23. Pandemia
El edificio de piedra gris resultaba algo extraño para Ranän. Nunca había estado allí y sin embargo se sentía como algo familiar, pero la imumni sabía que sólo era una ilusión. Era normal sentirse así porque aquel edificio, al igual que el resto de edificios de Kümal, habían sido construidos antes del fin de su civilización, y en Selimum se seguía construyendo de una manera muy similar. El edificio tenía una enorme escalera elipsoidal, construida en la pared de aquella torre con forma de elipse con una técnica tan avanzada que incluso aún se mantenía en perfecto estado. Aquella torre era la única estructura que sobresalía de aquel rectángulo uniforme que se resistía a desmoronarse a pesar del paso del tiempo y en su cúpula, en lo más alto del edificio, se encontraba la Sede, la vivienda de Ava. Era probablemente el lugar más lujoso que la Humanidad hubiese visto en Ragna-III y había sido la residencia del líder de la Congregación desde que se crease este órgano. Cuando Ranän y Whetu llegaron a lo alto, la Congregación ya estaba reunida. Estaban sentados alrededor de una mesa ancha de madera y de forma ovalada. Normalmente no se reunían allí, sino que ya había una sala habilitada para las reuniones de la Congregación, pero las últimas reuniones de los líderes humanos habían sido distintas y Ava consideraba que era más discreto reunirse en su propia casa. Whetu se sentó en una silla entre la líder humana y Destiny, pero Ranän prefirió quedarse aparte, observando las hermosas vistas que se veían desde allí. Incluso podía verse Nurs muy a lo lejos. Mientras Ranän fingía desinterés, la Congregación inició su debate. Jane expuso el motivo por el que los había reunido y, tal y como se esperaban, las voces discordantes no tardaron en pronunciarse.
— En Reva ya no hay ninguna esperanza —comentó Destiny, afligida—. Han muerto más de una docena de personas y hay otros tantos enfermos. La gente está asustada. Sé que normalmente soy bastante más tajante, pero esta vez os estoy siendo completamente sincera. Se me está yendo de las manos.
— Tranquila, Destiny —dijo Whetu tomándole una mano a su compañera—. Te entendemos y te ayudaremos en lo que sea necesario, pero por ahora creo que la clave está en descubrir qué está pasando.
Jane, Whetu y Ranän habían convocado a la Congregación para advertir sobre lo que podría suceder, pero no habían tenido en cuenta que fuese lo que fuese, ya estaba sucediendo. Habían llegado tarde. En el sur había surgido una especie de enfermedad. La peor parte se la estaba llevando Reva, donde ya habían muerto varias personas, pero a juzgar por la cara de Ralph, las cosas en Vori no estaban yendo demasiado bien. La enfermedad era indetectable. Simplemente se presentaba y las personas dejaban de respirar. Era la primera vez en siglos que la Humanidad se enfrentaba a una enfermedad, pues desde su llegada a Ragna-III no se había registrado ninguna epidemia, ni siquiera se daban enfermedades comunes como los resfriados.
— Tenéis que marcharos —intervino Ranän, parada junto a la mesa—. En el norte no se sabía nada sobre lo que estáis contando, así que imagino que las comunidades afectadas son las meridionales. Deben ser abandonadas.
— ¿A ti quién te ha invitado? —espetó Ralph molesto—.
— Yo —la defendió Jane—. Todos me conocéis, sabéis que siempre he dado lo mejor de mí. Os aseguro que en Nurs no sabíamos absolutamente nada de esta situación, pero os puedo decir que sabíamos que pasaría. Por eso hemos convocado a la Congregación, aunque parece que llegamos tarde.
— Díselo a los dos niños que han muerto en Vori —le recriminó Ralph—.
Ranän dio un golpe en la mesa que hizo temblar el mueble. Todos los presentes enmudecieron, mirando a la imumni con los ojos bien abiertos. Metió una mano en el saco que llevaba a su espalda y sacó una esfera metálica extraña que nadie había visto nunca; sólo Jane sospechaba lo que era, porque había leído sobre aquel aparato en su etapa como estudiante, en las clases de historia. Pronunció la palabra kayi y la esfera se iluminó por completo para después levitar en el aire, por encima de todas las cabezas de los humanos, y habló con una voz metálica en la lengua de los imumni. A aquellas alturas, Jane ya no tenía duda alguna de lo que tenía enfrente.
