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Día 12 ❣ Tormenta

Nota: En este punto Babba_Yaga y yo decidimos juntarnos y hacer este libro. Algunos relatos van a estar escritos por ella, sería estupendo que también la apoyarán ya que es una fiel amante del Russingon.

Los gritos casi agónicos de Maedhros hacían eco en Thangorodrim, el que alguna vez fue un gallardo y bello príncipe Noldorin, no era más que un despojo. El único consuelo que tenía en esos infinitos momentos era el recordar a Fingon...su amado Fingon, por el que fue capaz de irse en contra de su padre no importando que incluso este le quitara su título de nobleza.

El cielo azul se tornó a gris en Mithrim, y las primeras gotas de lluvia aparecían, una gota terminó en la redondeada nariz del primogénito de Nolofinwe, su mente permanecía constantemente atormentada al saber que su primo, el amor de su inmortal vida, yacía en aquel lugar; se armó de valor y en secreto se fue a rescatarle. 

Cabalgó a gran rapidez atravesando las planicies internándose más y más en la zona enemiga. La apenas lluvia ahora era una enorme tormenta eléctrica, hasta el clima le decía que esto era un suicidio, pero no, el jamás se rendiría, ni se arrepentiría de ir a Angband. Conforme se acercaba a las laderas, dejó a su caballo partir. Amparado bajo la tiniebla nocturna y la oscuridad asoladora de Morgoth esperó hasta que llegara el amanecer...dejándose caer el crepúsculo, siguió en campaña hasta que tuvo una sensación de angustia horriblemente grande, por más que mirase a las montañas no veía nada. Fue entonces que a partir de esta crisis evocó un suave canto.

Maedhros pensó que estaba alucinando cuando escuchó esa melodía. El descenso a la locura lo sentía próximo. Siguió la canción, lágrimas de desesperación comenzaron a emanar de sus cuencas al ver a lo lejos a Fingon. Con toda la voluntad que aún seguía en sí, canto más fuerte para captar su atención y lo logró, el pelinegro sintió que su corazón se partió en mil pedazos al ver que este estaba colgado de la muñeca derecha con un grillete de hierro:

—¡Terminad con mi vida por favor! —imploró.

—¡No puedo hacerlo! —gritó.

—Tan sólo una de tus sagradas flechas que llegue a mi corazón y podre descansar en paz, por favor Fingon solo te pido eso, da muerte a este traidor.

Aceptó aquel deseo, muy a su pesar y al borde del sollozar se dispuso a lanzarle una flecha directo al corazón. Pero no pudo hacerlo, terminó lanzando la flecha muy lejos de donde estaba Russandol. Debía encontrar otra manera de salvarle; oró a los Valar, les rogó una solución y esta vino en forma de una enorme águila.

Al llegar al reino, precisamente a un balcón del castillo no dudó en llevarlo junto a los demás sanadores, estaba aún en shock producto a quizás cuantas torturas pasó y cuantas más tuvo que presenciar. Notó también el trauma que le producen los días de tormenta, grita aterrorizado, implorando que acaben con su dolor. No obstante, cuando  Fingon lo tiene entre sus brazos olvida todo, incluso ese miedo.

Escrito por:
Nighfall_of_Noldor

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