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Hace exactamente dos semanas había dejado a la niña en la cueva, hasta el momento, ninguno había vuelto diciendo encontrar a una niña, mucho menos caminar por esos lares, pues jamás lo marcó en el mapa ya que era como su lugar secreto.

Se daba un pequeño baño en el río, se recostó contra una piedra y cerró los ojos, pudo oír como algunos veían videos para darse placer, chasqueo la lengua, debería estar acostumbrado, pero la verdad es que odiaba esos malditos videos, sin notarlo, su mente lo hizo imaginar a Kagome, nuevamente desnuda en el lugar donde se conocieron, él entraba con ella y recorría su cuerpo. Su mano tocó su miembro, que poco a poco crecía ante la excitacion, su mano comenzó a subir y bajar a un ritmo placentero mientras imaginaba que era ella quien lo tocaba, que ella lo besaba, que Kagome le susurraba en su oído y antes de darse cuenta, se corrió en su mano.

Abrió los ojos agitado, limpió su mano y salió del agua, pediría a su padre salir nuevamente de casería para ir a ver a Rin.

Toga le había dado permiso, lo vio ir rápidamente por sus cosas y salir sin siquiera despedirse, y eso le pareció extraño, conocía a su hijo, él ocultaba algo, y si no le decía, era su deber enterarse.

Pidió un arco y fue tras él, desde lejos lo veía caminar a lo que parecía ya un camino memorizado, por los mapas, supo que a esos lugares nadie más había ido, solo él, Toga esperó lejos cuando lo vio entrar en una cueva, esperaría a que él saliera antes del anochecer o entraría.

***

Sesshomaru ajeno a saber que estaba siendo seguido, entró con la idea de darle más comida a la pequeña y luego ir a sus cazas habituales, pero allí no sólo estaba Rin, si no que la protagonista de su pensamiento más húmedo, Kagome reía con la pequeña y cuando ambas lo vieron sonrieron y le dieron la bienvenida.

–¿Que haces aquí?– habló preocupado y enojado– este lugar está repleto de hombres, ¡¿pretendes ser encontrada?!

–Se escabullirme muy bien, no me verán– dijo con confianza y acercándose a él– pero, me alegra que seas tu quien cuida de ella.

Los tres se sentaron un momento, Rin reviso las cosas que Sesshomaru le llevaba y sus ojitos brillaron cuando vio naranjas, hace más de un año que no comía, así que le pidió a Kagome que la rodajara para ella.

La charla de los adultos se alargó más de lo que él deseaba, vio hacia la entrada y notó como el cielo se oscurecía poco a poco, así que era mejor irse, se despidió de ambas, pero escuchó pasos, le dijo a Kagome que cubriera a Rin, ella la llevó hasta atrás donde la oscuridad logró cubrirlas y Sesshomaru volteó teniendo de frente a su padre.

–¿Que haces aquí? Jamás he necesitado una niñera– habló de lo más normal, ambos bajaron sus arcos, pero Sesshomaru aún afirmaba fuerte la flecha.

–Quiero saber que es lo que mi hijo esconde con tanto esmero– respondió mirando todo el lugar, notó comida y unas cuantas frutas– ¿Es alguna especie de refugio tuyo?

–Si, largo– Toga no hizo caso, solo sonrió y comenzó a caminar por el lugar, Kagome abrazaba a Rin y se movía despacio para no quedar a la vista, un mal movimiento la hizo caer, quedando frente a ambos– ¿esto escondias? Sabes las reglas, ¿no?

Sesshomaru vio como su padre avanzaba hasta Kagome, se movió más rápido y tomó la mano de su progenitor antes que la tocara, le dijo que saliera de allí, que se fuera sin mirar atrás, pero al desconsentrarse, Toga lo golpeó en el estómago y ambas mujeres gritaron cuando él salió tras ellas.

Se recompuso lo mejor que pudo, aún medio adolorido se levantó y se obligó a detener a su padre, cuando salió, lo vio jalando a Kagome del brazo, Rin asustada tras un árbol y los ojos que tanto odiaba de él, llenos de lujuria, aquellos mismos ojos que vio cuando lo encontró teniendo sexo con la sirvienta de la casa.

Con enojo le golpeó las costillas, Kagome corrió y consoló a Rin, vio como ambos hombres peleaban a puños, allí entendió, que a ellos no les importaba si era incluso su propio hijo, matarían por poder poseer a una mujer nuevamente.

Toga le había quitado la espada a Sesshomaru, quien lo miraba agitado y con los puños llenos de sangre, la suya y de su padre, esquivó lo mejor que pudo y cuando creyó le podría dar el golpe de gracia, sintió la fría hoja del metal atravesar su estomago.

–¡No!– Rin y Kagome cubrieron su boca, la mayor tomó a la niña y la sacó de allí, ambas estaban en peligro.

–Ellas...siempre han estado mejor sin...nosotros– dijo Sesshomaru sacando la espada y mirando a su padre– el problema fuimos nosotros, ¡tu y tu maldito ego al creerte mejor que ellas!

Toga se acercó cuando lo vio caer de rodillas, Sesshomaru aprovecho de cortar una pierna y cuando este cayó gritando de dolor, con dificultad se levantó y enterró la espada en la pierna lastimada.

–Aquí te encontrarán, por que se, que diste aviso de venir por ti– no dijo nada más, Sesshomaru volteó y buscó a ambas mujeres, necesitaba ver que estaban bien– ¡Kagome, Rin!

Cuando estuvo lo suficientemente lejos comenzó a gritar, su cuerpo estaba cediendo ante las ganas de caer, tras de él logró ver algunas luces, lo alcanzarían y seguro lo matarían, sintió unas pequeñas manos pasar por debajo de su brazo, Kagome lo guiaba hasta un sendero a oscuras, Rin estaba más adelante, deseaba seguir despierto, pero la perdida de sangre había sido demasiada y sus ojos se cerraron.

Kagome lloraba, Rin también, así que le pidió buscar las pequeñas flores, con algo de dificultad llegaron, las puertas fueron abiertas, todas se sorprendieron al verla con un hombre, y más aún con una pequeña niña.

–Quiero una explicación de todo esto– exigió Naomi ayudando a llevarlo a uno de los cuartos vacíos.

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