Capítulo 39
Al fin pude tener noticias referente a Lander.
Esa Telma, la cual sigo desconfiando de ella, sigue obsesionada con Lander, tanto que ha llegado a intentar quitarse su vida.
Para mí suerte, Lander no solo está bien, ha mandado a Leo su chófer a recogerme.
Me imagino que será para que vaya al hospital a verlo.
— Estoy bien doctor. No sufro mareos, no tengo amnesia, las pruebas han dado bien. Yo quiero el alta.
— De acuerdo, mi consejo es que estuviera unas horas más en observación. Si usted dice encontrarse bien, ahora mismo relleno los papeles y le doy el alta.
Nada más salir del hospital, le ordené a Telma que se fuera ya no tenía sentido estar así.
Ella debía continuar su vida y buscar un hombre que la haga feliz y a mí que me la quite de encima de paso.
Así que, la apunté a un crucero de solteros para que pudiera relajarse y de paso buscar a su media naranja.
Yo tenía en mente poder llegar antes que Saray para esperarla.
Ansío con verla y poder estar solos.
Hago un par de llamadas durante mi vuelo, quiero que todo esté perfecto para la sorpresa que pienso darle.
A mí esto de volar en los aviones no es lo mío.
Siento mucho pánico por los aviones, todo sea por encontrar me con mi medio limón.
No veo el momento de verlo y estar juntos aunque sea en un hospital.
Un par de horas después, por fin piso tierra firme.
Esperándome en el aeropuerto hay un hombre alto con un cartel escrito mi nombre.
Me dirijo hacia el señor, este muy amable se presenta comunicándome que trabaja para Lander y me llevará con él.
Para ser sincera, mucho no me fiaba yo. Llamé a Lander y le dije que recién había llegado. Él me dijo que no me separarse de Sebas, pronto estaremos juntos.
Me muerdo el labio nerviosa, no sé que puedo encontrarme y sobre todo como estará él.
Sigo preocupada por Lander, mientras llego a mi destino miro por la ventanilla el paisaje, lo autos que nos adelantan pero lo que más me llama la atención es ver desde mi posición el mar.
Un rato más tarde, el auto se desvió por un camino sin asfaltar.
Sebas manejó durante unos minutos parando en una casa humilde.
Sebas fue el primero en bajarse del auto, para inmediato abrirme la puerta.
Nada más poner un pie en el suelo, el aire cálido me golpeó la cara. Hacia calor y aún así me sentía algo destemplada.
— Señorita, el señor Lander la espera dentro.
— Gracias Sebas.— El chófer me hizo una señal con la cabeza para que pasara dentro de la casa.
Hice lo me indicó.
Dentro de la casa pude observar que se trataba de una casa antigua aunque estuviera reformada.
Caminé por un pequeño pasillo hasta llegar a un salón pequeño, allí me paré para llamar a Lander.
Tuve que esperar unos minutos hasta que lo vi bajando por las escaleras.
Nada más ver su silueta, mi pulso se acelera, de pronto me siento febril, y no es para menos, verlo vestido con unos jeans, una camisa de cuadros ajustada y en su mano lleva un osito de panda peluche. Hace que mis labios se estiren aguantando me las emociones que me transmite.
Clavo mis dientes en el labio inferior, esperando que baje del todo para salir en su busca y abrazarlo.
Después de tanto tiempo sin verlo hoy volvemos a reencontrarnos, al rodearlo por su cintura, hubiera querido parar el tiempo, mirando sus ojos como me observan con la necesidad de quedarme así, abrazándonos probando la golosina de sus labios.
Podré llegar a parecer una loca incurable por todo lo que me nace dentro de mí al verme de nuevo junto a él.
Nuestro carácter hace que seamos como una llama en la oscuridad. Trato siempre de entender nuestra manera de ser, a veces chocante otras más pacíficas.
