Extra
La decisión del ministerio después del juicio fue a su favor. Si bien muchos de sus crímenes fueron atroces, decidieron que siendo menor de edad y proveniendo del ambiente donde había crecido, su mente no era totalmente estable en esos momentos. Tambien influyo la historia del embarazo perdido en los jueces a la hora de decidir, apelando a su lado sentimental.
La mantendrían vigilada durante un tiempo, ya que era una persona algo inestable, y tuvo que donar una gran parte de su herencia a caridad, para enmendar los daños que había hecho.
Nunca volvió a hablar con Draco sobre lo que pasó en el juicio y esperaba no volver a hacerlo, intento evitar su presencia en lo posible. Volvió a su vida normal y a su oscura mansión llena de recuerdos.
Aún no habían comenzado las clases, pero ya era momento de las compras anuales para el colegio.
Narcissa pidió que la acompañará, ella ya era una persona mayor por lo que Hannah siempre mantenía un ojo sobre ella aunque no lo necesitará demasiado.
Los tres se dirigieron al callejón Diagon dónde Scorpius compraría todo lo necesario. Era el tercer año que iría así que debían encargar libros, algunas tunicas, calderos e ingredientes que llegaban en la lista de cosas del colegio.
Narcissa parecía muy entretenida en la tienda de tunicas con una de las comerciantes, buscando alguna prenda para si misma mientras el pequeño Malfoy se perdía en la tienda.
Hannah decidió recorrer en su búsqueda, no quería imaginar que haría Draco si perdía a su pequeño cachorro.
Fue cuando lo encontró entre las tunicas de niños, estaba mirando una de las que se utilizaban en Hogwarts, intentando ignorar a unos niños que se burlaban de él.
- quien diría que el hijo de quien tu sabes sería un debilucho- dijo un niño en voz alta. Eran tres, y parecían disfrutar que Scorpius se sintiera incomodo
-¿Tu papi también te hizo la marca?- pregunto uno de cabello castaño y estatura más baja.
Hannah se acercó lentamente por detras, colocando una mano el hombro del niño que había dicho lo último. Su manga se levanto un poco mostrando así su marca tenebrosa a la vista de todos.
-¿Te refieres a esta marca?- pregunto con una sonrisa burlona mientras los tres niños se giraban a verla completamente pálidos. Todos sabían rumores sobre aquella joven. Pero nadie sabía cuáles eran ciertos y cuáles no -¿Sabes lo que le hacía a los niños molestos en ese momento?- pregunto ella nuevamente, está vez sonriendo un poco más de lado, con aspecto maligno. Bajo la mano de su hombro y la llevo a su túnica mientras los niños negaban incapaces de hablar-¿quieren averiguarlo?- fue lo último que dijo mientras sacaba su varita.
Fue ahí cuando los tres niños gritaron corriendo despavoridos en búsqueda de la salida.
Hannah torció el gesto aburrida mientras guardaba su varita.
-gracias- dijo Scorpius observando por dónde los niños se habían ido- por ahuyentarlos, ellos me molestan seguido-
-tal vez no debas preocuparte de ellos en un tiempo- respondió la rubia encogiéndose de hombros. Scorpius la observo con detenimiento. Ella le ponía incómodo, pero le tenía mucho respeto. Ambos no sabían cómo actuar el uno con el otro, pero sabía que no debía temerle si su padre confiaba en ella. Menos ahora que lo había salvado de las críticas de esos niños.
-vamos, o Narcissa terminará comprando el local- ordenó la rubia algo incomoda por el silencio. Scorpius asintió y la siguió hasta donde su abuela se encontraba rodeada de vendedoras con varios vestidos a su alrededor. Sería un día largo.
Se despidió de Narcissa en la mansión, dispuesta a salir rápidamente para evitar a cierto rubio.
No contaba con que el hijo de el la detendría en los patios delanteros.
Scorpius se encontraba sentado en los escalones de la entrada, esperando a su padre quien volvería de trabajar en unos minutos.
-¿A él también lo molestaban?- pregunto el chico juntando confianza para poder hablarle- a mí padre-
-tu padre era el chico más narcisista y molesto del castillo- respondió ella recordando al viejo Draco -un niño mimado y malcriado-
Scorpius torció el gesto, no le gustaba que hablen así de su padre.
-la gente dice que eres mala- dijo después de unos momentos de silencio. Hannah sonrió con travesura
-y dicen que tu eres el hijo de Voldemort- ella se encogio de hombros-algunos rumores son ciertos, otros no lo son, tu eliges cuales creer-
-¿que hago para que dejen de molestarme?- pregunto el rubio, frustrado
- a la gente le molesta lo diferente- miro hacia la entrada esperando que no llegara su padre a quien quería evitar- eres un Malfoy, simplemente levanta la cabeza y no te dejes humillar-
-eso es lo que mí padre siempre dice- respondió el niño con fastidio, apoyando su mentón en las rodillas, las cuales abrazaba mirando la entrada de la mansión también
-siempre puedo hechizar a quien gustes- ofreció la rubia con una sonrisa burlona
-eso esta prohibido- el niño la miro serio, sin saber si estaba hablando con la verdad o solo intentaba intimidarlo
- me gusta lo prohibido- le confesó con un encogimiento de hombros- ahora sí me disculpas, debo irme- con un asentimiento de cabeza se despidió rápidamente, para luego alejarse por el camino de piedra hacía la entrada, siendo seguida por la mirada del niño.
Scorpius analizo detenidamente a la mujer mientras se retiraba.
Comenzaba a caerle bien Hannah Hamilton, no lo trataba como un niño, sino como su igual.
Era una persona diferente. Y a diferencia de las personas comunes, a él le agradaba lo diferente.
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