acaban de servir.

Comenzamos a comer y en realidad desearía hacerle muchas preguntas, y eso me llevaría a ser una Maruja de los programas de salseo. Por lo que prefiero que sea él mismo quien me cuente su vida.

Nos sirven el segundo plato y yo aún no he abierto mi boca. Escucho con atención cada palabra que pronuncia Lander, dándome la sensación que cada vez que se refiere a su padre hay mucho dolor almacenado. Dejándome llevar por un impulso, pongo mi mano sobre la suya mirándole a sus ojos grisáceos. Nuestras miradas permanecen fijas unos minutos, en sus cenizosos ojos puedo leer el calvario que lleva guardado.

—Lander, no sé qué fue lo que pasó realmente entre tú y tu padre, aún así quiero decirte que ya es hora de sacar ese dolor que mantienes almacenado durante tantos años. Todos somos culpables de nuestros actos, pero admite que lo que hiciste fue un error y ahora en el presente intenta aliviar tú dolor intentando no volver hacer lo mismo.

— Te puedo asegurar que intenté acercarme a mi padre, pero él nunca quiso escucharme. De hecho, antes de morir me dejó bien claro que el no tenía más que dos hijos. Y fueron verdad sus palabras, puesto que en su testamento no me mencionó. Tal vez esa fue el castigo que me merecía.

— No digas eso. Ni el mayor de los asesinos termina de pagar su culpa y siempre le queda arrepentirse. Tú cruz es debida a que tú padre nunca te perdonó. Pero estoy segura, que en estos momentos estaría orgulloso de ti. Diriges su empresa para que no les falte de nada a tus hermanos. 
¿Acaso tu esfuerzo y dedicación no es más que suficiente para dejar de destruirte tú mismo?

— Saray ven. Acércate. — Hago lo que me pide. Clava sus ojos grises en mí, ahora puedo ver un destello de nostalgia en ellos, como cuando baja su mirada hacia mi boca rozando la al mismo tiempo con su pulgar. Reconozco que es un momento íntimo, y si no fuera porque no me gusta besarme en público lo dejaría que continuase. Lo qué hago al ver sus intenciones de querer besarme es echarme hacia atrás, colocándome un mechón de mi cabello detrás de mí oreja algo nerviosa.

— Es que no me gusta mucho besarme en público. Lo siento, siento vergüenza.

— No importa. Tendré más ocasiones para besarte en privado.

— Pero...no se supone que tú...digo...que no besas salvo si la circunstancia lo requiere.

—Exacto. Y no me digas que en este momento no te hubiera gustado que te besara.

— Prefiero que no lo hagas. 
Siempre he dicho que un beso es el inicio de querer más de la otra persona. Y...seamos realistas, nosotros solo vamos a fingir, después todo se acabó.

—Veo que leíste bien cada palabra del contrato.

— Jajaja. No es el primer contrato que debo firmar. — Mi comentario nos hace de reír. Y entre risas y anécdotas graciosas terminamos de cenar.

Una vez en la calle, aquel semblante serio que tenía al principio, al parecer ha ido desapareciendo mostrando a un hombre totalmente distinto.
Sin embargo, pensar que me tenido que desembolsar un mes de sueldo para que finga ser mi novio, y que después todo se terminará entre nosotros hace que  una gota fría recorra mi espalda mostrándome afligida mientras él me está diciendo algo.

Al notar sus pulgares alzar mi barbilla, mis ojos se pierden en una tierna mirada.

— Estás bien, Saray.

— Ojalá pudiera estarlo, pero para serte sincera tengo miedo.

— No lo tengas. Todo saldrá bien, interpretaré bien mi papel para que sea real y creíble. Confía en mí, mi bella.

— Confío en tí, pero no en mí. Temo meter la pata o lo que es peor, mirar a mis padres y mentirles.

— Todo saldrá bien. Ahora ya sabemos más uno del otro, y si nos preguntan algo que desconocemos simplemente con seguirnos la corriente bastará.

Respiro hondo, y sin pensarlo le rodeo su nuca con mis brazos apoyando mi mejilla en su pecho.
El olor a su fragancia invade mis fosos nasales, su respiración me calma a conjunto de sus manos pasando por mí espalda.

