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6. AMISTAD Y CELOS

 "El abrazo reconforta y las palabras confunden"


Me desperté confundida junto a Anita, recordé que la noche anterior discutí con mis padres y por eso tuve que recurrir a ella. 

 Al llegar a su departamento a media noche Laura me permitió ingresar y Anita me condujo  a su habitación. 


-- ¿Estás mejor Cárol? 


-- Sí, Gracias Anita por dejarme estar en tu departamento.


-- Tranquila, Cárol, a veces necesitamos respirar un poco para decidir con claridad. Es difícil discutir con los padres y estar en el mismo lugar; descansa mañana te sentirás mejor.


Agradecí que Anita no indagara el motivo por el cual yo discutí con mis padres, porque explicarlo era complicado. 

Conversamos un rato de temas variados y me dormí.


A la mañana siguiente me levanté con cuidado para no despertarla.

Fui al dormitorio de Laura y le agradecí por permitirme pasar la noche en su departamento.


-- Tranquila Cárol, espero todo se resuelva entre tus padres y tú.


-- ¡Gracias Laura! ahora si regresaré a mi departamento debo ir a clases


-- Cárol ¿no deseas tomar un poco de chocolate caliente con galletas?


-- Gracias Laura por el ofrecimiento, pero estoy un poco retrasada al colegio.


-- Está bien señorita, pero no vaya corriendo por favor.

Asentí, tomé mi celular y la llave de mi departamento y Laura me abrazó y me retiré.

Al salir caminé un poco aspirando el aroma de las flores y tocándolas; su aroma me indicaba la diferencia de cada flor; me gustaba mucho acariciar sus pétalos y sus finos tallos porque de esa manera reconocía su textura.


Entré al edificio, subí las escaleras, abrí la puerta despacio para no despertar a mis padres; pasé por la cocina, preparé un café muy cargado y a toda prisa tomé mi mochila, mi bastón y el estuche de mis lentes; guardé todo y les dejé una nota en la mesa ratona del living.


la nota estaba escrita en letra imprenta y grantde 


¡FUI AL COLEGIO, NO ME BUSQUEN NI ME LLAMEN!


Eso fue lo único que se me ocurrió escribir. 


Mientras salía de mi  departamento unas lágrimas mojaron mis mejillas y las limpié con rapidez.


Crucé el jardín que se encontraba frente al edificio, saludé al guardia de seguridad y me dispuse a estirar mi bastón y pasar la calle para ingresar al colegio. 

No necesitaba ayuda, pues en la mañana no circulaban con tanta frecuencia los autos y podía cruzar sin problemas, pero en la tarde siempre me ayudaba algún niño a cruzar porque a veces los autos no se detenían y podrían atropellarme.


No pude cambiarme el uniforme así que aún tenía LA ROPA  del día anterior pero no me importó.


ingresé al salón, saqué los libros y me coloqué mis lentes.

Rónal pasó a mi lado, lo reconocí por su aroma, pero él seguía sin hablarme por no haberlo dejado copiar las respuestas del examen de conocimiento que nos había entregado el día anterior la rectora, así que giré la banca y le pregunté



-- ¿Vas a continuar molesto por no ayudarte ayer en el examen? Porque si es así quédate con tu prepotencia, sigue creyendo que todo tiene que girar a tu alrededor. 


¡Yo, me cansé de tu arrogancia!


Él me miró impresionado porque yo jamás discutía en el colegio. Siempre me defendía de las ofensas de los jóvenes, pero jamás discutía, por eso Rónal se asombró de mi tono de voz al hablarle. Sin embargo, él no respondió nada y eso me causó indignación.


Regresé a mi lugar y llegó Tamara la profesora de inglés.
Nos explicaba los temas de los exámenes finales. Eso era estresante, pues no habían transcurrido tantos días y ya nos daban temas para estudiar algo que  resolveríamos luego de ocho meses.


Yo grababa las clases, escribía en Braille y cuando mis profesores anotaban en la pizarra al terminar de hacerlo se paraban a mi lado para dictarme lo que habían escrito.

La mañana pasó rápido; no podía concentrarme, en mi cabeza solo estaba las palabras:

"¡Yo no soy tu madre, tu madre es Rosmery!"


No lo había notado pero mis lágrimas resbalaban por mis mejillas mojando mis apuntes.

Sonó el timbre para salir al recreo; saqué el dinero de la mochila, abrí mi bastón y salí.


Siempre comía sola en el recreo, porque no tenía una buena amistad con mis compañeros, no sentían empatía hacia mí, por eso no les gustaba estar conmigo, decían que era molesto guiarme; yo no me complicaba por eso y trataba de no darle importancia a su indiferencia.

Aunque Gabriel siempre se ofrecía a hacerme compañía, yo le decía que vaya a despejarse jugando básquet porque no quería aburrirlo, además sabía cuánto le gustaba a él ese deporte.


