36. 3 comitivas
La conclusión era que Telamil tenía problemas serios, más allá de Gökon y opositores a su filosofía. Whetu estaba segura por el extraño comportamiento que Ranän había tenido últimamente de que la imumni era la responsable del derrumbamiento de Emiremel. ¿Cómo lo había hecho? No tenía respuestas a esa pregunta ni tampoco pruebas para demostrar su teoría, pero la maorí estaba convencida. Ranän había abandonado aquella guarida siendo consciente de que no regresaría jamás. A Ethan y Phoebe se les unía ahora Noli como una responsabilidad personal para Whetu. Había prometido que cuidaría de ella y pensaba hacerlo. Los kuduni y los mõthmani habían conseguido copiar completamente la fórmula que daría origen a la cura del impïlluthim en el dispositivo que les había dado Ranän. El tiempo en aquella caverna se les había agotado y aprovechando el caos que habría originado el desplome de un edificio como Emiremel, Whetu quería avanzar en sus planes. Para ello tenía que dividir aún más al grupo. Formaría unas comitivas con unas directrices muy claras, pero decidió reunir a la Congregación como habría hecho en una situación normal. Todos acudieron a la llamada identificándola como la líder, incluso Ava. Whetu había demostrado tener la autoridad en sus manos.
Lo más importante a aquellas alturas era crear la cura al impïlluthim, con lo que el dispositivo que contenía la fórmula tenía que ser protegido a toda costa. Whetu se lo dio a Jane. Si alguien allí estaba preparada para algo así, era ella. Jane lideraría una nueva comitiva que partiría, como decidieron en su momento, hacia Oren Bovnis. Muchos de los kuduni que se habían aliado con Gökon habían vivido anteriormente allí, habían sido ciudadanos de aquella tierra, enemiga declarada de la existencia de los kuduni y Iakimiathul. De la misma manera que Ranän, Whetu tenía muy presente que no había lugar al que ir salvo Oren Bovnis, pues no hay nada que una más a un grupo que un enemigo común. Aquel grupo tenía que salir cuanto antes y en él iban a ir también Ethan y Noli. El hombre se había resistido a dejar a Whetu de nuevo, mucho más en aquellas circunstancias y a sabiendas del embarazo, pero la mujer tenía sobre sus espaldas una responsabilidad desmesurada. No sólo sería necesaria su ayuda en la creación de la cura del impïlluthim, sino que la presencia de Ethan podía llegar a entorpecer la misión de Whetu.
La segunda comitiva la lideraría Ava, a la que Whetu seguía tratando como la líder de la Congregación. La mayoría de los mõthmani, así como los kuduni que quisieran hacerlo, se dirigirían hacia el norte, pero no en la misma dirección que Jane. No necesitaban más problemas y desconocían hasta qué punto serían bien recibidos en Oren Bovnis. Ava tenía que liderar a la Humanidad a un lugar apartado en el que poder asentarse y empezar de cero, alejar a los civiles de una vez por todas del conflicto que cada vez más parecía imposible de resolverse. Seguramente en los vastos llanos del noreste podrían encontrar dicho lugar y esperar a recibir noticias o a que todo sucumbiese de una vez por todas. No era un plan muy optimista, de hecho había causado desasosiego en la mayoría de miembros de la Congregación, pero Whetu tenía que ser responsable, no optimista. En un momento tan crítico, alejar a su pueblo de la desesperación era lo más indicado y lo único que podía ofrecerles.
La tercera comitiva sería la más pequeña. De hecho, sólo estaría formada por Whetu, Destiny, Ralph y aquellos que quisieran acompañarles. Su objetivo no estaba mucho más claro que su supervivencia. Whetu sabía de la existencia de un mundo completamente distinto al que la Humanidad había conocido desde su llegada al planeta. Ïmum, un planeta cuya ecología había colapsado y que carecía de movimiento de rotación, se componía de dos hemisferios básicos según los imumni. El lado que estaba permanentemente expuesto a la luz solar, en el que la Humanidad había conseguido prosperar y sobrevivir a la extinción, era llamado Tul. Al otro lado del mundo, en un hemisferio dominado por una noche sin fin y por temperaturas glaciares, se encontraba Ithïmam. Whetu no había reflexionado nunca sobre aquel peculiar rasgo de Ïmum, no se había parado a pensar en cómo sería la vida en la otra punta del mundo o si había vida allí, pero Oren Bovnis era nuevamente la solución. Aquella era la única nación que seguía conociendo los caminos para llegar a los supervivientes que seguían viviendo en Ithïmam y que se resistían a perecer, ya que aquella era una tierra mucho más hostil que Tul. Whetu quería ir no sólo porque la mayoría de territorios de Iakimiathul se encontrasen allí, sino porque si conseguía más aliados, podría lograr su objetivo con más facilidad y eficacia. Los kuduni habían acabado dominando la región oscura del mundo, pues a diferencia de cualquier otra forma de vida, ni el frío ni la falta de nutrientes podían acabar con ellos. Habían advertido a Whetu sobre el peligro de su viaje. Había estados mucho más hostiles y macabros que Telamil, pero la maorí prefería verlo desde otra perspectiva. Si había lugares peores, también tenía que haber algunos mejores. Los kuduni no eran malvados por naturaleza, todos los kuduni que siguieron a Gökon en su momento seguían ahora a Whetu, pues compartían los mismos objetivos e ideales. Habría enemigos fieros, pero probablemente también aliados.
Las tres comitivas tenían sus objetivos claros. Los kuduni habían decidido dividirse de manera individual. Muchos habían decidido marchar con Ava en busca de una nueva vida. Ayudar a prosperar a aquellas comunidades era una manera de seguir sus ideales, los cuales pasaban por impedir la expansión del impïlluthim, pero también por honrar el Equilibrio. Pocos optaron en seguir a Whetu a Ithïmam, fueron un pequeño grupo liderado por un kuduni llamado Lothure. A diferencia de la mayoría, decidieron guiar a los mõthmani en su búsqueda de aliados para derrotar al enemigo del Equilibrio y a aquellos que enaltecían su deshonra, actuando en su contra. Una a una, las tres comitivas abandonaron su guarida y se embarcaron cada una en sus respectivas misiones con el tiempo jugando en su contra, aunque el tiempo jamás juega a favor de nadie.
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