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Capitulo 16| But I can see us lost in memory

Archie.

El gustar puede surgir de muchas maneras diferentes, la mayor parte del tiempo es algo imprevisto, vas por la calle y cuando menos te lo imaginas aparece alguien que hace menos de un segundo no sabías que existía y te resulta atractivo, tanto que no dejas de pensarlo y la cabeza puede que te explote de tanto reproducir su imagen como si de alguna película se tratase. Sin embargo, hay circunstancias muy diferentes en el gustar y de ejemplo podemos plantear mi situación.

Hace poco menos de una semana estaba más que seguro que no sentía nada por Augustine, me resultaba atractivo pero no entraba en mis pensamientos. No fue hasta después de aquel primer beso inocente que nos dimos en su habitación que me he confundido. No obstante, aun siento cosas por Theo, pero cada vez que estoy con August dejo de sentirlo y me gusta dejar de hacerlo, es como si su sola presencia desapareciera todo lo que gira en mi entorno y nos conjugáramos en una sola persona, sin problemas. Sin nada por lo que preocuparse.

En mi mente todavía retumban las palabras de Linda, ella tiene razón, nadie merece estar dentro de una mentira.

Si no soy capaz de entenderme no quiero armarle un lio en la cabeza a August, por eso estoy acá, frente a su puerta con toda la intención de plantearle nuestra situación y decirle que quiero que estemos juntos, pero tampoco quiero que todos lo sepan, necesito mostrarle mis motivos. Acomodo mi cabello con los dedos antes de tocar el timbre de su casa, tengo nervios, cada que estoy a punto de verlo me da un cosquilleo inexplicable en el estomago.

Toco el timbre otra vez. Me remuevo en mi lugar, todo lo tengo planeado, le diré que podemos ir a comer al sitio que le apetezca y así hablar cómodamente. En eso la puerta se abre y la que me tiende del otro lado es Aurora, lleva el cabello recogido en una coleta alta, una falda ajustada que se amolda a sus caderas poco definidas, su rostro perfectamente maquillado, se ve muy diferente a la señora desaliñada que me suele atender las veces que he venido.

―Archie cariño, pasa adelante―se hace un lado y me permito entrar con libertad, ella cierra la puerta y me sigue el paso hasta llegar a la sala, hago un repaso breve de su hogar y luego me centro en ella.

―¿Se encuentra August?―mi pregunta la hace fruncir el entrecejo.

―Por un momento creí que estaría contigo-me responde mientras saca su celular—Puede que este con Max, le voy a llamar a su mamá porque ese niño camina el celular en silencio y dudo que me responda.

—Está bien—le sonrío mientras tomo asiento.

La veo dar vueltas en círculo por toda la sala mientras se va quitando las zapatillas de tacón y las lanza a un extremo de la sala.

—Palmer, ¿Cómo estás?...—la veo sonreír mientras habla con la mamá de Maximiliano.

En lo que ella habla me permito visualizar mejor las fotos en portarretratos que se encuentran arriba del mueble de la televisión y de una vitrina, son fotos en donde se dejan ver a August y Max de diferentes edades, en todas se ven sonrientes y felices, imágenes en donde ambos juegan al baloncesto; en donde van a la playa; sentados en el pie de un árbol de navidad; jugando en la nieve; ambos disfrazados de zombis en Haloween; en los cumpleaños de ambos, cada fotografía me hace imaginar que quizás Max no sea tan mal amigo.

—Okay... yo le voy a llamar, es que también anda el celular en silencio—la voz de Aurora me hace salir de mis pensamientos—No, es que ya es algo tarde y no dijo que saldría y es raro viniendo de él, pero bueno, cuídate y me le das un beso de mi parte a Maxi.

Entonces cuelga la llamada.

—Gus no está con Max—me dice ya un poco paniqueada—, además no me responde las llamadas ni los mensajes, necesitaba que fuera al súper por unas cosas y no me da señales de vida, para esta gracia mejor le quito el celular y que vea él cómo se comunica.

—Es un poco raro, le he escrito en la tarde y me ha respondido normal—le confieso mientras veo la hora, las 19:49 pm.

Ella asiente y vuelve a marcar su número, esta vez lo manda directo a buzón de voz.

—Es que cuando venga no se salva, que ya le vaya rezando al de arriba—creo que ya se empieza a enojar, reviso su chat y su ultima conexión fue la de la tarde en donde le dije que vendría—Cariño, me vas a disculpar pero hoy serás testigo de lo que le pasa a Augustine Tomás cuando me hace enojar, es más, vele preparando la caja porque hoy será su funeral.

Me quiero reír pero me contengo, entonces no mentía cuando dijo que su nombre era Tomás, vaya dato curioso. En eso un ladrido me asusta, es el chihuahua de Aurora, ella se levanta y lo toma entre sus manos para llevárselo a la cocina, siempre he querido una mascota pero mis padres no son tan amantes de los animales.

—¿Quieres algo de tomar?—ella me llama desde donde se encuentra, le digo que sí y la persigo—Tengo una pregunta, ¿Tu y mi hijo son solo amigos o otra cosa?.

Aquello me hace sonrojar, puedo jurar que todo mi rostro se encuentra rojo. Ella lo nota y se ríe.

—Escucha Archie, no me afecta que a mi hijo le gusten los chicos, de hecho es algo normal hoy en día y yo me considero una madre moderna—me dice con mucho orgullo y una sonrisa de satisfacción—Sé que existe algo llamado bisexualidad y no dudo que mi Gus lo sea, él me asegura que le atraen solo las chicas pero no le creo mucho, conozco perfectamente a mi bendición y contigo es muy diferente.

—¿Diferente en qué manera?—me es imposible no preguntar.

—En cómo actúa, es diferente a como se comporta cuando esta junto a Max, contigo es más delicado—me responde mientras se lava las manos y me sirve un poco de jugo de naranja en un vaso—A ti no te golpea con todo lo que se encuentra en su camino y tu tampoco le haces lo mismo, se tratan de una forma en que solo las personas que se gustan lo harían.

—Bueno...—cuando quiero responder a aquello que ha dicho y decirle que August si me interesa un poco más que lo amistoso, el tono de llamada me interrumpe.

Ella contesta de inmediato.

—¡Augustine, ¿Por qué carajos no respondías mis llamad...?!—entonces se calla, su expresión cambia de una forma tan abrupta que me asusto—¿Quién es usted y que hace con el celular de mi hijo?—pregunta de una manera tan seria que da miedo, luego eso es remplazado por pánico—¿Qué?, ¿Qué le ha pasado exactamente?... Ay, no... Espere, no corte la llamada—sus manos empiezan a temblar y una sigilosa lagrima cae de su ojo derecho rodando hasta caer al suelo—¿En qué hospital ha dicho?, muchas gracias, por favor quédese con él mientras llego, no estoy muy lejos, en cinco minutos me pongo allá.

Cuando cuelga la llamada la veo perder el equilibrio por lo que me apresuro en tomarla, parpadea varias veces y se rompe en llantos.

—¿Qué le ha pasado?—pregunto con tanto temor que mi corazón se ha acelerado.

Ella se recompone, sus ojos marrones tan parecidos a los de Augustine me ven con terror, algunas arrugas de la frente se le marcan cuando jadea en un sollozo.

—Mi August está en el hospital, lo han encontrado golpeado e inconsciente dentro de un callejón—dice entre lágrimas mientras corre por el pasillo y se adentra en su habitación, la sigo y la veo tomar un bolso grande e ir a la habitación de Gus.

Lo que me ha soltado me hela la sangre y siento como todo poco a poco se desmorona al imaginar lo peor.

—Hay que llevar lo más necesario, los hospitales son fríos y no quiero que se enferme—en el bolso mete una sabana y un poco de ropa limpia, luego se dirige a mí que la veo desde el marco de la puerta—Amor, creo que deberías irte a tu casa, te pasaré dejando.

Niego sin saber cómo reaccionar, no quiero ir a otro lado que no sea donde se encuentre él.

—Yo quiero ir.

—No quiero problemas con tus padres—me dice con una expresión que no puedo descifrar, entonces me doy cuenta que Aurora trabaja para la marca de cosméticos de mi madre, el logo en su camiseta era obvio—Yo te voy a llamar, lo prometo.

—Pero...