Esa mañana Gabriel me seguía, pero lo ignoré, toda acción tiene su reacción y por despistarme al bajar las escaleras tropecé y caí de rodillas. Gabriel bajó corriendo las gradas y me ayudó a ponerme de pie, me tomó de la cintura y me levantó; quería preguntarme algo, pero, nos interrumpieron.


-- ¿Cárol, estás bien?


Escuché una voz detrás de mí. 

Era el inspector de mi colegio.
Asentí y me dispuse a caminar para ir a comprar un pedazo de pizza y un refresco.

Pero el inspector me detuvo y me preguntó


-- ¿Por qué traes el uniforme de ayer?


Cuando quise explicar, Gabriel dijo: 


-- Cárol durmió en mi casa, porque debíamos terminar un trabajo grupal; no logramos llegar a tiempo ayer a su departamento así que mi mamá sugirió  que se quede con nosotros por eso tiene el uniforme de ayer. No logramos llegar a tiempo hoy en la mañana para que pueda cambiarse, así que sólo entramos al colegio.


el inspector se colocó frente a mi con cara de misterio.


-- ¿Eso es verdad Cárol?

Yo asentí

El inspector no pareció conforme con mi respuesta, pero me dejó pasar y me dijo con firmeza:


-- Por esta ves te justifico pero la próxima que no portes el uniforme de acuerdo a tu horario no  podrás ingresar la próxima vez al colegio.  en éste colegio hay reglas y todos debemos cumplirlas. 


Guardé silencio un momento y con algo de duda respondí:


-- Sí señor inspector gracias.


Cuando se retiró el inspector, le pregunté a Gabriel

-- ¿Por qué le dijiste al inspector que dormí en tu casa? 


-- Fue lo primero que se me ocurrió, vi que no tenías un buen semblante hoy en la mañana, además noté que has llorado y supuse que no necesitabas ser bombardeada de preguntas. Sólo quise ayudarte.


-- Gracias Gabriel no tenías que molestarte.


-- Cárol no digas eso, eres mi mejor amiga no es molestia ayudarte; si tienes problemas no debes resolverlos tu sola, sabes que puedes confiar en mí.


Medité en las palabras de Gabriel mientras seguía caminando, pero mi mente estaba en otro lugar y  me distraje hasta que escuché la voz de Gabriel intentando regresarme a la realidad.


-- Vamos Cárol aún tenemos 20 minutos más para comprar algo de comer en el bar, me llevaba de la mano.


-- Espera un momento Gabriel, déjame sacar mi dinero. 


Él sonreía y revolvió mi cabello 


-- Tranquila no te preocupes, yo te compro algo, no te muevas de aquí ya regreso en cinco minutos. Salió corriendo sin darme tiempo a responder.


-- ¡Ni siquiera me dejó darle mi dinero! Bueno cuando regrese le devuelvo lo que gastó.


En efecto en cinco minutos ya estaba parado frente a mí.


-- Listo Cárol ya regresé, te compré un pastelito de chocolate y un refresco.


-- Gracias Gabo, pero, yo quería pizza.


-- Ay mujer está una fila interminable. No puedo regresar a la fila, por ahora ten el pastelito.


Extendí mi mano para tomar el pastel y el refresco, caminamos un poco y di media vuelta para ver a Gabriel.


Afortunadamente en el pasillo no entraba mucha luz por eso podía distinguir a las personas sin esforzar mucho mi poca visión.



-- ¿Estás molesto conmigo por ignorarte ayer?

Le daba una mordida al pastelito de chocolate esperando su respuesta.


-- No, tranquila, Cárol todo está bien; mejor vamos a buscar un lugar donde podamos comer.


Cuando estábamos caminando entrelazó nuestras manos y Rónal nos vio.


Rónal fue  mi enamorado por dos años, pero decidimos no ser expresivos en el colegio para evitar chismes, además él pertenecía a un grupo musical que se formó en el colegio y la única regla era no tener enamoradas.

Rónal era alto, medía 1,75cm, tenía el cabello negro, los ojos cafés y era de figura definida.


Rónal se acercó con cautela y se colocó frente a nosotros.


-- ¿Por qué tomas la mano de mi novia?

Nos quedamos estáticos, Gabriel me miró extrañado pero el silencio se rompió cuando Rónal gritó:


-- ¡Suelta a mi novia!



Gabriel abrió los ojos muchísimo pero no le hizo caso y continuó a mi lado entrelazando nuestras manos. Me dio un corto apretón, la soltó y se adelantó unos pasos y enfrentó a Rónal. Lo apartó a un lado para que no los escuchen


-- Si ya me enteré que Cárol fue  tu novia, pero te recuerdo que ni siquiera sabías lo que le sucedía Y siempre la dejaste sola   cuando se tropezaba o se lastimaba.

