Capítulo catorce | These boots are made for walking
Claire se abrazó más a sí misma tras un suspiro irritado al caer en un pequeño charco antes de subir a la acera; maldijo en voz baja al ser la tercera vez que le pasaba eso desde que bajó del autobús, después miró al cielo el cual estaba en tonos grisáceos combinado con un azul marino bastante atemorizante.
Quizá hubiese sido mejor el quedarse en el café a pasar la tarde, rodeada de bebidas calientes y pastelillos, eso y añadiendo las malas bromas que Fred decía cada vez que pasaba por su mesa mientras llevaba pedidos de un lado a otro. Probablemente el rubio notaba desde lejos la soledad de la chica. Pero no, a ella se le ocurrió preguntar por Wesley y Fred solo dijo que estaba donde siempre a esas horas, en la lejana tienda de discos.
Acababa de llegar a Vancouver ese mismo día, se encontró con el departamento sumido en la oscuridad causaba por el mal clima y con los maullidos de Pepino provenientes de la cocina, cosa que le hizo pensar que probablemente a Wesley se le olvidó meterlo a su habitación. Después de alimentarlo y mimarlo un poco, decidió salir en busca de sus compañeros por sus falta de ánimos para desempacar y porque le era desconocido si alguno de sus pocos amigos ahí ya estaba en la ciudad.
Fred la recibió con un enorme abrazo de oso en el centro del local llamando la atención de todos ahí, tan acogedor y bastante exagerado como si no le hubiese visto en años, cuando apenas si habían pasado dos semanas. Había intercambiado unos cuantos mensajes con el rubio mientras estaba en casa; la mayoría de ellos comenzaban por la noche cuando él le enviaba algún chiste de toc toc y se convertían en animadas conversaciones que duraban poco menos de una hora.
Con Wesley todo había sido diferente puesto que después de haberse despedido en la central de autobuses dos días después de Navidad ya no supo nada de él, nada hasta año nuevo cuando le llegó un mensaje del castaño deseándole un buen inicio en el 2013. Mensaje que no era tan personal pues parecía haber sido enviado para todos sus contactos al mismo tiempo, ella lo respondió y él lo regresó diez horas después con el pretexto de que se había quedado dormido. No hablaron más.
Claire se acercó lentamente a la tienda intentando ver por el cristal de la enorme ventana para poder divisar al chico, el aparador estaba repleto de anuncios y tenía posters pegados en él haciendo que fuera casi imposible. Se puso de puntillas para poder ver encima de uno y divisó ese mismo suéter que él usaba la primera vez que se quedaron solos en el departamento.
Wesley estaba de pie frente a un mueble organizando vinilos mientras su boca se movía como si cantara lo que salía por los altavoces del lugar.
Claire se retiró del cristal tras asegurarse de que él seguía ahí y sacudió un poco su paraguas rojo para quitar el exceso de agua caía de repente. Sacudió sus botas para la lluvia al mismo tiempo en el cual empujaba la puerta, ésta hizo su típico ruido con la campana que tenía arriba y eso causó que las escasas cinco personas que estaban dentro le miraran.
Había un ambiente bastante psicodélico gracias a la canción de fondo. Flaming de Pink Floyd se escuchaba en todo el lugar.
Recibió los ojos de Wesley sobre ella con un gesto bastante incrédulo por su presencia ahí y con una mueca disfrazando su sonrisa que no dejaba ver sus dientes. Claire respiró hondo y con una sonrisa más grande que la de él, se acercó.
—Sorpresa... —soltó no muy convencida al pararse a su lado, Wesley le miró fijamente aun no muy convencido y dejó los vinilos que tenía en sus manos de nuevo en la caja de cartón que estaba a sus pies.
—Esto es extraño —dijo fingiendo un poco de sorpresa y después rio—. ¿Cuándo llegaste?
—Hace como tres o cuatro horas —respondió con un poco de duda al desconocer qué hora era—. En fin, no tenía mucho que hacer y algo me dijo que vagara por ahí.
—Creí que querías aprovechar todas tus vacaciones y a tu familia, es jueves —le recordó que aún faltaban cuatro días para que las clases comenzaran.
Claire hizo una mueca.
Ni ella podía responderse eso; de la nada, esa misma mañana, se metió a la cabeza el querer tomar el primer autobús a Vancouver. Bajó a desayunar con su maleta hecha y palabras de despedida para su familia quienes no preguntaron mucho por ello ya que estaban demasiado ocupados pensando en lo que harían después, su ida no afectaría a sus planes y eso le motivó más. Quedarse en casa después de las fiestas solo significaba estar en su habitación puesto que sus amigos decían tener cosas que hacer, o ir donde Charles y su familia soportando decenas de preguntas sobre su vida. No le avisó a su novio que regresaría a la ciudad sino hasta que estaba a medio camino, quizá porque aún seguía un poco molesta con él por diversas razones y un poco incómoda respecto a un anillo que portaba en su mano derecha. Y el estar en Vancouver comenzaba a gustarle de repente; sentía un poco más de libertar y un cierto escape del confort.
Se había metido en la cabeza que extrañaba al gordo gato negro que escondían y que no pudo llevar a casa porque su mamá los odia. Pero ahora, después de llegar y de mimar un poco al gato que decía extrañar, estaba frente al chico alto y de desordenado cabello castaño con quien pasó Navidad como si de pronto todos esos pequeños pretextos se convirtieran en uno más grande solo para poder llegar hasta ahí.
De repente ya no se sentía tan segura. No tenía un pretexto para decirle a él cuando le preguntara qué quería, pues era claro, estaba trabajando. Pero decirle que solo quería hablarle sonaría un poco —muy estúpido— ya que esa fue la principal razón por la cual inició su travesía de ese día. Porque eso pasó minutos después de ver una fotografía subida por él en alguna red social donde Mia aparecía.
—Yo... mi familia está loca —terminó diciendo y cerró sus ojos esperando a que él le creyera—. Como sea —negó con su cabeza repetidas veces como si quisiera olvidarlo—: Me gustaría escuchar algo nuevo, ¿sabes?
Relamió sus labios divagando con sus ojos el lugar, se sintió intimidada por la cantidad de portadas de álbumes y nombres que terminó posando su mirada en los ojos del chico, que se veían más grises que azules. Quizá por la poca luz, quizá por su suéter negro de rayas blancas o porque la miraba fijamente casi sin parpadear.
Wesley arqueó sus cejas esperando por algo más y se cruzó de brazos como si de pronto todo le pareciera divertido.
—¿Tienes idea de qué? —preguntó. Bajó su mirada—, lindas botas —dijo señalando las botas de lluvia con lunares amarillos que la chica llevaba.
Claire imitó la acción del chico y se alejó un poco riendo. Para Wesley, que usara esas botas la hacían ver un poco más pequeña de lo era, si la viese en la calle fácilmente la confundiría con una chica de catorce. Con su enorme gabardina y su cabello cayendo por su espalda al cual parecía no hacerle nada el clima.
—Son mis favoritas —la rubia hizo una pose rara colocando su mano en su cintura como si estuviese al final de la pasarela—. These boots are made for walking —hizo una clara referencia a esa canción de los sesenta.
Wesley solo relamió sus labios queriendo no reír para llamar la atención, revisó si alguno de sus compañeros no había llegado de la bodega donde estaban almorzando; a Wesley solía gustarle estar afuera cuando todos los demás comían ya que por alguna razón le gustaba estar solo y poner la música que él quisiera en esos quince minutos. Eso, además de que Camille no trabajaba ese día y no estaba detrás de él quejándose de su vida como siempre. La caja registradora seguía sola y un chico acababa de entrar directamente a la sección de música alternativa.
Regresó sus ojos hacia la rubia y vio como ella intentaba peinar su cabello detrás de sus orejas. Frunció sus cejas cuando notó cierto anillo brillante en uno de sus dedos de su mano derecha.
—Oye, Nancy —bromeó sin tanta gracia y señaló la pequeña joya—. ¿Te casaste?
—¿Qué? —ella bajó sus manos de inmediato y a Wesley no le quedó más que reírse; le tomó la mano derecha sin avisar y se acercó para poder observar aquello con claridad.
—¿Te pidió matrimonio? —preguntó con gracia mientras movía la mano de la chica como si ésta fuese un juguete—. Creo que hay como cinco mil dólares aquí—espetó.
—¡No! —la apartó de inmediato—, solo... solo fue un regalo de Navidad, dado después de Navidad, eso creo. Además, el de compromiso va en la mano izquierda —habló con un poco de duda y se detuvo al ver la pequeña sortija de nuevo—. Charles a veces es un poco intenso, y bueno, ¿qué hacer?
—¿Solo fue un regalo? —enarcó una ceja sin creerlo.
—Creyó que con eso olvidaría que estaba enojada con él pero la verdad me enojó un poco más que me lo regalara en la cena de Año Nuevo frente a mi familia, no podía negarme a aceptarlo frente a ellos. Así que... —resopló—, solo lo tomé como si me hubiesen regalado un par de calcetines.
—¿Y qué si te hubiese pedido que te casaras con él? Imagínalo —puso sus dedos índices en alto—: ¿Qué hubieras hecho?
—¿Te das cuenta de que mueves mucho tus manos al hablar? —se quedó un poco hipnotizada con las manos del chico frene a ella.
—¿Qué harías? —insistió ignorando lo que Claire comentó.
Suspiró fuerte.
—No lo sé, supongo que diría que no.
—¿Por qué? Es un buen anillo... eso parece —se encogió de hombros.
—No sé, digo, Charles es mayor que yo y creo que hasta más maduro, él sabe lo que quiere en su vida y yo aún no estoy segura... No me hagas caso, me siento más complicada que la teoría de la relatividad —resopló—, solo recomiéndame algo nuevo que escuchar —le dio fin a la historia.
Wesley, no muy convencido, solo se limitó a asentir y mejor se puso a pensar en qué sería bueno para Claire.
—¿No tienes una idea? —Ella negó— Lo que sea y creas que es bueno... ¿Cuál es tu banda favorita...? —intentó darle ideas.
—Pink Floyd —levantó su mano diciéndole que la canción de fondo era de ellos.
—Oh, entonces dame algo de ellos, la verdad nunca me he detenido a escucharlos.
—Bueno, ya que comenzamos con los sesentas —le indicó que le siguiera—tengo preferencia por los álbumes de cuando Syd Barrett aún estaba en la banda, el primero: The Piper at the Gates of Dawn, sería una buena forma de comenzar, que es el que se está escuchando ahora mismo —se refirió a los altavoces—. Yo lo tengo, tengo la edición del cuarenta aniversario, podría prestártelo así después decides si lo compras.
—¿Tienes una canción favorita de él?
—Mmh... —frunció sus labios y volteó hacia la chica, rio—. See Emily Play, no me preguntes por qué —añadió rápidamente—. Tú... —se detuvo en la sección de música alternativa casi junto al chico que ya estaba ahí—, tienes cara de que te gustaría Sigur Rós —buscó—, tienes cara de que te gustaría interpretar sus canciones —le entregó un disco; el fondo de la portada era blanco y tenía dos paréntesis grandes en el medio. Claire le miró confuso—. Es una banda islandesa, la idea es que tú le pongas el nombre —le aclaró Wesley.
—¿Tú le pusiste uno? —preguntó.
—Hace mucho hice algunos títulos pero no creo tener mucha imaginación así que me gusta decir que no —sonrió—. Si quieres algo nacional, tú dime —regresó al tema—: Tenemos a Nickelback, la banda más odiada del mundo y a Rush, una de las mejores, en mi opinión. Está Bryan Adams, Neil Young... Crash Test Dummies...
La boca de Wesley se movía rápidamente pronunciando todos los artistas que creía, pudiesen ser del agrado de Claire. Ella solo calló indagando los gestos del chico, pues parecía bastante concentrado en querer recodar todos esos nombres ya que, quizá solo él, sería capaz de guardar esa información dentro de su mente. Para la rubia, el castaño de pronto comenzaba en hablar en otro idioma y a la vez parecía estar bastante emocionado haciéndolo.
—Creo que ya te has dado cuenta de que no entiendo mucho de lo que hablas —soltó como burla.
Wes se detuvo a la mitad de una frase y bufó.
—Deberías detenerme después de los primeros treinta segundos —suspiró y fijó sus ojos de nuevo en los diversos álbumes que había ahí.
—¡No! Está bien, eres muy interesante —aceptó—, es divertido ver a alguien hablar de lo que le gusta —le espió un poco y vio como él solo se encogió de hombros aun concentrado en su trabajo.
—¿Te gusta Coldplay? —preguntó después de ver de reojo todo los álbumes que tenía a su lado. Claire asintió de inmediato—. Travis —dijo tomando uno de ellos—: The Invisible Band... ¡No! —lo regresó de nuevo a su lugar— The Man Who —tomó otro que estaba detrás y se lo entregó a la chica—. Seguro has escuchado Why Does It Always Rain on me?
—Bien... —dijo con un tono divertido—. ¿Los cobras? —levantó ambos discos incitándole a tomarlos.
Wesley le hizo un gesto con su mano para que le acompañara a la caja registradora, él rodeó el mostrador rápidamente y se detuvo frente a la caja tomando el lector de códigos de barra apuntando a Claire con él haciendo un ruido de arma de fuego, después marcó ambos discos. La rubia solo se burló de ello y el castaño se dedicó a tararear la canción que había de fondo, tal y como lo hacía cuando ella llegó.
—Pareces saber mucho de... todo esto —comentó.
—Disfruto mucho de la música —se encogió de hombros—. Incluso de música cristiana, hace tiempo formé parte del grupo de la iglesia como castigo durante dos años. Fueron buenos momentos —cortó la nota de la impresora—. Veintiocho billetes —le informó.
—Debes tener una colección grande de música —buscó dentro de su bolso el monto a pagar, comenzó a contar en voz baja mientras él esperaba.
—Debo admitir que la tengo, antes solía buscar vinilos en ventas de jardín o en tiendas de artículos viejos, la mayoría de mis mesadas se iban en eso —intercambió la nota por los billetes que Claire le cedió, abrió la caja registradora para darle el cambio—. Si tenía los vinilos, mi abuela vería que hablaba en serio cuando le dije que me regalara su viejo tocadiscos.
—¿Lo tienes aquí? —Wes cerró con un poco de rudeza, y por error, la caja. Claire se sobresaltó un poco y él rio de su torpeza, al mirarle negó con su cabeza y le entregó algunas monedas.
—Está en casa, al igual que mi colección, no puedo ir de un lado al otro con ellos aunque me gustaría —tomó la bolsa donde había puesto la compra de Claire y la puso frente a ella indicándole que la tomara aunque ella estaba muy ocupada guardando su dinero—. Oye, Nancy —la llamó de nuevo como si quisiera cambiar de conversación.
—¿Mhh? —Claire levantó la mirada y se encontró con los verdosos ojos de Wes—que probablemente era así gracias al foco que colgaba encima de él— y con esa sonrisa cariñosa donde no mostraba sus dientes, como si quisiera indagar un poco sobre su comportamiento e intentara decir algo que no se animaba a salir de sus labios—. ¿Qué? —rio un poco nerviosa.
—Estás rara, ¿pasa algo malo? —cruzó sus brazos sobre el mostrador bajando un poco y quedando casi a su altura. Claire se alejó dando un paso hacia atrás y le miró confundida, él insistió con la mirada— ¿Tiene que ver con tu ostentoso regalo? Si no lo sientes algo correcto en este momento solo díselo —aconsejó.
—No es eso —cerró sus ojos—, bueno sí —terminó aceptando en cuanto los abrió—. Me hace sentir comprometida en serio en nuestra relación, y lo peor es que todos los demás se emocionan por ello y yo no consigo hacerlo.
—Uh, eso está mal.
—Lo sé. Creo que por eso volví antes, no quiero seguir siendo el centro de atención solo por esto.
—¿Y cómo fue?
—Estábamos en casa cenando y al parecer hasta mis padres sabían del regalo. En medio de la cena Charles dio un pequeño discurso sobre mí y lo eternamente agradecido que estaba con mi padre por dejarnos ser una pareja —bufó—. ¿No podía simplemente dármelo en privado sin esperar reacciones ajenas? Estoy molesta, creo que él disfruta más el estar con mi familia que yo.
Wes se incorporó más no dejó de mantener sus brazos sobre su pecho como si fuese su hermano mayor quien está a punto de reñirle.
—¿Alguna vez le has dicho que lo amas?
Claire negó sin pensarlo.
—No puedo decirlo, no aún.
—Al igual que tampoco le has dicho que vives con nosotros —le recordó.
—Oye, no me vengas a decir como sobrellevar mi relación —fingió ofenderse.
Wesley rio.
—Si vas a estar ocultándole cosas creo que no se puede llamarle a lo que tienen una relación.
—¿Acaso tú le cuentas todo a Mia?
—Es diferente, Mia no es mi novia; ni siquiera tenemos un mes saliendo. No puedo creer que nos compares —intentó no reír.
—¿Y cuándo lo van a tomar en serio?
—Cuando tenga que pasar.
La campana de la entrada se escuchó llamando la atención de Wesley causando que quitara su mirada de la de Claire en busca de la persona recién llegada. Él sonrió con bastante ironía. La rubia volteó con curiosidad y por encima de sus hombros vio como una mujer pelirroja, con un poco de prisa y bastante apenada a la vez, caminaba hacia ellos cargando una pequeña lonchera de tela color rojo.
—Mia, no me avisaste —Wesley fue el primero en hablar de los tres.
Mia puso en alto lo que traía con ella.
—Es una especie de sorpresa —dijo al dejarla sobre el cristal—. ¡Hola Claire! Feliz año nuevo —habló con un tono bastante alegre hacia la rubia haciendo un además de querer abrazarla, se detuvo—, y Navidad también —añadió como si lo recordara.
—Feliz año nuevo y... Navidad —fue lo único que logró salir de la boca de la menor, en voz baja y sin saber cómo actuar, respondió el abrazo de la pelirroja. Fue corto pero a la vez muy amistoso.
—¿Qué es? —Wes preguntó al salir de ahí para poder recibir a Mia como cualquier otra persona que ve a su pareja. La atrajo hacia él dejando un pequeño beso en su sien y pasó su brazo por sus hombros, ella solo rodeó al chico con los suyos y señaló la lonchera como si quisiera recordar todo lo que metió ahí.
—Como dijiste que solo comes emparedados decidí cambiar un poco y te traje fiddleheads, un bagel con queso crema y mermelada y una lata de Coca-cola —respondió enumerando con sus dedos.
—Wow —murmuró Claire para sí misma.
—Decidí que sería buena idea visitarte ya que trabajas todos los días excepto en los horarias en los cuales yo tengo trabajo —suspiró—, pero bueno...
—¡Hey! —la rubia los hizo saltar un poco gracias a su repentino grito haciendo que la miraran, se le había escapado ya que se le había ocurrido algo—. Eh... —dudó, con un poco de vergüenza y aclaró su garganta—. ¿Y si salimos los cuatro? Charles y yo no salimos con otras parejas, no mucho... De hecho nunca lo hemos hecho — frunció sus cejas analizándolo.
—¿Te refieres a una cita doble? —cuestionó la pelirroja.
—Sí, si ustedes quieren. Charles llega el sábado, podríamos salir el domingo, alguna cena en un restaurante para relajarnos antes de regresar con todos nuestros deberes por completo. Sería genial —terminó dudando por la vaga expresión de Wesley que le hizo pensar que para él aquello no era una muy buena idea.
—No lo sé—Mia fue la única que habló, miró a Wesley buscando alguna respuesta de su parte pero él solo asintió sin decir más—. Supongo que si —intentó adivinar lo que él quería.
—Creo que sería divertido —terminó aceptando él.
Los tres se quedaron en silencio. Claire sintió el horrible mal tercio que estaba haciendo y como Wesley solo esperaba a que una de las dos actuara, él no podía irse de ahí aunque quisiera. Mia comenzó a hablarle y Wes solo se dedicó a escucharla con atención. Claire miraba la escena un poco alejada de la realidad, pues nada de lo que la pelirroja decía se quedaba en su cabeza.
Jugó con la bolsa donde lo que acababa de comprar estaba y después lo hizo con el anillo que se encontraba en su dedo. Se burló de sí misma y regresó a estar presente en la escena.
—Chicos —habló un poco más alto interrumpiendo un poco su momento—, tengo que irme —avisó—. Un gusto verte, Mia —sonrió con un poco de pena por hacer que detuviese su narración de la aventura que pasó para llegar ahí—. Después le aviso lo de la cena.
—Te veo en un rato —fue lo único que Wesley dijo cuando ella se dispuso a marcharse, sintió como el chico revolvió su cabello como si fuese una niña, alborotándolo aún más. Claire bufó y lo escuchó reír.
—Sí, ya, como sea —exageró su molestia y soltó una risa bastante fingida que continuó hasta que llegó a la puerta, salió del establecimiento y dio un último vistazo desde el cristal antes de irse. Wesley ahora era quien hablaba mientras veía todo lo que su novia había llevado para él, bastante alegre y sorprendido. Claire solo resopló—: One of these days these boots are gonna walk all over me —masculló como broma a la canción y se marchó de ahí.
These boots are made for walking - Nancy Sinatra
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