08 - Risas y Enojos
--Una buena amistad duplica las alegrias y resta las preocupaciones--
—Vuelvo a preguntar, ¿Quién tuvo la idea?
Leticia siempre tenía algo que decir, pero esta vez nada. No iba a responder a esa pregunta, aunque sospechaba que la señora Bennett tuviera en mente que todo fue idea de Leticia.
—¿Entonces? — las yemas de sus dedos daban leves golpes sobre el escritorio y su mandíbula la tenía recargada sobre su mano izquierda.
Los dos se voltearon a ver. Xander movía sus labios, pero Leticia no lograba entender.
—La idea fue...— el sonido de la puerta abriendo lo interrumpe a Xander.
—¿Qué pasa Mary? — pregunto la señora Bennett.
—La... la buscan. Es sumamente urgente. Es ahora que vaya, señora Bennett.
—¿Quién me busca a esta hora? — volvió a preguntar viendo la hora en su computador— Son las siete de la mañana.
La directora Bennett se levantó con mala gana, sin dejar de mirar a los pequeños traviesos.
—No se han salvado— escupió antes de salir— Mañana en mi oficina, sin faltar. A los dos p.m., los dos.
Y con eso se fue.
—Te hubiese hecho caso. Si hubiese sabido que nos descubrían hoy, le hubiésemos hecho a la directora— se levantó ofreciendo su mano a Leticia para salir del despacho.
[...]
Pasaron los días y nunca tuvieron castigo los traviesos. En verdad, sí que se salvaron. Por otro lado, la directora Bennett ella sí que estaba en problema. Ese día, había llegado la policía. Policías que estaban comprados por ella.
—¿Cómo carajos no han hecho nada? Siguen aquí esperando una respuesta, cuando ya saben exactamente que deben de hacer.
—Lo sabemos— escupió molesto uno de los policías, Alex— Pero como saber si lo hacemos bien, la última vez matamos al que andaba investigando y usted dijo que una mierda. Así que decídase.
La directora Bennett se restregó la cara enojada.
—¿Tienen el nombre de la niña?
—Sí, su nombre es Beatriz Bauer. Vino en el último viaje del conteiner de hace como una semana, llego desde argentina y ahora la han traído aquí hace como 18 horas, María dijo que se la entregó a tu hermana, ya que era la única que estaba desocupada y ella tenía que irse en ese instante. Sus padres están viajando hacia acá, alguien los vio a María y a Pedro llevarse a la niña y traerla hasta aquí. No podemos salir de esto, no cuando la niña suelta todo. Y toda la mentira se vaya al suelo. Recuerda que la última vez...
—La última vez que... dime, saben perfectamente que Patricia no sabe de esto. Les digo a todo el personal nada de mercancía entregada a otras personas que no estén involucradas en el asunto. Bueno, dejemos de lado el maldito error de trabajo que tienden a cometer cuando ya saben cada una de las reglas. Primero, van ahora a ver a esa niña, las buscaran si es posible debajo las piedras. Segundo, le volaran la cabeza a la estúpida de María, sabe perfectamente las reglas y no es la primera vez que hace lo que a ella le conviene. Tercero, si los padres llegan y están a medio paso de caer sobre nosotros, devolverán a la niña, pero con condiciones y si no están ni a un centímetro harán que viaje de nuevo a su país y que ellos mismos se encarguen de qué hacer con ella. Es mejor ahora devolverla a que se nos caiga el negocio. ¿Entendieron?
—Si. Solo una consulta, el padre de (Leticia, nombre verdadero) está a punto de salir de la cárcel otra vez.
—Otra vez con dudas estúpidas, ya saben que, si está a dar un paso a la calle, hagan que retroceda con un solo soplido de ustedes y listo. Consulta resuelta. Y cierto, dile que feliz cumpleaños de parte mía y de su hija que muy pronto vivara su vida como a mí me plazca. — se dio la vuelta hacia el orfanato riendo malvada.
—No puedo entender como mierda llegue a meterme con esta loca— exclamó el policía.
—Ya no hay vuelta atrás, así que no vayas a cometer ningún error policía Ford. — lo dejó sin hablar y procedió a caminar hacia el orfanato en busca de la niña.
Los dos policías se marcharon con la niña y explicando la confusión de que hubo un problema con el traslado, mintiendo que la niña tenía y la están esperando en otro orfanato.
Y entonces la directora Bennett no fue el único problema que tenía, por esa razón ahora pasaba más afuera que dentro del orfanato. Patricia estaba preocupada, pero la directora Bennett escupió con pesadez que no era asunto de ella y que la dejara en paz.
[...]
Pasaron nueve meses y la directora Bennett al fin pudo tener todo bajo control como siempre le gusta, no le gustaba que las cosas que es de asunto de ella estén alborotadas o que otras personas no capten sus órdenes, lo que la llevo estar ausente fuera del orfanato por supuesto trabajo laboral para el bienestar de niños sin familia y sin hogar.
Y así fue como otra vez Leticia metió las manos al fuego, pero esta vez fue sin querer. Sabía muy bien que se iba a quemar, pero una distraída y un paso en blanco hace que todos sus nueves meses lleno de alegría con Xander se vayan al fuego.
—¿Por qué a mí? — se preguntó a ella mismo sin tener respuesta de una pregunta tan corta.
—Leticia— pronuncio su nombre despacio, controlando su ira y se pasó la mano por la cara para secar su rostro.
—Fue sin querer, el vaso con agua no iba para usted, sino para Xander. Puede voltear, está detrás de usted. — quería dejar escapar una risita, pero se contuvo.
La directora pasó por su lado sin decir ninguna palabra.
Leticia abrió sus ojos hacia Xander que se estaba riendo.
—Me caes mal— le golpeo el hombro y el seguía riendo.
—Lo siento, pero tu cara fue única.
—Me caes mal— pasó por su lado molesta.
—Leti enana, espera— corrió detrás de ella mientras se seguía riendo.
—Si te vas a seguir riendo no quiero ver tu espantosa cara de rata— habló sin mirar a atrás.
—Está bien, dejare de reírme. Ya, ya dejé de reírme— comenzó a caminar a su lado— vamos a los columpios.
—Bueno.
Al llegar cada uno se sentó en un columpio.
—Oye.
—Dime.
—¿Por qué los adultos son tan difíciles de entender?
—Y me lo preguntas a mí, tenemos casi la misma edad. No sé nada sobre se adulto. Incluso ni a los míos los entiendo. —dijo esto último para sí mismo.
—Oye— Leticia volvió a llamarlo.
—¿Queeee?
—¿Me quieres mecer más rápido, porfis? — le da una sonrisa dulce.
—Bueno, luego me tocará a mí.
Ella asintió la cabeza varias veces. Se acomoda, pero luego de varios empujones y de reírse los dos, Xander se distrae y cae al suelo. La pequeña Leticia procede bajarse del columpio para ver cómo se encuentra su amigo.
—Oye, oye oye est... Estas bien— asustada movía su cuerpo, pero dejo de hacerlo cuando este se comenzó a reír.
—Tu cara— se volvió a reír con más fuerza. —Hubie... hubieras visto tu rostro— comenzó a remedar su cara que había puesto de susto.
—¡Te volviste loco, a quien se le ocurre distraerse! — gritó furiosa.
Se levantó y comenzó a caminar directo al orfanato.
—¡No me hables, si lo haces no te voy a responder!
—Puedes dejar de gritar, me vas a dejar sordo— camino a su lado.
—¡Gritaré todo lo que quiera! ¡AHHHHH! ¡AHHHH! ¡AHHHH! ¡AHHHHHHHHH! — gritó frente la cara de Xander.
—Que salvaje— escupió con maldad.
—¡Tonto!
—Enana
—¡Mongolo!
—Gnomo
—¡Gallina!
—Duende
—¡Parasito!
—Gritona
La rabia la consumía a la pequeña y más al escuchar que su amiga le decía apodos tan calmado. Con su mirada lo quería matar.
—Bueno, mucho drama ¿No? — le da una sonrisa— Creo que fue demasiado, un abrazo— se acerca para abrazarla.
—Me caes mal— le da un manotón en el hombro para luego abrazarlo.
—Tú también me caes mal.
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