Prólogo
Los recuerdos pueden perdurar muchos años, la mente es asombrosa cuando uno desea atesorar algo tan único como la primera sonrisa que logra sacar en una persona, así como los malos recuerdos también duran si llegan a ser muy impactantes para uno.
Irazue de Taisho, una mujer envidiada por muchas, lo tenía todo según ellas, un matrimonio con el CEO más codiciado, un primogénito varón, que era muy importante en el país, ya que si era una mujer, era deshonor a la familia, también poseía una belleza inigualable, cabello plateado casi llegando a blanco, una piel blanca cual nieve, ojos dorados acompañados de unas pestañas tupidas, un cuerpo delgado, pero aun así, le faltaba algo, aún deseaba ese sentimiento que vio en sus padres, amor.
Toga podía ser un hombre guapo, respetado, pero era un mujeriego de primera, y eso quedó claro cuando llegó con el pequeño Inuyasha a casa, presentándolo como su hijo, Irazue sintió en aquel momento, como su corazón terminaba de quebrarse, pero lo aceptó, ese pequeño no tenia culpa de nada, y lo crío, junto a Sesshomaru de siete años.
–Ustedes pequeños, serán distintos, amarán y respetaran a las mujeres, cuidarán de ellas, jamás las engañarán y siempre procurarán arreglar todos los problemas sin llegar a los golpes.
Inuyasha y Sesshomaru crecieron escuchando esa frase, pero también crecieron viendo los engaños de su padre, el como por las noches su madre lloraba por ser golpeada o ignorada.
–En las noticias de hoy, un nuevo femicidio, mujer muere a manos de su pareja al creer que la engañaba.
–Mujer es asaltada y asesinada.
–Joven es violada y brutalmente asesinada tras negarse a tener una relación con alguien a quien no amaba.
Día tras día, pasando los meses e incluso años, noticias donde las mujeres eran asesinadas, maltratadas o simplemente olvidadas por sus padres, aparecían en la televisión, en los diarios o redes sociales, pero nadie hacia algo por detener todo aquello.
Y el peor miedo de todas, llegó una tarde de verano, cuando incluso la sirvienta que ayudaba a Irazue dejó caer la bandeja con los platos de la reciente comida.
–Se ha proclamado, que toda mujer, ya sea soltera o emparejada, será usada para traer bebés al mundo, la reciente noticia se debe, a que muy pocos bebés nacen al año y muchas mujeres jóvenes no desean ser madre.
Y tal como dijeron, se vieron a mujeres ser encerradas, usadas como si no fueran más que un trapo que todos pueden tomar sin reclamar, temiendo llegarán a ella y la chica que ayudaba a cuidar a sus pequeños, decidieron entre un grupo de al menos treinta a cuarenta mujeres, irse, esconderse de la retorcida mente del hombre.
Irazue miró a Sesshomaru, su niño tenía tan solo diez años, no habría un adiós, creía que aún no entendería el que estaba pasando, así que no le daría algún indicio de donde estaba, para que así, Toga no pudiera encontrarla, y en la otra cama, Inuyasha de unos siete años, sonreía en sueños, también lloro por él, pero en este momento, debía velar por la seguridad de las pequeñas niñas que crecían, no merecían un mundo así.
Por la mañana, Toga buscaba desesperado a su mujer, Sesshomaru tenía la mano en la cabeza de Inuyasha, quien lloraba alegando lo habían dejado solo, otra vez, y desde ese día, el mundo que conocían, cambió, para mal.
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