Día 30 ❣ Luminoso
El más hermoso de los jardines se iluminaba por medio de senderos de luz. Dos solitarias, pero unidas almas, caminaban uno al lado del otro en silencio, contemplando la majestuosidad de la creación; me preparaba para decirle lo que sentía después de tantos años que mantuve en secreto mis sentimientos...ay Eru, es el ser más hermoso que existe sobre la faz de la tierra, que con tan solo una de sus sonrisas puede hacerme caer en el más bello de los sueños, tan solo espero que no tome a mal lo que le estaré a punto de decir.
—¿Fingon? —me allegué acia donde estaba, el pelinegro algo distraído dio la vuelta al escuchar su nombre.
—¿Si... Maedhros? —respondió para solo darse cuenta que siempre será el más bajo de los primos.
—Hay algo que deseo confesarte desde hace un largo tiempo...
—Pues...tan solo dilo...sabes que puedes contarme lo que sea —expresó con ese tono conciliador, cosa que me hizo poner más nervioso, pero me armé de valor y me aventuré acia ese sentimiento desconocido.
—Lo que siento hacia ti es algo indescriptiblemente hermoso, al punto de perder la noción del tiempo cuando tengo la dicha de estar a tu lado. Podría perderme en tu mirada tormenta...tu, Findekano hijo de Fingolfin, eres lo más luminoso de mi existir, no obstante, siempre he intentado respetarte en todas las maneras posibles; y ahora quiero pedirte perdón si os he faltado el respeto...confesándote mi amor... —al fin decir aquella verdad que se encontraba tan sumida en mi ser sacó ese peso de encima, empero, un sentimiento de miedo me embargó cuando noé el rostro serio del pelinegro, comenzó a sudar y una sensación parecida a la de un aparente mareo se apoderaba poco a poco de su cordura... pronto sentí que mi corazón se hacía pedazos al ver que este comenzaba a llorar. Le abracé sin pensarlo:
—Nunca pensé que me lo dirías —comentó apenas en un hilillo de voz para mi sorpresa. Le sequé las lágrimas con delicadeza y acaricié con suavidad el cabello adornado con trenzas doradas; largo tiempo nos quedamos mirando luego de compartir el primero de los tantos besos que quedaban por delante.
Una alegría sin igual abundaba en nuestros corazones:
—¿Me darías el honor de tomar tu mano y pasear por los jardines? —le hice la petición, a lo que el otro respondió rozándome con timidez.
Escrito por
Nighfall_of_Noldor
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