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Día 22 ❣ Nocturna

La luz de laurelin comenzó a devorar todo a su paso. Algunos eldar corrían directo a sus hogares y otros más aficionados al color plata del árbol, seguían vagando por la blanca ciudad, simulando ser hermosos fantasmas con rostros apacibles. El silencio se alzó y pequeños puntos resplandecientes revolotearon por todo el lugar.

Los niños habían sido ya enviados a dormir a sus habitaciones, y Fingon, con dieciocho años en apariencia, abrió los ojos de par en par. Era la hora, se dijo mientras fruncía el ceño y sonreía con astucia. Salió de sus sábanas y con todo el silencio posible, escapó de su hogar atravesando la ventana. Por suerte dejó de compartir habitación con sus hermanos desde los diez años y ahora era, por así decirlo, el privilegiado del hogar con habitación propia.

A Fingolfin le había costado mucha paciencia mandar a dormir a sus cuatro hijos y si bien con Fingon no hubo tanto problema, con los otros fue todo lo contrario.

El jovencito se aseguró de llevar consigo un abrigo y sin más, saltó de su ventana para caer al suelo con una pose triunfal.

—¡Sabía que podía! —celebró en un murmuró y después se sacudió la tierra del traje para salir corriendo a las calles.

No le costó mucho mezclarse entre los elfos errantes del lugar. Intentó mantener todo el silencio posible y ocultar esa expresión de triunfo. Al final sus tiernos pasos lo llevaron hasta un balcón.

—¡Maedhros! —llamó a su mayor en un tipo de grito susurro pero al no recibir respuesta, temiendo que Maedhros esté hasta roncando, arrojó un par de piedritas en dirección al ventanal.

Maedhros adoraba a Fingon, aunque fuese varios años mayor, había logrado desarrollar un amor bastante puro y pasional. Al tercer choque, el pecoso volvió a la vida un poco aturdido. Debatiéndose si eran sus hermanos intentando molestarlo, abrió la ventana y se asomó por el balcón.

La sorpresa no fue mayor como la alegría que lo invadió en ese instante.

—¿Qué haces aquí? —le susurró tendiéndole la mano para subirlo—. ¿Tú papá sabe que estás aquí? Si mi padre se entera pegará el grito en el cielo y te va a correr no sin antes humillarte públicamente.

El menor tuvo que hacer un esfuerzo colosal para lograr subir, pero con la ayuda de Maedhros, en cuestión de segundos ya estaba frente a frente con el mayor. Sonrió altanero y se cruzó de brazos.

—¿No lo recuerdas? La otra vez te dije que te haría una visita nocturna —aclaró Fingon con un brillo orgulloso en sus dos orbes celestes—. Nadie se va a enterar de esto. Además, ya quería verte ¿Me dirás que tu no?

Maedhros a nada de formular una de sus mejores respuestas para volver a Fingon a los nervios y bajarle esos humos de superioridad, se vio callado inmediatamente ante el clamor del arpa de Maglor.

—Ugh... —carraspeó Maitimo—. Si papá lo escucha, lo va a regañar. Pero pensándolo bien yo...

Ni bien iba a terminar su comentario, llevó su mirada a Fingon quien le extendía la mano pidiéndole permiso para compartir una corta pieza de baile. Maedhros sonrió cautivado y como la princesa que alguna vez fue en un juego, aceptó la invitación.

Fingon colocó su mano en las caderas del mayor, mientras que la otra acarició su cuello. En cuanto a Maedhros, pensando que de vez en cuando no estaba mal tener el papel femenino en la relación, rodeó el cuello de su menor con sus brazos y de tal forma comenzó un dulce vaivén de pasos suaves pero audaces.

En un momento de la velada, antes de terminar el baile y compartir lecho juntos, Maedhros se inclinó un poco para depositar unas pocas palabras en los oídos de Fingon.

—La verdad es que, adoré este detalle de tu parte y claramente extraño tanto tu cuerpo como tu voz —le dijo con la voz más ronca y sensual que pudo evocar, sabiendo que volvería loco a su contrario—. Pero por visita nocturna me imaginaba otra cosa...

Entonces la diestra de Maedhros descendió del cuello de Fingon por su pecho hasta sus caderas para ejercer presión. La respuesta del menor fue la esperada; un colosal sonrojo a la vez que ese rostro de falsa ira en un intento de reprimir sus verdaderas intenciones.

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