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Capítulo 23

El lugar estaba rodeado por patrullas y una ambulancia, ya se acercaban los curiosos a querer saber qué había ocurrido. El fuego ya había logrado ser puesto bajo control, sin embargo, no había quedado nada que pudiese rescatarse de la agencia. Sasuke miraba Naruto a la distancia hablar con un policía, mientras a él terminaban de tratarle unas heridas causadas por los cristales. Aún le costaba hacerse la idea de que pudo haber muerto de una manera trágica, ¿quién pudo haber hecho algo así?

Un auto se estacionó en los límites de la cinta que mantenía al margen a las personas, Yahiko se bajó con prisa y pasó de lado a los oficiales. Primero se detuvo a mirar su agencia, pero rápidamente se concentró en el Uchiha.

—¡Sasuke! ¿Te encuentras bien? —el rubio dirigió su mirada a los dos, asintió una última vez al oficial para después acercarse.

—Sí, no es nada.

—¿Para qué diablos querías ver a Sasuke aquí? —el Namikaze se paró al lado del nombrado, como si pretendiera protegerlo de Yahiko. —¡Nunca haces nada relacionado al trabajo los domingos, y lo citaste aquí! ¡Pudo haber muerto!

—¿Que yo lo cité? No, no hice algo así. —se sorprendió por la acusación que estaba recibiendo, no parecía ser que Naruto le estaba mintiendo. Notó que el Uchiha tomó con disimulo el brazo del rubio, como si tratara de retenerlo.

—¿No? Recibí un mensaje tuyo. —sacó su celular con su otra mano, mostró el chat de conversación. Yahiko se mostró nuevamente sorprendido, claramente se veía como que él había enviado ese mensaje, pero no fue así.

—Entiendo que las cosas están en mi contra, pero te aseguro que yo no envié ese mensaje. —también mostró su celular, dejando ver su chat.

—¿Qué me asegura que no lo borraste? —el Namikaze seguía mirándolo de mala forma. Sasuke trató de pensar con cabeza fría, no había forma de que Yahiko estuviese detrás de ese desastre, es decir, ¿quién en su sano juicio echaría a perder todo su esfuezo de años?

—Déjalo, Naruto. —le interrumpió. —Dudo que tenga la culpa.

Su esposo lo miró aún dudando de su petición, pero la mirada de Sasuke le daba a entender que estaba muy seguro de lo que estaba diciendo. Los oficiales le informaron que revisarán las cámaras de seguridad, al menos las que estaban en la calle, ya que las internas se perdieron por completo. Sasuke volvió a la mansión, y esta vez, ¡solo esta vez!, Naruto accedió a que Yahiko lo llevara. Él se quedaría con los oficiales.

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La mente de Sasuke no dejaba de darle vueltas a todo lo que había pasado minutos antes. No tenía que ser un detective para llegar a la conclusión de que esa explosión había sido un atentado en su contra. A la hora en que supuestamente Yahiko le pidió que llegara, no habían personas transitando por ahí, y la agencia también estuvo vacía. Era claro, ¿no? Lo que le carcomía la mente era pensar en alguien que lo odiara tanto como para querer asesinarlo de esa manera.

Entró en la mansión, aún tenía unas cosas que terminar. A pesar de la hora, no se encontraba capaz de dormir en ese momento, al menos no hasta que Naruto regresara. Prefería adelantar trabajo. Escuchó unos ruidos en la cocina, así que se apresuró a ver qué había ocurrido, Hinata estaba de pie cerca del fregadero, sujetando su mano que comenzaba a sangrar.

—Hi... señora Hinata. —le llamó, la mujer se volteó y lo miró como si se tratara de un fantasma. —¿Se encuentra bien?

—¿Q-qué haces aquí? —no podía ser posible, para esa hora Sasuke ya debería de estar muerto. El imbécil de Kakuzu sin duda falló en su plan.

—Pensaba terminar unas cosas. —tomó la mano de la Hyūga para verificar que la herida, provocada con un cuchillo, no fuese grave. Apenas si había hecho un corte ligero, el sangrado se estaba deteniendo. —Debería de tener más cuidado.

—No tanto como el que deberías de tener tú, Sasuke.

Era un hecho de que el plan había fallado, así que no podía seguir fingiendo sorpresa al verlo casi ileso. Salió de la cocina, dejando en el olvido la fruta que estaba picando, pues tenía una llamada importante que realizar.