— Esto es un mõploth—confirmó Ranän—. Sólo habla mi lengua, pero lo pongo a vuestro servicio para que encontremos una solución.
— Tú y tu bola brillante podéis iros a la mierda —gritó Ralph—. A vosotros os importa poco si morimos o no.
— No tienes ni idea de lo que está pasando —le respondió Whetu, calmada pero directa—. Si no me equivoco y estoy segura de que no lo hago, esa enfermedad que está afectando a Reva y Vori se va a acabar extendiendo por todo Kümal, porque ya lo hizo anteriormente. Es el impïlluthim.
Jane sabía perfectamente lo que era un mõploth. Si la Humanidad había sido capaz de asentarse en Ragna-III, si aquellos primeros humanos no habían perecido en el espacio, había sido precisamente gracias a un mõploth. Aquellas esferas redondas eran una inteligencia artificial especializada en el almacenamiento de datos. Definitivamente podía ser de enorme ayuda si Ranän lo permitía, pues ningún humano hablaba todavía la lengua de los imumni. No fue difícil que la Congregación entendiese lo peligrosa que era la situación que iban a vivir. El impïlalthom, la sustancia por la que Ïni había secuestrado a Ethan, era la única posibilidad de hallar una cura para el impïlluthim antes de que éste acabase por destruir el planeta entero, después de haber destruido la civilización de los imumni, mucho tiempo atrás. El impïlluthim era una pandemia horrible que había ido mermando la vida en Ragna-III durante milenios y milenios hasta el extremo de afectar al propio planeta.
— Pero si todo eso es cierto, entonces da igual que nos vayamos o no —comentó Destiny, mirando a Ranän desconcertada—. Se acabará extendiendo hasta ocupar cada lugar. Nadie podrá salvarse.
— Sí —le confirmó Ranän—. Pero ganaréis tiempo. Quizás se descubra una cura ahora que todo el impïlalthom ha sido encontrado. Algo cerca de vuestras comunidades está infectado y por eso estáis enfermando.
— Dices que captas las vibraciones, ¿no?
Ranän miró a la mujer con incomprensión. Destiny solía ser mucho más fría y directa, y en lo que respecta a Ranän podría decirse que era incluso hostil. Sin embargo, en aquella ocasión estaba colaborando y estaba manteniendo una conversación completamente cordial con la imumni, probablemente porque entendía lo grave que era la situación.
— Sí eres capaz de captar las malas energías o lo que sea, quizás podrías encontrar qué está provocando esta enfermedad.
— Teóricamente sí, puedo encontrar lo que esté infectado, pero no entiendo qué utilidad podría tener eso.
— Quizás podamos destruirlo. En Reva vive demasiada gente, Nurs y las comunidades más norteñas no están preparadas para acoger a tantas personas. Pero además, todas las comunidades dependen de Reva y Vori, porque de ahí provienen nuestro alimento y el agua. Si las abandonamos, no tendremos recursos para sobrevivir.
El silencio se impuso en la Congregación. Destiny había dicho una verdad absoluta en la que nadie estaba pensando. No obstante, las alternativas eran muy pocas, y la gente tenía miedo. Estaban viviendo la peor crisis que la Humanidad hubiese vivido en Ragna-III. Y la imumni era consciente de ello también, por eso aceptó el plan de Destiny, y se dispuso a viajar hasta Reva con ella para inspeccionar la comunidad. La Congregación aceptó que Destiny abandonase la reunión para partir de inmediato a su comunidad junto a Ranän, pero aquello no iba a ser necesario. Un guardia solicitó permiso para interrumpir la reunión de la Congregación, pidiendo disculpas a todos los miembros. Parecía muy nervioso.
— Traigo un mensaje urgente de Reva... La comunidad está siendo atacada.
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