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Capítulo 82

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CAPITULO 82

-Rapunzel no puedes hacerme esto-escucho su voz entrecortada, su tono está enronquecido, no me quiero imaginar cuántas lágrimas corren por sus mejillas,Anna me mira con una expresión de tristeza en su rostro,hablábamos por su teléfono celular, él no tenía mi número.

-Yo... -balbuceo -sólo quiero que firmes -Anna me mira, tiene su entrecejo levemente fruncido, aunque por el momento odie a Jack no quiere que nos separemos.

-¿Por qué, Rapunzel? ¿Por qué me haces esto? Te juro que yo dejo lo que sea que me pidas que deje por ti -dice esto último con un hilo de voz, mi pecho duele
y mi corazón saldrá en cualquier momento.

-¿Y por qué hasta ahora, Jack? ¿Por qué esperaste hasta que tomara esta decisión? -no dice una palabra -¿Cuántas veces hablamos sobre eso? ¿Cuántas veces discutimos por eso? Me prometiste muchas veces cosas que no cumpliste y yo no estaré ahí a tu lado esperando a que tú reacciones, me duele, pero si es más importante para ti tu trabajo yo no tengo porqué estarte diciendo que no lo hagas.

-No Rapunzel... No es más importante. Simplemente, no medí las consecuencias -suena desesperado y yo me debato entre anular el divorcio o no, hago una pausa, no sé ni que contestar.

-¿Por qué no estableciste nada sobre los bienes en el acta de matrimonio, principalmente sabiendo que era un contrato? -intento cobardemente cambiar
de tema.

-Modifiqué eso luego... cuando ya me había enamorado de ti... -un silencio incómodo se apodera entre ambos -Dime... ¿Tú me amas? Por que si en estos momentos me dices que no... juro que firmo los papeles aquí y ahora. Pero necesito una respuesta.

Maldición. Miro a Anna con mis ojos empañados, no me dice nada, gira levemente para caminar hacia el baño mientras me siento en el filo de mi cama.

-Si no quieres firmar... está bien, pero sí creo que necesitamos tiempo.

-¡A la mierda el tiempo, Rapunzel! -dice entre sollozos-por favor, yo sólo quiero que vuelvas, que intentemos esto de nuevo. -niego con mi cabeza aunque sé que no me está viendo.

-Ya lo estábamos intentando ¿Lo recuerdas? Y ni siquiera te dignaste a enviarme un mensaje para esperar más tiempo... Termina lo que sea que estés haciendo y si luego de eso aún quieres...

-Punzel no... sólo quiero que me perdones-lágrimas empapan mi rostro, yo ya no puedo seguir con esto, termino con esa llamada que me había dejado un terrible sabor amargo. Recuesto mi espalda sobre la pared y me deslizo sobre esta, esto me carcome dolorosamente. Anna se acerca a mí tomando su celular, lo apaga al ver las llamadas incesantes de Jack, se acuclilla y me rodea con sus brazos.

Desde ese día, no volví a saber nada de Jackson Overland.

No sé exactamente cuánto tiempo había pasado... ¿A quién quiero engañar? Sé exactamente cuánto tiempo había pasado, veinte semanas y dos días, me
había encantado tanto Londres para vivir que al tener que regresar a mi tierra por la promoción del libro se me hacía nostálgico, hacía un mes estaba de vuelta en Nueva York y había retomado mi vida y mi trabajo, ya choqué una vez por haberme
acostumbrado a las vías contrarias.

Para mi sorpresa, mi libro había formado parte de los más vendidos y Fredricksen me hizo una propuesta sobre ser parte de su productora, acepté sin pensarla.

-¡Rapunzel, mi bebé! Creí que no te iba a volver a ver -mi madre se abalanza a mí dándome un fuerte abrazo que hace que casi caiga de espaldas.

-Mamá, me viste esta mañana... ¿Qué pasa contigo? Y... ¿Qué les pasó a tus pechos? -interrogo, viendo lo abultada que se miraba su blusa de esa parte.

-Tu abuela fue la que me regaló este sostén "Push-up" -contesta, haciendo la simulación de comillas con sus dedos.

-Sólo espero la abuela no te esté llevando por el camino de la perdición -digo, sentándome sobre un sillón nuevo que acababa de comprar.

-¿Yo qué? -la abuela entra a la sala con sus brazos como jarras y me mira con indignación -que tu madre ya pase los cincuenta no significa que sus lolas no se deban ver bien. Yo a los cincuenta años me sentía de veinte.

Río al caminar hacia la abuela y observo que también lleva un sostén similar.

-¿Sabes que estás loca, abuela? -la rodeo con mis brazos y ella hace lo misma con una amplia sonrisa.

-¿Qué? En Nueva York te encuentras muchachos guapos dónde sea -¡Ah! ¡Dios! Ruedo mis ojos exasperada mientras sonrío negando con mi cabeza.

-Ah, por cierto, Feliz cumpleaños mamá -enuncio, revolviendo todo en mi bolso- te traje algo -eso hace que ella me mire, con su entrecejo fruncido.

-Pero hoy no es mi cumpleaños...

-Lo sé -la interrumpo -pero no tenía a quién regalarle estos dos boletos para un viaje en crucero... -le extiendo el paquetito que ella mira con sorpresa-sal a distraerte de la cárcel que es tu vida y llévate la abuela - La abuela chilla de emoción y me estruja entre sus regordetos brazos nuevamente.

-¿Cárcel? Mi vida no es una cárcel, Rapunzel -mi madre sonríe ampliamente y me abraza una vez que la abuela me ha dejado libre, aunque lo niegue, sé que le gusta la idea de irse en crucero -Tal vez deberías ir con Joaquín. -escucho a mi madre hablar, giro de inmediato sobre mis talones y miro a la
abuela quién tiene las mejillas encendidas y acomoda su cabello mientras aclara su garganta.

-¿Quién es Joaquín? -suelto de inmediato frunciendo mi entrecejo.

-El novio de tu abuela -mi madre suelta una risa intentando tapar su boca con su mano ¿Novio de la abuela?

-No es mi novio -se defiende la abuela -es el jardinero -la abuela camina acomodando su vestido de flores con extrema seriedad hacia el comedor.

-Abuela, pero... tú no tienes jardín -recuerdo que ella dijo que odiaba los jardines porque eran criaderos de bichos.

-Ahora sí -dice, antes de perderse por la puerta del comedor, miro a mi madre esperando una explicación y ella se rasca la parte trasera de su cabeza con una expresión divertida.

-Es un mexicano de unos 45 años que tu abuela no dejaba de ver cada que llega a podar el jardín de la casa vecina, entonces ella hizo un jardín -cierro los ojos por unos segundos, esto no puede ser verdad.

-¿Saben qué? Mejor me voy a dormir -menciono -más tarde vendrá Anna, por favor, háganla pasar.

Mi madre asiente en lo que me dispongo a caminar hacia mi habitación.

No sé cuánto tiempo había dormido, unos golpes en la puerta me despiertan,tallo mis ojos mientras enuncio "adelante" con un tono de voz enronquecido.

El chillido de Anna me hace estremecer.

-¡Anna! -riño, tapo mis oídos por instinto y ella sonríe ampliamente.

-¡Rapunzel! ¿Por qué estás durmiendo? Ya es hora de irnos -toma mi brazo y tira de mí para sacarme de la cama, y sí que lo logra, pero en el suelo.

¡Maldita sea! Cuando llegue a vieja necesitaré una silla de ruedas. Ella ríe sonoramente, yo no le veo la gracia. La fulmino con la mirada mientras me pongo de pie encabronada tirando todo lo que encuentre en mi camino.

Unas horas después ya estábamos en el avión del programa camino a Los Angeles, California, me maquilló todo el camino y me hizo ponerme un
maldito vestido blanco súper apretado al llegar al hotel que nos hospedaríamos, casi no puedo respirar, para rematar las cosas me lleva a jalones hasta adentro de la sala con mis pies encerrados en unos enormes zapatos con brillos, ya no soporto los pies.

-Anna, basta -menciono-voy a caer en frente de todas estas personas por tu culpa -ella simplemente ríe, maldita, me lleva hacia el grupo de personas que conforman el programa casi a arrastres, todos esbozan una sonrisa al vernos y esto que veníamos juntos en el avión, al único al que no había visto es al
señor Fredricksen ya que el venía desde Venecia, ya hasta había aprendido a mencionar su nombre, a la par de él está su hijo a quién había conocido el día
del lanzamiento de mi libro.

Anna me arrastra hacia unos sillones y Nod va con ella, me tenté a preguntar por qué Kristoff no la había acompañado pero no es un buen momento, se ve más tranquila a la par de Nod quién ya es lo más cercano a
una celebridad. Tomo algunos tragos mientras escucho su conversación, pero luego de un par de horas, las ganas de hacer pis me ganan.

-Debo ir al baño -murmuro en el oído a Anna, ella de inmediato se pone de pie como es de costumbre entre nosotras las mujeres, pero niego con mi cabeza, yo puedo ir sola, no quiero interrumpir su charla, ella asiente simplemente y dirijo mis pies hacia lo que creo son los baños.

Mientras camino por un momento escucho mi nombre, volteo a ver atrás cuando observo que es alguien saludándome ¿Lo conozco? No lo sé, pero saludaré de igual manera, le sonrío al señor de mediana edad y giro sobre mis talones de manera brusca para seguir mi camino, de inmediato choco con alguien quién se dirigía en dirección contraria, haciendo que mi cartera de mano caiga al suelo y su trago se derrame sobre el pequeño bolso de cuero.

Me inclino a recogerlo mientras me disculpo y él hace lo mismo, ambos tomamos el bolso al mismo tiempo, nuestros dedos rozan, una corriente eléctrica recorre mi columna vertebral al contacto de su piel con la mía, de
inmediato levanto la mirada, esas orbes azules se clavan en mí. Esto no puede ser cierto.


Ya se acerca el final ¿Están listos? X3

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