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Capítulo 5

Era una locura lo supe en el mismo instante en que dejé que me besara. Estamos en la oficina, un lugar sagrado para él, yo lo sabía, las murmuraciones me lo habían confirmado.

Una de sus manos se posó en mi trasero, mientras su boca parecía querer arrancar mis labios, mis sentidos y mi poca fuerza de voluntad. Ya sabía que esas noches de clases de pronunciación llevarían a ese punto. No me quejaba el tipo sabía besar, y encender ¿En serio el pagaba por sexo?  

Yo le daría noches locas y gratis...  

Solté un jadeo al sentir sus dedos pellizcar mi pezón y este se puso duro ante su contacto. Lo escuché sonreír ante ese acto involuntario de mi cuerpo e intenté recuperar el control de mi cordura.  

—Kurn ... —dije entre jadeos— debemos parar — y otra vez esa sonrisa.  

—Ya no Dilcia, le dije al empezar que esto era un camino sin retorno. —su voz sonó ronca y varonil, tanto que me erice completamente.  

No supe en que momento había ocurrido, pero me encontraba desnuda sentada en su escritorio, que previamente él había limpiado con un solo movimiento de sus manos. Soltó su cinturón con una mano y sin dejar de mirarme, mientras que con la otra acariciaba mi intimidad. Hasta que sentí su miembro dentro de mí y luego una de sus manos frías en mi brazo llamándome ...  

—¡Jesús! — dije saltando de mi silla. 

Las manos en mi brazo si eran las suyas, pero sacudiéndome porque me había quedado dormida en mi escritorio y en esos momentos me miraba con una de sus cejas oscuras levantadas y divertidas.  

—¿Se encuentra bien? —me preguntó vigilante a mi comportamiento — ¿Tiene calor?  

—Si ... Digo No — ¡Estúpida! Me dije al ver su rostro confundirse y luego divertido ante mis contradicciones. 

Hizo aquello que no quería, se acomodó en mi escritorio y apoyó una de sus piernas en la otra. Esas que se flexionaron en el proceso y me mostró sus torneadas y musculosas piernas y joder que tenías unas...  

—No te vez   bien —su voz me hizo alzar la vista y tomó mis manos. —ven, se lo que necesitas.  

Lo dudo, pensé mientras me dejaba conducir hacia su oficina. Me solté de sus manos pues el recuerdo de ese sueño estaba vivo en mí y lo que sentí también. Mi respiración era agitaba y aunque no veía mi rostro, supe que estaba colorada de la cabeza a los pies.  

¿Cuánto tiempo llevaba sin sexo?  

Dos o tres años, quizás porque mi relación con Anrow en los últimos meses fue trágica y sólo hubo golpes mutuos. No supe porque me quiso ayudar para salir del país, cuando siempre dijo quererme muerta. Kurn subió la intensidad del aire y luego me hizo sentar. 

Se supone que era experto en mujeres y que él supiera lo que tenía o lo sospechara me avergonzaba. Pero su comportamiento no era sospechoso, bastante prudente y en silencio me sirvió un trago que luego me entregó.  

— ¿Y bien? —me preguntó.  

Se apoyó en su escritorio haciendo el mismo movimiento. Esta vez, cruzado de brazos, si sus piernas era un tormento, sus pechos y bíceps eran de locura. Me bebí el trago sin respirar mirando en otra dirección que no fuera en la perfección que tenía ante mí. 

—Es fuerte... 

—Pero efectivo, se lo aseguro —respondió y sin verlo, pude notar que se divertía   — No me dirá ¿Quién era el protagonista de ese sueño? 

Alce la vista espantada y me miraba divertido, mientras recordaba que en el sueño había jadeado su nombre. Desconocía si hablaba dormida y daría mi alma al diablo en esos instantes para que él no me hubiera escuchado. 

— Creo que pescaste un resfriado, sigues con las mejillas rojas y agitada ¿Algún mal recuerdo?  

—En realidad no sé qué soñaba solo que era... Peligroso —agradecí a todos los dioses por mi facilidad para mentir.  

El parecía satisfecho con mi confesión y se levantó, sentándose segundos después en su trono. La facilidad con la que pasaba de estar relajado, sonriente a estar serio y metido en el mundo de los negocios era admirable. Llevaba trabajando con él cinco meses y jamás salía de viaje con él, contrario a lo que me dijo él siempre iba solo.  

Me había dicho que cuando mi hijo se adaptara a los empleados, a la niñera y a la escuela podría viajar. Era un buen alumno, pese a decir inicialmente que no, hacía de las clases de pronunciación divertidas, tanto, que me vi a mi misma anhelando las noches.  

—Estaré por fuera unos días —murmuró y giré la mirada hacia él. — tengo que hacerme cargo de las protestas de los pobladores por el derrame de crudo de hace unos días.  

Un atentado del que fue víctima y que dijo que si su mayor enemigo viviera pensaría que fue él. Pero el hombre había muerto meses atrás y quien estaba al frente de ella era un hijo del difundo y según sus fuentes era todo lo contrario a su padre.  

—¿Qué hará exactamente? —apoyó su espalda en la silla y se quitó los lentes.  

Presionaba los dedos en sus ojos, mientras giraba su cabeza de un lado a otro. Estaba estresado a pesar de disimular, así que hice lo que haría con papá. Él era lo más cercano a un hermano para mí y un tío para mi hijo en esos momentos.  

—Disculpe, pero sé que le puede ayudar —dije instalándome detrás de él y lo vi alerta a mis movimientos —Papá solía estresarse y decía que tenía manos mágicas.  

—No lo dudo Dilcia —respondió y se quitó la chaqueta —normalmente son tres o cuatro líderes y sólo quieren dinero, es relativamente fácil. — de nuevo el hombre de negocios salió a la luz.  

Lo agradecí, al posar mis dedos en sus hombros y sentir sus músculos tensos. No dudaba que el cuerpo de Kurn sobrepasaría mis sueños. Giro la cabeza en semi círculos y por un instante ninguno de los dos dijo nada. Podría sentir como todo su cuerpo se relajaba segundos después y sonreí.  

—¿Es diferente esta vez? —le pregunté para tener un tema neutro.  

De esa manera no me concentraría en su rostro relajado, con una media sonrisa que era lo que veía en ese instante o en lo poderoso y hermoso que se veía recién afeitado con varios mechones de su cabello en la frente.  

— Qué es alguien dentro de mí industria que me está causando daño —dijo al fin y guardé silencio. —tengo muchas conjeturas y pocas respuestas, solo sé que alguien dentro está dañando los oídos en los pobladores.  

—Tiene que admitir que el daño ambiental es obvio sin el derrame, —le dije —con el derrame las pérdidas para parte y parte es incalculable.  

No me imaginaba a alguien dueño de sus tierras que se prestara para dañar a las industrias Tomasevic de esa manera. Era más o menos como escupir hacia arriba, sin contar con el daño colateral que causaría.  

—¿Le parece imposible que alguien se haga daño así mismo para dañar a otros? —yo seguía en mi labor y el cambio en su voz me dijo que ese masaje estaba haciendo un efecto que no quería. 

—Creo es suficiente, —dije alejando mis manos de su cuerpo — Sé que existen, lo hacen en el nombre de su líder religioso o de su Dios... Solo que esta vez dañan sus tierras e imagino que único medio de sustento.  

Se levantó y yo di algunos pasos, pues su presencia cerca solía intimidarme y causar en mi un comportamiento que no quería. Había aprendido la lección y tenía que hacer algo con los límites. Una vez acabe de ese masaje lo supe, no debí hacerlo, por muy buena intención que yo tuviera.  

—Su padre le dijo la verdad, sus manos son mágicas — se puso la chaqueta al tiempo que miraba la hora. — las tierras donde han sucedido esos atentados... Sus dueños son corporativos e imposible señalar a una persona en particular como propietario.  

—Piensa que están detrás de ello ¿Es la misma firma? —pregunté.  

En tres países en este último mes había ocurrido atentados a oleoductos y el daño ambiental era enorme. Como también las pérdidas para la industria de mi jefe. Tenía razones para estar en tensión, para enojarse con medio mundo, aun así, solía lucir relajado casi que todo el tiempo. Pero era en su rostro que reflejaba la tensión y el estrés.  

—Pienso muchas cosas Dilcia —respondió —pero sin pruebas tengo las manos atadas. No dejaré a nadie a cargo, me comunicaré contigo para cualquier decisión que amerite.  

Firmó varias hojas en blanco, las metió en un sobre del mismo color, caminó hacia el cuadro de su padre y tras abrirlo, develó una caja fuerte que hasta el momento desconocía su existencia.  