Sasuke miró unos segundos el umbral por el cual Hinata se había ido, sorprendido por lo último que le dijo. Prefirió ignorarla y concentrarse en su trabajo. No veía la hora en que Naruto atravesara la puerta.

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—¡Les digo que tuvo que haber sido alguien! Busquen bien. —se suponía que Naruto tenía que esperar pacientemente al otro lado del escritorio, pero ya estaba al lado de los oficiales revisando las cámaras públicas. Hasta ese momento, no habían encontrado alguna pista de la persona culpable.

—Usted mismo está viendo las cámaras, señor. —repitió casi por quinta vez un oficial joven.

—¡Espere! Mire ahí. —apuntó a una persona que se adentró en la instalación forzando la cerradura. La hora indicaba que fue a las nueve y media de la noche, por eso nadie lo había visto. Sin embargo, el sujeto llevaba el rostro cubierto, era imposible poder ver quien estuvo detrás del atentado.

—¿Sabe de alguien que esté en su contra o del joven Uchiha? —indagó un policía más mayor.

—De mi lado... no. —ni siquiera tenía enemigos, al menos no que recordara en ese momento. —Y Sasuke tampoco, tiene menos de dos años de vivir en Japón, y no hay nadie que haya conocido que lo odie lo suficiente como para hacerle algo así. ¿Por qué pregunta por mí?

—Porque si hay alguien que quisiera vengarse de usted, debe de saber quiénes son importantes en su vida, y de esa manera no atacarían por su punto débil. —a pesar de esa aclaración, seguía en la idea de que no hay nadie que quisiera vengarse de él.

Sin embargo, temía por Sasuke. La persona detrás del atentado estaba en la pantalla, y no podían verle el rostro

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Era la sexta llamada entrante, Hinata miraba su celular a su lado como si estuviese contaminado. No quería atenderle a ese hombre. Ya le había llamado, la noche anterior, para negarse a pagar el dinero, todo por haber sido lo suficientemente idiota como para fallar en el plan. Solo tenía que matar a Sasuke, ¿qué tan complicado podía ser? Empezaba a sentirse ansiosa, sabía que Kakuzu no la dejaría en paz hasta no recibir su pago.

—Atiende ese celular de una vez. Se escucha hasta el balcón, Hinata. —le regañó su madre, quien entraba en la habitación. Se sentó en la orilla de la cama, conocía a su hija, y hay algo que la tiene preocupada. Bastante. —¿Qué pasa?

—Mamá... —si bien el día anterior se sintió valiente al decirle esa negativa a Kakuzu, en ese momento sentía miedo. —Lo siento, necesito que me ayudes. —se sentó sobre sus piernas, acercándose más a su madre.

—¿Ayuda? ¿Con qué?

—Yo... no resistí la ira al ver a Naruto con Sasuke, y llamé a Kakuzu. —solo una bofetada fue la respuesta que recibió de su madre. Hinata tocó el área afectada, mirando a la mayor con gran arrepentimiento —Lo lamento...

—¿Lo lamentas? ¡¿Tienes idea de lo que hiciste?! Sabes que a los Hyūga nos costó deshacernos de ese tipo, y vienes tú a buscarlo como estúpida solo por un arranque de ira y celos.

—¡Entiendeme, mamá! Estaba furiosa.

—¡Eso no justifica tus actos! ¿Cuánto está pidiendo?

—No lo sé, le dije que no le pagaría por haber fallado. —respondió cabizbaja.

El celular volvió a sonar, esta vez Himiko lo tomó sin dudar y contestó.

—Escúchame bien, imbécil, cualquier asunto que tengas pendiente con mi hija lo verás contigo, a ella déjala en paz. —hubo una corta pausa, en la que Hinata casi muere de los nervios. —Sé muy bien dónde tienes tu basurero, iré a verte mañana y te largarás de una vez por todas.

Cortó la llamada, volviendo a lanzar el celular a la cama. Se sentía decepcionada de su hija, pero sea como sea, es su madre, y daría su vida por cualquiera de sus dos niñas. Bien, había cometido un error, ¡uno muy grave!, pero la apoyaría.

—Escucha, la noticia del atentado en contra del Uchiha está en los diarios, y también se sabe que Naruto estuvo ahí. —Hinata apretó las sábanas, la noche anterior hizo todo un berrinche en la sala al saber que su esposo la había engañado. Pero en parte se sintió angustiada, al saber que la vida de su esposo corrió peligro. —Esta es la oportunidad perfecta para dejarlo en mal en frente de Naruto.

—Y... ¿cómo?

—Presta mucha atención, hija.

