30 Malas experiencias
30 MALAS EXPERIENCIAS
"el cerebro bloquéa lo más doloroso, pero los recuerdos abren una herida que aún no sicatriza"
Mientras recogíamos nuestras pertenencias del casillero Gabriel me cuestionaba.
-- Cárol cuéntame algo ¿Tan mala sido la experiencia que has vivido en este colegio?
Asentí y continué.
-- Primero salgamos de la biblioteca y te explico.
Gabriel retiró nuestras identificaciones, nos despedimos de Estelita y caminamos despacio por el patio de los niños, él escuchaba atento a mi explicación.
Respiré profundo, pues los recuerdos me lastimaban.
-- Permíteme contarte un poco más porque tú únicamente estás en este colegio desde hace tres años así que no sabes todos los detalles.
Gabriel me giró un poco y preguntó.
-- ¿Te parece si buscamos un lugar donde podamos comer algo y me cuentas toda la historia?
-- Me parece buena sugerencia, busquemos un lugar cómodo donde podamos conversar si tenemos tiempo apenas son 2:30 pm, aún tengo un poco más de tiempo para compartir contigo.
Le dije con tranquilidad y algo de emoción porque no habíamos compartido tiempo a solas como amigos, sólo nos limitábamos a realizar tareas y luego cada quien a su hogar.
Encontramos una cafetería muy acogedora no estaban tantas personas así que podríamos platicar a gusto sin tanto ruido a nuestro alrededor.
-- Espérame un momento Cárol, déjame ordenar el menú para comer y conversar
A nuestra mesa se acercó una mujer con voz delicada.
-- Buenas tardes jóvenes ¿en qué puedo ayudarles que desean ordenar? Permítame recomendarles el menú de la tarde tenemos filete de pollo en salsa agridulce papas a la francesa y ensalada a su elección; también incluye el postre que puede ser tarta de chocolate con helado de vainilla o frutillas con crema.
Nos leía el menú una señorita muy amable.
-- Muchas gracias por la recomendación tomaremos la orden.
Gabriel me tomaba la mano mientras miraba a la mesera para responder.
-- Yo deseo helado de vainilla con tarta de chocolate muchas gracias.
Le pedí a la mesera mientras soltaba la mano de Gabriel porque me sentí nerviosa ante su contacto y no entendía por qué.
-- Está bien señorita no se preocupe en cinco minutos les entrego su orden.
-- Disculpa Cárol, no quise incomodarte, noté que no te agradó que te tome la mano frente a la mesera.
-- Lo siento Gabo últimamente tus demostraciones de afecto me toman por sorpresa.
Cinco minutos después nuestra orden estaba servida y Gabriel me ayudó a cortar el filete de pollo.
-- Déjame ayudarte princesa ya sabes que para mí es un honor atenderte y compartir mi tiempo contigo
-- Gracias Gabriel siempre tan atento.
Olvidé mi incomodidad y le di un pequeño golpecito en el brazo para aligerar el ambiente.
-- Ahora sí Cárol, cuéntame por favor que me da curiosidad entender por qué siempre dices que cuando terminemos el colegio tu tormento habrá desaparecido.
Me acomodé mejor contra el respaldo de la silla y empecé a explicarle.
-- Sabes que yo no puedo ver y tampoco escuchar bien.
Asentía mientras le relataba mi experiencia en el colegio, parecía un niño con un mapa de exploradores y eso me dio confianza para continuar hablando.
-- Cuando yo tenía que ingresar al quinto año de educación básica nuestro colegio era nuevo. Los profesores, Las autoridades y el personal en general eran jóvenes. Cada salón de clase tenía un número reducido de estudiantes. En mi salón de clase siempre teníamos un número aproximado de 12 estudiantes y por ello todos nos cuidábamos y nos respetábamos. Como todos teníamos la misma edad más o -9 o 10 años nadie se burlaba de mí al contrario siempre me ayudaban mucho Jorge carito y salef eran mis mejores amigos
Siempre evitaban que me lastime al salir al patio, pero a mi edad también quería interactuar con mis compañeros y terminaba raspada las rodillas, rota las mallas y lastimada los codos; era algo que no podía evitar pero me sentía bien porque éramos niños y no teníamos maldad en el corazón Hernán también me protegía mucho.
Tomé un poco de té helado para continuar con mi relato, Gabriel comía y me escuchaba muy entretenido.
-- Supongo que a esta edad eras una niña muy traviesa princesa ja, ja, ja.
Le afirmé y sonreí, recordar mi infancia era algo que daba un poco de calor a mi corazón. La verdad intentaba participar en todo lo que podía aunque siempre tenía que utilizar mis lentes foto cromáticos para evitar que los rayos solares me impidan mirar.
Terminé mi comida y mientras esperaba el postre proseguí.
-- Los años pasaron y todos crecimos llegó el momento de ingresar a la secundaria y todo estaba bien continuábamos el mismo grupo que teníamos desde pequeños hasta que a los 14 años yo tuve que retirarme del colegio.
-- ¿por qué tuviste que retirarte del colegio princesa?
-- Porque yo necesitaba aprender otro tipo de actividades para defenderme de mejor manera.
-- Lo comprendo y en este año que te retiraste aprendiste a utilizar la computadora a través de tu lector de pantalla, también aprendiste a escribir en el sistema Braille Y a movilizarte utilizando tu bastón ¿verdad?
-- Si Gabriel exactamente eso tuve que aprender bueno algunas otras cosas básicas pero que no las utilizaba en el colegio. Pero al regresar al tercer año de secundaria todo cambió
Ya no tenía el mismo grupo de compañeros con los que había compartido desde que era pequeña porque ellos estaban un año superior al mío. Jorge, Hernán y Carito se retiraron del colegio y ya no estaban para cuidarme.
Puse mirada de tristeza, mi adolescencia no fue nada fácil.
Gabriel continuaba comiendo mientras me escuchaba.
-- Ahora comprendo todo Cárol, al ingresar al tercer año de secundaria yo te conocí.
-- Si Gabriel es verdad pero lo que tú no sabes son las cosas malas que todos hacían cuando no estabas presente o cuando por cuestiones de salud tenías que faltar a clases.
-- No me digas Cárol que te hicieron cosas peores.
Asentí y una lágrima rodó por mi mejilla y la limpié con rapidez, aunque Gabriel lo notó y me acercó un pañuelo desechable, yo proseguí porque necesitaba desahogarme de tanta tristeza.
-- Los varones eran malos conmigo porque me lanzaban papeles en el cabello mientras yo intentaba escribir lo que dictaban los profesores. Las mujeres no se quedaban atrás también eran malvadas. Se burlaban de mí cuando yo intentaba leer o se negaban a trabajar conmigo y en algunas ocasiones escondían las cosas que yo guardaba en mi mochila. Cuando me levantaba para entregar mis trabajos y colocarlas sobre el escritorio intencionalmente estiraban el pie para que me tropezara.
-- Hay princesa que situación tan dura me comentas y recién me informas, yo he visto lo groseros que son contigo pero, que eso sea algo constante me molesta. Francamente no entiendo como en el mundo pueden existir personas tan crueles que no les interesan los sentimientos.
-- Así es Gabriel, yo he tenido que soportar todos los días de alguna manera el desprecio y la falta de comprensión simplemente porque no puedo ver ni escuchar bien y créeme eso es muy doloroso porque nunca he sido una persona mala como ellos, pero ellos si conmigo.
Resbalaron algunas lágrimas por mis mejillas.
-- Siento mucho princesa que tengas que aguantar esto todos los días y peor que las autoridades del colegio no hagan nada para que se concienticen porque cuando salgan del colegio tendrán que enfrentar otra realidad y todos debemos aprender a convivir con personas con alguna discapacidad y me da mucha pena que ellos no vean esa realidad.
Terminé mi té y tomé otro pañuelo desechable, le tomé la mano y dije con firmeza.
-- No puedo detenerme por un grupo que tiene falta de valores y no mira más allá de su nariz. No puedo dejarme derrotar por palabras hirientes y tampoco puedo perder mi tiempo intentando técnicas de empatía que para ellos no son relevantes. Pero si puedo dar lo mejor de mí cuando me necesitan porque las buenas acciones son las que se quedan y las malas las desechas. Yo pasaré por el colegio con la satisfacción de que a alguien ayudé a tener una perspectiva diferente de la vida. Pero, ellos sólo serán personas transitorias sin nada que dejar para recordar de ellos mismos. Por eso mi tortura llegará a su fin y cerraré el ciclo de una etapa.
Gabriel me abrazó y secó mis lágrimas.
Me abrazó y con algo de dramatismo colocándose la mano en el pecho exclamó:
Luego nos reímos un rato con nuestros postres. Pues Gabriel me manchó la nariz con el helado y yo con el pastel de chocolate.
Llegó la hora de retirarnos. Me acompañó hasta mi departamento y se despidió, pero no olvidó abrazarme y me dio un beso profundo, me apartó de él y salió corriendo.
Había sido el beso más bonito y me dejó sin saber que pensar o decir nuevamente.
Cuando el corazón late, no lo podemos controlar
Cuando los recuerdos lastiman, es preciso olvidar
Cuando un besso es tierno, se puede recordar
Cuando una lágrima cae, es muestra de sensibilidad...
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