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La cita de Hibiki

—¿Esto es...?

—El distrito comercial de Tengu. Hogar de la mejor comida rápida en la ciudad y uno de los sitios donde Shidou y Kurumi suelen venir cuando tienen una cita.

La explicación de Nia había impresionado a Hibiki. A diferencia del resto de la ciudad, la zona comercial parecía mucho más viva y con una gran cantidad de gente caminando de un lugar a otro.

—¿Aquí es donde la Kurumi de este mundo trabaja? —preguntó Hibiki, quien intentaba leer algunos símbolos que aún no entendía del todo.

—La detective Kurumi, así es como la llaman por este lado de la ciudad—informó Kaguya—. Es muy buena en lo que hace, pero...

—Siempre está ocupada—señaló Natsumi quien veía un par de vestidos en un aparador cercano.

—Ya veo...

Para Hibiki esto era nuevo. Conocía a su Kurumi, pero la de este mundo parecía ser una persona completamente distinta.

Miró a los alrededor, percatándose de una imagen que llenaba un gran anuncio que se movía como si de una película se tratase. La persona que aparecía caminando en una especie de pasarela era igual a la imagen de ese chico que no hacía otra cosa que impulsar a su amiga para seguir adelante.

—Es hermosa, ¿no es así?

—Nia, ¿tú la conoces? —preguntó Hibiki, notando entonces como la mangaka acomodó sus anteojos.

—Por supuesto que la conozco, es más, es mi asistente cuando no tiene que modelar—respondió Nia, orgullosa por lo que dijo.

—¿De verdad?

—En efecto—Nia no tardó en sacar su teléfono, mostrando así una imagen de esa joven desnuda posando únicamente con una correa y par de tacones que la hacían lucir muy sexy—. Su nombre es-

—¡Nia! ¡Deja de mostrar tu porno de mi hermano mayor!

—¡Ayuda!

La ira de Kotori había explotado tan pronto notó que la mayor estaba enseñando cosas que su hermano mayor les confío.

Todas fueron ese día a la sesión de fotos. Ellen, de hecho, fue quien tomó esas fotos, confesando así su amor por su hermano mayor quien la aceptó, liberando así sus memorias sobre su pasado.

—Nia, Ellen dejó en claro que ese fue un regalo de Shidou para nosotras—comentó Tohka—. No podemos dejar que la gente sepa que Shiori-san es nuestra amiga, al menos no por ahora.

—Lo siento, es que me hace muy feliz el chico cuando se vuelve una chica—se disculpó, haciendo una reverencia hacia el espíritu más joven.

—Bueno, de todos modos no podemos hacer mucho. Tarde o temprano Shidou tendrá que sellar a Hibiki—señaló Origami quien abrazaba a Mukuro, evitando así que esta le hiciera daño a Nia.

—¿Sellarme? ¿Qué significa eso en realidad?

Las chicas se miraron entre ellas. Debían suponer que Hibiki ya conocía sobre el método que usaba Shidou para sellar sus poderes.

—Ven, vamos a la cafetería que está a la vuelta y ahí te explicamos—señaló Kotori, tomando así la dirección del grupo.

—¡Hai!

—Muchas gracias por el chocolate. ¡Está delicioso!

—Me alegra que te guste, Hibiki.

Tohka estaba impresionada por lo que veía. Sin duda, esta chica de cabellos blancos era igual a ella.

Toda la comida que ordenó, aunque parecía una exageración en primer lugar, terminó de alguna forma dentro de su estómago.

—Eres igual a Tohka—señaló Origami quien daba otro bocado a su sándwich—. Comes y no engordas.

—Kurumi suele decirme eso... Bueno, lo último más que nada.

—Oye, Hibiki—habló Tohka—. ¿Si sabes lo que es un espíritu?

—La verdad es que no—respondió ella—, aunque tampoco necesito saberlo. Soy feliz siendo yo misma.

Las chicas se miraron entre ellas. Sabían de antemano que ella no era un espíritu, pero tampoco pensaron que ese tema no era su interés lo cual hacía todo mucho más extraño.

—¿De verdad no te interesa saber sobre tu naturaleza? —preguntó Natsumi.

—A decir verdad, hace tiempo dejó de interesarme ese tema—respondió Hibiki, intentando sonar lo menos ruda posible—. Lo único que me interesa es aprender más del mundo humano y de ese chico tan especial para mí mejor amiga.

—Interesante. Parece ser que conoces algo de nuestro sirviente.

—Mi hermana tiene razón. ¿Kurumi y tú hablaron sobre él no es así? —la pregunta de Kaguya sorprendió un poco a Hibiki—. ¿Qué tanto hablaron sobre Shidou?

Hibiki pensó un poco la pregunta. Recordaba muy bien las veces en que Kurumi se desvelaba viendo el cielo nocturno, pensando en lo que haría una vez se encontrara con Shidou.

Casi siempre la dejaba sola, pero había ocasiones en donde ambas platicaban sobre él, viendo así lo importante que era para ella. Esa noche, un día antes de que fuera en su búsqueda, le preguntó aquello que Sawa ya tenía en mente.

—¿Qué harás cuando lo veas?

—¿No es obvio? Lo haré feliz...

No pudo evitar sonreír ante tal recuerdo. Ella en verdad era muy audaz, tanto que incluso Sawa se sorprendió de su matrimonio con Shidou.

—Hablamos sobre su matrimonio con Itsuka Shidou—confesó, sorprendiendo así a las chicas—. ¿Sucede algo?

—¿Ella fue la que se casó con mi hermano? —preguntó Kotori, casi sorprendida por esta información.

—Por eso es que <RASIEL> no supo contestar aquella pregunta—indicó Yoshino, recordando la vez en que Kurumi intentó acceder a la información de su clon—. Fue ella la que se casó con Shidou... ¡Ella es la esposa de Shidou!

—¡¿Acaso perdí mi dinero?! —gritó Tohka—. ¡Kurumi, me engañaste!

Aquel grito sorprendió a Hibiki. No sabía muy bien si ellas estaban felices o no por comprobar quien era en verdad la esposa.

—Bueno, ya aclaramos nuevamente ese punto—dijo Nia, bebiendo un gran sorbo de su café—. El clon es la esposa, Kurumi, por ser la misma, también. Ahora la pregunta aquí es... ¿Quién será la segunda esposa?

El ambiente pronto se tensó. Las chicas se miraron entre ellas, cada una dando un bocado a su platillo.

Esto hizo sonreír a Nia, hace tiempo que no veía algo como esto. Era posible que nuevamente se diera un combate entre todas, pero ahora sin la presencia de los ángeles.

Sólo se necesitaba que alguien apretara el gatillo y sabía muy bien quien la ayudaría.

—Itsuka Shidou...

—¿Sucede algo, Ellen?

—Sí... Hay dos pares de tacones aquí y no son suyos.

La mirada de Ellen se volvió más aguda. Dos personas estaban ahora mismo con el chico que ama y sabía muy bien que las chicas estaban fuera por trabajo.

—Karen...

—¿Sí, hermana?

—¡Yo quiero estar con Shidou-san! —gritó Ellen, quitándose sus tacones para ir rápidamente al segundo piso dejando atrás a su hermana.

—¡Ponte las sandalias que te dejó en la entrada! —gritó Karen, dando un suspiro profundo—. Debí ir con las chicas... Al menos Mana se libró de esto.

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