Era una tarde helada de febrero. La chimenea calentaba el ambiente en incandescente fuego que se mantenía avivado por la leña.

El sonido ensordecedor de la cafetera hacia eco en la gran cocina, la relucientes tazas comenzaban a ser llenadas en humeante chocolate caliente , las galletas recién horneadas por el rubio desprendían un delicioso aroma que no hacia mas que querer salivar al peligris.

—Todo listo...—hablo el menor mientras colocaba dos tazas de chocolate caliente en el suelo— ¡rápido yoongi hyung! —grito para que el rubio lo escuchara desde la cocina—.

—Ya voy enano, que impaciente eres—contesto el mayor acercándose con un plato lleno de galletas con chispas de chocolate—.

—Es que ya quiero comer tus galletas—se defendió con un puchero en sus labios, viéndose sumamente tierno para los ojos del mayor—.

—Oh ¿osea que solo me invitaste para que te cocinara un poco de mis galletas especiales?—hablo mientras se sentaba en el suelo y usaba un tono de voz exageradamente ofendido—.

Había pasado unas semanas y las cosas estaba avanzado entre ambos.
No sabían exactamente si eran amigos o compañeros de tragos, aunque tampoco le fue necesario a ninguno de los dos ponerle una etiqueta a sus encuentros amigables.

Lo único que sabían y que estaban de acuerdo mutuamente era el hecho de que ambos se sentían cómodos uno con el otro.

—Anoche leí un libro—comentó el menor de la nada, interrumpiendo el cómodo silencio que se había creado entre ambos—.

—Ah, ¿sí? —contestó mientras miraba de soslayo como el bonito peligris se metía una galleta entera en la boca, haciendo que sus mejillas se inflaran por la comida y se viera como una tierna ardillita bebé—.

El mayor sonrió sintiéndose sagtifecho ante la acción del menor. Si analizaba bien la situación del peligris se podría notar el gran cambio que tuvo en unos solos meses.

Antes el peligris comía las cosas a fuerza o siempre cuando terminaba de comer su rostro reflejaba arrepentimiento total.

Ahora el menor comía cualquier cosa que el mayor le invitara, especialmente si se trataba de sus galletas especiales.
Ahora se podia apreciar en el los kilos subidos, y que si era sincero se veía muy bien en el cuerpo del menor, especialmente su hermoso rostro, que ahora poseía mejillas mas voluptuosas.

El rostro del menor era algo digno de apreciar, mas cuando este sonreía y sus ahora voluptuosas mejillas apretaba sus ojos, convirtiéndolas en perfectas y hermosas medialunas.

—¿Que libro leíste? —pregunto mientras veía con una sonrisa como el menor se lamia el rastro de chocolate de sus labios—.

—Mmm...no lo entendí muy bien, pero hablaba sobre el poder de las almas—pauso un momento mientras se metía otra galleta en la boca sin culpa alguna—Se llama "la ventana al alma"

—¿Almas? —pregunto un poco confundido por la trama del libro que el menor había leído—No sabia que te gustaba ese tipo de libros.

—No lo hacen, pero yerim, la chica de recepción me lo recomendó—aclaro con una expresión neutra—.

—¿Y de que trataba?

—Pues...era la historia de una chico que estaba enamorado de una chica muy popular de la preparatoria. Claramente ella no volteaba ni siquiera a verlo y el chico solo se había convertido en su admirador secreto por mucho tiempo.
Un día el chico se cansa de solo verla en las sobras y se le declara mediante cartas que con el tiempo terminan enamorando a la chica.
Entonces un día se encuentran y la chica no se siente decepcionada porque se había enamorando profundamente del chico por su forma de ser y no por su aspecto físico.

El peligris termino de contar y el mayor no pudo sentirse más incómodo por la trama absurdamente parecida a sus inicios con el menor, solamente que no corría con tanta suerte como para que su final terminara de aquella manera igual al libro.

—Era muy cliché...—volvió a romper el silencio el menor—aunque me gusto mucho una de las frases finales del libro.

—¿C-Como era la frase? —carraspeó mientras el menor sonreía mirando a la nada y perdiendo su mirada en las llamas de la chimenea—,

—"los ojos son la verdadera ventana a la belleza y el alma el reflejo de sus ilusiones" —dijo el menor mientras dejaba su taza de lado y agarraba el plato de galletas para seguir comiendo una tras otra—.

El mayor vio al menor como se metía la ultima galleta de chocolate a la boca, dejando pequeñas migas y rastro de chocolate en la comisura de sus labios.

En ese momento yoongi no tenía intención alguna mas que limpiar el rastro de migajas de los labios del menor, pero la situación se torció ligeramente cuando el menor clavo su mirada en la mano del rubio y siguió cada uno de sus movimientos.
El mayor termino de limpiar lo labios ajenos con la mayor delicadeza que tenia, no podía evitar verlos de otra menera y pensar que tan suaves podrían ser y qué tal dulce sabrían con el reciente sabor de las galletas de chocolate.

—Yoongi...—murmuró el menor sintiendo sus mejillas picar al notar la cercanía y la acción casi intima del rubio—,

El mayor trago con fuerza al percatarse que se había acercado por mucho tiempo al menor. Carraspeo incómodo y se alejo mientras se acomodaba sus lentes negros.

Ambos se quedaron en silencio con pensamiento diferentes, uno se sentía extrañamente confundido y cómodo y el otro solo quería salir corriendo y encogerse debajo de sus sábanas.

El rubio maldijo al Cosmo entero en su interior y lloriqueó el nombre de los dioses que sabían que ya no estaba de su lado.

Sin embargo jamás se espero el accionar del manor.

Jimin se había vuelto a acercar, pero está vez mas que cuando el lo había hecho.

El peligris clavó su brillante mirada en los profundos ojos del mayor y se quedó estático unos largos segundos, apreciando los orbes oscuros que el mayor poseía.

El menor acerco sus pequeñas manos al rostro de yoongi y retiro con sumo cuidado y lentitud los lentes de pasta negra.

Ambos se quedaron mirándose mutuamente a una cercanía que el mayor la sentía inreal.

—El libro tiene razón...—hablo por fin el menor viendo con sumo detalle los ojos felinos del rubio—Los ojos si son la verdadera ventana...

—Jimin...—murmuro con voz sumamente áspera, viendo como los ojos del menor brillaban en un hermoso tono anaranjado por las llamas incandescentes de la chimenea—.

De pronto el menor pareció reaccionar con el llamado del rubio y se alejo tan rápido como le fue posible.

Ahora el ambiente estaba completamente tenso y incómodo. Ambos se sentían avergonzados y ni siquiera sabian que fue eso.

—Q-Que buenas estaban, me acabe el plato y no me percate—hablo el menor, tratando de romper el ambiente tenso y incómodo—¿donde las aprendiste hacer?

—O-Oh es una receta que invento mi padre para mi madre cuando ella estaba embarazada de mi— dijo en un tono medio bajo, con una sonrisa  nostálgica en sus labios.

—Ohhh...¿eran cocineros?¿como se llamaban? —pregunto el menor con inocencia, pensado que podrían ser cocineros algo conocidos—,

—¿Mis padres...? —preguntó cohibido en su propia pregunta—. Ya no están aqui...

El menor miro al mayor algo sorprendido y sintiéndose algo tonto por ser tan imprudente con su pregunta. Se podía notar en la felina mirada del rubio que era algo que le dolía recordar.

El mayor levanto la mirada y vio a su menor como le miraba con aquella expresión tan tierna que decía a gritos que sentía resentimiento, pero que a la vez moría de curiosidad.

—¿Quieres saber mi historia antes de llegar a Seoul?

Vio los ojos del menor brillar...¿estaba listo para darle a conocer a alguien mas su historia?

No tenia nada que perder...

Se sentó en le sofá y invito al menor a que hiciera los mismo.
Podía ver en jimin la curiosidad con facilidad.

—Bueno...mi historia comienza en el día que arruine la vida de mis padres—dijo mirando la leña y tratándose de relajar al ver el rojo fuego—.

—Todo es mi culpa, lo fue desde un principio hasta el último instante.

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Escribí esto ahorita porque me llegó el teclado que había comprado ♡♡♡

Ahora podré escribir más rapido y más seguido ♡

Gracias por leer y los hermosos cometarios!!
💜

Me motivan cada día más! 💎💜

Pd:mañana capítulo nuevo UwU ♡
Los amoooooo! 💍❤