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Capítulo 19

—¿Estás listo? —le pregunta el oficial y Enrico asiente. —pueden entrar los dos si quieren. —me dice a mi esposa y a mí..

Ya le he contado quien es la psicóloga, pero no me hizo drama. Quizás por el hecho de estar casada y a pesar que nuestro divorcio fue complicado. Ambos nos tolerábamos, le aclaré que Belma, era lo bastante astuta y profesional para separar la vida privada de la laboral.

Entramos en silencio, Enrico había hablado con Belma unas cinco veces. No las suficientes para que la policía nos creyera del todo, pero si para que él niño se soltara y dijera todo lo que recordara. Belma se levanta al vernos entrar, ya le he presentado a Dilcia. El trato era cordial, pues mi esposa aun la miraba con recelo.

—Usted estará más cómoda aquí señora Tomasevic —le dice a Dilcia y le señala la silla del escritorio.

Sé que la mención de mi apellido es para calmarla y le agradezco, con una leve inclinación de cabeza. Me quiero y la quiero a ella lo suficiente para instalarme de su lado, de otra manera dormiría por fuera de la habitación. El pequeño sabe dónde debe sentarse, y que hacer, Belma lo ha instruido en ese sentido. Le ha dicho quién es, conoce a sus hijos, a su esposo y hasta a sus mascotas (tres gatos). Entiendo entonces que el acto con el perro le ha causado cierto temor y que por eso prefiere a los gatos.

—Si no les importa las preguntas las haré yo —nos dice el oficial y por un momento mi cuerpo se tensa.

—Prefería que fuera la psicóloga —habla mi esposa y el agente niega.

—Soy un profesional, y no estoy interesado en nada más que en el secuestro —nos dice y sé que el que el niño tenga psicólogo a él le ha dejado dudas. —lo que sea que le haya sucedido antes, espero que pagaran los culpables, por el momento hay muchas cosas que aclarar. — miró a Belma y esta mira a Enrico.

—¿Te molesta si el oficial te hace unas preguntas? —le dice y mi hijo niega —estaré aquí y tus papás también, si te sientes incomodo paramos ¿Ok?

—Ok —responde serio.

—¿Cómo te llamas pequeño? —le pregunta el oficial sentándose frente a él y Enrico inclina su cuerpo hacia atrás.

—Enrico Tomasevic Spencer — le responde, pero con algo de recelo en su voz y en sus movimientos.

—¿Qué edad tienes Enrico?

A medida que pregunta el hombre sigue inclinándose hacia él y no sé si es de manera inconsciente, pero está causando estrés en el niño.

—Ocho. —nos mira a ambos y asiento para darle valor —mañana cumplo nueve. —sigue diciendo.

—Bien— el oficial anota algo y lo mira fijamente, Enrico luce incómodo. Sé que es la presencia del hombre cerca de él. —¿Quieres que siga en inglés? Estarás más cómodo.

—Me da igual —responde encogiéndose de hombros, pero guardando la distancia.

La verdad, es tan bueno con los idiomas como su madre, bastante listo, inteligente y con una resistencia para afrontar los problemas innata. El oficial asiente y al ver que Enrico hace distancia mira a Belma.

—Creo que tienen razón y es mejor si usted lo hace...

En ese instante, noto que es mejor si es la misma autoridad, no habrá dudas y en caso de un juicio será el hombre quien declare y no Belma. No quiero meterla en problemas, solo por hacernos un favor, decido intervenir.

—Puede seguir — le dije —solo mantenga la distancia y no haga contacto físico con mi hijo — le advierto al ver su mano y casi todo su cuerpo bastante cerca a sus rodillas.

—Disculpe — me responde al ver que mi vista está fija en su mano y recoge la mano e inclina su cuerpo.

Ese gesto hace que mi hijo se relaje y su madre suelta el aire, veo que ella también estaba estresada, pues también suelta las manos de la silla y me mira con miedo. Tomo sus manos y le indico que todo estará bien, si mis datos no me fallan dentro de poco, toda esta locura acabará.

—Dime todo lo que recuerdes de ese día, desde que te levantaste. — le dice el oficial y Enrico asiente acomodándose en la silla.

—Tenía que acompañar a mamá al doctor, ella quería saber si había o no bebé en su panza —empieza a decir y sonrió —era una sorpresa para papá, ella me dijo que pasaría por mi más tarde.

Jugó con Deán y Carlo, los hijos de Olivia y Deán. Luego de eso, tenía las clases de ajedrez, juego que quería aprender y que Olivia le enseñaba. Decía que quería aprender para jugarlo conmigo, pues yo jugaba siempre solo. Cuando su madre llamó, supo que era la hora de ir al doctor. Pero que al entrar al auto su madre estaba llorando, Ali hablaba con ella.

—Mamá lloraba porque papá le había acusado de robar algo — cerré los ojos, presioné los dedos índice y pulgar con fuerza, pues eso había sido de ayuda para que se los llevaran. — Ali le preguntó dónde iría, ella le dijo que quizás estaba embarazada y que quería confirmarlo. Entonces él dijo conocer a alguien, que no podíamos ir a cualquier lugar.

— ¿Qué sucedió después? —le pregunta el oficial —¿Escuchaste o viste algo raro?

—Él dijo que tenía que llamar a alguien, mamá lloraba y miraba por la ventana. El habló con alguien y dijo "Hoy es el día".

—¿Estás seguro? —le pregunta y el niño vuelve a asentir mirándonos a nosotros —mírame a Enrico —ordena y este obedece. —¿Qué más dijo?

—Hablaban en turco, papá me dice que la mejor manera de escuchar cosas interesantes es hacerse el tonto...

—¿Cómo es eso? —me pregunta girando hacia mí y mirándome detenidamente.

—Fingir qué no entiendes el idioma en que te hablan. —le respondo y el oficial mira a Enrico —jugamos a policías y ladrones, le enseñé algunos trucos.

—Astuto —me responde sonriendo y lo imito— en algún momento alguien de su seguridad puede fallar. —dice y asiento.

—O traicionarme — sigo por él y le indica al niño a seguir.

Fingiendo atarse los zapatos, ignoró que lo llamaba en turco. Al preguntarle cómo él lo sabía y su madre muy poco, afirmó que en la escuela lo enseñaban y que yo le ayudaba con la pronunciación.

Era claro que Ali, creyó que el niño no lo hablaba, menos lo entendía, y Dilcia estaba muy afectada para enterarse lo que sucedía a su alrededor. Dice que escuchaba a Ali hablar con su abuela las veces que salía con ella, pero fingía no entender y solo por diversión.

— Dijo no te preocupes ninguno de ellos entienden...

—¿Y luego? — insistió al ver al niño guardar silencio.

—Nos llevó a una clínica, mamá entró con la doctora y me quedé con él. Llamó a alguien y preguntó ¿Dónde estás? Luego dijo... En una media hora. Tengo mucho trabajo.

Aseguró que, en adelante, a su madre le sacaron sangre y esperaron. Que Ali habló con su madre por largo rato y que él hizo que ella no llorara más. Así que pensó no era malo aquello que escuchó. Soy la estupidez en persona, si ella no estuviera tan afectada hubiera notado lo que sucedía. Mi hijo lo notó, pero no supo exactamente qué era.

— ¿Recuerdas algo más? —preguntó al ver lo siguiente que decia decía era lo mismo dicho por mi esposa.

—Uno de ellos era familia de Andrey —soltó y todos lo miramos en silencio —Ali le dijo ¿Por qué ayudas a tu primo?

Luego ambos se enfrascaron en una discusión, según el pequeño, mientras Ali se cortaba la mano. Él les decía a los otros dos, que sólo esperaba que Andrey y Akram pagaran bien, porque Caterina estaba furiosa pues sus hijos iban a perder la beca.

El dinero recibido hasta ahora no era suficiente y la esposa amenazó con decir todo lo que sabía. Era algo que ya lo sabía, mi hijo me lo había contado, así que, hice negocios con Caterina. Pagaría los estudios de sus hijos y solo si ella iba a la policía y decía todo cuando sabía, el resto, solo cuestión que el general hiciera lo suyo.

—¿Quién es Caterina? —me pregunta el hombre.

—La esposa de Ali. —le respondo.

—¿La que lo dejó un día antes de todo? —asiento alzando la ceja y el oficial imita mi gesto —¿Qué tanto ama a su esposa?

—Bastante, es mutuo, a decir verdad. Me extraña que no esté con él en un caso así, ahora entiendo el porqué. — finjo inocencia y el que mi esposa no supiera, hace que todo sea más creíble.

—¿Crees que ella pueda ayudarme? — me pregunta ella entre murmullos y asiento, tomando sus manos.

—Todo se va a resolver, tu confía en mi — le digo y ella sonríe — así está mejor. — le digo y seguimos pendiente al oficial y a la psicóloga.

—Enrico, lo has hecho muy bien, recibe mis felicitaciones. Eres un gran chico, con una astucia única ¿No quieres ser oficial? —el pequeño niega antes de responder.

— Yo iré a la armada —su madre soltó un respingo, mientras yo solo reía al ver su rostro de terror.

—¡Jamás! —le dice y él se encoje de hombros indiferente. —¿Lo escuchaste? —pregunta buscando mi apoyo y yo solo puedo reír, la idea no es tan mala.

—¿Has pensado en dónde? —le pregunta Belma divertida, al ver la conducta de su madre —es muy pequeño señora Tomasevic, es mejor si lo apoya.

Ella niega, es claro que no ve a Enrico más que como bebé. Pero que irá creciendo y con ello, se irá alejando, en búsqueda de sus sueños. Por más que le duela admitirlo, así será, acabaremos los dos solos. Sonrió al darme cuenta que mis pensamientos viajaron muy lejos. Una mirada a mi esposa me dijo, que ella era la indicada. Definitivamente, no quería llegar a viejo con nadie más que ella.

— Fuerza aérea — le escucho decir y lo miró sonriente.

Definitivamente, él era mío, el que la vida me había escogido, por qué el lazo entre padre e hijo, va más alla de la sangre. Había un lazo invisible uno de amor reciproco y ese pequeño, estaba unido a mi desde el primer día que lo vi. Fue el quien me hizo cambiar, el lazo de amor con su madre, me hizo quererlo como un hijo. Descubrirlo dejó todo mi comportamiento en Jaque.

Abracé a su madre al verla mirarme a mí luego a su hijo horrorizada. Enrico tenía el temperamento y la astucia para ello, sin embargo, Belma tenía razón, era muy pequeño para eso. Aunque algo me decía que debía prepararme para ello y de paso a su madre. Nuestro hijo mayor volaría bastante pronto, eso dejaba la multinacional en manos de los tres que estaban por nacer.

—Él no puede hablar en serio   —la escuchó exclamar turbada. — es un bebé ¿Qué es tan gracioso? —me reclama enfadada, al ver que reía sin control.

—Qué tu misma te has respondido, tiene nueve años y querrá ser, bombero, policía, abogado, cualquier cosa que meta a los malos a prisión. — y la escuché suspirar —eso solo debe calmarte, nuestro hijo está del lado de la ley y es lo que importa.

—Kurn tiene razón señora Tomasevic, no hay motivos para estar alterada. —habla Belma y el oficial, tras terminar de anotar se aleja un poco.

Acaba de recibir una llamada, y parecen buenas noticias pues está sonriendo por móvil. Espero que sea lo que estoy esperando, lamento no haberle seguido los consejos a mamá. Pero no me iba a arriesgar a que quedaran en prisión y mandaran desde allá. Cuelga y me mira a mi directamente sin decirme nada unos segundos.

—Caterina se presentó en la estación hace tres horas —empieza a decir, la noticia es buena, pero, no es todo lo que esperaba. Mira al niño y luego a Belma y esta entiende —dio el lugar en donde estaba Andrey Malone.

Belma se aleja con el niño, al ver que lo que seguirá no debe escucharlo. Una vez solos lo dice, Andrey los recibió con balas. La policía no tuvo de otra más que disparar también, así que murió abatido. Suspiro, porque esa noticia era exactamente la que esperaba yo.

—Akram también estaba allí, una dama que dicen es su hermana y varios hombres de su seguridad. Pero estos últimos se rindieron, al ver que su jefe había muerto...No parece afectado —reclama al ver que guardo silencio.

—¿Me creería si lloro o me pongo triste? —le respondo y el niega, pero luce dudoso.

 — ¿Sabe usted algo de esto señor Tomasevic?

—¿Fueron mis hombres? —Preguntó a quemarropa.

—No, pero...

—¿Quiénes eran? —vuelvo a insistir.

—Oficiales —responde entre dientes y asiento, tomando las manos de mi esposa, para salir de la oficina.

—Entonces, no entiendo su pregunta ¿Puedo comprar a la policía acaso? — lo llevo a su terreno.

Uno en donde tendría que admitir algo que no puede demostrar y que con sólo insinuarlo yo podría destruir su carrera. Elevaría una queja y él tendría que demostrar la corrupción. Algo que sería imposible de hacer, dado que la orden del operativo en contra de esos tres viene de muy arriba.

— Cuide lo que dice. —me advierte.

—Usted fue quien lo insinuó, no yo. — le aclaro y lo veo tenso — No esperé que lloré la muerte de esos dos miserables, le sugiero hable con su jefe, Él le dirá quien fue Akram Şahin. Quizás así entenderá por qué no me afecta su muerte.

(...)

Por respeto a Kurn y a su madre, el cumpleaños de Enrico fue una reunión privada. Se le cantó el feliz cumpleaños, la torta, soplar las velas y lo demás fue él con sus compañeros más cercanos de escuela.

Abrir los regalos fue un acto emotivo para él, pese a que ya debería a estar acostumbrado a recibirlos. Sin embargo, y bajo mi recomendación pedí que nada fuera costoso. Fue así como recibió, una saga de libros infantiles, ropa y video juegos. Mi regalo fue una computadora, el usaba la de su padre y aunque, Kurn decía no importaba lo mejor era que el tuviera la suya.

—Para mí regalo, debemos esperar a que se acabe la reunión —dice su padre. — pero te daré uno mientras esperas.

Le entregó una caja pequeña, distinguí que era de una joyería y lo miré con reproche. El pequeño no aguantó la emoción y destrozó el envoltorio, encontrándose con una cadena en oro blanco. De ella pendía una placa de esas que usaban los marines.

—Wow —dijo sonriendo y lanzándose sobre su padre —gracias papá, esta súper.

Se la mostró a su abuela y amigos que veían la extraña placa curiosos. Una vez cerca, pude ver el porqué, tenía grabado su nombre, apellido y tipo de sangre. Junto con otra figura un tanto extraña de un gato, en cuyo vientre parecía tener una piedra.

— Tiene un rastreador—murmuró su padre en mi oído —es la mejor forma de saber dónde está, en algún momento no querrá que nos metamos en su vida.

—¿Te adelantas? —le preguntó y sonríe.

—Soy un hombre prevenido, es la mejor manera de saber dónde está, sin parecer su enemigo. — me dice, y sonreímos al verlo presumir la placa con sus compañeros —en tu laptop instalaran el programa.

—Gracias — respondo al saber que lo hizo para que estuviera en calma.

—De nada preciosa, todo por tu bienestar y por la suya. —me dice y esperamos que el último niño se haya ido para salir nosotros. — vamos mamá, tú también debes ir.

Ese día fuimos a un hogar de paso de animales, algunos eran dados en adopción y otros por su condición eran sacrificados. La idea de su padre, era que buscará un gato, pues sabía que nuestro hijo tenía cierta predilección por esos animales.

Quiso la buena fortuna, que justo en el momento en que entrabamos un empleado del centro cruzaba el lugar, arrastrando a un rottweiler y a quien le faltaba un ojo. El animal bastante delgado, a decir verdad, lanzaba aullidos que llegó a conmover no sólo a mí hijo, sino a su padre y a la abuela.

—¿A dónde lo llevan? —le pregunta Maya, pienso que todos imaginamos que iría a curación, pero la respuesta nos chocó a todos.

—Será sacrificado—nos responde con una naturalidad que me aterra y mi hijo lo mira con pesar —nació con ese defecto y no pudo ser vendido.

—¿Qué edad tiene? —pregunta Kurn —¿Alguna otra enfermedad?

—Siete meses y la única enfermedad que padece es la falta de empatía, de los humanos. Yo tengo cuatro y no puede adoptarlo, tampoco me dejarían. —nos dice el empleado algo apenado.

Ese día supe que nada es al azar, así llegó a nuestras vidas Pirata, como fue bautizado, por mi hijo, de quién en adelante no se separó, llegando incluso a dormir al pie de su habitación el pequeño, ante la renuencia de su padre a que el peludo entrara a los cuartos. Quiso además que fuera a la escuela canina, pues si andaba con Enrico tenía que saber cuidarlo.

En algún momento de mi embarazo, Capitán pasó a ser un miembro más de la familia. Fue llevado a un veterinario, curado, desparasitado y cuando regresó a nosotros, no era ni señas del pequeño animalito tembloroso que conocimos, incluso Kurn llegó a aceptarlo en la habitación.

 El canino no dejaba que un desconocido se acercara a Enrico, mucho antes de ir a la dichosa escuela. Eso lo hizo un miembro honorable en cualquier habitación y en los siguientes tres meses, fue la compañía de Enrico, Maya y mía durante las largas ausencias de Kurn.

Todo transcurría en calma, los problemas se habían resuelto. Al final Ali, no tuvo otra más que contar la verdad, así me enteré que él me había culpado inicialmente de hacer parte del secuestro. Con Akram y Andrey abatido, nuestras vidas volvieron a la normalidad. Sin embargo, Kurn estaba cada día más tenso y preocupado y desconocía sus motivos.

Meses después …

— ¿Crees que puedas acompañarme a la oficina antes de ir al control? —me dice la mañana cuando casi llegaba al fin de mi embarazo.

—Sí, creo que no hay problema, tu eres el que no me dejas ir —le digo y él solo me sonríe.

—Protección —me responde, pero yo sé que es por Sila.

Una mujer que no sé porque aun trabaja con él, el viaje transcurre en silencio. Por lo que me permito admirar la vista mientras él habla por móvil. Llegamos y me ayuda a llegar a los ascensores, consciente que hace un esfuerzo por asistir a mis controles, con todos sus pendientes.

—Espérame aquí, dame media hora y soy todo tuyo —me dice al entrar a su oficina.

—Jugaré a ser la jefa —le digo sentándome en su escritorio y sonríe besando mis labios.

—Ya lo eres —murmura —no cerraré, por seguridad.

La sobre protección en persona, era mi esposo, ese día me dirían el día en que me programaría mi parto. Según los médicos, dado mi embarazo múltiple y algunas complicaciones que había tenido, durante el embarazo, lo mejor era programarlo.

Miró a mi alrededor y al girar la silla, observó que detrás de ella está la foto del mismo hombre que estaba en el penhouse. Me hubiera gustado conocer al padre de Kurn o que mi hijo pudiera aprender algo de ese gran hombre.

Pasó algún tiempo detallando el cuadro y todas las fotos dispuestas a su alrededor. Su madre, hermano y suyas, pienso que fue el tiempo que Kurn me pidió esperar, hasta que escuchó a alguien entrar. Pesando que es él, no giró rápidamente, así que espero se acerque a mí.

—La dueña y señora —dice una voz que sólo he escuchado por teléfono y giro rápidamente.

Me encuentro de frente con una dama de más de 1,75cm 35 años o quizás más. Esbelta, el cabello castaño y largo, viste un vestido ceñido a su cuerpo, que resalta su estrecha cintura, sus senos bien formados, largas y delineadas piernas, como no caderas y rostro hermoso.

Lo acepto, Kurn tuvo motivos para amar a esa mujer de ojos verdes, mirada pícara, labios carnosos y andar coqueto. Camina hacia mí y sin decirme nada ocupa una silla enfrente mía. Se cruza de piernas y de brazos, al tiempo que parece detallarme fijamente.

— Sila —digo simplemente —al fin te conozco.

—Estoy en ventaja, yo ya te conocía, desde que intentaste engañar a Jarper. —me dice y mi cuerpo se tensa. —la prensa estuvo mucho tiempo hablando de ti, pero lo acepto volaste alto.

—¿Es extraño que a pesar de todo lo que has hecho no te hayan echado? —le pregunto sinceramente y ella sonríe.

—Se demasiado y lo último que quiere el gran Tomasevic es que sus secretos salgan a la luz —sé que no miente.

Ella estuvo con él en sus inicios y aunque Kurn, no me ha dado detalle, sé que ha hecho cosas malas para poder estar donde está. Siendo francos, es demasiado dinero, en tan corto tiempo para hacerlo de forma legal.

—Lo imagino —le digo y mi respuesta y tranquilidad parece no agradarle.

—Tiene muchos muertos en su espalda ¿También lo sabes? — insiste.

—He estado con él más de cinco años Sila, llevo en mi vientre tres hijos, trabajé a su lado, viajé con él ¿En serio crees que lo que me dirás me afecta? —le digo con una sonrisa y niego. — pareces una niña a quien le han quitado su juguete preferido. Cuando la realidad es que, tú lo dejaste por otro, ¡Mal por ti! —le digo y siento el dolor leve en mi vientre.

Es tan fugaz, que creo haberlo imaginado, así que decido ignorarlo. Ella por su parte, está cada vez más furiosa, por lo que se levanta y apoya sus manos en su escritorio. Sus ojos brillan y sus movimientos me recuerda a un animal salvaje cuando tiene enfrente a su presa.

Pero yo estoy lejos de sentir temor por su comportamiento.

—¿También sabes que él fue el que mató a tu primer esposo? ¿Cómo se llamaba? —me pregunta. —¿Anrow? Y fue por esas tierras que tan amablemente le cediste...

La miró en búsqueda de algo que me diga que miente, soy consciente que ella hará y dirá todo para hacerme pelear con Kurn. Que es lo que ha hecho desde que sabe estamos juntos, no encuentro nada, salvo la mirada de alguien satisfecho por haber causado el daño que quería.

Es allí donde viene a mi mente aquello que le hice a Luciana y como una mentira destruyó toda su relación poniéndola en pausa por cuatro años. En ese punto y bajo la amarga experiencia en donde fui villana, me niego a que una mentira (o verdad) dañe mi matrimonio. Recuerdo que Anrow no fue un buen hombre y que técnicamente, todo cambio para mi hijo y para mi desde su muerte.

Los meses de suplicio solo nos hicieron fuerte…

—Y no sabes el favoorr que me hizo —le respondí

Lo que siguió no lo llegué a presentir, ni en mis más locas pesadillas, la mujer saca de su bolsa una pistola y la alza hacia mí, su pulso tiembla, mientras que parece mirar en todas las direcciones.

—¿No tienes miedo? — me pregunta al ver que no me he movido.

Solo que mi quietud es solo por el dolor que empiezo a sentir en mi vientre y miro mi ropa, que se ha mojado. Sonrío al darme cuenta que mis bebes han decido venir al mundo el mismo día de cumpleaños de su padre.

Pero que Sila ve mi risa como una provocación y acciona el arma hacia mí, siento un ardor en mi lado derecho y la sensación que todo dentro de mí se está incendiando. Escucho ruidos de los pasos y me niego a cerrar mis ojos, el dolor de mi pecho se intercala con las contracciones hasta que escucho la voz de mi amado llamando.

—Mis bebes van a nacer —le digo y lo veo llorar. —si tienes que escoger, siempre serán ellos.

—No hables, la ambulancia viene en camino — me dice y niego, aun no le he dicho lo que siento.

—Te amo — le digo y veo que me abraza a él, en ese instante todo empieza a nublarse y solo soy consciente que el empieza a gritar por ayuda.

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