Pero nada Archie, hazme caso y no seas terco, eres menor de edad y no te dejaran ingresar, tengo en claro que le tienes cariño a Gus, pero es mejor que te vayas a tu casa—dice demandante, cuando tiene todo listo se ubica el bolso en un hombro—Vamos, te pasaré dejando.

Mientras va avanzando va apagando las luces, al pasar por la sala se vuelve a ubicar sus zapatillas, y del perchero cerca de la puerta toma un abrigo.

—Por favor, quiero ir—le insisto.

—Archie, quisiera llevarte pero no puedo, deja de ser necio—me regaña.

—Yo solo quiero verlo, asegurarme de que se encuentre bien—le suplico, mi vista se nubla y un nudo horrible se forma en mi garganta—, no quiero quedarme haciendo nada, August es importante.

Ella detiene sus pasos para volver a fijar su mirada en mí, ya no luce como la Aurora extrovertida y segura, ahora es vulnerable e insegura.

—Okay—me responde en un murmullo—Si nos preguntan ya tienes dieciocho—asiento con la cabeza y nos subimos a su auto sedán hatchback—Tengo miedo, creo que August nació el día de la desgracia, primero la mano y ahora esto, pobre de mi hijo, lo voy a tener que mantener amarrado—trata de bromear mientras pone el auto en marcha.

—¿Quién pudo haberle hecho esto?—pregunto en un murmuro.

—No lo sé, no soy tan tonta para suponer que ha sido un asalto, se hubiesen llevado el celular que es lo único con cierto valor que siempre lleva consigo—responde sin despegar la vista del camino y aprieta con fuerza el volante—Gus no es alguien violento o problemático, es el chico más dulce y tierno que puedes conocer, no es capaz de hacerle algo malo a alguien y cuando algo no le agrada hace lo posible para alejarse y evitar problemas.

Ella limpia algunas lágrimas que le han caído, en efecto tiene razón, August no es una persona desagradable sino todo lo contrario, con Ezra quiso alejarse apenas pudo, pero yo insistí en acompañarlas porque pensé que no era tan malo, pero Gus en ningún momento disimulo que no le caía del todo bien.

—Augustine sin duda es alguien especial y la persona más autentica que he conocido—le digo con la vista perdida en la ventana.

—Por supuesto, y por esa misma razón no quiero que nadie le haga daño, ni físicamente ni emocionalmente—hace una pausa en la que da un suspiro y nos adentramos a la carretera—Tal vez ustedes todavía no son novios oficiales, pero de igual forma te lo tiene que decir algún día, o simplemente no te lo va a decir por miedo al rechazo.

—¿Decir qué?—giro mi cabeza y contemplo su perfil.

—Gus no es un chico del todo normal—me suelta mientras me ve de reojo.

—¿Qué?—pregunto confundido.

—Gus tiene TDAH—me confiesa sin más.

Puedo sentir como cada qué cosa que antes estaba bien ahora empieza a estar mal, como si de un momento a otro el mundo se haya puesto de cabeza.

No tengo palabras, solo trato de procesar aquella información, tengo en claro que es la TDAH porque yo también tengo, pero ni en mis peores sueños hubiera imaginado que August también tuviera déficit de atención.

—¿Cómo lo controla?—pregunto.

—Hacemos todo lo necesario para evitar los medicamento, solo los toma cuando es necesario—responde—Hemos cambiado de psiquiatra como cuatro veces, pero ahora creemos que no es necesario visitar uno, por favor no le digas que te lo dije, se enojará conmigo.

—¿Y por qué me lo has dicho?

—Porque no quiero que le hagas daño, estos días que ha pasado contigo se le ve más feliz y duerme tranquilo, ni siquiera ha tomado nada para poder conciliar el sueño, he notado que las ojeras le han bajado un poco—toma un poco de aire antes de detenernos en un semáforo—Le haces bien a Gus y él te quiere... En estas noches ha hablado dormido y siempre menciona tu nombre.

Aquello en el fondo me alegraba, no podía creer que yo podría llegarle hacer bien a una persona.

—Yo, yo no sé qué decir.

—No digas nada, ya he hablado mucho...—el tono de llamada la interrumpe, ella ve el celular y veo como su rostro se pone pálido al leer el nombre de la persona que la llama—Joder, es el papá de Gus—me dice antes de contestar.

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Gus.

Lentamente abro los ojos, en el proceso siento como cada átomo de mi cuerpo duele de una manera como si me hubiesen dejado caer un camión con bolsas de concreto encima. Repaso con la mirada, solo veo paredes blancas y cortinas separando camillas, no hay nadie cera, estoy solo y entonces las alarmas en mi cabeza empiezan a encenderse.

Puedo sentir mi corazón irme a mil, no me gustan para nada los hospitales, peor cuando no tengo a nadie conocido cerca. Las manos de pronto me empiezan a temblar, la respiración a fallarme, me quiero levantar e irme pero apenas pongo un pie en el suelo los nervios incrementan. Me subo nuevamente y me hago un ovillo en la cama al tiempo que un dolorcillo agudo de cabeza me ataca.

Joder, no.

Tomo mi cabeza con ambas manos y jalo mi cabello con mucha fuerza, quizás con la esperanza de que el dolor se disipe, mi rostro arde; el pecho me duele; no puedo respirar. Estoy teniendo una crisis.

Me es imposible, no me llega el oxigeno a los pulmones.

Me aferro a las sabanas hasta que de un momento siento los brazos de alguien rodearme.

-¡Augustine!-su voz es lejana, pero no logro reconocerla en medio de mi ataque-¡Gus, estoy acá!-poco a poco siento su aroma familiar y lo logro reconocer, mis manos se aferran a su camiseta y mi cabeza a su pecho-Solo respira, todo está bien, piensa en cosas lindas.

─No aguanto la cabeza ─artículo con dificultad, entonces me separa de él y toma mi rostro en sus manos, sus ojos verdes me hacen sentir seguro─Archie, no me sueltes, solo quiero que me abraces.

Veo que me sonríe antes de volver a sentir su abrazo, su aroma tan delicioso hace que olvide por un instante que estoy en una camilla de hospital.

Entonces los recuerdos de Theo golpeándome me invaden, cada palabra; cada golpe; cada expresión, todo está grabado en mi memoria. Ese chaval me odia sin razón.

─Tengo miedo─murmuro tan bajito que apenas yo me escucho, aquello era verdad, sentía temor─No te alejes de mí, no quiero que nunca te vayas... No me dejes solo.

Sin despegarse de mi, Archie susurra vehementemente:

─Por supuesto que no, eres eso que no quiero perder nunca.

Nos separa, nuestras miradas se traspasan la una con la otra, y de un momento a otro siento sus labios encontrarse con los míos de la forma más cálida que nunca antes alguien me haya besado, sus labios se sienten fríos pero a la vez tan acogedores. Mi respiración se ha regulado, sus dedos acarician mis mejillas de una forma tan amorosa que me siento morir.

Me quiero quedar así para siempre, no tengo la intención de separarme pero aun así lo rompo.

─Nunca me iré─me asegura firme en sus palabras.

─Gracias.

Entonces lo vuelvo a besar, un beso que no dura nada ya que una pregunta muy importante empieza a surgir.

─¿Dónde está mi mama?─veo hacia la salida y no la veo.

Su expresión cambia un poco, pero no duda en responder.

─Está afuera con tu padre.

─¿Qué?─ni siquiera trato de ocultar mi desagrado, entonces la cabeza vuelve a punzarme─Mierda.

Entonces, como si los hubiese invocado ambos entran junto a una enfermera, que al verme me dedica una sonrisa.

─Veamos, que te han metido una buena paliza Augustine─la enfermera bromea y hago el intento de una sonrisa, ella me cambia algunas vendas y gasas de las heridas y revisa mi mano con esguince cuidadosamente, mis nudillos están rotos─Pero te has defendido y eso es bueno, lo malo es que la mano tardará en curarse un poco más, ahora solo descansa y tú para afuera─señala a Archie, este asiente con la cabeza y sale junto a la enfermera.

Cuando ambos desaparecen la tensión crece de sobremanera, veo a Aurora y luego poso la mirada en el imponente cuerpo de mi padre, ella no se hace esperar y se acerca para darme un abrazo.

―¿Qué haces aquí?―le pregunto directo, mi padre no se inmuta de su lugar―Vete, por favor.

―¿Qué te pasó?―lanza la pregunta directo y sin filtros.

―¿Desde cuándo te importa lo que me sucede?, adivino, desde nunca.

