Capítulo 34
Apenas podía diferenciar entre el día y la noche.
Mis pequeñas lágrimas amenazan con querer salir. Y sigo cuestionándome que hago aquí sentado agarrado mis rodillas mirando al techo dejando que los minutos pasen esperando que mis abogados hagan su trabajo y me saquen de este encierro cuanto antes.
Un policía me avisa que tengo visita.
Sonrío feliz de pensar que podría tratarse de Saray, la alegría se transformó en decepción al ver a Telma.
Y ésta a que ha venido, a darme los buenos días.
Tomo asiento desganado agarrando el auricular para dar comienzo a una conversación.
— Lander — La voz de Telma se corta por la preocupación.
— Qué quieres Telma.
— He venido a verte, necesitaba saber cómo estás y al verte así sufrimiento más.
¿En verdad Lander merece la pena todo este sacrificio mientras ella folla con su ex?
— Cállate Telma. — La coléra creció enseguida en mi interior.
— Te digo la verdad Lander. Vi a Saray cenando con su ex confesando le que no te ama y quiere que pases muchos años aquí encerrado.
— Mira Telma, si has venido para esto ya te puedes marchar por dónde has venido puesto que no quiero escucharte ni verte. — Colgué el auricular no quería seguir escuchándola, está mujer me sofoca y me irrita y más cuando se refiere a Saray. Llamo al policía y me voy de nuevo a mi celda.
Mientras camino escucho ruidos pero no llego alcanzar lo que me dice Telma, tampoco me interesa mucho.
Llego de nuevo a mi celda, estoy solo con mis pensamientos y todos van dirigidos hacia Saray.
La duda me traspasa como dardos envenenados.
¿Habrá sido Saray capaz de engañarme con Sergio?
Frustrado golpeo el colchón de la cama con todas mis fuerzas maldiciendo.
Me enrabieto, pido a gritos que me dejen de llamar a mis abogados puesto que si permanezco un día más en este lugar moriré axfisiado por verme incapaz de no hacer nada.
Un rato después, el mismo policía de esta mañana me avisa que tengo visitas.
Espero que sea mi abogado o juro que los despido por idiotas y no saber hacer bien su trabajo.
Pero no, en realidad es Saray.
De nuevo noto como mi corazón galopa, mis labios esbozan una sonrisa amarga de verla y no poder tocarla.
— Saray...— Las palabras comienzan agolparse en mi garganta de ver como sus luceros claros están rojos, sus labios ya no sonríen y su voz suena apagada.
— Lander quería hablar contigo antes de que me odies.
— Entonces es verdad. Has estado con ese miserable. — Era cierto lo que me dijo Telma. Maldita bruja ojalá se hubiera callado.
— Sí Lander, he estado viendo a Sergio para poder encontrar pruebas que demuestren tu inocencia.
— Para Saray. Cállate por favor, no puedo soportar la idea de que ese canalla haya puesto un dedo sobre tí.
— Lander no sabes por todo el martirio que tuve que pasar y todo por tí. Ódiame si lo deseas, pero no me arrepiento de nada de lo que hecho, porque es tanto el amor que me haces de sentir que no puedo encontrarlo en otro hombre.
— Porqué, porqué Saray tuviste que arriesgar tanto ya que mis abogados ya están trabajando para sacarme de este infierno.— Ver a Saray cómo lloraba me conmovió lo suficiente como para dejarme llevar por este maldito mal estar y acabé por levantarme poniendo mi frente en el cristal apoyando mis dos manos, no era bastante, dado que yo quería traspasar el cristal que nos separaba y poder arroparla con mis brazos, culminarla de besos y caricias las cuales me hacen tanta falta.
Dejé que mi reflejo se uniera al suyo, quería de algún modo sentirla y lo único que oía eran mis latidos latir contra mi pulso.
Ella se va cuando el policía me dice que mi tiempo ha terminado. La miro por última antes antes de volver a irme de nuevo hacia mi celda.
Paso dentro y de nuevo un mar de lágrimas me sofocan, me matan de verme encerrado y ella está allí fuera de mi alcance sin poder cuidar de aquellas personas que tanto amo.
Me tumbo en la cama mirando al techo dejando que mi mente se vacíe y mis resentimiento se pare.
Cierro mis ojos esperando que ocurra un milagro y pueda salir cuanto antes de este maldito lugar.
El milagro ocurre y la sabiduría de mis abogados se han hecho notar.
Al fin, han podido dialogar para que me suelten a la espera del juicio, por supuesto pagando la fianza.
Los minutos que tardo impaciente para que me saquen de aquel lugar son interminables, paseo de un lado a otro nervioso, quiero irme cuando antes y al parecer rellenar unos malditos papeles se lleva su tiempo.
Por fin estoy libre y debo decir que me muero por ver de nuevo a Saray, ella sabe cómo devolverme el aire, puesto que sin ella parece que camino en un laberinto, ella es la única que me puede devolver mis fantasías.
Termino de hablar con mis abogados, acto seguido me marcho para mí casa, deseaba ver a mis hermanos y saber que están bien, que nada de lo que ha sucedido le ha afectado.
Rebeca está bien y Tony me hace preguntas las cuales le respondo diciéndole la verdad.
Tony me mira con adoración dándome un gran abrazo llorando por haber estado en la cárcel.
— Tony no llores, estoy aquí con ustedes.
— Yo no quiero que te vayas Lander y nos dejes solos.
— Nunca os dejaría campeón, sois mi familia y siempre estaremos unidos.
Abrazo a mi hermano con nostalgia quitándole importancia al asunto. Bastante tengo yo como para preocuparlo más.
Después de hablar con mis hermanos me voy directo a darme un baño y afeitarme. Falta me hace, qué barbas.
Llamo a Saray y no me responde.
Es raro que no responda. Insisto de nuevo y nada, no me responde a la llamada.
Me extraña demasiado que ella no responda, por lo cual termino de asearme para después volver a llamarla.
Tres veces más vuelvo a llamarla y sigue sin contestar. Comienzo a preocuparme.
Me despido de mis hermanos antes de salir en busca de mi coche.
Antes de ponerme a conducir me meto en la app de rastreo y pongo el número de Saray. Al minuto me da una dirección.
Cada vez comprendo menos las cosas.
Pongo en el GPRS para que me lleve a la dirección que supuestamente está Saray.
Empiezo a conducir inquieto como si tuviera un presentimiento. Me revuelvo mi cabello, doy golpecitos con el dedo índice en el volante miro la pantalla del GPRS para ver cuánto me queda para llegar.
Al llegar a esa dirección me quedo observando el lugar. Se trata del edificio donde está la oficina del padre de Sergio.
Aquí fue donde me reuní con él cuando me ofreció el dinero con la condición de que no me involucre en los negocios de José Antonio.
Pero sigo sin entender qué carajo hace Saray aquí.
Compruebo de nuevo mi móvil, y sí, me señala está dirección.
Me bajo del coche directo hacia el edificio cuando de pronto escucho un sonido que procedía del parking seguido de un grito.
Alarmado empecé a correr hacia el parking.
Efectivamente había gente, con sigilo comencé acercarme escondiendo me entre los coches para no ser visto.
Estaba a unos pocos metros cuando vi alguien tirado en el suelo, me alcé y noté como mi corazón se me paraba de golpe, mi pulso bajaba y en un instante mi cuerpo estaba en frío como un bloque de hielo.
Comencé a caminar hasta llegar hasta ellos, no sabría exactamente cómo explicar lo que sentía en ese momento. Lo único que note fue mi cuerpo flaquear gritando a la misma vez: — Saray....
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro