Capítulo 12
Estábamos en una mesa que le dieron aun sin tener reservación en un lugar, que yo sabía era bastante distinguido. Pero fue Olivia la que me dijo que se la dieron, por reconocerme como la prometida de Kurn. Fue la mujer, quien insistió en que pediría algo que sabía me iba a gustar, pero entre más tiempo pasaba, mas misteriosa me parecía la dama.
—¿Qué tal te llevas con Maissa? —preguntó la mujer.
La actitud de Aysel, la dama que había pagado por esa cena me tenía nerviosa. La primera alerta recibida de mi cuerpo, fue cuando empezó a hacer preguntas sobre Kurn y su madre. La segunda acaba de suceder llamó a la madre jefe y supuesto prometido, Maissa.
—Lo siento, pero no se a quien se refiere —mentí.
Sabía que ese era el primer nombre de la mamá de Kurn y que cambió años después cuando su hijo empezó a tejer su fortuna. Según me dijo, no quería que asociaran a su madre, con la chica cuya humillación la llevó casi al borde del suicidio.
La señora, quien ya me había dicho tenía 65 años me observó unos instantes. De nuevo mi facilidad de mentir me había sacado de un apuro y mi memoria, empezaba aclararse.
Akram, ese era el nombre del hombre que había violentado a la madre de Kurn y el nombre que ella le puso a su hijo, esperando que su padre en algún momento lo reconociera como hijo, algo que nunca ocurrió. El rostro de la mujer se suavizó y empezó a reír súbitamente.
—Cariño, es mi mente la que me traicionó, preguntó por la madre de Kurn... ¿Cómo es su nombre? —fue mi turno de escudriñar su mirada, quería sacarme información sobre Kurn o su madre.
—Aún no he tenido el honor de conocerla, — dije escueta —seguramente, Kurn heredó de ella la astucia para los negocios.
Este último comentario no pareció agradarle, pues en su rostro se dibujó el gesto de fastidio. ¿Era posible que fuera familia de ese miserable? Y de ser así, ¿Cómo se atrevía a acercarse a él? O a creer a la señora Maya poca cosa.
—Es de origen humilde, hasta donde sé, no creo que sea distinguida. No puede desechar, a su padre quizás de sus genes provenga todo...
—Difiero mucho de usted, sobre si es o no distinguida, los buenos modales no tienen nada que ver con el dinero o la sangre azul. En cuanto a su padre, tiene usted razón, —confesé y la vi reír, risa que le demoraría poco —Kurn Tomasevic padre, le enseñó el trabajo honrado desde pequeño...
—¿Sabe usted que él no es el padre biológico? —su pregunta me hizo verla y dejar a un lado mis cubiertos.
—Sé que padre no es aquel que da la semilla... Es el que educa y está allí en los llantos nocturnos, te guía y te reprende, el que da amor—dejó de comer para observarme y le sonreí — El "donante" como bien lo llama Kurn, no fue más que un cobarde.
—No debería hablar de lo que no sabe ella no fue tan inocente —defendía hermano.
Sin embargo, desde mi perspectiva, defendía lo indefendible, el tipo era un miserable en todo el sentido de la palabra.
—Se lo suficiente, — aclaré — ella 14 y él 32, la historia se cuenta sola —me levanté, pues era claro que esa platica no llegaría a ningún lado —será mejor si me voy, no estoy dispuesta a escuchar insultos...
—Arruinó a su padre —Aysel habló al verme levantar y la encaré —ha torpedeado todos sus negocios, lo tiene al borde arruinado y a punto de ir a prisión.
¿Quién podría culparle? Solo recordar el evento de su madre, hizo ver a un hombre vulnerable, nada que ver con el Kurn Tomasevic que todos conocían. Que él quisiera arruinar al hombre que dañó a su madre, era muy lógico, el este fuera preso dudaba que tuviera que ver con Kurn. Alguien que comete un acto asi contra una chica indefensa, es capaz de los crimines más viles.
—¿Lo juzga? —pregunté.
—Usted no vio lo que yo vi, mi hermano jamás pudo dañar a Maissa ella fue la que lo buscaba por todos lados. — las manos de Aysel temblaban ligeramente, le estaba costando mantener la compostura.
Entendía que ella quisiera defender a su hermano, pero culpar a una niña de provocar una violación era excesivo. La observé una última vez y quise irme, pero su voz me detuvo.
—Yo era unos años mayor, éramos amigas, ella me confesó que le gustaba mi hermano. Amaba estar cerca suyo, escucharle hablar... Akram la trataba mal, pero ella siempre estaba cerca de él.
—Nada justifica a su hermano, aun cuando lo que me dice es cierto, si ella no quería estar con él debe respetarse. —le dije y bajó la cabeza —¿Fue usted a la persona que le confesó el daño? —al ver que no decía nada, supe que era ella —Usted fue quien dijo que ella le había confesado que fue consensual… ¿Cómo puede dormir en las noches? —cuestioné al no poder entenderlo.
—¡Era mi hermano! Ella me confesó que le gustaba y luego dice que fue violada...
—¿Para qué me citó aquí exactamente?
La pregunta la hacía porque claramente ella había buscado la manera que yo estuviera allí, y de hablar conmigo. De quien se había valido para hacerlo, era algo que tenía que descubrir.
—Es su prometida y tienen un hijo, si está dispuesto a darle el apellido es porque la quiere — se levantó de la silla y me miró con rostro lastimero — se ha encargado de vengar a todos los que él cree son culpables de lo sucedió a su madre, dígale que nos deje en paz, ya hemos pagado suficiente —sonreí primero lento y luego más fuerte.
Tanto que empecé a llamar la atención, de varios clientes en el lugar y Olivia me miraba a unos pasos preocupada por mi actitud. Aysel debió estar muy desesperada para hacer un acto así, gastar tanto para hablar conmigo y yo no tenía ni voz ni voto en esa historia.
—Me temo que ha perdido hoy mucho dinero, pero no se preocupe, los niños de la fundación se lo agradecerán. —tomé mi bolsa y la observé a la mujer —no tengo, ni quiero tener el poder de mediar en un acto así y si tengo que hacer algo... Sería para ayudar a Kurn.
—¿Qué clase de ser humano es usted? —Aysel me miró y tenía los puños apretados, ahora si estaba frente a la verdadera mujer — Es igual a mi sobrino... Son monstruos...
—Primero no es su sobrino, usted no merece ese título y segundo... Gracias por la cena. — esto último lo dije con una sonrisa.
Salí de allí indignada me era increíble que una mujer justificara un acto de esa naturaleza. Escuchaba los pasos de Olivia detrás de mí, pero guardaba silencio, imaginaba que debía entender mi enojo. A unos metros vi a los hombres de Kurn, pero él no estaba por ningún lado.
—¿Me puedes decir que mierdas haces acá y con esa mujer? — la voz de Kurn y unos dedos presionando mi brazo con fuerza me hizo girar.
Vestía de gala, y su cuerpo se seguridad estaba a unos pasos, pero no había señales de Deán. Todos miraban en mi dirección, serios y parecían de mal humor. Por su parte Kurn, tenía el rostro serio, sus cejas fruncidas juntas, mandíbula tensa y los dedos que presionaban mi brazo, cada vez más fuerte.
—Estas, demente ¡Suéltame! —dije sacudiendo mi brazo, pero presionó a un más.
—Te hice una pregunta ¿Qué haces viéndote con esa mujer? —cuestionó.
Miré a todos los demás y supe que había algo raro, él había aparecido allí. La actitud de los chicos hacía mí, no era la de siempre, que la mujer acudiera a esa gala y que yo fuera enviada.
—Tu pediste que fuera yo, quien estuviera en la gala, enviaste un correo a Casandra — dije en calma, al darme cuenta que todo había sido un vil engaño. —quizás no me creas a mí, pero Olivia estuvo allí todo el tiempo.
Así que le expliqué y miré a Olivia que estuvo conmigo desde la llamada, Jeremías y Kary también. También fueron testigos y hasta víctimas de mi enojo porque no quería dejar a mi hijo solo. Me escuchó en silencio, pero seguía enojado y desconfiando de mí, algo que me dolía.
—¿Eso no me explica que haces con esa mujer?¿Crees que es fácil engañarme Dilcia? Tengo ojos por todos lados…
En ese punto de las acusaciones me harté y tras golpear con el tacón de mis zapatos los suyos, logré zafarme, lo escuché maldecir. Claramente, el no esperaba un golpe mío o de nadie, a decir verdad ¿Quién sería tan estúpido de golpear a Tomasevic?
Yo, sin dudas...
Me quité las zapatillas que dejé en algún lugar y caminé a toda prisa a unos pasos un taxi dejaba a un hombre, y lo empujé para luego entrar yo rápidamente. Las voces de protesta del pasajero no se hicieron esperar y la orden de Kurn de exigir detenerme también. Pero, no lo haría, el jamás pensó, que yo podía estar en peligro, solo que estaba con uno de sus enemigos y que era para hacerle daño.
—¡Apresúrese! —dije y vi que el hombre no se movió, pero si miraba por el espejo retrovisor —¿Es que no escucha? —insistí.
—Baja de ese taxi Dilcia, porque estoy perdiendo la paciencia. — y así mi carrera hacia mi libertad duró unos segundos.
Fui sacada por él y luego metida a la limosina que estaba parqueada a las afueras del restaurante. Me hizo entrar y luego entró él, instalándose frente a mí.
—A mi casa —dijo golpeado el vidrio detrás de él y me miró enojado —¿Por qué...
—¿Quieres dejar de lanzar acusaciones sin saber? —dije ya de mal humor, con mi respiración agitada y mi adrenalina a tope —¿No piensas que fueron las dos cabezas huecas esas de Casandra o de Sila, lila o lilo?%... Como mierdas se llame las que propiciaron todo esto?
—Dilcia...
—No, porque tu conoces mi historia y yo de estúpida la conté, sabes de lo que soy capaz —Seguí vociferando.
—Dilcia, te advierto que no estoy de humor…
—Ella ganó la subasta, me dije que era mejor una dama a un viejo verde... No tenía ni puta idea quien era. —seguí, ignorando sus reproches — cuando me di cuenta de ello me levanté, no dije nada sobre ti... Pero ella quería que hablara para que desistiera de llevarlos a la ruina.
—¿Qué le dijiste?
—Qué no tenía ese poder de persuasión y que aun si lo tenía, no lo usaría. —confesé.
—¿Por qué saliste huyendo si todo lo que dices es verdad? —noté que estaba relajado y hasta parecía divertido.
Eso era bueno para mí, nunca lo había visto perdiendo el control y no quería empezar hoy. Menos contra mí siendo yo inocente, porque para era claro que todo había sido un ardid para que yo quedara mal.
Malditas pajarracos apestosas...
—¿Quién te dijo dónde estaba? — me miró alzando una ceja y sonreí —te aseguro que tengo un buen punto.
—Alguien te vio entrar aquí y en vista que tenía el móvil apagado llamaron a Sila.
Por lo menos, ya sabía de quien tenía que cuidarme.
—¿No crees que pude estar allí en contra de mi voluntad? O ¿Qué algo malo podría pasarme? —pregun— pensaste que yo estaba confabulada para hacerle daño. — seguí y lo vi guardar silencio.
—Todo te acusaba —respondió tras una pausa.
Hasta mi pasado, pensé y guardé silencio, me di cuenta que íbamos a su penhouse y lo miré sería. El por su parte, solo sostenía mi mirada con una media sonrisa.
—Algo me dice que el matrimonio contigo, será todo menos, aburrido — habló y lo ignoré.
Sólo que tras calmarme luego de unos minutos en silencio, sentí el ardor en uno de mis pies. En todo el recorrido, no me quitaba la vista de encima, por lo que estaba atento a mis movimientos. Fue así, como ambos, nos dimos cuenta que yo tenía una herida en un pie. Que sangraba, considerablemente, por la adrenalina del momento no lo había notado.
—Eres la mujer más difícil que he tenido, mira como quedó tu pie —dijo sentándose a mi lado y me hizo subir mis piernas a las suyas.
—¡No te he pedido ayuda! —me quejé intentado bajar los pies y me los sostuvo fuerte.
Acto seguido sacó de la licorera una botella de lo que imaginaba era whisky, que destapó y dejó correr por mis pies. Recogí mis pies ante el ardor y me miró divertido...
Maldito sádico.
—¿Esta demente? —le grité.
—No fui yo la que corrí descalza teniendo unos pies tan pequeños y delicados. — dijo acariciándolos —no mi había notado, tiene pies hermosos. — en respuesta los encogí.
Algo que ocasionó risas en él, pero que yo sentía esa caricia un tanto íntima y con una descarga eléctrica en todo mi cuerpo. Como muchas otras cosas, tenía muchas virtudes, pero la gran mayoría solo se fijaba en mis defectos o en mis pecados. Sacó un pañuelo de su ropa, que abrió y cubrió mi pie con él.
—Es pequeña, no necesita sutura, pero primero cuidar de esa herida esta noche... o mañana, dependiendo como se porte.
— Quiero ir con mi hijo, gracias —dije entre dientes e intentando bajar los pies —¿No eres consciente que todo lo de esta noche fue para hacerme quedar mal? —negó sonriente mientras bajaba cuidadosamente mis pies.
—Tomaré cartas en el asunto, no te preocupes y sobre Enrico duerme plácidamente, Deán se quedó con él. Mañana vendrá hacia acá, ya di la orden. — el vehículo entró a la zona privada y el chófer me abrió segundos después.
— Buenas noches, señora — dijo el hombre que me ayudó a salir.
—Mike, te presento a mi futura esposa y la madre de Enrico —El hombre me miró un instante y luego asintió.
—Es un placer, conocer a la madre de Enrico, mi hijo y el suyo juegan en el parque... El señor me permite llevarlo, las veces que sale con él. — asentí, sin poder creer que Kurn fuera tan humano.
—Debe ser entonces el Carl, que mi hijo tanto menciona —lo vi sonreír, mientras asentía. —que pase buena noche. —dije y seguí mi camino.
Conocía la ruta y Kurn parecía querer hablar en privado con el hombre, cojeando llegué hasta el lugar y allí lo esperé a unos metros de la puerta de cristal. Llegó luego de unos y antes que pasara la tarjeta por el lente quise aclarar algo.
—No me gusta pasar la noche por fuera de casa y lejos de mi hijo menos, no es un buen ejemplo para Enrico. —le dije y lo vi pasar la tarjeta igual —soy madre, antes que mujer Kurn... Yo sé que debo estar agradecida por todo lo que has hecho.
—Solo quiero pasar un tiempo solos, te aseguro que el niño está bien y que a primera hora lo tendrás aquí —me interrumpió —no todo puede ser trabajo Dilcia, necesitas distraerte y no soy hombre de discotecas... Detesto llamar la atención.
— Para detestar llamar la atención, lo disimulas bien, ¿No será que le da vergüenza que nos vean juntos? Porque ru foto ha salido muchas Veces en esos lugares ...
No pude seguir, pues me tomó de la cintura, me hizo entrar a la habitación y de allí al ascensor. Capturó mi boca de forma violenta, y presionó sus dedos en mi cintura y sentí el frio de las paredes metálicas del ascensor en mi espalda y su erección en vientre, ese descubrimiento hizo que algo dentro de mí se encendiera.
—Tienes esa facultad de hacerme perder la paciencia y la compostura Dilcia —me dijo en medio de besos y caricias y mientras presionaba el botón de cerrar las puertas.
—Demándame —respondí y le sentí sonreír.
—Tengo una mejor idea...
Subió una mano en mi pierna y la dejó encima de la suya, mientras la otra mano inmovilizaba mis manos encima de mi cabeza. Restregaba su erección en mi cuerpo, y su boca devoraba mi cuello, boca y senos, era un mar de emociones y sensaciones las que estaba viviendo en ese momento.
—Kurn... —jadee.
—¿Se quedó sin argumentos? —preguntó.
Intenté responder, pero sus manos y boca en todo mi cuerpo, me impedían pensar con claridad. Las puertas se abrieron y me dejé conducir por él, sin dejar de besarme.
—Es la mejor manera de festejar que no habrá juicio y que Enrico está a días de ser un Tomasevic — habló instalándome en la cama y le miré.
—¿Hablas...
—Hoy no hablo Dilcia... Hoy solo siento... Sentimos, en realidad. — se acercó a mí esta vez sin chaqueta y sonreí —quiero verificar esa teoría, que una vez la tome a usted no tendré ojos para nadie más.
—Podría apostar lo que desee señor Tomasevic...
—A ti, siempre en cualquier lugar, posición y dispuesta — responde tomando de nuevo mis labios y bajando una de sus manos a mi entrepierna.
(...)
Desperté con un jadeo y la sensación que mi cuerpo ardía, mucho antes de despertar del todo ya sabía lo que ocurría. Eché mi cabeza hacia atrás, sintiendo los dedos mágicos pellizcar mi pezón y Kurn entrar dentro de mí.
—Acostúmbrate a estos buenos días, conmigo preciosa —dijo aumentando sus embestidas. — y sé que sueñas conmigo, solo es cuestión de mezclar fantasía y realidad.
—Esto es un abuso —jadeé y lo escuché reír.
—Yo no la veo quejarse, señora mía... Jadeaste aun dormida.
No respondí, en ese punto todo parecía explotar a mi alrededor y me escuché gritar su nombre, mientras el lanzaba un gemido ronco, que erizó mi piel completamente. Soñaba con su boca en mi pezón y mi intimidad y las emociones eran tan nítidas que ahora sabía, no fue un sueño. Cayó encima de mí ambos agitados, mientras encontraba en ese despertar algo único y emocionante.
—Perfecta...
Dijo besando mis labios y acostándose a mi lado, mientras pasaba una mano por mi cintura atrayéndome hacia él. Me había despertado temprano, bañado y aseado, lo había visto dormir a mi lado, la sensación de despertar al lado de un hombre como él, era extraña, como lo era también la idea que él se convirtiera en mi esposo.
—¿A dónde vas? —se quejó al ver que me alejaba de él.
—A asearme... Otra vez —dije y solo sonrió, mientras atraía hacia él la almohada y se abrazaba a ella. — luego a prepararle el café, a mi jefe.
—Tendré que hablar con él, mientras estés conmigo, no trabajaras para él...
—Eso quiere decir que no querrás ese café —dije enterando al baño.
Una hora después y vestida solo con una de sus pijamas superiores, con otra venda en mi pie, estaba en la cocina cuando sentí el ruido del ascensor abrirse. Alcé la vista y busqué esperando encontrar a mi hijo, pero lo que me encontré con el que imaginé era uno de los escoltas de Kurn.
Nunca lo había visto, llevaba un traje oscuro y cabello largo, bastante bronceado y más musculoso. Caminaba lento y me miraba con curiosidad y diversión, era un hombre bastante hermoso, quizás la vida con Kurn no fuera tan mala con ese tipo de escoltas. Fue su mirada la que me inquietó, agradecí que estaba detrás de la barra y que esta ocultaba mis piernas, porque de alguna manera me hacía sentir desnuda ante su escrutinio.
—Ese café huele muy bien —dijo, y pude notar el marcado acento inglés.
De alguna manera, ver y hablar con alguien del mismo lugar que yo, me alegró. No había notado, cuanto había extrañado mi país hasta este día.
—¿Gusta uno? —pregunté y me miró sonriente.
Me quedé embobada por un instante al ver cómo todo su rostro y cuerpo cambiaba ante esa sonrisa. Un movimiento en su chaqueta, me mostró una daga de empuñadura dorada. Era extraño que un escolta de Kurn, no tuviera un arma real.
—Raymond Bradford, a su servicio —dijo dando unos pasos y tendiendo su mano —Debe ser alguien especial para estar a esta hora y este lugar, la mayoría es atendida en otro sitio y ninguna amanece —dijo y le miré con la ceja alzada.
—Dilcia Spencer, he escuchado hablar de usted —de su forma de ser un poco extraña y de los juegos mutuos pesados con Kurn.
De quien según había escuchado, veía a este y a sus otros hermanos como parte de la familia.
—¿La prometida de Tomasevic es de Londres? Eso debe celebrarse, que tenga buen gusto digo. — sonreí, al ver que era un tipo de buen humor y eso lo hacía potencialmente atractivo.
—Está en la habitación, yo les acercó el café — sonreí de vuelta, pues vi que su risa era contagiosa.
(...)
—Tienes una posición de hombre que quiere ser violado —la voz de Ray me hizo girar con las sábanas — y tu estado de indefensión me facilitaría las cosas.
—Solo si después intercambiados —respondí.
Se instaló en medio de la habitación, solo él tenía la tarjeta de ese lugar. Pero nunca la había usado hasta hoy y el que la usara precisamente ese día me intrigaba.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, mientras buscaba con mi vista mi pantalón.
—Es muy hermosa tu futura esposa — Raymond me lanzó la prenda y luego se sentó despreocupado en la cama — tú me llamaste.
—Hace un mes Ray, para saber de tu miserable existencia ¿Qué haces metido en ese bosque? Angy no merece que le guardes nada...
—He estado muy ocupado y solo hasta ahora pude venir vengo a recoger a uno de mis caballos — respondió encogiéndose de hombros e ignorando mi primer comentario. —creo que con esta envejecerás...
—¿Te lo dijo la luna, las cartas o tus ancestros luego de la gallina que quemaste en el sacrificio anoche? — soltó una risa fuerte, al tiempo que observaba la puerta y de ella entró Dilcia.
Había mirado en esa dirección antes de ella entrar, los Bradford eran gitanos y criaturas extrañas, toda su vida giraba en torno al misticismo, más el mayor que cualquier otro, pero todos en general, tenían ciertas habilidades. El menor de ellos Ray, era más de gastar bromas de cualquier tipo, ignorando siempre su sexto sentido.
—Su café —le dijo Dilcia entregándole la bebida y pude ver que rozó sus manos al tomar la tasa.
—Espero que sepa tan bien, como quien lo preparó. — ese juego no me gustaba, y él debía saberlo.
Aunque sabía que era una de las maneras de mirar que tanto me interesaba. Fue la risa de ella y la manera de batirle las pestañas las que me hicieron mirarla enfadado.
—Kurn tenía razón, es usted un hombre provocador —la respuesta me hijo soltar los hombros y a Ray reír divertido.
—No puedo evitarlo, es genético. —Respondió.
—Enrico llegó, estaré con él en la terraza. — asentí y ambos la vimos salir.
—Es hermosa, pero extraña —dijo y lo miré —¿De qué psiquiátrico la sacaste?
—¡Joder! ¿Empezarás? —dije levantándome.
—Para que una mujer como ella acepte casarse con alguien con tu reputación, está desesperada, no tiene amigos, familia o.... Planea matarte y quedarse con todo. —no respondí, en cambio me bebí el café. — bien, conozco la respuesta solo con ese silencio.
— Sólo no quiero ya esta vida, tengo casi 43 años Raymond, con mucho dinero y solo revolotean a mi alrededor tóxicas o locas... ella ha demostrado ser leal, ama a su hijo, hace un buen café —dije alzando la copa y lo vi reír ante mí. — no sé, ya que no quiero llegar a casa y encontrarla sola, ya me afecta.
—Estas, viejo hermano — dijo sonriendo.
—Quizás, o es la vida de ella y su hijo, tan parecida a la mia y mi madre. —Ray negó, mientras se acomodaba y sorbía el café.
Lo vi en silencio unos minutos y mirándome fijamente, sabía que había estudiado mi comportamiento y el de ella, lo que diría era solo su evaluación. Aunque algunos creían que tenían poderes psíquicos, solo eran unos tipos con la capacidad de ver un poco más alla en las reacciones de los demás y una astucia única. De su hermano mayor tenía mis dudas, Omat era sin duda un completo misterio.
—Te lo pone duro y no se te baja con nadie, te acostaste con ella esperando que solo fuera una calentura y... Descubriste que no es así, que hay algo más — no podría mentirle a un Bradford y menos a alguien con la vista aguda como él.
—¿Algo que se escapa de tu escrutinio alguna vez? —pregunté y negó.
—Ella está igual o peor que tú, como tú, ella puede llegar a ser ángel o demonio y eso lejos de asustarte te excita más. —asentí una vez más y le dio un sorbo a su café.
—Eres bueno o me conoces muy bien —dije y sonrió.
—Las dos, estoy muy seguro que ella será tu cielo o tu infierno —eso me hizo verle asustado y soltó una risa fuerte— me has decepcionado, pensé que eras inmune a nuestras sentencias.
—Eres un… —callé al verle reír divertido —Nunca se supo quién mató caballo —negó y todo su rostro se ensombreció, lamenté tocar un tema tan delicado para él, pero pensé que ya estaba sanado.
Cuando jóvenes, cada uno tenía un caballo, eran seis hermanos y ante la dificultad que generaba distinguirles, solo eran llamados por números. En el caso de Ray y al ser el menor, le decían el sexto jinete, por ser el menor de seis hermanos varones, tenían una hermana mujer pero no era muy tomada en cuenta en ese clan. Participó en la primera feria con ese caballo, era un animal, cuyo pelaje negro azabache, su elegancia y belleza llamó la atención, por lo que muchos quisieron comprarlo. Al negarse a venderlo, alguien lo mató, dejando al hombre afectado.
—Omat intentó averiguar algo, pero fue imposible — dijo y guardé silencio.
Era una lástima, porque era un animal hermoso, si bien, ya estaría muerto, él hubiera conservado a uno de sus descendientes, de la misma manera que conservaba la genética de los caballos de su padre.
—Debo volver, no quiero que me tome la noche en carretera —se levantó de la cama y tendió la mano hacia mí —¿Te casaras por lo civil como las otras veces?
—Solo se casa por la iglesia si se cree es para siempre —le respondí.
—Entonces cásate por la iglesia y conviértelo en para siempre. —apretó mis manos mientras hablaba y apoyó la otra un lazo de manos — Es un buen momento para que dejes de comprar sexo, evitando con ello lazos fuertes, si te casas con ella que tiene un hijo y le das el apellido es porque la quieres…
—¿Tu no pagas por sexo? —dije en medio de risas y sabiendo que lo dicho por él, tenía mucho sentido.
Se puso en pie y acomodó su chaqueta, mientras giraba sobre sí mismo y abría los brazos, conocía ese gesto como uno de los pases de baile que él y su hermano acostumbraban a bailar en sus bodas gitanas. Y sí, los Bradford eran gitanos y llenos de muchos misterios, pero buenos tipos, orgullosos, una casta de hombres que poco se ven hoy día y cuya palabra bastaba para sellar un trato.
—Nadie con ésta pinta paga por sexo y tú tampoco. —respondió —Pero es más fácil deshacerse de una dama cuando pagas por el servicio ¿Me equivocó?
Tenía razón, no sólo demostraba que todos tenían un precio, sino que a la hora de exigir algo más el dinero entregado me facilitaba las cosas.
—Nos vemos después...
—No si yo te veo primero —Respondió ya en la puerta, mostrándome su dedo medio.
Cuando salí algunos minutos después, me encontré con Dilcia y su hijo en la cocina, el niño había arrastrado una silla y ayudaba a su madre a preparar el desayuno.
—No recuerdo que hubiera algo en la despensa — dije algo intrigado—pero eso huele delicioso.
—Le pedí a Deán que me trajera unas cosas, con Enrico— solté una risa fuerte al imaginar a un Deán en un súper.
—¿En qué te ayudo? —era una pregunta cortes, que esperaba un … “yo lo hago” pero obtuve el resultado contrario.
—Picas esos tomates— ordenó entregándome un cuchillo —¿Sabe cocinar o no?
¿Qué si sabía? podría darle algunas lecciones de cocina cuando ella quisiera, pensé mientras llevaba las verduras a lavar y regresaba tiempo después con ellas en manos.
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