Antes de marcharme, le doy un beso en la mejilla.
Me despido de él con la mano mientras me monto en mi auto.

(...)

A primera hora de la mañana recibo la visita de Telma. Al parecer está algo molesta por verme anoche con Saray.

¡Qué le jodan!

Hay muchas mujeres que están disponibles y dispuestas a todo, incluso pagando. Todas menos una.
Saray.

Desde anoche que sentí sus labios en mi mejilla, noté un escalofrío apoderarse de mí. He conocido a muchas mujeres, y nunca he tenido mucha dificultad para seducirlas e incluso para que lleguen a pagar por una noche de sexo.
Sin embargo, con Saray todo son excepciones y novedades. Jamás antes le había hablado a ninguna otra mujer sobre mi vida y mucho menos sobre mi familia. Y allí estaba ella, aliviando mi dolor con su nobleza y dulzura.

Mierda, la viuda negra acaba de aterrizar en mi oficina.

—Buenos días Telma, has dormido bien. — Cómo si a mí me interese mucho su vida. Sólo quiero devolverle el dolor, cada gota que derramé por culpa de ella.

— Te estuve esperando anoche, y resulta que te encontré cenando con una de tus clientas. ¿Aún mantienes ese juego de seducción?

La ira no tarda en removerse dentro de mí. Intento mostrarte lo más distante posible y calmado. La miro fijamente a los ojos. Aquellos ojos negros que me cautivaron tiempo atrás y qué tan sólo veía por ellos.
Ahora al mirarlos veo su alma negra, y esas miradas que me hecha intentando atraparme de nuevo. Si algo tengo claro, es que no soy aquel adolescente ignorante.

—Saray no es mi clienta. Es algo más que eso. — Mierda me he ido de la lengua.

—No me hagas de reír y trates de engañarme. Te conozco demasiado bien como para saber que jamás dejarás que una mujer te quiera. Y todo porque tú mismo eres incapaz de amar.

— Si no me enamorado es porque aún no he encontrado a la mujer perfecta. Y por supuesto estoy dispuesto para amar.

— ¿Y a quien has elegido a la gorda? Por favor que ridículo eres.

Eso sí que no puedo soportarlo. Que se meta conmigo lo que quiera, pero que trate de insultar a Saray no se lo consiento. De la misma rabia que siento me levanto directo a ella. Giro su silla poniendo mi cara cerca de la suya. Por su puesto me da el olor a su perfume.

¡Dios casi me echa para atrás de lo fuerte que es olor!

— Ten cuidado como te expresas de Saray. A mí hazme lo que quieras, pero a ella ni te se ocurra ofenderla. ¿Te ha quedado claro?

Ella ni corta ni perezosa intenta besarme. Por su puesto yo le hago la cobra, lo que me faltaba encima que me plante un morreo.
Me pongo recto, le echo una mirada asesina, para después  le hago una señal para que se marche.

— Hoy me voy, tengo que revisar unos documentos. Pero sé que tanto como quieres demostrar sentimientos hacia esa...nunca los vas a tener, porque tú corazón me pertenece.

— Bruja. Lárgate de aquí. No te soporto.

Mientras ella se va riéndose yo me dirigí hacia mi escritorio notando como la sangre me enerva.

Mierda, y mierda. Pero como puede ser que sus malditas palabras lleven razón.
Joder pero de qué estoy hecho.

De pronto me acuerdo de las palabras de Saray y lo que sentí cuando tocó mi mano.

Saray es valiosa, y sólo ella podrá decirme si en verdad puedo amar o no.
Busco en mi móvil su número. La llamo espero que no esté ocupada.

—Hola señor Valles, en qué puedo ayudarle.

— Buenos días,, siento molestarte, seré breve. ¿Quieres venir a cenar a mi casa?

—En estos momentos no puedo decirle nada, lo veré más tarde.

—Te mando mi dirección. Te espero. Que tengas buen día.

—Igualmente, que tenga un lindo día.

Termino la conversación sintiéndome más aliviado. Le mando la dirección de mi casa.
Sé que estoy sobrepasando todos los límites que me puse a mí mismo, y espero poder mantener control. Y lo que es peor, no quisiera lastimar a Saray por destruir a la mujer que hizo que hoy en día sea así.

____________________________________

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro