Vio salir nuevamente a su padre desde la mansión del Conde de Saint Germain. Traía consigo una cantidad de objetos extraños y entre uno de ellos, un tubo cilíndrico que sobresalía de la caja. Procuró que este se alejase lo suficiente para tomarlo, al hacerlo e intentar mirar que tenía adentro, no veía más que oscuridad; lo giró buscando activar el mecanismo que posee y magna fue su sorpresa. Pequeñas estelas de luz giraban entre sí en un compás asimétrico, creando de esa manera un efecto óptico sublime; lo escondió entre sus ropajes y se fue en busca de su primo para mostrárselo.

En el camino notó como tres hombres comenzaron a seguirlo. Vestían largas capas, todas negras, sus rostros no lograba distinguirlos ya que apenas había anochecido, pero pasando por un farol se percató quienes eran: inquisidores. Por culpa de esa maldita gente su abuelo fue asesinado ya que según ellos él era un “brujo”, por el hecho de no envejecer, por ser de piel muy blanca y porque podía sanar a la gente con hierbas y antiguos cánticos.

Empezó a correr, sentía tanto miedo que se metió a un callejón; que incrédulo fue al pensar que los perdería de vista. Justo uno lo notó por la cabellera rojiza que obviamente para ellos es un signo de maldad. Lo agarraron entre los tres, se movía para todos lados, resistiéndose:

—¡soy inocente! —gritaba intentado hacerles entrar en razón, a lo que en respuesta le llegó un puñetazo directo a la mandíbula.

Dolió y mucho pero no les dio el gusto de gritar más que su mi inocencia. Lo tiraron al suelo para seguir golpeándolo, así que se puso en posición fetal para intentar aminorar los golpes que recibía por tan solo ser quien era, el hijo de un inventor y el nieto de un sanador.

Fue entonces cuando estaba a punto de perder la conciencia, un ángel arribó.

Escuchó gritos descontrolados desde un callejón. Casualmente pasaba por ahí, y tres altos hombres golpeaban salvajemente a... ¡¿Su primo?! 

Al verlo tan mal se enojó de tal manera que no dudó en tomar lo primero que tenía a la mano, y esta fue una especie de barra metálica, algo pesada. ¡¡PAF!!, un golpe directo a la espalda. No sabía qué tan fuerte lo hizo, pero este cayó encima de Russandol. De otro golpe aún más fuerte le dio en las rodillas a otro.  Fingon adoró el sonido de las rotulas quebrándose:

—Ese es el sonido de la justicia —pensó con orgullo, no obstante, debía actuar rápido así que al último lo dejó inconsciente con un golpe en la cabeza:

—No debiste hacer eso...ahora buscaran tu cabeza —dijo su querido y lastimado Maedhros.

—¿Cómo qué no?, no voy a dejar que te pase nada jamás, ¿entiendes? -—respondió Fingon, acariciando el lastimado rostro.

Con cuidado le ayudo a levantarse y a un lento paso comenzaron su camino rumbo a la casa del joven héroe. Pero antes de partir; el muchacho de negro cabello pronunció extrañas palabras en torno a estos malvados hombres. Una neblina verdusca emergió de ellos haciéndoles desaparecer; claro, sin que se diera cuenta su compañero.

Entraron a la morada del ultimo nombrado, el pelirrojo se recostó con su ayuda en un amplio sillón. De a poco le sacó las ropas que tenían manchas de sangre, dejándole el torso desnudo. Vio las marcas de patadas en las costillas, el golpe en su mentón que ya tomaba un color morado. Le limpió cuidadosamente, y puso ungüentos de distintos extractos de plantas para capear aquellas dolencias:

—¿Fingon?

—¿Si?

—Hay algo que venía a mostrarte, está en mi abrigo, sácalo de ahí por favor—pidió. Al sacarlo vio el cilindro metálico.

—Creo que está malo.

—¿Por qué lo dices?

—Porque está todo oscuro dentro.

—Tienes que girarlo, ahí veras la magia, es algo maravilloso —el pelinegro le sonrió, y al girarlo vio lo mismo que su primo. Se quedó un rato buscando más de un efecto:

—Esto es increíble, pero ¿Cómo se llama? —preguntó, el herido se encogió de hombros en señal de no saber el nombre, a lo que una voz para ambos conocida resolvió su duda:

—Se llama caleidoscopio y este era un regalo para Nelyafinwë —respondió Fëanor, aclarando la duda de los presentes.

Escrito por:
Nighfall_of_Noldor