Capítulo 68
CAPITULO 68
No porfavor papá... no no no, me niego a aceptar esto... lágrimas corren por mis mejillas como cascadas, esto no puede estar pasando, me incorporo en el suelo mientras mis lágrimas brotan, mi madre corre hacia él y lo sacude mencionando su nombre, inmediatamente toma el teléfono y con sus manos
temblorosas comienza a marcar un número, ya nada tiene sentido en mi vida,quiero despertar de esta terrible pesadilla, esto no puede estarme pasando, no no NOOOO, intento relajarme interiormente pero no puedo, recuerdos pasan por mi mente, recuerdos suyos que aún mi mente guarda, escucho unos pasos correr hacia mí, seguido de otros pasos y un grito desconsolado que solo puede ser de Elsa, la escucho correr hacia él emitiendo sonidos de llanto.
Una voz de varón que mi cerebro no reconoce grita que hay que llamar al doctor, mi mente intenta refugiarse en buenos momentos, los mejores momentos, pero el pensamiento que hace unos minutos estaba charlando con él invade mis sentidos, y más lágrimas se asoman por mis ojos ¿Cómo puede ser que la vida se te vaya de las manos instantes? Quiero morir. Ya nada tiene sentido.
-Rapunzel, escúchame, tranquila ¿Si? -escucho una voz, logro reconocer luego de intentarlo varios minutos que es la voz del tío Felix, me toma del antebrazo y suavemente tira de mí para ponerme de pie pero me niego, esto solo es una pesadilla y pronto voy a despertar, sólo tengo que quedarme en esta posición y esperar.
Comienza a acariciar mi cabello, mientras mi rostro sigue escondido, con mi frente sobre mi antebrazo tirada en el suelo, debo tener un charco de lágrimas debajo de mí.
Alguien toma a Elsa y se la lleva porque escucho sus gritos alejándose.
Mientras tanto, mi cerebro sigue proyectando imágenes de Alejandro, quiero sentir otro abrazo suyo, aunque sea uno último ¿Por qué pasan estas cosas?
-Rapunzel, ven vamos afuera -vuelve a hablar el tío Félix con la voz quebrada, sorbe por la nariz, también está llorando y eso no me va a ayudar -Rapunzel
vamos -esto no es real, no es real, no es real, no es real, no es real, no es real.
Tengo que despertar.
El doctor llega y todos piden que me saquen de ahí mientras él lo chequea, pero me niego a salir, quiero estar a su lado aunque sea tirada en el suelo, no me van a separar de él, no lo harán, luego de varios minutos sigo en la misma posición el doctor murmura algo que sin necesidad de prestar atención ya sé que es, mi madre se suelta en llanto y se desmaya, sólo escucho el sonido
sordo de su cuerpo, todos corren hacia ella y siento alivio que ya nadie esté tirando de mi brazo para sacarme de ahí. Intento pensar en cosas buenas. Sólo
cosas buenas entre él y yo, olvidándome de todo lo que hay alrededor.
Olvidando que acaba de morir, quiero sentir que aún está vivo, aunque sea en mi mente, la angustia me recorre y me quedo en esa posición, emito el sonido
que él estaba haciendo antes de morir, la canción que me cantaba cuando era un bebé, las lágrimas corren a tanta prisa mientras mi cerebro trabaja a mil por hora para no aceptar la realidad, entre tantos recuerdos me quedo dormida.
-Rapunzel, Rapunzel... mi amor... -alguien me sacude con gentileza
e intento volver en sí -Punzel, bebé... soy yo -levanto mi rostro levemente, sus ojos azules me están viendo con preocupación, se pone de cuclillas frente a mí, aún desorientada me levanto lentamente hasta quedar sentada en el piso, él de inmediato se inclina y me abraza -aquí estoy, mi vida -mi cerebro se niega a responder, ni siquiera levanto mis brazos para rodearlo a él, siento una opresión en mi pecho, no puedo siquiera hacer algún gesto, hay alguien detrás de Jack y levanto la mirada un poco, Anna tiene sus mejillas sonrojadas y sus ojos rojos e hinchados, ya no hay saludos de gritos entre nosotras, ni risas, ni alegrías, para mí todo es gris y oscuro, de inmediato cuando su vista se cruza con la mía, ella cae de rodillas frente a nosotros, Jack se separa de mí y Anna me rodea con sus brazos de inmediato, su
fragancia a primavera invade mis fosas nasales y me da calma interior.
-Rapunzel, todo va a estar bien, cariño, vas a ver -nada va a estar bien, Anna. Mi padre ya no está.
Quisiera decirlo, pero ya no siento conexión entre mi cerebro y mi cuerpo, me siento incapaz de todo, Anna sorbe por la nariz mientras me abraza fuerte y acaricia mi cabello, Jack acaricia mi espalda, mis ojos están puestos en algún punto de esta casa, hasta soy incapaz de reconocer donde estoy, mi cerebro no procesa las imágenes que capta, me siento muerta en vida.
Luego de un largo rato, sigo con mi vista puesta en la esquina, hay un silencio, es incómodo, odio los silencios, así como también los lugares oscuros y sombríos, quiero ir al que solía ser mi cuarto y rodearme de colores, quiero sentirme mejor, intento ponerme de pie y ambos me ayudan, comienzo a caminar y mis piernas flaquean, hasta siento que carezco de la facultad de caminar, mi cuerpo duele, siento que he sido arrollada por un auto, aunque prefiero ser arrollada por un auto que sentir este dolor en mi pecho. Me llevan hasta mi recámara, siento que no soy yo.
Un resfriado, un resfriado le bastó a Alejandro para que nos dejara mucho más pronto, nadie contaba con esto, pero sí el doctor lo había advertido, por su condición, no estaba seguro que lo lograría y no lo hizo. Sus últimas palabras fueron conmigo, y eso invade mi mente y oprime mi pecho.
Fue tanto el shock emocional para Elsa que le tuvieron que practicar una cesárea el mismo día, se complicó bastante, más carga emocional para mi madre que se desmayó tres veces, yo ni siquiera estuve presente cuando el pequeño Alejandro nació, no tengo fuerzas. Fui al hospital a verlo y ni siquiera pude cargarlo, también está delicado por ser prematuro, abrió sus pequeños ojos para mí, son verdes. Mis ojos se llenaron de lágrimas, se parecen a los de Alejandro, el dolor se instaló en mi pecho nuevamente, quería cargarlo.
Todo lo que pasa alrededor de mí siento que no es real, ya ni siquiera puedo emanar lágrimas. Escucho los miles de discursos para Alejandro, era bastante
apreciado en este pueblo, y por sus trabajadores. No miro al frente, no miro a mi alrededor, mi vista está fija hacia algún punto.
Kristoff ha llegado y está abrazando a Anna, lo sé porque puedo escuchar su voz a la par mía. Jack ha estado conmigo todo el tiempo, apenas hemos cruzado un par de palabras, pero está aquí para mí, a pesar de todo el caos que debe ser su vida en estos momentos, he escuchado que habla por teléfono sobre inversiones nuevas. Debe sentir una inmensa carga en sus hombros con todo esto que está pasando, mucho más con su padre dándole la espalda.
Todos lloran, sus trabajadores, mis tíos, mi madre, Elsa no puede estar presente, aún está en el hospital, la abuela no puede parar de llorar, hasta se la tuvieron que llevar del lugar mientras todos depositaban flores en la tumba de Alejandro, a él le gustaban los jazmines, al parecer sólo yo sabía eso porque fui la única que le trajo jazmines, lo supe el día que mi madre sembró jazmines, el llegaba diario a verlas y las regaba, yo también amo los jazmines, por eso lo supuse, teníamos bastante en común, teníamos.
Todos ya están tomando rumbo a sus casas, ya no hay nadie rodeando su tumba cubierta de todo tipo de flores y rosas, pero yo no puedo moverme de aquí, Jack ayudó a mi madre a llegar hasta el auto porque ella es incapaz de hacerlo sola, se desmayó más de dos veces en el funeral, le dije que lo esperaría aquí. Caígo de rodillas sobre el pasto verde, no puedo soltar una lágrima, ni siquiera entiendo por qué hace tanto frío. No es época para el frío,toco su lápida, exactamente donde está su nombre, aún no me lo creo, no puedo creer que esto esté pasando. Mi mente aún no lo procesa con exactitud.
Para mí, este es un funeral de alguien más, no el de mi padre, no quiero aceptarlo.
-Mi amor, vamos -Jack se pone de cuclillas a mi lado y lleva un rizo de mi cabello detrás de mi oreja luego que el leve viento frío lo revoloteara.
No contesto, no quiero irme, no quiero dejarlo aquí y yo irme a casa, no lo volveré a ver. Simplemente niego con mi cabeza y él me dá un tierno beso en la mejilla.
-Rapunzel, pescarás un resfriado acá, vamos a casa -su voz está calma y toma mi mano, depositando un tierno beso en mis nudillos, no despego mi mirada de la lápida, Jack me rodea con sus brazos y me apega a su cuerpo. Estuvimos así por más de 15 minutos. Cierro mis ojos en su pecho, deseando que esto sea solo un mal sueño, y despertar en llantos, pero luego darme cuenta que era solo un sueño y reír a más no poder, pero abro mis ojos y sigo aquí, así que no lo es.
No puedo con esto, lágrimas corren nuevamente por mis mejillas, Jack ya no debe soportarme, lloro en su pecho, y él acaricia mi cabello, lo escucho
sorber por la nariz, sé que también lo ha afectado este dolor inmenso, no se lo deseo a nadie, no presté atención quienes asistieron al funeral, pero sí estoy
segura que los Overland no estuvieron presentes.
Miles de melodías pasan por mi cabeza, todas esas que a él le gustaban, las que él estaba aprendiendo a tocar, las veces que lo escuché intentándolo, las
que yo misma le enseñé, y las aprendía con mucho esmero, daría cualquier cosa por un momento como ese otra vez, por una sonrisa, por un último adiós, por retroceder el tiempo y llenar todos esos años de ausencia. Aquí es donde refuto mi idea, el dinero no es felicidad, porque ni con todo el dinero del mundo podría comprar lo que me haría feliz en estos momentos, un último abrazo suyo.
Espero les haya gustado.
Shad fuera.
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