Rónal estaba enfadado y con los puños presionados le contestó:


-- Ese no es tu asunto, yo sé cuando estuve  para Cárol, tú no eres nadie para indicarme cómo actuar



-- Ok Rónal yo no soy nadie para decirte como actuar, pero tú tampoco eres nadie para decirme si tomo o no la mano de mí mejor amiga. 


esa contestación enfadó a Rónal.


nos dirigimos hacia la salida del pasillo. Nos hubiese alcanzado pero el profesor de educación física lo detuvo.


Aprovechamos esa distracción para buscar un lugar para comer y Gabriel me tomó de la mano nuevamente. Me llevó al patio de los niños pequeños donde siempre nos sentábamos a conversar. Recogí mis piernas y coloqué mi mentón sobre ellas, mis lágrimas caían por mis mejillas.

Gabriel me retiró los lentes


-- ¿Quieres contarme qué sucedió?

Me cubrí la cabeza y entre sollozos dije:

-- ¡Mi mamá Marifer no es mi madre biológica!


Él no pronunció palabra alguna, simplemente frotó mi espalda.


-- Todo estará bien, todo tiene explicación, deberías conversar con tu madre y averiguar qué sucedió.


Limpió mis lágrimas y me ofreció un poco de refresco para que me tranquilizara y no dejó de frotar mi espalda para que me tranquilizara.


Estábamos terminando de comer Y entró Rónal al patio de los niños.


-- ¡Lamento interrumpir su escena  pero tengo que conversar con Cárol!

Lo miré con cara de confusión, abrí mi bastón y traté de ponerme de pie, Gabriel bajó su mano de mi espalda y me extendió la mano para que me levante.


Puse los desperdicios de nuestros refrescos en el basurero y me dispuse a caminar.


Rónal me detuvo del brazo y cuando Gabriel intentó intervenir éste le dio una mala mirada


-- Tranquilo Gabriel ya me encargo yo de guiar a Cárol adelántate tú, yo tengo algo que conversar con ella.


Gabriel lo entendió y se adelantó, antes de retirarse me apartó un poco de Rónal.



-- Si éste idiota te hace algo me informas y le parto la cara.


Sonreí por sus palabras y le di un empujón.


Rónal me llevaba como si fuese su perro. 

Me sujetaba con fuerza del brazo. A lo cual yo reaccioné.


-- ¡Suéltame, me estás lastimando el brazo!

Soltó un poco mi brazo y dijo con cierta ironía.


-- Gabriel no es tu perro guardián y esas escenas  no me gustan, él no es nadie para tomarte de esa manera y peor frente a los profesores


me separé un poco y con voz burlona le respondí.


-- ¿Te afecta? ¿estás celoso de que otra persona se fije en mí?

Me tomó del mentón.


-- No Cárol, pero, se supone que ha transcurrido poco tiempo desde que terminamos nuestra relación ¡Compórtate!


-- ¿Poco tiempo? te recuerdo Rónal que ya son nueve meses desde que todo acabó, , deja de intervenir en mi vida ¡Tú ya no eres más que un compañero para mi!


decidí enfrentarlo una ves más.


me coloqué frente a él y le alcé la voz.

-- ¡Tú y tus ironías me tienen hasta la coronilla! ¿ qué fui yo para ti? 


Seguimos caminando hasta el salón y al llegar me di la vuelta para mirarlo en el marco de la puerta

Rónal no respondió nada, sólo entró. Respiré profundo y también ingresé y me senté en mi lugar.


Al verme ingresar molesta detrás de Rónal Gabriel se acercó y me preguntó:


-- ¿Estás bien Cárol? ¿Te hizo algo el idiota de Rónal?

Le pedí que baje la voz y le escribí en un papelito en Braille para que nadie entienda:


-- Tranquilo Gabo sólo un cruce de palabras insignificantes así como él insignificante para mi. 


Me quitó mi regleta y mi punzón con lo que yo tomaba apuntes y respondió:


-- Está bien Cárol si te molesta me avisas, ¡no estás sola!

Me entregó el papelito escrito en Braille y me dio un beso en la mejilla. Sonreí al leer con mi dedo lo que había escrito.


Todos abuchearon ese acto.


-- Ya va la ofrecida dejando que le bese cualquier aprovechado ahora Gabriel, luego quién más.


al escuchar eso Gabriel se molestó y quería gritarles, pero yo le di un apretón en el brazo para que no diga nada, al contrario mi reacción dejó a todos atónitos .


Me giré en mi asiento y dejé salir toda mi ira, les grité.


-- ¡Cierren la boca pedazo de idiotas! ¿Quién les dio permiso de opinar sobre mí?¡ métanse en sus asuntos tarados!


Yo jamás utilizaba insultos contra nadie por más que me lastimaran sus comentarios, pero habían cruzado el límite y no pude contenerme, por ese motivo les grité y eso fue suficiente para que todos guardaran silencio o por lo menos nadie expresó sus ideas contra mí en voz alta.



"Celos y amor no van de la mano

Aprende a querer sin hacer daño

Un abrazo es muy especial

Cura heridas y te sientes genial...

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