—Si necesitas algún documento firmado, te diré la clave y sacas de allí solo lo que necesites — dijo serio —nadie más que tú y yo sabemos de eso.  

—Si señor —respondí al sentir la sospecha en su voz —espero no tener que usarla. —dije con sinceridad.  

Lo último que quería era saber la clave de ese sitio que a juzgar por lo que había visto de pasada, tenía mucho dinero, joyas y hasta un arma. Di algunos pasos hacia la salida y tomé la puerta para salir, pero esta no cedía, recordé que él tenía que destrabarla desde su escritorio y estaba por girar cuando sentí su cuerpo detrás de mí.  

—Aún no me dice ¿Con quién soñaba? —preguntó cerca de mí.  

Sentí su aliento en mi cuello y me ericé, ese hombre era día tras día un peligro para mí. Sus manos en mi cintura me hicieron soltar un respingo y al dar un paso atrás quedó mi cuerpo apresado en el suyo. El solo pasaría la tarjeta para abrir su oficina y era la única manera que esta quedara asegurada.  

—Tranquila Dilcia, le aseguro que no estará más segura en otros brazos que no sean los míos —el ruido que hizo la puerta al abrirse, me dijo que era una mujer libre.  

Salí apresurada a los pasillos e inspiré y solté el aire, parecía que jugara con mi voluntad o que preparaba mi cuerpo. Sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos en el momento justo en que escuché la voz de mi hijo.  

—Mami, el entrador me dijo que era muy pequeño para jugar béisbol — el rostro de Enrico mostraba enojo y sonreí al verle cruzar los brazos.  

—Saluda cariño — señalé a mi jefe quien se había acercado a mi antes de aparecer mi hijo.  

—Hola señor. —habló dando varios pasos y tomando la mano que Kurn le tendía.

—Lo siento señora, pero insistió en venir y no dejaba de llorar —habló su niñera y asentí.  

—Hola Enrico, ¿Cómo es eso que no te dejan jugar? — se arrodilló ante él y mi bebé lo miró.  

—El entrenador dice que soy muy pequeño, que puedo dañarme por los lentes — empezó su queja y supe que el metería las manos para ayudar a Enrico.  

Solía ocurrir siempre, mi jefe tenía un lazo extraño con mi hijo. Parecía que le había tomado cariño y procuraba siempre complacerle en todo. Una conducta que le había dicho era insana, pero que él insistía en hacer siempre.  

—No me dio uniforme y solo recojo las tontas bolas...  

—Debes demostrar que eres bueno, y eso solo se logra con hechos y paciencia —dije —hablaré con el entrenador, quizás me diga algo que podamos hacer para que te tenga en cuenta.  

—Me dijo que no era bueno, que lo mío eran los libros —siguió y Kurn negó riendo mientras lo tomaba en brazos.  

Lo miraba, mientras limpiaba su rostro sudoroso y sus lágrimas, mi hijo seguía enojado, no me gustaba que fueran tan cercanos. Sufriría al tener que alejarnos y cada día, confirmaba que tenía que hacerlo.  

—Cuando regrese entrenamos juntos y luego pediremos que te vea jugar...  

—No es necesario señor, él puede aprender con el entrenador solo es hablar con él...  

—No quiere enseñarle porque según él, su hijo no es bueno —me interrumpió —así que hablara con él, pero primero miramos que tan bueno es, cuáles son sus fallas y trabajar en ellas.  

—¿No me diga que usted sabe de béisbol? —pregunté sin poder creerlo y asintió dejando a mi hijo en el suelo.  

—Sé lo suficiente para saber que, jamás se le dice a un niño que no es bueno en algo ¿Qué dices Enrico? ¿Le demostramos a ese entrenador que está equivocado? —le tendió el puño hacia mí hijo, que lo golpeó rápidamente y feliz —nos vemos en dos meses  y por favor —dijo en su oído y fingiendo que era un secreto —cuida los sueños de tu mamá, ella habla dormida...  

Y sin más se fue, dejándome a mí con el rostro avergonzado y sin saber que hacer o decir. Muerta, yo quería estar muerta en esos momentos.  



Nota 

Bien, sin más preámbulos esta historia inicia de lleno en estos momentos. Les comento que cambió de nombre, porque pienso hacer otros libros, no sé preocupen esta historia tendrá fin aquí. Solo que habrá saga Millonario, es un proyecto a futuro que tengo en mente. 

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