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Capítulo 18

Hinata salió de cubículo del baño, al solo dar un paso se detuvo cuando escuchó la puerta de entrada abrirse. Dos muchachas, también vestidas de gala, entraron para retocar su maquillaje antes de volver a integrarse en el evento.

—No te imaginas lo que me sorprendió el cambio de modelo, ese muchacho se ve bastante bueno. —la chica echó todo su cabello sobre uno de sus hombros, tratando de darle un poco de forma a sus colochos.

—Lo que me alegra es que no sea Hinata, ¿te imaginas otro año consecutivo siendo ella? Por Dios, no le hace daño a nadie tener un cambio.

—Yo siempre pensé que estaba en este evento por ser esposa de Naruto, pero ya vi que no, de ser ese el único motivo, no habría escogido a ese chico. —se echó un poco de perfume. —¿Qué tal se verían ellos dos juntos? Ambos son poderosos, serían como la pareja perfecta, se complementan muy bien.

—Ni lo digas, lástima que el modelo sea doncel. ¿Puedes creerlo? De no ser porque escuché ese comentario entre las personas, no lo creería. Es tan guapo... —suspiró, guardando su labial en el bolsito.

—A mí no me molestaría salir con él, el que sea doncel no significa que no pueda salir con una chica. —se sonrió a sí misma en el espejo, en verdad se veía muy bien esa noche.

—Ni lo sueñes. —soltó una risa. —Para mí, se ve mucho mejor él al lado de Naruto que la misma Hinata, si algún día se divorcian, apoyaría para que ellos estén juntos.

—¡¿Qué estás diciendo, idiota?!

La Hyūga salió de su escondite para encarar a las dos mujeres que hablaban a sus espaldas. Las chicas se escogieron en sus posiciones, sentían que en cualquier momento serían atacadas. Tuvieron suerte que Himiko entró al baño antes de que Hinata pudiese hacerles algo; trataba de retenerla, pero los constantes empujones de su hija la hacían retroceder.

—¡Lárguense! —les gritó. Una vez estuvieron solas, Hinata dejó de luchar, pero aún así se veía alterada. —¿Qué pasa contigo? Te desapareces del evento y te encuentro en el baño haciendo una escenita.

—¡¿No escuchaste lo que dijeron?! ¡Estaban diciendo que Sasuke es mejor que yo, tanto en el modelaje como para ser la pareja de MI esposo! ¡¿Cómo quieres que reacciones ante eso?!

—¡Hinata! —habló severa. —No olvides que este lugar está lleno de camarógrafos, así que cálmate si no quieres ver en los diarios el ridículo que estás haciendo.

No tuvo más opción que tragarse todo el coraje que sentía en ese momento, sin embargo, no podía olvidar lo que había presenciado en ese lugar.

—Me importa muy poco lo que hayan dicho ese par de idiotas, incluso tampoco me importa no haber sido la modelo de la compañía, pero lo que no puedo asimilar en este momento, es la manera en que Naruto miraba a Sasuke.

—¿Eso qué tiene que ver? Dejar de pensar estupideces, hija.

—¡Ya no me digas que deje de pensar en esto o en aquello! Mamá, yo lo vi, ni siquiera me prestaba atención por verlo a él. Y eso no es todo, porque fue personalmente a darle unas palabras frente a todos, tú misma viste que los camarógrafos se pusieron como locos. Se supone que el modelo tiene que estar solo, al que quieren ver es a la imagen de dicha compañía, ¡no al modelo con el dueño! Naruto... Naruto nunca hizo eso conmigo, ¿por qué con Sasuke sí?

—Debe de ser porque es principiante, quizá no quería que lo estropeara.

—¿Y acaso yo nunca fui una principiante? El primer evento al que asistí estaba muriendo de los nervios, y nunca tuve ese apoyo.

Arregló un poco su cabello, antes de pretender volver al lado de su esposo. Por el momento daría una imagen de alegría frente a esas personas, no quería empezar a tener rumores, así que solo iría y daría sus felicitaciones a Sasuke, eso sería todo. Aún le carcomía la mente la manera en que Naruto lo había mirado, ni siquiera pudo ver cómo habían sido las cosas por el lado del Uchiha, así que buscaría la manera de hablar con él en casa y sacarle algo de información sin que lo supiera.

—Vamos.

>>>

—No sé si pueda acostumbrarme a esto. —le susurró al Namikaze. Ya había tenido que hablar con un montón de personas que en su vida había visto, incluso le hablaron de temas de los cuales no tenía conocimiento alguno, así que solo se limitó a asentir y sonreír, a la espera de hacerlo bien. —Es demasiado.

—Es difícil al principio, no lo niego, pero ya verás que pronto te adaptarás al cambio.

—¡Disculpen! —una mujer se acercó a los dos, su rostro denotaba preocupación y angustia. —¿No han visto a mi hijo? Estaba hace unos minutos a mi lado y no sé dónde está. Tiene cinco años, tiene cabello rizado y es castaño.

—No, no lo hemos visto. —respondió el rubio, tratando de recordar a todas las personas que ya había visto esa noche, y estaba seguro que ninguna había sido un niño.

—Si quiere, puedo ayudarle a buscarlo. —no podía hacerse una idea del nivel de estrés que estaba manejando esa pobre mujer, él también tendría un hijo en algún momento, y no le gustaría pasar por algo así. No estaba de más brindar su ayuda.

—¿De verdad? ¡Muchas gracias! —inclinó un poco su cabeza, se alejó de ambos para seguir pidiendo ayuda, o en otro caso, encontrarlo ella misma.

—Iré afuera, nadie anda por ahí, así puede que el niño se haya salido. Deberías de buscar aquí adentro, sabes cómo moverte entre todas estas personas.

—Como usted ordene, esposo mío. —le besó el dorso de la mano con una sonrisa burlona.

—¡Cállate!

Cada uno se fue por su lado; encontrar la salida no fue tan difícil, lo casi imposible fue pasar en medio de todas las personas que lo detenían para tener una charla. Tuvo que inventarse varias excusas para que lo dejaran tranquilo. Efectivamente, no había nadie afuera del salón, por lo que buscar al niño no sería complicado. Recorrió los alrededores, ni siquiera podía llamarlo por su nombre, vaya genio al no haberle preguntado a la madre del niño.

—¡Mami! —paró en seco al escuchar ese llamado, entre grito y llanto infantil. Se dejó guiar, hasta llegar a la parte trasera del terreno.

Habían dos hombres rodeando a un niño, se fijó en las pocas características que había dado aquella mujer, casi podía estar seguro de que se trataba de su hijo. Estaban intentando forzarlo para que entrara en un auto, pero el pequeño luchaba con sus patadas y llanto esperando poder ser salvado.

—¿Qué creen que están haciendo? —se acercó a pasos firmes, sintiendo la rabia nublar sus sentidos. No podía concebir que dos adultos actuaran de esa manera contra un niño incapaz de defenderse.

—¿A ti qué te importa? Será mejor que te largues si no quieres morirte a... —el sujeto retrocedió, al punto de chocar contra la puerta del auto, a causa del puñetazo que el Uchiha le propinó en la boca. —Hijo de...

—Será mejor que se larguen si no quieren meterse en problemas. —el niño aprovechó la distracción de esos dos hombres para ponerse detrás del Uchiha, su cuerpo temblaba del miedo.

—¿Qué puede hacer un doncel contra nosotros? —el otro hombre se acercó, mirando fijamente cada parte de su cuerpo sin pudor alguno. —¿Qué tal si dejamos esto de lado y vienes con nosotros? Podemos pasar un buen rato los tres.

—Como si ustedes pudieran darme algo bueno. —tomó de la solapa al idiota que no dejaba de mirarlo para también darle un puñetazo, este en la mejilla. Cuando el otro sujeto quizo defender a su compañero, el Uchiha fue hábil para quitárselo de encima y también tumbarlo en el suelo.

—¡No, déjame! —se distrajo al escuchar de nuevo al niño; el hombre, que según él había dejado en el suelo, estaba intentando nuevamente llevárselo.

Todo a su alrededor pasó en cámara lenta, sintió un dolor agudo en su vientre a causa del puñetazo que su adversario le brindó por la distracción de segundos. Cayó de rodillas, llevando una mano a la zona afectada, el dolor no desaparecía. Los tipos, asustados por el estado del pelinegro, decidieron dejar al niño y huir de ahí, no pretendían ser vistos con el Uchiha si este acababa muriendo, ya que en verdad se veía que sufría de dolor.

—O-oye... ¿estás bien? —el pequeño se acercó temeroso, no había nadie cerca.

—Niño... llama a... Naruto. —trata de regular su respiración, pero el dolor solo aumentaba a cada minuto. Mordió su labio para evitar gritar del dolor, no quería asustar más al pequeño a su lado.

La fuerza en su cuerpo empezó a desaparecer, sus ojos se fueron cerrando y los sonidos cada vez eran más lejanos. Cayó contra la acera, inconsciente, su mano aún permanecía cerca de su vientre.

El pequeño se acercó, estaba más asustado que antes. Quería correr a buscar a esa persona, que recuerda haber visto en la presentación de su compañía, pero tampoco quería dejar solo al Uchiha, no ahí y después de que lo salvó. Escuchó unos pasos acercarse, se puso de pie con la esperanza que fuese alguien del evento que pudiese ayudarlo.

—¡Corre! —le gritó al rubio que se acercaba, Naruto lo miró confundido, estaba buscando a Sasuke y terminó encontrando al niño. —¡Necesita ayuda!

—¿Quién...? —aceleró el paso hasta llegar al pequeño, su cuerpo se tenso al ver a su esposo tirado en el suelo. —¡Sasuke! —se arrodilló en el suelo para tomarlo entre sus brazos. —¡¿Qué fue lo que pasó?!

—Unos... unos hombres malos estaban aquí, él me ayudó... pero lo golpearon.

Maldijo en voz baja. Cargó el cuerpo del Uchiha en sus brazos, suerte que su auto estaba cerca.

—Niño, ve adentro con tu madre, ¡y no vayas a otro lado! —le gritó un poco a la distancia, antes de rodear el auto para subirse; había dejado a Sasuke en el espacio del copiloto, quien no daba signos de querer despertar. No tenía tiempo para pensar en ese niño, su esposo lo necesita.

>>>

Se olvidó por completo de todos los demás, ya había recibido varias llamadas de sus padres, de Hinata, incluso de Hanabi, pero a ninguno quiso contestarle. No quería que supieran dónde estaba, mucho menos la Hyūga, quería poder estar en ese momento al lado de Sasuke, y ella solo le impediría poder lograrlo. Caminaba de un lado a otro en la sala de espera, no había obtenido alguna respuesta sobre el estado de su esposo.

Estaba muy preocupado, no sabía qué pudo generarle el desmayo; si las cosas fueron tal como las contó el niño, no encontraba algún motivo para que cediera ante un puñetazo. Sasuke es una persona muy fuerte, no se dejaría vencer por algo así. Sus manos comenzaban a sudar, no había poder humano que lo tranquilizara.

—Señor Namikaze. —se apresuró a acercarse a la doctora que recibió al Uchiha, su ansiedad crecía a cada segundo.

—¿Cómo esta mi es... Sasuke? —la miró impaciente, odiaba el suspenso que algunos doctores generaban.

—Lo lamentamos, hicimos todo lo posible por salvar al bebé.

Su mente se desconectó de la vida real, su piel se heló al escuchar esas palabras por parte de la doctora, sus rodillas estuvieron por ceder, pero se mantuvo fuerte.

—¿B-bebé?

—Así es, el joven Uchiha tenía un mes y cuatro semanas. ¿Sabe dónde se podría localizar al padre?

Un bebé...

Su bebé...

Había perdido a su hijo y no podía expresarlo. Esas personas creen que el padre es otro hombre, todo por fingir ser esposo de Hinata. Las lágrimas empezaron a acumularse en sus ojos, apartó la mirada, tomando suficiente aire para tranquilizarse.

—¿Puedo verlo?

—Claro, aún está inconsciente, así que serán unos minutos. —lo guió por el pasillo, sosteniendo unos papeles entre sus manos, quizá eran de otro paciente. —Señor, si sabe algo de padre, avísenos.

—Yo me encargo...

Entró en la habitación, le dolía ver a su esposo en esa cama inconsciente. Sentía rabia hacia él por no haberle dicho antes, a pesar de que sabía que tener un hijo entre sus brazos era su gran anhelo, pero tampoco podía culparlo... estuvo atado de manos todo ese tiempo. Se sentó a un lado suyo, tomando una de las blancas manos. Le besó el dorso, dejando escapar una lágrima.

Iba a ser papá. y no pudo disfrutar de ese tiempo. Una gran impotencia lo empezó a consumir por dentro, sintiendo que el único culpable era él. Tuvo que haberse negado a cumplir con toda esa farsa, de haberlo hecho, en ese momento estaría gozando de la dicha de poder ser papá, pero todo se fue a la mierda. Si tan solo hubiese acompañado a Sasuke a buscar a ese niño, su hijo aún seguiría vivo.

El Uchiha frunció ligeramente el ceño, estaba comenzando a despertar. Sus ojos se abrieron poco a poco, adaptándose a la luz de los fluorescentes, su mirada se dirigió a Naruto, se asustó al verlo llorar.

—Naruto...

—Perdóname, Sasuke, esto es mi culpa.

—¿Qué suce... agh... —quiso incorporarse en la camilla, pero un dolor en su vientre lo detuvo. Su mente viajó al momento en que se enfrentó a esos sujetos y lo golpearon, el miedo se apoderó de él, llevando instintivamente su mano a su vientre. —Naruto, ¿qué pasó? 

—Se fue... —presionó la mano del pelinegro.

Su esposo no dijo nada, tan solo se quedó acostado con la mirada perdida. Naruto le limpió la primer lágrima que empezó a bajar por su mejilla, en todo el tiempo juntos nunca le había visto llorar, y verlo en ese estado solo le partió más el corazón. Se dieron un minuto de silencio, ambos lo necesitaban para asimilar la situación. La pérdida de un hijo no era fácil, no para ellos.

—Perdóname por no decirte, te juro que quería hacerlo, pero...

—Ya, no es culpa tuya. —se acercó para besarle la frente, el dolor aún le calaba en el corazón. —Sí tan solo hubiera llegado antes, no estaríamos pasando por esto.

No supo qué más decir, se sentía enojado con todos en ese momento, a excepción de Naruto. Si tuviera a esos sujetos al frente suyo, no dudaría en hacerlos pagar por lo que hicieron, podría matarlos sin ningún remordimiento justo como ellos hicieron con su hijo. Esperaba nunca volver a toparlos en su vida, porque estaba seguro que su parte racional se nublaría por completo.

La doctora entró en la habitación, estaba ahí para avisarle a Naruto que debía de salir, pero topó con la sorpresa de que su paciente estaba despierto. Hizo unas últimas revisiones, así que aceptó que pudiese volver a casa, no sin antes darle una pequeña lista de cuidados que debía de tener a partir de ese momento por un corto periodo de tiempo. Una última vez, se disculpó por no haber podido hacer algo.

En el auto, los dos iban en completo silencio, cada uno sumido en sus pensamientos y con un vacío en sus corazones. Tuvieron la suerte de que nadie había llegado a la mansión del evento, así que Naruto pudo ayudar sin problemas al Uchiha para llevarlo a casa de Chiyo, aunque si lo pensaba bien, así Hinata lo estuviese viendo, no se apartaría de su lado. La anciana los miró sorprendida cuando entraron en su casa, notó el pésimo aspecto que cargaba el Uchiha, incluso se preocupó al verlo caminar con algo de dificultad. Se asomó por la puerta principal, percatándose de que solo ellos dos llegaron. 

Iba a ir a buscarlos, pero topó con Naruto cerrando la puerta de la habitación de Sasuke. Era como si le estuviera brindando espacio.

—Mi niño, ¿qué pasó? —llevó sus manos a las mejillas de Naruto, nuevamente salían lágrimas. —No me asustes así, por favor.

—Señora Chiyo, ¿qué ocurre? —Sakura, quien estuvo en la cocina preparando la cena, se detuvo al ver la escena frente a sus ojos. Naruto estaba abrazando a la mujer, dejando salir un llanto que le hizo sentir escalofríos. Notó las ecografías en manos del Namikaze, las estrujaba con fuerza. —Sasuke... —fue la primer persona que llegó a su mente. —¿Le pasó algo?

—Acompáñalo, querida, debe de necesitar apoyo. —le pidió Chiyo mientras se alejaba de ahí con Naruto, quien le había susurrado lo ocurrido.

Sakura obedeció sintiendo miedo por lo que pudo haber pasado, incluso dudó en entrar en la habitación por no saber lo que vería. Tocó la puerta, pero nadie respondió.

—Sasuke, voy a entrar, ¿sí? —abrió lentamente.

Su mejor amigo estaba sentado en la cama, con la cobija cubriéndole solo las piernas, estaba mirando hacia la ventana, sin expresión alguna en el rostro. Sin embargo, Sakura lo conoce bien, sabía que por dentro estaba destrozado por algo, y los rastros de lágrimas en sus mejillas solo servían para confirmárselo. Se acercó dudosa, ni siquiera sabía si él se estaba percatando de su presencia.

—Sasuke, ¿todo bien? —se sentó en la cama, el Uchiha parecía un muñeco sin vida. —Naruto está...

—Ya no está.

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Siguiente capítulo: Miércoles 21 de Agosto.

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