Lo cierto es, que Lander es el hombre que amo, el único que sabe entenderme escarbando por mí cuerpo haciéndome vulnerable al tacto de sus manos sobre mi piel, sus besos son los mensajeros de lo que despierta en mí.
Lo amo, y no me importa llorar por lo que siento, se lo digo pegada a su boca leyendo en sus ojos grises el significado de la palabra: «Querer».
Bajé las escaleras sin apartar mis ojos de ella notando como mi órgano empezaba a latir intensamente.
La agarré por su cintura dejando que nuestras bocas se busquen, se saborean dejándome sin aliento, la vuelvo a observar con más detenimiento.
Es tan hermosa, tan bella y la amo más de lo que hubiera podido imaginar.
Me siento como un borracho cargado con su botella deambulando sin rumbo recogiendo trozos de mi amargo pasado.
La luz de sus cándidos ojos claros me dejan alucinado, sintiendo por primera vez el morbo de encontrarme entrelanzando mis manos con las suyas, delitandome con su piel rozando el calor de la mía.
Es mía, la tengo aquí en mi cama completamente desnuda y dispuesta para hacer una a una nuestras fantasías realidad.
Ahora sí me siento seguro, culminándola de besos como si se tratase de pequeños versos de poesía.
Recorro con mis manos cada espacio de su piel allí donde me alimento de su generosidad y bondad notando una leve fuerza impulsando me a descubrir que sin ella mi vida no será la misma, puesto que mis esperanzas no volverán ha agrandarse permitiéndome llenarme de ella.
El destino ha querido que ella sea mi compañera, mi amiga...La mujer que tanta falta me hace y necesito.
Estoy más que seguro que mis miedos han desaparecido, ya no tengo duda del amor que sentimos uno por el otro.
Esto si es un buen recibimiento. La noche se ha hecho encima, y después de hacer el amor con Lander decidimos bajar a la playa para pasear abrazados.
Estoy realmente feliz junto a Lander, a mi novio de alquiler.
Aquel que contraté y ahora es todo mío.
Mío para mí sola. Me excito tan solo de pensarlo.
Sus ojos cenizosos se clavan en mí, me estrecha contra su pecho diciéndome cuando me ama.
Estoy tan emocionada que no puedo ni hablar, es tan mágico el poder tener enfrente tuya a un hombre que exprese lo que tú le haces sentir, aún no termino de creerme lo.
Es la real, y existe.
Y yo en estos momentos lo estoy comprobando, cuando me sentía insegura que ya no volvería a enamorarme, apareció él como un ángel en mitad de un humo azul jugando al querer, haciéndolo tan verdadero y hermoso.
Me lanzo hacia él rodeándole por su nuca gritando que lo quiero.
Me da igual que sea de noche y esté tumabda en la calidad arena sintiendo el peso del cuerpo de Lander escuchando lo que tantas veces creí haber soñado por labios de otro.
— Saray creo que deberíamos ir a cenar mi amor, las sorpresas no han terminado para ti.
— Lander, no tengo palabras para explicar lo que has echo por mí.
— Dime que me amas y con eso me basta.
— Sabes que mi corazón es tuyo. Y hasta mi alma porque cuando te enamoras de la persona adecuada la felicidad es el primer paso para poder convivir juntos.
— Pronto lo estaremos. Cuando llegue a Monterrey hablaré con tu madre para fijar la fecha de la boda.
¡Qué me caso! ¡Ay oma! Esto es más de lo que podría esperar.
Me lanzo de nuevo a su nuca feliz gritando que sí, mientras él me da vueltas en el aire sonriendo agarrándome por mi cintura empezando de nuevo a darme vueltas.
Seguidamente, Lander me lleva hacia un restaurante con vistas al mar.
Allí cenamos confesándome que esa casa vieja fue donde se crió su padre, donde tras morir su abuela, su abuelo conoció a otra mujer que tenía dinero, y después de casarse con ella éste trabajó duro para hacer la fortuna de la que ahora él y sus hermanos han obteniendo.
