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El hermoso Omega castaño bajó deprisa los escalones que daban al bar y entró. Estaba oscuro y lleno de bebedores que aprovechaban la hora del almuerzo para tomar un trago. No veía a Paul; no era lo suficientemente alto como para divisarlo entre las cabezas de Alfas de negocios trajeados que tenía a su alrededor. Mientras se abría camino entre los clientes, sintió un estremecimiento. La idea de que lo vieran allí, de que lo reconocieran lo aterraba. Por ello fue un alivio distinguir entre la multitud en el extremo opuesto del local la cabellera rubia de Paul.

Paul, el alto Alfa, sofisticado y atractivo, se puso de pie al verlo aproximarse a él. Liam se sintió orgulloso.

- Llegas tarde – se quejó él.

- Lo siento, no pude escaparme antes –explicó el Omega jadeando, mientras se dejaba
caer en el asiento y echaba otra ojeada al lugar, temeroso de encontrar alguna cara conocida.

- No sigas. Estás en otra parte de la ciudad.

Liam bajó la cabeza, escondiendo la cara ruborizado detrás de la melena castaña.
- ¡Ese Alfa de allí me está mirando!

- La mayoría de los Alfas miran a los Omegas bonitos... y tú eres
exquisitamente bonito, mi amor – murmuró Paul en voz baja, adoptando un tono íntimo mientras le tomaba la mano-. Me fastidia ver que te miran todos cuando pasas.

- ¿De verdad? – preguntó Liam asombrado por sus cumplidos.

- ¿Por qué no vamos a mi apartamento? – sonrió Paul dibujando el labio inferior
con el dedo.

El castaño se puso rígido.
- No puedo. Todavía no. Ya sabes cómo me siento – musitó. El miedo se había apoderado de él.

El Alfa cambió su expresión por un gesto frío y duro.

- Paul, por favor... — pidió el castaño.

- Por lo que se ve, estás jugando conmigo mientras tu Alfa está de viaje.

- Te amo – los ojos de Liam se llenaron de tristeza y ansiedad.

- ¿Entonces cuándo vas a decirle que quieres divorciarte? – le exigió.

- Pronto. Estoy buscando el momento apropiado – Liam se había puesto pálido, y en los rasgos bonitos de su cara expresaba cierta tensión.

- Teniendo en cuenta que él solo duerme contigo una noche al mes, puedo esperar sentado aquí hasta el año que viene, según tú. Tal vez lo ames al desgraciado...

- ¿Y crees que es posible? Tú sabes bien que nuestro matrimonio no es como
otros.

- ¿Y no quieren los periódicos aprovecharse de esa situación? – se rió Paul burlón.

- No me hace ninguna gracia, Paul.

- Bueno. Lo único que me tranquiliza es saber que si yo no soy tu amante, él tampoco lo es. Un verdadero misterio. Mírate. El esposo virgen después de cinco
años. Y sin embargo a él siempre se le ve con un Omega colgado del brazo. Quizás sólo le atraen las Omegas, grandes pechos, cabello largo, o, quizá sea uno de esos Alfas amanerados y prefiere grandes músculos, piel áspera, barba en lugar de suaves mejillas, ¿Me pregunto que esconderá?

El estómago de Liam se revolvió. Pensó que había sido una locura contarle a Paul la verdad sobre su matrimonio. No se trataba de que fuese a usarlo en su contra.
Le tenía verdadera confianza a Paul, pero se daba cuenta de que su confesión podía resultar peligrosa, si bien servía para calmar los celos de Paul hacia Zayn.

- ¡No hables así de él! – se quejó Liam.

- ¿Acaso no estás cansado de él? No creo que jamás tengas la valentía de decirle que quieres ser libre nuevamente. Me parece que estoy perdiendo el tiempo
contigo.

- No, eso nunca – dijo Liam aterrado ante la idea de perderlo. No podía imaginarse volver a los tiempos de su vida sin Paul. Una vida aburrida, vacía. Días interminables. Sin ninguna vida social. No tenía amigos. Lo observaban en todos los sitios a los que iba.

La puerta de su cárcel se había cerrado el día de su boda, y el Omega había sido tan tonto, tan ingenuo de no darse cuenta hasta que había intentado pasar las rejas.

- ¿Entonces cuándo? – presionó el Alfa.

- Pronto. Muy pronto. Te lo prometo.

- No entiendo por qué no recoges tus cosas y te vas. No se puede decir que no tengas motivos para divorciarte de él. El adulterio no va a pasarse de moda mientras ande por ahí Zayn Malik.

- Tengo que hacerlo bien, Paul. ¿No crees que le debo eso al menos?

- No creo que le debas nada. Ni siquiera es tu Alfa ante los ojos de la iglesia ni de la ley – Paul insistió.

- ¡Me tengo que ir! – dijo Liam mirando el reloj de pulsera.

Paul le rodeó los hombros y lo besó con demostrada maestría.
- Te llamaré – le prometió -. Te quiero.

Liam salió corriendo. Estaba cerca del SPA en el que había reservado hora para una larga sesión de masaje. Era demasiado arriesgado encontrarse con
Paul. Y su cabeza le decía que cuanto más tardase en confesarle la verdad a Zayn y pedirle el divorcio, más se arriesgaba a que fuese descubierto. Pero, entonces, ¿qué importaría realmente?.

A Zayn Malik no le importaba lo que hacía Liam. Lo veía una vez al mes cuando él pasaba por Londres, y el año anterior ni siquiera lo había visto con esa frecuencia. A veces Zayn le pedía que organizara una cena de negocios. Pero no era frecuente. Había ocurrido pocas veces, y muy espaciadas. Incluso se solía comunicar con él a través del personal de su empresa, en caso de necesitarlo.

Durante el tiempo que llevaban casados, Zayn no lo había invitado a salir nunca, ni siquiera lo había llevado a una fiesta. Solía llevar a otros Omegas en ese caso, pero a su esposo, Liam,  jamás.

Zayn dormía en el ala de la casa que había acondicionado para sí. E incluso las pocas noches que habían dormido bajo el mismo techo, lo había oído salir tarde, y regresar al amanecer. Es decir que ni siquiera se podían contar esas noches como compartidas con él.

Por un momento recordó cuánto había llorado y se había preguntado qué había hecho para que las cosas fuesen así, y que podía hacer para atraer su atención. Con rabia, quiso borrar esos recuerdos de su mente. El tiempo se había ocupado de
que aquellos tiempos hubiesen quedados sepultados. El joven Liam había crecido y era más sabio ahora.

- Lo siento. Me olvidé de la cita – murmuró Liam en la recepción del SPA, y además insistió en pagarla de todos modos.

El propietario, Charlie, le ofreció comenzar con él una sesión inmediatamente, pero Liam se disculpó diciendo que se le hacía tarde, y se sentó tan sólo para un corte de pelo.

- ¡Oh! Señor de Malik, su guardaespaldas ha dejado un mensaje para usted – le dijo Charlie bajando la voz y la cabeza.

Liam se puso tenso y pálido.
- Tranquilícese – Charlie lo miró con complicidad -. He dicho que estaba en la sesión de masajes.

- Gracias – ahora Liam se había puesto colorado.

- Será mejor que le de el mensaje. El señor Malik le está esperando en casa.

¿Que Zayn qué? Zayn lo estaba esperando... ¿Zayn, que nunca lo había esperado en cinco años? ¿Zayn estaba en casa cuando no lo esperaba hasta la siguiente
quincena? Involuntariamente, Liam se estremeció; se le revolvió el estómago.

Sintió terror.

Charlie se sentó a su lado, y le dijo: - Pequeño, tu no eres el tipo de Omega para jugar a esto.

- No sé lo que estás...

- Llevas viniendo a este salón desde hace cinco años. Y desde hace dos meses no haces más que ponerte colorado – suspiró -. Y no quisiera pasar a la historia
como un estúpido capaz de facilitarle una cuartada al Omega de Malik. Me da la impresión de que tu marido es un tipo capaz de romperle los dedos a quien haga una falta así. Me dan temblores de sólo pensarlo.

- Lo siento – Liam se sintió avergonzado.

- Y yo siento no poder ayudarte más, porque ha sido bonito verte feliz por un tiempo.

- ¿Señor Liam?

Liam miró a Boyce, su guardaespaldas, que proyectaba una sombra grande y oscura sobre él se puso de pie, Boyce le echó una mirada de desconfianza a Charlie, quien se encontraba demasiado cerca del Omega de su jefe.

Tan pronto como se acomodó en la limusina se desmoronó. Charlie sabía que él estaba viendo a alguien. Se sentía tan humillado. Y también se sentía
terriblemente culpable. Su peluquero además tenía miedo de verse envuelto en un escándalo matrimonial. Aunque lo cierto era que nada de eso sería posible, ya que Zayn no tenía ni la menor idea de lo que hacía Liam. Pero el dicharachero Charlie, que tantas veces se había reído de sus depresiones, estaba sinceramente asustado.

Todo el mundo le tenía miedo a Zayn. Y sin embargo Liam jamás lo había oído gritar. Durante los primeros tiempos de su matrimonio, Liam había sentido terror hacia Zayn, pero con el tiempo ese terror se había ido difuminando, y adquiriendo la
forma real de la indiferencia de Zayn hacia él. Simplemente parecía que Liam no existía en la escala de seres humanos importantes para el Alfa.

Zayn se había casado con Liam para obtener las acciones que su padre le había cedido. Ser su alfa era parte de un acuerdo de negocios, nada más.

Y sin embargo, Liam hubiera jurado que había habido momentos, al principio de la relación, en que Zayn lo había mirado con odio; un tiempo en que cada palabra de él sonaba como una amenaza hacia él, cuando la sola presencia de Zayn lo hacía sentir en peligro.

Entonces había aprendido a evitarlo siempre que podía. Había aceptado casarse con Liam por las acciones. Pero no obstante el divorcio no parecía
ser una idea que lo convenciera. Y esto era algo que Liam no alcanzaba a comprender.

Y ahora Zayn, que no había dado la más mínima señal hacia él en cinco años, había vuelto a casa y lo estaba esperando. Era algo que lo ponía nervioso.






Holi, ¿Me han extrañado?🥺
Hace mucho tiempo que subí está historia, y hace unos meses que alguien preguntó por ella, así que aquí está de nuevo, esperando sea de su agrado ✨💛

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