Día 10 ⚔ Mar
En las fojas Melkor había logrado convencer a Mairon de hacer algo realmente estúpido, al menos visto desde el punto de gusto de ambos. Después de peleas, gritos y burlas Mairon dio el brazo a torcer; Era una apuesta, si a caso, una competencia y para decidir al ganador de forma justa y sin burradas, se llevarían consigo a Eonwë.
Entonces al día siguiente, justo cuando Eonwë llegaba a las puertas de la Torre de su señor, fue interceptado y de cierta forma secuestrado por dos inusuales figuras. Uno gruñía y empujaba al más alto que sólo chasqueaba los dientes con desdén. Cuando a Eonwë se le permitió la libertad, notó que se encontraba en las costas de Valinor. Aclaró su vista y a su derecha se topó con Mairon, mientras que a su izquierda con Melkor.
Algo no le daba muy buena espina y es que todo lo que venga de Melkor no puede contener las mejores intenciones.
—¿Puedo preguntar qué está pasando? —dijo sintiendo un aura de competencia entre los otros dos.
—Una competencia entre los grandes —respondió Melkor alzando el puño como sí estuviera orgulloso. Pero Mairon pronto se interpuso.
—¡¿Qué competencia entre grandes?! —aún no se creía lo fuerte que podría ser, tanto como un Vala—. Apostamos.
El alivio se pintó en el rostro del peli plata y una tierna risita se escapó de sus labios. Adivinó al menos la razón por la que había sido secuestrado, aunque no estaba seguro sí era igual de importante como el hecho de que esa mañana debía charlar con Manwë.
—¿Y qué Apostaron? —preguntó temiendo alguna traición.
Pero Mairon observó con odio a Melkor y éste simplemente sonrió.
—Mairon apostó su impaciencia con el sol mientras que yo el demostrarle que los fantasmas marinos existen —respondió Melkor—. El ganador se llevará una docena de pastelillos hechos por Irmo. Tú decidirás al ganador.
Sólo un par de preguntas rondaban la cabeza de Eonwë; ¿Qué era un fantasma marino? Y ¿Ya le habían dicho a Irmo de los pasteles a los que lo comprometieron? O tal vez harían con Lorien lo mismo que le hicieron a él.
Una vez hecho el pacto y Eonwë dando el visto bueno, Mairon ocupó su tiempo bajo el sol para enterrar a Eonwë bajo la arena. No era la mejor idea pero al vocero de Manwë la arena le hacía cosquillas y le gustaba. A la arena le había dado la forma de un cuerpo femenino con un busto realmente grade.
Ahora bien, Melkor se envolvió de una densa bruma negra y después esta se disipó para dar paso a un bañador en rayas negras. No le gustaba el mar, pero haría de todo por demostrar la existencia de un fantasma marino. Nada más había hecho la postura de saltar al agua, cuando Ulmo apareció en forma de un viejo con gran bigote encerrando a más de un animal.
—¿Qué haces aquí? —dijo Ulmo.
—Lo más obvio, voy a entrar...
Y Melkor dio un paso dentro del agua pero Ulmo, al verlo su disgusto incrementó, arqueó una ceja. No estaba dispuesto a dejar entrar a Melkor a sus "tierras" y sabía que debía combatir fuego contra fuego. Elevó su brazo derecho y a la sazón, la marea incrementó, Melkor lanzó alarido y corrió en dirección contraria al mar.
Aquella era una buena técnica para ahuyentar a Melkor de su hogar, pero Ulmo jamás hubiese pensado que ahogaría a Eonwë de paso. Porque Miaron, viendo el paso del mar, abandonó a Eonwë y corrió a refugiarse. Al final, el ganador no fue fácil de decidir con un juez al borde de la muerte.
Pedido por
antominecchi
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