Terminemos de cenar y tras ir a bailar a varios pub, y tomarnos unas copas volvimos de nuevo a casa.
Dentro nos sentemos en el sofá cuando el móvil de Lander sonó.
Por la expresión de su rostro me percaté que algo ocurría.
— Saray mi amor, siento no poder disfrutar de nuestro momento a solas. Rebeca ha roto bolsa y se la han llevado hacia el hospital.
Debo viajar de inmediato, y me gustaría que me acompañes.
— Eso no hay que decirlo. Venga vamos.
Cómo se suele decir lo bueno dura poco.
En un par de horas me encontraba de nuevo con mi tensión por las nubes, de ir volando de nuevo para Monterrey.
Estaba amaneciendo cuando lleguemos al hospital.
Lander se la había pasado todo el viaje con el móvil pegado a la oreja preocupado por sus hermanos.
Yo aprovecho para llamar a Belisa, la cual me dice que se encuentra en el hospital.
Una vez que llegamos, buscamos la sala donde se encuentra Rebeca.
Como ya me suponía Telma estaba sentada en una silla esperando que los médicos le digan algo.
Al vernos, ella clavó sus ojos en mí y después en Lander.
Nos saludamos con muy poco afecto.
Separada de ella tomé asiento aguantando las ganas de reírme de ver como Lander se pelea con una enfermera.
Para poder estar con su hermana, Lander se hizo pasar por el padre.
— Que bueno es Lander. — Empezó hablando Telma.
— Es maravilloso. Hace todo lo posible por las personas que ama. Se ve que están unidos los tres hermanos.
— Saray, sé que no te caigo bien,
yo ya entendí que el dolor que le causé a Lander jamás se olvidará y ya no puedo hacer nada para sanarlo.
Y aún así, te envidio porque has conseguido en tan poco tiempo destruir la muralla que él creó durante muchos añod para que nadie lo lastimase.
Has destruido su fortaleza y has hecho que sea aquel adolescente que conocí y tan prendado quedó de mí.
Pero ahora no es un juego, él te ama y por lo que veo te ha dado el anillo de su madre. Una joya que tiene más valor del que te puedas imaginar. Saray, prométeme que lo harás feliz, Lander ya ha sufrido bastante.
— Hago todo lo que esté a mi alcance para que juntos seamos dichosos y nos queramos todos los días como si fueran el primero.
— Puedo abrazarte. — En ese instante me dio pena por Telma, se veía arrepentida y sincera. Nos abrazamos fumando la pipa de la paz. Incluso me atrevo a proponerle que no dude en irse a un crucero de solteros. Allí donde menos te esperas encontramos nuestra armonía.
Sigo hablando con Telma cuando veo que llega Eloy y mi hermana. Los dos por separado, con cara de zombies.
Antes de comenzar hablar los observo. Ninguno dice ni hace nada.
— Esto... ¿ Os paso algo? — Pregunto a ver si alguno me dice algo más que nada.
— Yo tengo que buscar un baño. — Belisa sale corriendo y yo me levanto mirando a mi amigo con cara de mala leche.
— Dime qué le has hecho a mi hermana o te juro que te doy un guantazo con toda la mano abierta.
— Estoy embarazada. Digo, que estoy, que está, que vamos que voy a ser padres.
Que a ver quién me manda hacerlo a pelo.
— ¿Qué?
— Pues eso, que vas a ser tía.
¿A qué no lo esperabas?
— No puede ser. Mi hermana no puede ser madre antes que yo. Yo soy la mayor, maldito desgraciado que has hecho. Era un pacto que tenía con mi hermana, cabronazo te corto los testículos ahora mismo.
— Saray para, por favor que vas ahogar al muchacho. — Telma me echa para atrás separándome de Eloy.
En ese momento siento que me mareo, ya me había pasado antes durante el viaje pero no dije nada para no preocupar a Lander.
Ahora mis mareos no importan, debo hablar con Belisa.
Me voy hacia el baño y allí la escucho de vomitar. Yo como soy así de asquerosa vómito también al lado en otro wc.
— Estás embarazada Belisa. — Digo a mi hermana secándome la cara ayudándole a recomponerse.
— Sí. Hoy mismo me han dado los resultados. Voy a ser mamá y antes de que me digas nada, quiero a Eloy y deseo casarme con él.
— La madre que me parió. Pero no sé suponía que yo debía de hacerte tía.
— Saray eso fue un pacto de niñas.
— Mierda otra vez las ganas de vomitar y los mareos.
Belisa no tarda en preocuparse y a pesar de mi negativa me lleva a que me vea un doctor.
— No tengo nada doctor, estoy perfectamente. Sólo es por el viaje.
— Exacto, usted está bien, salvo que ahora debe contestar a unas preguntas. — Respondo a las preguntas del doctor y cuanto esté termina me da la noticia de que voy a ser mamá.
Miro horrorizada a mi hermana, diciendo lo mismo que Eloy.
Si quiero mucho a Lander, pero quién me mandó hacerlo a pelo.
— Vaya con que estamos embarazadas las dos. Qué bueno Saray, ¿no es maravilloso?
— Ay Belisa ¿y ahora qué hago yo?
— ¿Cómo qué vas hacer? Pues darle la noticia a Lander.
— Espera primero que salga del paritorio de ver "supuestamente" a su hijo de nacer.
— Saray cualquiera diría que tienes miedo de decirle a Lander que vais a ser papis.
— Para serte sincera espérate un rato que lo termine yo de asimilar.
— Pues fíjate a mí también me ocurrió lo mismo pero ahora que sé que las dos vamos a ser mamás ya lo tengo más que asimilado.
¡Ay mi hermana mayor que vamos a dar luz juntas!
Me quedo mirando al frente aún en shock. Estoy embarazada.
Estaba inquieto y preocupado desde que Lara me dijo que Rebeca iba a dar a luz.
Miraba el reloj rabiando de desesperación por si no me daba tiempo de ver a mi sobrino de nacer.
Aún que lo que me preocupa más es Saray que no deja de marearse y ha ido a vomitar ya tres veces desde que despeguemos.
Trato de aliviar su malestar pero no sé cómo. Ella me dice que está bien y yo veo que tiene una cara peor que un cadáver, puede que sea porque le espanta volar.
Me siento a su lado para que apoye mi cabeza en mi hombro tratando de que duerma por lo menos así podrá tranquilizarse hasta que lleguemos a Monterrey.
Menos mal que Saray mejoró un poco nada más poner un pie en tierra firme.
Acto seguido nos fuimos directos hacia el hospital.
Dentro de la clínica pregunté donde tenían a mi hermana hospitalizada para ir junto a ella.
Cómo bien sabía, Telma se encontraba allí en la sala de espera para saber sobre el estado de Rebeca.
Al vernos nuestras miradas fueron claras. Contra más lejos estuviera de nosotros nada pasaría.
Al minuto, llegó una enfermera, le pedí que me dijera como estaba Rebeca, está al negarse le dije que yo era el padre y que mi hijo iba a nacer.
Vale, mentir no está bien. Pero es por culpa de la enfermera que no me dejaba estar con mi hermana y yo no podía sentarme tan tranquilo sin saber nada.
La enfermera me miró de arriba abajo ayudándome a ponerme los plásticos verdes.
Cuando pasé a la sala de partos mi hermana ya estaba con las contracciones.
— Mi amor, siento el retraso quiero ver a mi hijo nacer.
— ¿Qué dices? — Rebeca a pesar de los dolores que tenía me agarró de la mano como si con eso le bastase para apoyarse y poder soportar las contracciones para traer a su hijo al mundo.
— Sígueme la corriente, desde ahora soy tu marido si no yo no puedo estar aquí.
Presencié el nacimiento de mi sobrino. En ningún momento solté la mano de mi hermana intentando dentro de lo poco que sabía de partos, aliviarla.
Cuando vi a mi sobrino sentí un nudo en mi garganta.
Mi sobrino había nacido sano y fuerte. Tenerlo en mis brazos mirándole su carita, es tan bonito hasta me entró tanta nostalgia que acabé llorando antes de entregárselo a mi hermana.
— Claudio. — Pronunció Rebeca cuando lo tuvo entre sus brazos.
Pienso que le pondría ese nombre por su madre.
La contemplé acariciando su cabello dándole un beso en su frente.
— Me siento orgulloso por ti, ahora eres madre, mira a tú hijo a este pequeño que te hará de desvelarte, de preocuparte, y de luchar por salir adelante. Ahora él es tú vida.
— Lander te quiero y te agradezco que no me hayas dejado sola.
— Nunca lo haré. Os quiero mucho a ti y Tony.
Rebeca y yo nos abracemos y cuando miré de nuevo a la enfermera, ésta estaba dando golpecitos en mi pecho con su dedo índice roja de la rabia que tenía me echó fuera.
— Es mi hermana, no voy a dejarla sola que lo sepa.
— Pero no es el padre. Mentiroso.
—Venga ya, que más le daba. —Prostesto quitándome los plásticos.
Tras discutir con la enfermera me reuní con Eloy y Telma.
Éste que estaba como un espantapájaros me abrazó diciendo que iba a ser padre.
—Ey, colega enorabuena. Ven dame un abrazo que yo hoy he sido tío.
— Tío. Si lo llego a saber no pasas. — Que genio se gasta la enfermera. Un poco más y me quema vivo.
Me enconjo de hombros y me vuelvo a dirigir a Eloy dándole un par de palmadas en la espalda para que se espabile un poco ya que estaba muy amarillo.
— Venga Eloy, que vas a ser padre verás que bonito y como te cambia la vida.
— Si claro, como tú no lo estás pasando.
— Si es que los calentones no son buenos. — Comienzo a reírme quitándole de algún modo esa mala cara a Eloy.
— Que si, que ya me veo yo cambiando pañales y trabajando contigo en la empresa.
— Ya que vamos a ser cuñados, no estaría mal que fueras mi socio.
— Eres muy gracioso. Pero mirándolo bien, estoy muy feliz. Amo con todo mi corazón a Belisa y saber que me va dar un hijo, hace que mi felicidad aumente.
No veo el momento de pedirle que se case conmigo.
— Pues si te animas yo cuando le den el alta a mi hermana le voy a pedir en matrimonio a Saray.
— Pues mira no será mala idea, así cuando le diga a Regina que va ser abuela no me los pone de cobarta.
Al final Lander tú y yo vamos a ser más que cuñados.
¿Te he dicho lo mucho que te quiero?
Esbocé una sonrisa sin soltar del hombro a Eloy dirigiéndonos hacia la cafetería.
Allí comimos algo y me quedé helado viendo lo bien que se llevaba Telma con Saray.
Sin pensarlo la agarré de su brazo dispuesto ha decirle cuatro cosas.
La intervención de Saray hizo que me heche atrás.
— Lander, no temas, ya hemos hablado Telma y yo y no hay nada que temer. De hecho somos buenas amigas, ahora queda en ti que entierres el hacha de guerra y os tratéis como una familia.
— Da gracias a que te has portado siempre bien con mis hermanos y hayas cuidado de ellos como si fueran tus hijos.
Hagamos que nada ha sucedido, y me gustaría que fueras la madrina de mi boda.
— Claro que lo seré. Nada me haría más feliz que verte casado con Saray. — A pesar de ser un poco rudo, los ojos claros de Saray me indicaron que debía ya de apartar ese rencor pasando página para escribir en un folio en blanco lo que será mi vida junto a ella.
Mi hermosa Saray.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro