Capítulo 36
No podía creer lo que mis ojos estaban viendo.
Eché a correr directo hacia Saray que se hallaba tirada en el suelo.
— Saray mi amor....— Pronuncié al observar como sangraba y sus ojos no se abrían.
Llamé al servicio de urgencias y a la policía.
Vi como Sergio intentaba parar a su padre por lo que deduzco, estaría inquieto el muy cabron y no es para menos después de lo ha hecho.
Auxilio a Saray taponando le su herida mientras espero a una ambulancia.
Entre un guardia de seguridad y Sergio logran que Lorenzo tire el arma logrando bloquearlo a la vez el guardia de seguridad le pone las esposas.
Mis manos sangran y estoy nervioso de ver herida e inconsciente a Saray.
Maldito hijo de puta.
Le digo a Sergio que siga apretando la herida para levantarme y atizarle a su padre.
No voy hacer justicia, pero darle un par de puñetazos me sirve para desahogarme de algún modo.
— Lander déjalo ya, ven ayúdame a llevar a Saray a un hospital está perdiendo mucha sangre.
— Te juro que te quedas huérfano Sergio.
— Lander siento mucho lo ocurrido. Jamás hubiera querido que esto le ocurriera a Saray.
— Deja de lloriquear y arranca el coche que yo no me quedo esperando a la ambulancia.
Monté a Saray atrás en el coche de Sergio sin soltarla ni un segundo.
Estaba desconsolado, mis ojos la observan percibiendo numerables sensaciones de dolor.
Dejé caer mi lluvia de emociones en su rostro rozando con mis dedos su cara sintiendo dentro de mí una sensación muy fuerte y solo pienso en ella y no le ocurra nada.
Por fin llegamos al hospital, Sergio da la alarma para que varias personas del servicio médico salgan en nuestra ayuda.
Inmediatamente se llevan a Saray en una camilla hacia urgencias.
— ¿Qué ha ocurrido? Sergio y más te vale que me digas la verdad o te parto la cara ahora mismo.
— No sé exactamente, al parecer Saray ha ido a visitar a mi padre y ha descubierto que quería hundir la empresa para apropiarse de los bienes. Y al verse mi padre acorralado, habrá querido librarse de ella.
— Te juro por Dios que si le ocurre algo a Saray soy capaz de enterrarte vivo.
Llama a su familia y espera aquí yo me voy a ver qué a pasado con tú padre.
Dejé que Sergio llamase a la familia de Saray, no me iba muy convencido pero si quería que ese miserable pagara por lo que ha hecho debía de ocuparme personalmente.
Llamé a mis abogados contándole lo ocurrido exigiéndoles que se pusieran lo antes posible a trabajar y ese hijo de puta no salga de la cárcel jamás.
Me reuní con mis abogados en comisaría para declarar en contra de ese bastardo.
Horas después, y tras haber declarado que ese miserable ha intentado asesinar a Saray, me marcho hacia el hospital sabiendo que en unas semanas será juzgado.
Cada vez que pensaba en Saray una nube negra se forma y mi corazón encogiéndose cada vez más.
No puedo ni pensar que algo malo le pudiera ocurrir a Saray.
Si le ocurre algo malo, mi vida quedaría rota en mil pedazos, sin ella sería como despertar en un frío abismo cargado de aquellos momentos que pasemos juntos.
Me pongo a recordar y una a una mis lágrimas caen desangrando mi corazón.
Miro al cielo rogándole a Dios que no permita que nada malo le ocurra.
Paso al hospital, busco la sala de espera donde se encuentran los familiares de Saray.
Sus rostros dicen todo, sus lágrimas van contagiando el lamento que eso provoca y la incertidumbre de no saber nada.
— Regina cómo estás — Ella está sentada mirando sus manos pretendiendo ser fuerte. La agarró de sus manos poniéndome de cuclillas para intentar con mis palabras calmar su pena.
A nosotros se une Belisa, está tan afectada como todos.
— Gracias Lander por todo lo que estás haciendo por nosotras.
— No me las des, ahora lo importante es esperar que el doctor salga y nos diga que Saray está bien.
— Dios te oiga. — Regina me abraza volviendo a sollozar en mi hombro.
Al rato sale una doctora preguntando por la familia de Saray.
Todos los allí presentes rodeamos a la doctora la cual nos dice en la situación que se encuentra Saray.
— Quería informales que la paciente está grave. De hecho necesitamos que algún familiar pudiera donar sangre, ha perdido bastante sangre y hay que hacerle una transfusión inmediatamente.
— ¿Qué grupo necesita? — Pregunta Eloy
— Necesitamos que sea compatible al 0-.
Sin dudarlo le digo que yo soy 0- puedo donar a cualquier persona. Lo sé porque hace años me hice donante de sangre.