>>>

Apenas despertó, su mente revivió la noche anterior. Ya había preparado el almuerzo, sin embargo, seguía pensando en todo. No podía estar del todo tranquilo sabiendo que alguien afuera quiere matarlo.

Naruto le había contado todo lo que se vio en las cámaras, y eso no lo relajó en lo absoluto. Esa mañana, su esposo partió más temprano de lo normal a la compañía, por un supuesto problema que salió de imprevisto; ni siquiera desayunó. Sasuke dejó el desayuno de Hinata en una bandeja, ya que Himiko le pidió el favor de que lo llevara a su habitación. Teniendo el cuidado de no botar nada, subió al segundo piso. Se le dificultó el tocar la puerta con ambas manos ocupadas, así que dejó la bandeja en una mesita.

—Sí, fallé esa vez, ya verás que a la segunda no será así. —se detuvo en seco al escuchar a Hinata decir aquello. Sabía que no era correcto escuchar conversaciones ajenas, pero solo eso bastó para que le llamara la atención. —Estoy segura de que al menos le provocó algo de miedo... Esta vez hice estallar la agencia, tengo que ver qué será la próxima vez. Te juro que no fallaré.

Sasuke retrocedió dos pasos, estaba atónito por esa revelación. Temía ser escuchado, así que se alejó, al menos hasta llegar a las escaleras, procurando hacer silencio. ¡Hinata fue la persona que atentó en contra de su vida!, ahora tenían sentido las últimas palabras que le dijo en la noche. Debía de avisarle a Naruto cuánto antes. La Hyūga, al percatarse de que Sasuke ya se había ido, sonrió para sus adentros.

Naruto terminó de darle el visto bueno a unos papeles, tenía que hacer eso primero antes de ver el problema con unas importaciones. La puerta de su oficina se abrió, era Yahiko.

—¿Cómo está Sasuke?

—Sí, buenas tardes. —frunció el ceño, ese hombre definitivamente no dejaba de pensar en su marido. —Está bien.  ¿Qué te trae por aquí?

—Solo estaba preocupado por Sasuke. Estoy buscando un nuevo local en donde instalar mi agencia, y como estaba cerca, vi conveniente preguntarte a ti. Es decir, lo ves todos los días. —se sentó en el sofá.

—No es necesario que te preocupes, en casa cuidamos bien de él. —trató de sonreírle, pero solo mostró una mueca poco amistosa. Su celular sonó, era un mensaje de Sasuke el cual le indicaba que tenía que decirle algo muy importante. No dudaba de ello, pues es raro que reciba mensajes de su esposo cuando está trabajando; le encantaría verlo fuera de su oficina, pero en ese momento estaba encadenado a su silla, literalmente. Le respondió de vuelta que lo esperaría ahí mismo. —Si necesitas ayuda buscando un lugar, cuentas conmigo.

—Sé que sí, pero no creo que sea necesario. Haku es realmente bueno en esto, lo más seguro es que haya conseguido más opciones que yo. —casi al tiempo sonó el celular de Yahiko. —Oh, hablado de... —volvió a levantarse. —Tengo que irme, nos vemos después.

Volvió a quedarse solo. Cada día soportaba menos a Yahiko, era clara la intención que tenía con su esposo, ¡él, como hombre, sabía diferenciarlo muy bien! Sabe que lo más probable es que Sasuke también se haya enterado, pero solo trata de ignorarlo.

Fue al poco rato después que su esposo entró a la oficina, se alarmó al verlo con una expresión asustada.

—Sasuke, ¿qué pasa? —se acercó, tomando ambas mejillas del pelinegro. —¿Te pasó algo de nuevo?

—No, no, no. —negó rápido, pero demostrando seguridad. —Me enteré de algo, Naruto. Necesito que me creas, por favor.

—¡Dime qué es!

—Hinata fue quien estuvo detrás de la explosión de la agencia. —la expresión en Naruto cambió a una de confusión. —Sé que es difícil de creer, pero la escuché decirlo.

—Eso no puede ser posible, Hinata jamás haría algo así. La conozco, Sasuke, no es capaz de matar ni a una mosca. —alejó el contacto de Sasuke, estableciendo una corta distancia. —Sé que fue duro lo que pasó, pero no puedes acusarla así como así.

—Así como la conoces a ella, me conoces a mí, ¡sabes que yo no miento! —frunció el ceño. —Entiendo que te cuesta creerlo, pero así son las cosas, ¡yo la escuché!

—Sí, me cuesta creerlo. Incluso si me dices que fue Himiko me costaría creerlo. Sasuke, ¿llegar al nivel de atentar contra tu vida? Es demasiado.

El Uchiha bajó la cabeza unos segundos, aceptando que Naruto no le creería. Lo sospechó en su camino a la empresa, y no estuvo equivocado. Lo miró con seriedad, ocultando su decepción.

—Está bien, cree lo que quieras. —dio media vuelta, pero Naruto le detuvo al agarrarle el brazo. —Suéltame.

—Sasuke, eres mi esposo, creeré en tu palabra antes que cualquier otra. Como dices, te conozco, pero entiende que esto es una acusación grave. —el pelinegro seguía sin mirarlo. —Haremos esto juntos, ¿sí? Iremos a hablar con Hinata.

Aceptó, a regañadientes, ir con Naruto devuelta a la casa. Aquel problema de las importaciones podía esperar unas pocas horas más.

Sasuke sentía una fuerte presión en su pecho de solo imaginar que Naruto no le creyera, ¡sabía que es algo grave lo que dijo! Pero tampoco es un maldito mentiroso como para caer al nivel de acusar a Hinata de algo que no hizo, pero en esta ocasión solo habló con la verdad. Además, ¿qué razón tenía Hinata para hacerle algo así?

—Naruto. —le habló por primera vez en el camino. —¿Crees que ella sepa algo de nosotros? —de no ser así, ¿qué la impulsaría a querer matarlo?

—Lo dudo, la Hinata que conozco nos habría enfrentado desde el momento en que se enteró. Si no ha hecho nada, es porque no sabe nada.

Quizá en eso podía tener razón, pero la intriga ya estaba en su pecho. Sasuke siempre se caracterizó por ser una persona analítica, valora cada punto y posible consecuencia de una situación antes de actuar. Esta vez corrió a decirle a Naruto, y tal vez fue en error.

Cuando llegaron, vieron a Himiko sentada en el jardín, sin rastro alguno de Hinata. Los dos hombres se acercaron a ella, quien se levantó de su lugar.

—Himiko, ¿dónde está Hinata? —preguntó Naruto.

—Ah, fue por unas cosas adentro, ¿qué sucede con ella? —fingió demencia. Era clara la razón por la cual estaban ahí.

—Que su hija casi me mata, eso es lo que sucede. —apretó sus puños. Himiko mostró angustia en su mirada, lo cual solo logró enfurecerlo.

—Por Dios, mi hija jamás haría algo así, ¿qué motivo tendría?

—Eso es lo mismo que yo me pregunto.

—Ella estuvo toda la noche aquí, pueden preguntarle a Chiyo. Estuvimos hablando y después fue a la cocina para picar una fruta, eso es todo. —notó que Naruto miraba a Sasuke dudoso, estaba obteniendo buenos resultados.

—¿Qué pasa? —los tres voltearon a ver a Hinata, ella se veía confusa.

—Hinata, dice Sasuke que te escuchó decir que estuviste detrás de la explosión de la agencia de Yahiko. —explicó el rubio, la Hyūga también mostró asombro por la acusación.

—No sé de qué me hablan. —llevó sus manos a su pecho, dando más énfasis a su preocupación. —Yo no haría algo así. Ayer estuve furiosa porque me dejaste aquí, Naruto, después de que me dijiste que saldríamos juntos. Pero estuve hablando con mi mamá, luego bajé a la cocina y ahí fue cuando llegó Sasuke.

Para Naruto, la versión de ambas mujeres coincidían, solo la versión de Sasuke era diferente. Se sentía entre la espada y la pared, por un lado estaban ellas y por otro lado estaba su esposo. A Himiko la podía excluir, en realidad, pero a Hinata la conoce desde hace más de cinco años. Sabe de lo que es y no es capaz.

—Sasuke, sé que puedes estar nervioso por lo que pasó. —Hinata le tomó ambas manos, sintiendo el rechazo inmediato. —Y también sé que quieres encontrar al culpable, pero te aseguro que yo no fui. Te tengo mucho cariño, hasta me preocupa que puedas seguir en peligro. Vamos, eres como un amigo para mí.

—Te escuché decirlo. —la miró fijo a los ojos, sus manos percibieron el ligero temblor de la mujer.

—En serio dudo que Hinata estuviese detrás de esto. —terminó por decir Naruto, ganándose una mirada decepcionada por parte de Sasuke. Las palabras de la Hyūga habían logrado convencerlo. —Debo de regresar al trabajo.

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Siguiente capítulo: Sábado 31 de Agosto.

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