Día 20 ⚔ Árbol
Una serpiente sin colmillos que el único mal que podría hacer era uno muy pequeño y fácil de resolver. Fueron parte de las palabras que Fangorn le reprochó a un viejo en los huesos y con los ojos hundidos.
Saruman había estado tanto encerrado en la torre de Orthanc que para cuando se le concedió la libertad parecía un anciano leproso. Después de la reprimenda, decidió viajar al oeste, simplemente salir de las tierras de ese tonto tronco parlanchin. Y con él iba a rastras, quien en sus bueno tiempos se hacía llamar Grimma, Lengua de Serpiente.
Ambos vejestorios viajaron largo tiempo, maquinando algo nuevo. Si bien no tenían más poderes o fuerzas, al menos podían sufrir mentalmente y es que Saruman no dejaba de sentir tormento y odio, infundados por Sauron. Es curioso que su comienzo había sido en una simple investigación sobre los anillos del poder; dejó de caminar por los bosques y comenzó a pasar más tiempo encerrado.
Nunca pudo darse cuenta que de un pestañeo a otro, servía a Sauron, se había sentido atraído por las ideas del Señor Oscuro y por temor, hizo de todo para conquistar la Tierra Media.
En ese instante, recordando los buenos momentos en los que había logrado infundir miedo y doblegar a demasiados hombres, Saruman se echó a reír mucho más y mejor. Pero hubo chocado con un ser alto, inmóvil y fuerte.
Cuando se dio cuenta y levantó la mirada, lanzó un alarido aterrador. Había chocado la frente con un familiar de Barbol y aunque no emitiese algún movimiento, Saruman ya estaba tan trastornado que evitaba caminar lo más próximo posible a un árbol.
En el retroceso empujó a Grimma y le aplastó una mano. El pobre hombre también grito, no de miedo sino de dolor.
—¡Callate de una vez! —inquirió Saruman golpeando a Grimma con el bastón—. si al menos hubiese podido vagar solo. Ahora tengo una carga más pesada que ese sucio mediano. Bien, en camino, maldito. Aún nos falta mucho por recorrer.
Se repusieron, aunque en Grimma el pensamiento propio y odio contra Saruman se acrecentaba cada vez que recibía un golpe o malas palabras. El pobre Lengua de Serpiente gruñó y siguió arrastrándose por detrás, siempre siguiendo un desesperante camino.
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