Mis respuestas no le parecían agradar, la paciencia de Roger era igual de grande que una partícula, así que estaba ganándome una chorrada de regaños.

―August, yo no soy tu madre que te deja pasar todo, a mi me dices lo que te ha sucedido o habrán consecuencias―me señala con uno de sus dedos. Sus ojos negros me hacían querer esconderme bajo la falda de mi madre, pero me gustaba enfrentarlo―¿Tienes problemas con algún chaval del instituto?

Veo de reojo a mi madre, con la mirada me dice que le responda pero ahora no tenía ánimos de ser cordial.

―Con el único que tengo un problema es contigo, solo lárgate que no se me apetece verte―pongo mis ojos en blanco mientras me recuesto sobre el regazo de Aurora.

―Gus, compórtate que estamos en un hospital―ella me reprende.

―Pues dile que se vaya y me comporto.

Escucho como suspira un tanto cansada, Roger por su parte empieza con su melodrama de siempre:

―Quieras o no soy tu padre y tengo el mismo derecho que Aurora sobre ti―me lo recuerda con enfado total.

―Roger, lo mejor será que te vayas, mañana podemos hablar más tranquilos en casa.

―¡No mujer!, esto es culpa tuya, míralo que parece un crío de seis años haciendo un puto berrinche.

Aurora se ríe con ironía.

―Ahora me culpas a mí, te recuerdo que aquí el único culpable eres tú por ser un padre al que le vale si su hijo come o no.

―Sabes perfectamente que siempre he dado la cara por Augustine, jamás lo he dejado solo y siempre le doy lo que quiera aunque sea un malagradecido.

―Pues te recuerdo que el amor no se gana con regalos caros.

Veo como discuten en murmullos sin importarle que esté presente, no quiero escuchar. Tapo mis oídos con ambas manos y cierro los ojos, recordando tantas discusiones de cuando era niño. Pero no logro nada con taparme los oídos ya que todavía puedo escuchar todo a la perfección.

―Hasta el momento he hecho todo bien, trato de ser un padre ejemplar―Roger le cuestiona a mi madre.

―Sí, pero para tus otros hijos―ella le recuerda.

―Al menos ellos si me respetan.

―Pues gánate ese jodido derecho.

Aurora se levanta, se le acerca y lo desafía con la mirada. Ver a mis padres juntos me hace imaginar cómo eran cuando estaban jóvenes y enamorados, una linda chica rubia con carácter fuerte y un atractivo chico pelinegro con un carácter aún más fuerte, simplemente no complementaban.

―Estas criando mal a nuestro hijo, solo ve lo infantil que es, incluso no me sorprendería que el chaval de afuera sea el novio, o lo educas o lo educo, tú decides.

Mi madre se ha puesto roja del enojo, está llegando a la fase de madre leona a la defensa.

―Jamás has dicho por pasar una sola navidad con Gus, tampoco ninguno de sus cumpleaños, desde que te largaste con Mónica te has enfocado mas en ella que en tu propio hijo, es verdad, acepto que te acuerdas de enviarle un presente pero eso no hace la diferencia, la que siempre ha estado presente soy yo y nadie más, así que no te voy a permitir que cuestiones la forma en que educo a mi hijo o que vengas a decir malos comentarios acerca de su sexualidad. ―mi padre abre su boca para decir algo pero mi madre se adelanta y lo vuelve a callar―Eres solo un padre ausente, una maldita sombra en nuestras vidas.

Aquello parece afectarle a Roger, ahora mismo creo que no tiene argumentos validos con los que defenderse porque Aurora tiene razón en todo. Mi padre solo es un fantasma en casa, lo vemos solo cuando a él se le apetece, todo el tiempo quiere ganarse no solo mi aprecio sino el de Aurora repartiendo regalos costosos por toda la casa.

―Entonces he acertado, lo único que me faltaba era tener un hijo maric...―ni siquiera termina la frase porque mi madre estampa su mano contra la mejilla de Roger, un golpe tan fuerte que incluso a mi me ha sobresaltado.

Era la primera vez que la veía golpearlo. Mi padre sostiene su mejilla con una mano, entonces la pasa a ver con sorpresa.

―Que sea la última vez que te refieres de una forma homofóbica a August―le dice firme―No entiendo en qué momento me llegué a enamorar de ti, solo eres alguien cruel.

Roger se incorpora y puedo jurar que se le han humedecido los ojos, ve de una forma nueva a mi madre, como si en su mirada estuviera viendo a una persona diferente.

―El lunes paso por August, se quedará conmigo quiera o no―mi padre dice tajante―Si puedes llevártelo fuera del país por semanas no pasa nada que se quede conmigo un par de días, quiero que conviva con sus hermanos―entonces da media vuelta y empieza a caminar, antes de salir completamente de la habitación se detiene―La cuenta del hospital ya la he pagado―agrega para desaparecer completamente.

Cuando Aurora fija completamente su vista en mi, puedo sentir un nudo horrendo en la garganta, las manos me siguen temblando, no puedo estar quieto.

―Mamá, no dejes que me lleve, no quiero ir―le digo casi llorando.

―Tengo presente que no te podemos obligar, pero no puedo hacer nada contra la ley, es su derecho.

Ella se sienta en el borde de la cama y toma una de mis manos frías y les da un beso.

―Lo siento mucho―le digo en un murmuro.

Aurora me ve con el ceño fruncido.

―¿Por qué te disculpas?

―Por no decirte lo increíble que eres, me siento feliz de que tú seas mi madre, aunque a veces se te olvide cocinar y que quieras más a tu perro que mi. Detallitos que me gusta ignorar.

Ella se ríe y me abraza.

―Perdóname tú a mí por no darte el padre que te mereces―susurra con la voz un poco rota―Creo que elegí muy mal en la vida, pero de lo único que no me arrepiento es de tenerte, siempre serás mi niño chiquito pase lo que pase, aunque tengas cuarenta años siempre te seguiré viendo como mi bebé.

―Te amo mucho―le susurro vehementemente.

―Yo igual te amo, eres mi único hijo y lo único por lo que vale la pena luchar.

Nos quedamos así un buen rato, mientras canturrea una canción y me hace reír, entonces recuerdo que Archie sigue afuera.

―¿Le puedes decir a Archie que venga?

―Claro, aunque también me puedes decir quién te ha golpeado.

―Cuando me den el alta hablamos, ahora no estoy muy bien y la cabeza me duele, no puedo estar quieto... ¿ves como tiemblo?, necesito una pastilla para controlarme.

―Gus, sabes que queremos eliminar los medicamentos―me recuerda.

―Pero no puedo dejar de moverme, no quiero tener una crisis.

―Yo creo que tengo algunas en el auto, solo deja que vaya, por el momento dejaré pasar a Archie.

Asiento con la cabeza y ella sale, poco después entra Archie y a su lado la misma enfermera que antes, ella me dice que quizás me dejen salir en una hora, solo están esperando que el doctor firme el expediente de alta, pero que ahora se encuentra en una cirugía. Asiento con la cabeza y también se marcha, también le dice a Archie que no puede estar mucho tiempo dentro por políticas de salubridad.

Cuando ella sale Archie no duda mucho en acercarse para besarme lentamente, nos dejamos caer en la cama mientras mis manos se aferran a su espalda, sentirlo me hace bien. Él es como ese pequeño amuleto del que nunca me quiero desprender.

―Arch, ¿escuchaste todo eso?―pregunto al separarme, nuestros rostros a tan solo milímetros de distancia.

―Escuche pero eso no me importa―murmura con una tierna sonrisa, marcando sus hoyuelos.

―No quiero que te sientas mal, mi padre es solo un imbécil, pero te juro por lo más sagrado que yo haría por ti lo que nadie ha hecho por mí, en tan poco tiempo te volviste tanto que ahora no sé lo que siento, solo quiero que nunca te vayas.

―Nunca me iré, te lo juro.

Y entonces lo volví a besar, lo siento sonreír contra mis labios y una sensación agradable se apodera de mi interior, algo que desconocía pero que me gustaba.

‹‹Todo era tan fluido, tan espontaneo, tan natural que a ninguno de los dos nos pareció nada raro que de pronto mi mano estuviera en la suya.

-Mario Benedetti››

Y quizás esas veces en que ambos nos tomábamos de la mano por accidente al besarnos era nuestra manera de decirnos que nos gustábamos de más, aunque en voz alta ni siquiera tuviéramos el valor de admitirlo. 


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