— Muy bien, — acompañé a la enfermera para que me extraigan la sangre.
Hago lo que me dice la doctora y me voy junto a una enfermera a la sala de extracciones.
Allí me tumbo en una camilla con mis pensamientos dirigidos hacia Saray.
Consternado miro a la enfermera que me está preparando para extraer me la sangre.
— Disculpe, me podría decir cómo se encuentra Saray.
— Lamento decirle que yo no puedo darle esa información, puedo decirle que la paciente está grave y se está haciendo lo posible por salvar su vida.
Aquellas palabras me supieron ha ácido.
Volví la cabeza hacia un póster disimulando las pequeñas gotas.
Un par de horas me encuentro de nuevo abrazando a Belisa. Todos están rotos de dolor rezando para que ocurra un milagro.
— Belisa por favor dime qué ocurre con Saray.— Mi voz se perdía en un hilo de susuro y lamentaciones.
— Lander mi hermana está muy mal, la bala le ha dañado el hígado, y los médicos están buscando algún donante compatible para salvarle la vida. Dios mío Lander se muere, Saray se va.
— No digas eso Belisa, ella no se va morir.— La congoja y el saber que perderé para siempre a Saray hace que me derrumbe en un llanto abrazando a Belisa con todas mis fuerzas.
La noche fue la peor, los médicos no decían nada, no podíamos pasar para ver a Saray, solo teníamos que esperar.
Maldita sea, Esperar a qué.
Joder que alguien haga algo, si sigo así voy a romper las paredes.
— Lander. — Escucho que me llama mi hermana que recién llegaba.
Los dos nos abracemos volviendo a llorar.
— Se pondrá bien, debe ponerse bien. — Repetía Rebeca en mis brazos sollozando.
— El señor Lander. — Preguntó una enfermera.
— Soy yo. — Respondo secándome la cara con la palma de la mano.
— Por favor acompañeme. En un momento vendrá un doctor para hablar con la familia.
Habrá despertado. Sí eso ha tenido que pasar por fin ha ocurrido un milagro.
Caminé detrás de la enfermera hasta una habitación.
Allí pasé algo dudoso y emocionado por poder ver a mi amada.
Pero quién había tumbado en la camilla era José Antonio.
Nos quedemos observándonos en silencio hasta que él hizo un pequeño movimiento con su mano dándome a entender que me acercara.
— Aquí estoy. — Dije tomando asiento junto a José Antonio.
— Perdón. — Pronunciaba José Antonio, se veía que le costaba hablar y no hacía falta más que ver el esfuerzo que hacia para poder pronunciar alguna sílaba.
— José Antonio ¿Qué hace aquí? No haga esfuerzos yo no tengo que perdonarle nada. Me imagino que estés tan mal como todos nosotros por lo que le ha sucedido a Saray.
— Mi vida por hija. Cuida Saray y mi familia, haz feliz a mi hija.
Me quedé en shock, no podía ni creer lo que José Antonio pretendía hacer. Cerré mis ojos para recuperarme del lapso.
— No puedes hacer algo así José Antonio. No...
— Mi condena es mi muerte, yo querer salvar vida a hija.
— Pero, no puedes, no debes te quedan muchos años por vivir.
— Lander, promete que cuidar de familia. — La mirada trasparente de José Antonio me hizo de replantearme que un padre puede llegar hacer cualquier cosa por un hijo, hasta dar su propia vida.
Seguí mirándolo intentando convencerle de que aquello que pretendía hacer era una locura.
Sin más no podía hacerlo, estaba vivo, y aunque podía donar un órgano, estaría exponiendo su vida tal y como se encuentra.
Llegó al rato Regina llorando amargamente convenciéndole que desistiera en su idea. No podía hacer aquel disparate.
El cirujano pasó a la habitación para hablar con nosotros.
Lo primero que le pregunté fue porque consentían la demencia de José Antonio.
El doctor amablemente nos informó que él había firmado el correspondiente consentimiento para proceder a la operación.
Seguía sin entender nada, seguía preguntando al cirujano mis dudas, aquel me contesta a todas mis dudas amablemente.
Entendí que José Antonio estaba dispuesto a dar su vida a cambio de salvar la de su hija.
Desvío mis ojos hacia aquel matrimonio que han permanecido durante años casados y ahora el destino se ha empeñado en ponerle en esta cruda situación.
Me llevo hacia la sala de espera a Regina dejando que los médicos se ocupen de José Antonio preparándole para la operación.
Estamos en silencio, consternados, tristes, rezando con la última esperanza de que nos queda para que ocurra un milagro.
Agarro fuerte las manos de mi hermana. Los dos estamos afligidos y preocupados por lo podrá suceder.
