Día 10: Ciberbulling
Luka se dirigía hacia su camarote para llevar a cabo su sesión rutinaria de meditación, cuando escuchó el sollozo ahogado de su hermana al pasar por su compartimento.
Preocupado por lo que podría pasarle a la pequeña de los Couffaine, abrió la puerta y se la encontró de espaldas frente al ordenador con el cuerpo totalmente tenso.
–Jules... –la llamó con suavidad.
Aún así la muchacha se sobresaltó al escuchar su nombre e inmediatamente cerró nerviosa la aplicación de Facebook a la vez que se secaba rápidamente las lágrimas con el dorso de la mano.
–Luka... ¿qué quieres? –le preguntó todavía de espaldas e intentando en todo momento mantener el tono neutro de su voz aunque fallando estrepitosamente en su cometido pues a Luka, siendo tan hábil interpretando las emociones de los demás, no pudo engañarlo.
–Quiero saber por qué estás llorando Jules –le dijo empleando cierta autoridad sobre ella como hermano mayor para que le respondiera.
–¿Yo...?¿Llorando...? –mintió fingiendo sorpresa–. ¿Qué razón habría para ello?
–No lo sé –negando con la cabeza pero sin apartar la mirada de ella–. Dímelo tú, Juleka.
–Te estás imaginando cosas, hermano –girando la silla para encarar finalmente al peliazul con una media sonrisa forzada–. Acabo de quedar con Rose para tomar algo –comentó cambiando de tema de improviso y levantándose del asiento para coger su abrigo–. Avisa a mamá que esta noche llegaré tarde, ¿vale?
Y, sin decir nada más, se despidió de su hermano marchándose de la estancia. No obstante, Luka no se movió de su sitio incluso mucho después de que la pelimorada abandonará el lugar.
Tenía la vista fija en el ordenador de la chica. Algo había ahí dentro que perturbaba a la pequeña de los Couffaine convirtiéndola en un mar de lágrimas.
El rockero no era el tipo de persona que le gustara espiar o entrometerse en los asuntos de los demás, pero esta vez se trataba de Juleka y estaba dispuesto a descubrir la razón que causaba tal desasosiego en su hermana. Así que se dirigió hacia el escritorio y se sentó cómodamente en la silla poniéndose frente al ordenador.
Tomó el ratón y abrió la página de Facebook apareciendo inmediatamente una pequeña ventana que le pedía una contraseña para poder acceder a la cuenta de la pelimorada.
El Couffaine frunció el ceño pensativo. ¿Cúal podría ser la clave secreta de Juleka?
Estuvo un buen rato probando con varias opciones. Escribió todo lo que le vino a la cabeza: Kitty Section, Rose, el día de su cumpleaños, su color favorito... hasta que cayó en la cuenta de algo importante y lo intentó con el nombre de su padre, Emerick.
El sitio web le permitió la entrada y el muchacho negó con la cabeza disgustado por el hecho de que ese condenado hombre aún tuviera esa influencia sobre su hermana.
No tuvo que desplazarse mucho por el perfil de Juleka para dar con el problema. Un anónimo que se hacia llamar a sí mismo black_user902 había estado mandando todo tipo de mensajes ofensivos a la menor de los Couffaine. Se burlaba de ella por cualquier motivo: su altura, su forma de vestir, su timidez, su relación tan cercana con Rose Lavillant...
Luka cerró la página web realmente furioso. ¿Quién se creía que era ese black_user902 para hablarle así a su hermana?
Se levantó del asiento encolerizado y se marchó del Liberty en busca de la única persona que podría ayudarle a descubrir la identidad de ese ser tan mezquino.
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Media hora después, en casa de los Kanté...
–¡Luka! –exclamó el moreno sorprendido al verlo tras abrir la puerta de su domicilio.
Conocía perfectamente al mayor de los Couffaine por las veces que había ido al Liberty para asistir a alguno de los conciertos de Kitty Section, un grupo formado por sus compañeros de clase y el propio Luka.
–¿Qué haces aquí?
–Por la dilatación de sus pupilas, su respiración entrecortada y la tensión en su cuerpo hay un 99,9% de probabilidades de que necesite tu ayuda por su asunto turbio, Max –dedujo su compañero robotizado con su fría lógica apareciendo a su lado.
–Así es Markov –reconoció el peliazul asintiendo hacia ambos–. Alguien está acosando a Juleka por internet y quiero saber quién es.
El joven al escuchar las palabras del guitarrista, abrió los ojos horrorizado.
–Pasa –le dijo permitiéndole la entrada y guiándolo hasta su habitación–. ¿Qué información tienes sobre ese individuo? –le preguntó una vez que se sentó en su computadora.
–Se hace llamar black_user902 y le ha dejado varios mensajes en su buzón privado de Facebook.
–Si pudiéramos entrar en la cuenta de Juleka, podríamos rastrear el IP de ese usuario con un programa que creamos Markov y yo hace tiempo.
–Eso no es problema, yo puedo entrar en su cuenta.
–¿Juleka te dijo su contraseña? –le cuestionó Max intrigado, pues sabía que la chica era muy celosa de su privacidad.
–No, la he descubierto por casualidad... –confesó el peliazul sin entrar en detalles.
El moreno asintió y se pusieron manos a la obra. Sólo necesitaron de diez minutos para saber quién se escondía tras el seudónimo de black_user902: Kim Le Chien.
–No puedo creerlo... ¡Kim! –gritó atónito el Kanté.
–¿Quién es? –quiso saber Luka.
–Es un compañero del Françoise Dupont de Max y Juleka, todos van al mismo aula –informó el pequeño robot siempre feliz por poder responder a las preguntas con la mayor fiabilidad posible.
–Así que va a su misma clase... –murmuró entrecerrando los ojos con ira.
–Kim es un bromista por naturaleza, de esos cargantes con los que hay que tener una paciencia infinita –comentó el informático ajustándose las gafas sobre el puente de su nariz–. Pero me cuesta creer que realmente quisiera hacerle daño a Juleka.
–Hablaré con él, gracias por la ayuda Max.
–De nada, Luka. Espero que puedas solucionar todo este asunto cuanto antes –le dijo con una sutil inclinación de cabeza mostrándole su apoyo.
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Al día siguiente, en el Françoise Dupont...
Aquella mañana Luka había insistido en acompañar a su hermana al instituto con la excusa de que hablaría con Marinette para comentarle algunos detalles sobre sus nuevos diseños para el grupo Kitty Section.
–Bueno Luka, me voy a clase para dejarte hablar con Marinette sobre "el vestuario" –haciendo comillas con los dedos– del nuevo videoclip –con una sonrisa burlona.
Juleka tenía la sospecha de que iba a pedirle a la azabache una cita pues sus sentimientos por la Dupain-Cheng no eran ningún secreto para ella y aunque en otra situación así hubiese sido esta vez no era el caso. Sin embargo, servía para su propósito de modo que le sonrió a su hermana haciéndole creer que estaba en lo cierto.
–Siempre llega tarde –comentó la muchacha mientras comenzaba a caminar hacia su aula–. Así que tendrás que esperar un buen rato.
–Gracias por el aviso.
–¡Suerte! –despidiéndole con la mano.
El peliazul la siguió con la mirada hasta que la perdió de vista y entonces se puso en la entrada del colegio cruzado de brazos esperando pacientemente al Le Chien.
A los pocos minutos, lo vio corriendo al final de la avenida y se dirigió a su encuentro.
Cuando pasó por su lado lo agarró con firmeza del brazo ocasionando un grito lleno de reproche por su contrario.
–¡Eh!¿Pero qué demonios te pasa amigo?
–¿Qué demonios te pasa a ti black_user902? –contraatacó Luka con cara de pocos amigos.
Kim palideció al escuchar su alias.
–¿Quién eres? –preguntó asustado.
–Soy el hermano de Juleka y he visto todos los mensajes que le has estado enviando –le contestó con ira–. ¿Acaso te parece divertido burlarte así de las personas?
–Sólo era una broma inocente.
–¡¿Una broma inocente?! –bramó el Couffaine agarrándole del cuello–. ¡Mi hermana se pasa llorando todo el día por culpa de tus estúpidas bromas!
–Yo... yo... –balbuceó el Le Chien temeroso.
–¿Tú qué? –le espetó con un par de zarandeos–. Hay que ser muy cobarde para hacer lo que has hecho y encima aprovechando el anonimato que te proporciona la red.
–Yo... lo siento...
–A mí no tienes que pedirme perdón idiota, ¡sino a mi hermana! –le recriminó exasperado.
–Lo haré, lo prometo.
–Más te vale –soltándolo con desprecio–. Y no quiero que vuelvas a mandarle más mensajes o te las verás conmigo.
–Sí... sí... lo que tú digas.
–Desaparece de mi vista, antes de que me arrepienta por dejarte ir –le ordenó apretando los puños con fuerza debido a la cólera que sentía.
El deportista al darse cuenta de aquel gesto en el mayor se marchó al instituto corriendo despavorido y jurando que haría lo que le había exigido el Couffaine.
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Un tiempo después...
Luka observaba satisfecho como la pelimorada cantaba los coros de Kitty Section rebosante de felicidad. Hacia varios días que Juleka había recuperado finalmente su sonrisa y los lloros habían cesado. Un cambio radical en la joven que demostraba que Kim Le Chien había cumplido su palabra.
Al rockero no le gustaba emplear la violencia pero, a veces, era necesario un poco de mano dura para dejarles las cosas claras a ciertos individuos que se creían que estaban por encima de los demás y él haría lo que hiciera falta para proteger a una de las personas más importantes en su vida... su hermana.
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