3
Liam recobró la conciencia en la limusina. Zayn estaba inclinado sobre él como cuando se había desmayado. En un movimiento brusco del coche, el Omega se
apartó hacia el lado opuesto del asiento.
- ¡Aléjate de mí! - le gritó con pánico.
- ¿Eres una criatura muy delicada, no te parece? De pronto te has vuelto un manojo de nervios - Zayn lo miraba con satisfacción perversa; parecía haber recuperado el control -. ¿Dónde está el certificado?
Liam se clavó las uñas. Necesitaba alguna sensación que le dijera que estaba despierto, que no se trataba de una pesadilla.
- Te he dicho que no sé de qué hablas.
- Bueno, si antes no lo sabías, ahora ya lo sabes, y quiero que me lo digas.
- No puedo creer que mi padre te hiciera chantaje...
- ¿Un asunto sucio, no? - el Alfa trataba sin la más mínima compasión -. Pero él era un profesional, de alto vuelo. A él le interesaban los ricos y famosos. Le gustaban los personajes a los que pudiera sacarles el jugo. Era muy bueno en su trabajo. Nunca dejaba a sus víctimas totalmente secas, ni los llevaba al extremo de que quisieran matarlo. Los hacía pagar durante mucho tiempo y luego los dejaba en
paz, pero siempre se quedaba con la prueba de sus delitos y trapos sucios para protegerse. Hizo una fortuna...
- ¡No me lo creo!
- ¿Crees que guardaba esas fotos pornográficas sólo por diversión? Si se quedó con la prueba de los trapos sucios de mi familia... -La voz de Zayn se hizo más dura aún -. También tenía el certificado original, y como he intentado recuperarlo buscando por todas partes, es evidente que tú lo tienes.
- ¡Él no me dio nada! - gritó histéricamente.
- A mí no me vas a engañar. Inténtalo y te romperé...
- ¡Estás loco! - sollozó.
- Hasta ahora he sido paciente. He estado en la cuerda floja durante cinco años. La única forma de mantenerme a salvo era seguir casado contigo. Pensé que ibas a irte con papá. Pero no lo hiciste. Y hay una cosa que me ha quedado clara. Estás enamorado de mí...
- ¿Qué? - Liam lo interrumpió.
-Estás obsesionado conmigo. ¿Crees que no los sé? - Zayn lo miró con desprecio-. Cualquier Omega normal ya se hubiese desengañado y hubiera dejado de esperar que su amor fuera correspondido... ¡Pero tú no! Te has quedado hasta el final, fiel
hasta el fin, ¡sin darme la posibilidad de que pueda quejarme del maldito trato que
hice!
- ¿Fiel? - no podía creer todo lo que oía. Era increíble, pero Zayn se creía lo que decía. Estaba convencido de que se había quedado a su lado por una cuestión de amor. El nombre de Paul quería abrirse paso entre sus labios, pero era mejor que
no.
- No estoy enamorado de ti - dijo dignamente.
- ¡Escucha, estás hablando con el chico que fue tu regalo de cumpleaños cuando cumpliste diecisiete!
- ¿Cómo?
- ¿Me elegiste en alguna revista de sociedad? ¿O me viste personalmente antes? ¿Me echaste un vistazo y saliste corriendo a decírselo a papá? «Papá: éste es el Alfa que me gusta».
Zayn hablaba en serio. Realmente hablaba en serio.
- ¡Tú tienes que estar mal de la cabeza!
- Hablaremos. Llevo cinco años esperando esta conversación. Todo lo que sé es que el querido Max hizo el trabajo sucio por ti. Me cazaron como a un animal...
- ¡Tú eres un animal, un auténtico insulto a la especie humana! - estalló Liam -.¡Y encima te lo tienes creído!
- ¡Dios! Mi joven Omega sabe alzar la voz - dijo cínicamente Zayn-. No parece gustarle la verdad. Hiere tu orgullo. Pero sé que he sido atrapado intencionalmente. Yo no sabía siquiera quién era tu padre la primera vez que fui a la casa. Me hizo una proposición de negocios una tercera persona, y fui citado allí. Y ocurrió justamente que tu padre no se encontraba en casa cuando llegué. Pero, ¡Oh, sorpresa! ¡Estabas tú! Llevabas algo blanco y romántico, y adornabas con flores el recinto, es decir estabas armado hasta los dientes con tus encantos virginales. Lo recuerdo perfectamente.
- ¡No fue así!
- Cualquier Alfa griego con sangre en las venas se hubiese rendido a tus encantos con mirarte dos veces - le dijo Zayn con resentimiento -. ¡Y tú ahí, todo sonrisas tímidas y con rubor en las mejillas, comiéndome con esos ojos miel como si llevases una semana de ayuno!
- ¡Basta ya! - la voz de Liam casi se rompió.
-Entonces me invitaron a cenar y tú tocaste el piano, y cantaste como un ángel. Todas tus virtudes puestas en juego para mí. Y no sé cómo fue, pero finalmente el negocio pasó a un segundo plano, y se me olvidó. Para que sepas, había sólo dos
preguntas que me interesaba hacer, pero no era pertinente hacerlas esa noche.
- ¿Sí? - Liam trataba de borrar los recuerdos penosos de ese día.
- ¿Tenías suficiente edad para obtener el consentimiento de tu padre? ¿Intentaba tu padre protegerte del mundo y de los depredadores como yo? El matrimonio no estaba entonces en mi cabeza, y nunca había estado.
Liam sintió nauseas. Zayn siguió hablando:
- ¿Y de quién fue la idea de que me quedara a cenar? Tuya. Tú le dijiste a él que me querías y eso fue todo. Luego él escarbó y escarbó, hasta sacar a la luz cosas que sólo dos personas vivas sabían, y que ninguna de los dos iba a contar jamás.
- ¿Qué averiguó? - preguntó el castaño ansioso.
- Tú lo sabes... Max sabía perfectamente que no viviría muchos años. Y no se fue a la tumba con el secreto - dijo Zayn.
- Él no me reveló nada.
- Y si tú no lo tienes, debes saber quién lo tiene.
El chofer abrió la puerta y el Omega casi se cae del asiento. Miró la calle del barrio residencial casi con pánico. Hubiese querido correr. Ahora sabía dónde estaba. Era el apartamento de Zayn en París donde había pasado una noche de bodas inolvidable, solo.
- Inténtalo - dijo Zayn con tranquilidad -. Corre y verás qué pasa. No llegarías ni a la esquina.
Aterrado, Liam entró en el edificio frente a ellos, y se metió en el ascensor.
- Recuerdos... - dijo Zayn, como si pudiera ver lo que Liam estaba pensando.
Liam sabía que aún no había salido del estado de shock. No decía nada, sabía que no estaba en condiciones de desafiarlo. Zayn estaba preparado. Había estado esperando el momento de la venganza. Del mismo modo que habría esperado la muerte de su padre para liberarse de él.
- Hay muchas cosas que puedo hacer por orden de otra persona, pero compartir la cama contigo no es una de ellas. Tu padre podía obligarme a casarme contigo pero no podía seguirme al dormitorio y forzarme a...
- ¡Cállate! - le gritó Liam histérico.
- ¿Por qué no le contaste nunca la verdad de nuestro matrimonio?
Liam se tapó la cara en un intento de no oír más.
- Por favor, más no... - murmuró, y no le importó rogarlo.
Pero Zayn le sujetó por los hombros con firmeza y le dijo:
- ¿Por qué aceptaste la triste realidad de tu cama matrimonial vacía durante todos estos años y no dijiste nada? ¿Por qué?
En un acto de arrojo, el Omega salió corriendo y atravesó el hall del inmenso apartamento y alcanzó el dormitorio al otro extremo del corredor. Se metió en él y echó el cerrojo. Tenía el estómago revuelto, y tuvo que quedarse quieto un momento hasta que por fin pudo quitarse la ropa, y meterse en la ducha.
«Mi padre, lo extorsionaba», repetía sus palabras. Se sentía tan sucio. Era la primera vez en su vida que se sentía verdaderamente sucio. Y no sabía que podía hacer para sentirse limpio nuevamente.
Su madre. Que había muerto cuando Liam tenía cuatro años, era un recuerdo difuso. Era la hija Omega de un pequeño aristócrata, que se había apartado de su familia por casarse con Max. Pero Max no le había dicho a Liam por qué. Nunca se lo había explicado.
La infancia de Liam había sido una sucesión de niñeras e internados desde una edad muy temprana. Max viajaba incesantemente, y siempre que le había pedido ir a vivir con él.
Había llorado mucho antes de que se diera cuenta de que para su padre él era exceso de equipaje, y que un Alfa frío y distante. De todos modos reconocía que su padre se había preocupado por él más que por ninguna otra persona. Había estado siempre orgulloso de su belleza, de su educación, y su don para la música. Ahora se daba cuenta de que ésas habían sido unas ventajas de gran valor
social para su padre. Max había sido ambicioso con relación a su hijo. Había querido que se casara con un Alfa rico y poderoso. Él mismo había vivido en contacto
con la alta sociedad, y quería que Liam fuera miembro de todo derecho de esa misma clase social. Pero Liam había carecido de un verdadero calor de hogar. Y esa carencia afectiva la había llevado a hacer todo lo posible por ganarse la aprobación y el amor de su padre.
¿Cómo iba a imaginarse que Max no era un Alfa de negocios legal? ¿Cómo podía imaginarse que su privilegiada vida había sido financiada con algo tan ruin
como el contenido de la caja fuerte? Y menos aún, ¿Cómo podría haber sospechado que había extorsionado a Zayn para que se casara con él?
Finalmente comprendía
la farsa de su matrimonio, demasiado tarde. Los cinco años habían pasado, no podían recuperarlos ni él ni Zayn. No le
extrañaba que lo despreciara. Y que estuviera seguro de que él conocía el secreto que no debía conocerse, «para proteger a mi familia», había dicho.
Lo gracioso del caso era que Liam no tenía la más mínima curiosidad por conocerlo. Zayn podía seguir guardándolo toda la vida. En todo caso la familia de Zayn eran extraños para el castaño. No conocía a su madre, ni a sus tres hermanas. Muchas
veces se había preguntado qué les diría a ellas acerca de su matrimonio. ¿Pero se habría molestado en explicarles algo? Como Max, Zayn no era amigo de dar explicaciones.
¿Cómo podía pensar que Liam lo amaba? Era humillante. No sólo se trataba de un marido al que habían obligado a casar a punta de pistola, sino que además creía
que su Omega, después de cinco años de desprecios e infidelidades, aún lo amaba.
El agua de la ducha seguía cayendo, y de pronto Liam sintió que una extraña fuerza se apoderaba de ella. Incluso empezó a sentir pena por Zayn. Creía que él podía usar el chantaje más allá de la muerte de su padre. La noticia de que Liam estaba enamorada de otro hombre seguramente sería un alivio para Zayn.
Liam había perdido cinco años de su vida, pero ni un día más. Su padre había ejercido plena autoridad sobre él. Luego Zayn había tomado el relevo, y Liam lo
había aceptado sin más. Y había sentido miedo durante tanto tiempo... Miedo por el mundo que había fuera de su irreal mundo de privilegios. Temor por el desprecio de su padre. Temor
de que la verdad sobre el matrimonio terminara con la débil salud de su padre si se
enteraba. Pero no más miedos, se dijo.
Si Zayn había sido una víctima, Liam también lo había sido. Y sin embargo no armaba tanto escándalo como él. La vanidad de Zayn lo indignaba.
Un golpe fuerte sonó en la puerta.
- ¡Abre! - exigió Zayn.
Liam hizo un esfuerzo por no oír. Ya tenía bastante con lo que había ocurrido anteriormente. No quería saber nada de él. Zayn no tenía una sola virtud que pudiera conmoverlo. Cinco años atrás sin embargo había sentido una gran atracción por él. Había elegido entonces con el corazón, no con la cabeza.
- ¡Liam! - volvió a golpear Zayn con impaciencia.
No era un Alfa que respetase a los Omegas. Iba detrás de todos ellos, rubios, morenos, daba igual. Eso sí, todos tenían piernas largas, y las Omegas pechos imponentes y pelo largo. Liam no tenía ninguno de esos atributos, y alguna vez había sido un tormento para él, ya que la imagen que tenía de sí mismo, débil e inseguro, no se había visto beneficiada con esta carencia.
Pero tenía muchas otras virtudes. Y debía agradecerle a Paul el haberlo descubierto. Paul le había enseñado a valorarse, poniéndolo en primerísimo lugar. Él le había ayudado a aceptarse a sí mismo. En cambio Zayn siempre lo había humillado y despreciado. ¿Y ahora por qué tenía que sentirse culpable? ¿Acaso no había pagado ya los pecados de su padre?
Cuando estaba cerrando la ducha y alargando la mano para alcanzar la toalla, un golpe enérgico tiró la puerta abajo. Ésta quedó pendiendo de la bisagra, y dejó la figura de Zayn al descubierto. Su cuerpo vigoroso ocupando la puerta de la habitación.
- ¿Para qué te has encerrado aquí? - preguntó furioso.
- ¿Te has vuelto loco? - Liam se sentía intimidado por la presencia de él, pero también estaba furioso.
- ¡Me hicieron responsable de tu bienestar!
¿Se refería a su bienestar o a su propia seguridad? ¿Era por ello que había tirado la puerta como un hombre de las cavernas? ¿Tenía miedo de que se hubiese tirado por la ventana o de que fuera a hacerlo? Evidentemente esto último lo hubiese puesto en un aprieto.
Liam, echándole una mirada de incredulidad, comenzó a recoger su ropa.
—Tu piel tiene el color de las camelias - dijo Zayn. El Alfa estaba mirando descaradamente, algo que lo turbaba terriblemente. —Tira la toalla - le exigió.
Liam no podía creer lo que oía. Pero Zayn esperaba que su orden fuese cumplida. Lo demostraba en su gesto expectante. El castaño sintió que se le secaban los labios, que sus pulmones se quedaban sin aire, que un calor asfixiante se apoderaba de su cuerpo entero. Sus pezones se irguieron volviéndose más sensibles.
- Eres tan pequeño, pero guardas unas proporciones tan perfectas... - musitó Zayn en el denso silencio.
Liam no podía creer lo que oía de la boca del Alfa. Éste era un Zayn que él jamás había conocido, pero que de algún modo siempre había sospechado que podía existir. Era un Alfa que despedía una vigorosa sexualidad. Había algo
peligrosamente fascinante en la corriente sexual que emanaba de él, algo atávico y elemental. Daba la sensación de ser depredador como él mismo se había nombrado alguna vez con candor. Y lo era, ahora Liam lo podía comprobar.
- ¿Me disculpas? Voy a vestirme, si no te importa - murmuró el Omega inexpresivo.
- ¿No hablarás en serio, verdad? - dijo Zayn como si Liam fuera el que se estaba comportando de modo extraño.
Liam estaba indignado. Zayn podía dejar de lado el odio y el resentimiento que había entre ellos y pensar en el sexo. ¿Por qué? ¿Por qué estaba medio desnudo solamente? Parecía que la lívido de Zayn despertase con poca cosa.
- Quiero vestirme - insistió.
- Eres tímido. Pero me has estado esperando durante mucho tiempo - dijo Zayn con satisfacción.
Liam rió. No pudo evitarlo. Era una risa histérica que rompía el silencio como un cristal que se rompe.
- Basta... —Se le cayó la ropa de las manos al darse la vuelta y taparse la cara con las manos temblorosas. Era un gesto histérico, descontrolado, que lo asaltaba sin aviso. Estaba furioso por su propia reacción, pero su furia aumentó aún más cuando sintió los brazos de Zayn alrededor de él, asaltándole por la espalda. Se quedó paralizado.
Zayn lo había empujado contra un cuerpo tibio y vigoroso, amenazándolo con un contacto físico tan turbador como desconocido. No podía creer que el Alfa lo estuviera tocando. Parecía algo irreal. Durante cinco años se había comportado como un leproso que se aparta. Y ahora, de repente, quería tocarlo, como si estuviera en su derecho. Pero no tenía ningún derecho, y no deseaba sus manos sobre su cuerpo.
- Tal vez no sepas dónde está ese certificado. Tal vez lo haya destruido Max. Pero quizás lo tenga alguien en sus manos esperando para activarlo como una bomba...
Las palabras que usó lo hicieron temblar.
Zayn lentamente le iba dando vuelta. Liam no se había dado cuenta de lo fuerte que podía ser un Alfa comparado con un Omega, hasta que Zayn lo levantó del suelo como si fuese un muñeco y lo apretó contra él.
Descalzo no le llegaba ni al hombro, y antes de que Zayn se inclinara hacia él, las mejillas del castaño rozaron el pecho viril que asomaba por la camisa de seda, cuando se abrió inesperadamente su chaqueta.
Liam apenas podía respirar ante la esencia de su masculinidad.
- Mírame - le dijo cortante.
- Por favor, déjame marchar - atinó a decir Liam.
Zayn le tomó la barbilla y se quedó mirándolo, como si no lo hubiese oído. Liam sabía de los hechos acontecidos esa tarde y el ataque de furia de Zayn, habían sido apartados de su mente, y que otras necesidades le urgían en ese momento.
El Omega sintió un torbellino de sensaciones que jamás había sentido. Su cuerpo estaba tenso, y parecía recoger todos los estímulos provenientes de aquella atmósfera.
- Zayn... - se oyó decir, mientras sentía que sus pies se apoyaban en la alfombra.
- Hace tanto que no te oigo pronunciar mi nombre - dijo el Alfa en un tono profundo.
- No... - dijo Liam.
El dedo pulgar de Zayn recorrió el labio inferior de Liam, haciéndola temblar. El Omega
intentó moverse, pero la otra mano del Alfa la sostenía con firmeza apoyada en su espalda.
Zayn lo miró intensamente, y con el pulgar separó sus labios y se internó en la boca de Liam, mientras la palma le acariciaba la mejilla. Era un gesto más erótico que jamás había experimentado, y lo peor era que le estaba desencadenando una
serie de reacciones físicas que reconocía como una traición de su cuerpo a sí mismo.
Era evidente que él se divertía con sus reacciones, pero su mirada expresaba además una gran satisfacción. Liam lo notaba en la expresión de sus ojos. Zayn era un maestro en las técnicas y el arte de seducir, un arte que redundaba en su propio beneficio, aumentando su propio placer. Y estaba acostumbrado a
buscar ese placer siempre que afloraba el deseo.
- Quiero... - Liam no podía decir más de una palabra.
- ¿Más? - Zayn soltó de pronto, y le sonrió -. La próxima vez que te pida que tires la toalla, hazlo, pequeño - le aconsejó suavemente.
Liam sintió que esa insinuación podía ser más dolorosa que un puñetazo. Cuando la puerta se cerró tras él, Liam se desmoronó. Lo había desafiado, lo había irritado. Estaba confuso. Todos esos años, nada, y ahora...
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