Las horas pasan tan lentas y mi desesperación va en aumento por no saber nada.
Camino de un lado a otro llamando a mis abogados para que me digan qué está ocurriendo con Sergio, fue detenido acusado por varios delitos y su padre también acusado por un delito y el que más pesa sobre él. Intento de asesinato.
Aún así les ordeno a mis abogados que hagan todo lo posible para que ese par pasen el resto de su vida en la cárcel.
Miro por la ventana y ya es de noche y aquí estamos con el alma en un hilo por no saber nada referente a la operación.
Compro algo de comer y unos cafés, les ofrezco a los demás.
Ni apetito hay, logro convencerles de hay que comer un poco ahora mas que nunca necesitamos fuerzas.
El tiempo va transcurriendo muy lento, o al menos a mí me lo parece.
La melodía de mi corazón apenas se escucha, solo deseo un milagro con final feliz.
No todo en esta vida se puede obtener, nuestra existencia se basa en el modo que actuemos y como poder conseguir lo que tanto deseamos.
Durante el curso de nuestra supervivencia nos encontramos con obstáculos de toda clase.
En este mismo momento sale un médico con cara seria, el hombre habla con todos nosotros explicando cómo ha ido la operación.
Todo ha ido bien, Saray podrá vivir si su cuerpo no rezacha el órgano, sin embargo José Antonio ha muerto debido a un paro cardíaco.
Ha sido un padre ejemplar, un padre que demostrado querer a su hija.
Un acto admirable y sorprendente de cómo él decidió actuar de esa manera.
La tristeza sigue vigente en nuestros corazones, el dolor de saber que José Antonio ha muerto estalla en forma de lamento en cada uno de nosotros.
Regina cae al suelo desmallándose, Belisa se abraza a Eloy y yo me llevo en volandas a Regina para que la atiendan.
— Regina lamento lo sucedido
— Le digo cuando vuelve en sí.
— Porqué Lander, porque José Antonio ha hecho algo así.
— Era su padre y a querido irse él en lugar de ver como se va su hija.
Mira lee esta carta que me ha dado su abogado.
— Yo no quiero letras, lo quería a él y a mí hija. Maldita sea espero que ese mal nacido se pudra en la cárcel por lo que ha hecho.
El dolor se convierte en odio, la rabia nos hace de olvidar nuestras malas acciones cegandonos de sed de venganza.
Regina me hace entrega de la carta para que se la lea.
Hago lo que me pide, rompo el sobre y saco un folio donde hay escritas letras de un hombre que trató de explicar porqué quiso morir antes de tiempo.
************************
Escribir una carta de despedida no es fácil.
Yo no la escribo, pero digo lo que pienso y creo que es mejor.
Despedirse de esta vida y de las personas que amas no es fácil.
Nuestras vidas están en manos de Dios, pero cuando me he visto tirado en esta cama, observando como mi familia lloraba amargamente y yo no podía hacer nada, me mataba por dentro.
Mi vida estaba destinada a ir cada día disminuyendo y yo pensaba qué ocurrirá cuando me dé otro infarto. Me sentía como un ser inservible tirado en una cama.
Por ello he tomado la decisión de dar mi vida a cambio de la mi hija. Es una locura. Para mí es darle de nuevo la vida a Saray, a mi pequeña que tanto amé.
Llorareis mi ausencia, recordar con cada lágrima fueron recuerdos que cierto día escribimos juntos.
Mi ausencia será como tocar en lo más profundo de vuestros corazones el amor que nos teníamos y ahora se quiebra en pedazos.
Habrá momentos duros y difíciles, yo sé que iré al cielo y desde allí velaré por ustedes, mi familia, la que tanto amé y a pesar de mis errores siempre estuvimos unidos.
Os quiero mucho.
~ José Antonio ~
***************
Sin duda José Antonio ha sido una persona ejemplar.
Abracé a Regina llorando los dos emocionados por las palabras tan hermosas de José Antonio.
Una despedida que jamás hubiéramos querido, un padre que ha demostrado amar a su familia.
Y ahora aquí estamos homenajeando su valentía y a la vez dándole el último adiós.
Cómo se deshojan las rosas, así caen una a una gotas de dolor por tener que despedir a la persona que quieres.
Dentro de lo malo, queda algo bueno, Saray se va reponiendo favorable de la operación.
Ahora está en cuidados intensivos por unos días más.
Mientras tanto me conformo con verla a través de un cristal hasta que los médicos decidan subirla a planta.
Ahora sí escucho la melodía de mi corazón tocar con entusiasmo, saber que no la he perdido me hace el hombre más feliz del mundo.
Pronto podré abrazarla y besar sus labios expresando cuanto la amo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro