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13 - Nuevo Empleo


—Bueno, volví. Ya nos trae nuestra orden— se sienta frente a mí.

—Esta bien. — asiento varias veces.

—Y bueno cuéntame más sobre ti, sin ofender, pero no quiero ir donde mi padre y decirle que una desconocida así por así está a mi casa — se acomoda en su silla.

¿Qué se dice en estos momentos?

—Eh... me llamo Leticia Morales, tengo dieciocho años y me mudé aquí para tener un buen futuro, mis padres están algo bajos económicamente — volví a mentir, y quería que dijera. Ni yo misma me conocía, y eso lo único que se me vino a la mente.

—Ah ok, ya veo. — miramos por igual al mesero traer el pedido y a mí por poco se me cae la saliva, olía delicioso. — Uy que rico, te cuento así de rápido, mi padre me traía aquí desde pequeña, por eso he declarado este mi lugar favorito de comida.

—Sí, así puedo ver. Tus ojos se volvieron como si estuvieras enamorada — me río.

—Enamorada de toda esta variedad que hay aquí— ruedo los ojos chistosa.

Decidimos comer a gusto, yo sin duda disfrutaba de esto. La verdad, es que estaba súper que delicioso.

Al terminar dimos las gracias y salimos de la cafetería.

—Te llevaría en mi auto, pero lo tengo en el mecánico. Así que vamos a la parada del autobús, lo bueno es que no es mucho. Solo son como a tres paradas.

Yo asiento, ella habla mucho y no sé qué decir.

Todo el trayecto tuvo algo que contarme, pero yo sin excusa la escuchaba atentamente.

Nos bajamos del bus, caminamos como tres o cuatros cuadras y cruzamos la calle para entrar a un lujoso hotel. Yo me quedé con la boca abierta viendo a su alrededor.

—Buenas, Alberto — saludó a un señor, era el recepcionista del hotel. Lo suponía porque había letras en el escritorio o mesa, no sé lo que era.

—Su padre le espera, para que se ponga al día. — ella solo asintió con una leve sonrisa.

Subimos al ascensor, y ella apretó el botón número 12. Al salir caminado por el largo pasillo y abrió la puerta de a fondo.

—Bienvenida, a mi dulce y acogedor hogar — me da paso para que pase primero, dejo caer mis cosas y camino para ver cada cosa y poder tocarlas. Todo es muy lindo y lujoso.

—Todo es muy... supongo que caro — la mire.

—Bueno, no diría caro... es que ya estoy acostumbrada. Entonces lo veo como normal, diría yo. Te puedo asegurar un empleo en un restaurante de mi padre, seguro te acepta. Puedes quedarte aquí hasta que puedas pagar un alquiler. No hay apuro. Te dejo, porque luego llego tarde a mi trabajo. Aunque mi padre es el jefe, y yo soy como su mano derecha. No le importa si llegó tarde, pero me gusta decir eso.

—Ok, ¿puedo dar una vuelta?

—Claro, la habitación a la izquierda es tuya, puedes acomodar tus cosas de una vez. Si tienes hambre, la cocina es toda tuya. Pero si me gusta algo, el orden...

—Oh claro claro, dejaré todo en orden y limpio.

Ella me sonríe.

—Cierto me llamo Cielo Johnson. Quizás no te puedas olvidar mi nombre, cada vez que mires el cielo te acordaras de mi — me apunta sonriente.

—Así será, Cielo.

—Bueno, ahora si adiós. Nos vemos luego.

—Adiós, que tengas un buen día en tu trabajo — le digo por ultimo.

La vi marcharse y corrí para ver todo el lugar, es magnífico. Todo implacable y ordenado. Abrí la puerta de la habitación que me dijo y había una cama grande, me lancé a ella y era tan suave y acogedora.

Pss me quedé dormida.

[...]

Di un brinco en la cama y la verdad no sé cómo mi cuerpo llego al suelo. La tonta alarma estaba sonando, arrastré mi cuerpo logrando apagarla.

Cielo me dio todos los detalles ayer de noche, eso si esa gente le gustaba la puntualidad. Para lo que a mí era mi enemigo, ¡me faltaba solo media hora para alistarme! Ingresé a la ducha y esa agua estaba caliente, al salir me puse un pantalón negro y un abrigo fino de color beige, por ultimo me puse unos zapatos negros. Volví al baño, porque quería ponerme un poco de perfume, todos los productos estaban en idioma de inglés, así que más sencillo olí cada uno y el que olía como perfume me lo rocié por todo mi cuerpo.

Al bajar Cielo me estaba esperando, me acerque para saludar.

—Buenos días.

—Buenos días, señorita — respondió el recepcionista, Alberto.

—Vamos Leticia, que vas a llegar tarde. Y el señor Collins odia eso, se considera gente despedida — se ríe, y yo ya estoy que me muero de nervios.

Caminamos fuera del edificio, y Cielo pidió un taxi. Ella le dio la dirección y el chofer asintió. El taxi nos dejó frente al restaurante, que sin duda también era de lujo.

Un restaurante de dos pisos, con un letreo de que decía Piccolo Resturant, la persona de la entrada saludo a Cielo y ella le devolvió el saludo. Pasamos por las mesas bien decoradas y arregladas con una tela de color blanco brilloso. Subimos las escaleras y al fondo en una habitación abrió la puerta y un señor bajo calvo se encontraba dentro, mis manos ya comenzaban a sudar.

—Ella es la chica que trabajará aquí — le comunicó Cielo al señor sentado frente a su computador, de alguna manera me hizo acordar a la vieja loca de Bennett.

—¿Dónde la asignaste? — preguntó con su voz gruesa.

—Mesera — respondió.

—Bueno. Buenos días primero señorita, soy el señor Collins. — me tiende la mano y se la acepto — Comienza hoy, vamos a darte un pequeño recorrido del restaurante.

—Me voy, Leticia. — se despide de mi — Adiós, señor Collins, aún sigo esperando su plato desde el mes pasado — lo mira achicando sus ojos.

—Señorita Johson, no leyó mi mensaje. Estará listo para este fin de semana.

—Es que se me daño el celular hace como dos días. Pero bueno, ya va a estar — se ríe. — Ahora si ya me voy. Suerte, Leticia. — Con eso se marcha.

Dimos un pequeño recorrido e indicándome algunas reglas necesarias y los horarios, me explico también lo necesario para hacer mesera. Y que siempre hay una primera vez, pero hay que ser cuidadosa y detallista.

—Espero que te sientas a gusto, que te agrade el lugar y te acostumbres— dijo con una sonrisa— buena suerte, me voy porque tengo que hacer unos pedidos— se despidió de mí y se fue.





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