02 - Morales
Dos años después, Leticia 7 años.
Leticia había crecido unos cuantos centímetros más, nadie se había fijado de sus cumpleaños, excepto Patricia. Pero no solo creció de estatura, sino de mente también, empezó a fijarse en ella. Ahora no le importaba lo que los demás le digan o le hiciera, porque ahora ella se defendía. Y la única persona que estaba su lado siempre, era Patricia que le regalaba cosas a escondida sin que la señora Bennett se entere.
Pensó que ahora ni Patricia podría salvarla del problema que se había metido, era Leticia sola contra la tracalada de gente que se encontraba dentro del orfanato.
Llego al despacho sin tocar la puerta y entro como si fuera el baño. Se sentó en el sillón frente al escritorio de la señora Bennett, esta se la quedo viendo con una mirada violenta.
—Morales regrese, toque la puerta y espere a que la autoridad que está sentada frente a usted le permita el ingreso. — dijo con voz fuerte señalando la puerta.
Leticia se levantó con mala gana, salió quedando frente a la puerta. Respiro con fastidio, toco la puerta desesperada y con fuerza.
—Adelante— hablo la señora Bennett.
Abrió la puerta con salvajada y se sentó de golpe en el sillón.
—Ahora que, no he hecho nada. — mintió— No le he puesto pasta dental en la blusa a la loca de Amelia, por ahora no le he dejado calva a Natalia y no le he dicho que le apesta la boca a desagüe a Emilio y... — soltó desesperada y enfadada, había nombrado a los que la molestan con frecuencia.
—Morales controle su vocabulario o tendré que ponerle un castigo, no quiere volver al sótano ¿verdad? — la señora Bennett sabía muy bien que Leticia le tenía miedo a la oscuridad, más bien ese sitio en particularidad. Donde había entrado más de diez veces.
—Bueno, entonces para que me llamo, todavía por los altavoces. — sube su pierna en el sillón y la otra la balancea.
—Como sabe...
—Oh por dios, no me diga que ya tengo una familia, que ya me iré de este infierno que lo estoy viviendo en vida— hablo con alegría poniendo sus manos en los costados del sillón y su torso lo inclino hacia adelante, dentro de ella no perdía la esperanza de que alguien la sacara de ese lugar.
—Lamento decepcionarla, pero no es sobre eso... — la señora Bennett se reía por dentro al ver el sufrimiento de la pequeña Leticia, porque sabía que ella no saldría de aquí hasta que sea mayor de edad.
—Ahhh — se volvió hacia atrás con tristeza— Entonces, para que es— miro al suelo.
—Vamos a estar ocupada Patricia y yo, así que necesito que le des la bienvenida al niño nuevo. Lo mismo de siempre sus horarios, habitación, numero de cama... Aquí está el dato necesario. — le tira el pequeño papel y Leticia se agacha a recogerlo.
—Está bien, lo hare— sin decir nada más, salió de lugar.
Pero tuvo que volver, ya que la señora Bennett no le había indicado en donde se encontraba el nuevo.
Entro sin tocar la puerta —¿Dónde está el nuevo? — miro a la directora que señalaba en una esquina. —Con que ha estado acá dentro también. — miro la ficha para llamarlo por su nombre —Liam Neeson, tienes nueve años — el niño alzo su mirada —vamos a mostrarte tu nuevo hogar.
Liam salió detrás de Leticia penoso y tímido. Ella le indico lo necesario, ya se empezaba aburrir, de decir lo mismo. Así que la hizo corta.
—Eso es todo, recuerda el lado derecho es de los chicos. Y las clases solo no hables, solo trata de mirar a la pizarra— ella le daba consejos, que nadie le había dicho a ella.
Varias veces fue echada de clases, cacheteada, con una regla le pegaron en la palma de su mano. Sacudió su cabeza para dejar esas cosas feas atrás y no dejar que las lágrimas otra vez rodaran por su mejilla.
Dejo al nuevo parado en medio del pasillo y se fue a leer a la biblioteca.
Después de varios minutos marcaban las cinco de la tarde, pensó en ir a buscar a Patricia. Dejo el libro en su lugar y salió de la biblioteca dirigiéndose al despacho en donde se imaginaba encontrar a Patricia.
Se detuvo de golpe, al escuchar gritos y escandalosos ruidos de cosas caer al suelo. La puerta estaba entreabierta, se acercó despacio y se asomó cuidadosamente.
—¡Porque no le dices la verdad! ¡Porque cuando cumpla sus dieciocho, no la quiero seguir viendo! ¡Sabes muy bien que nunca me lleve con mi hermanastra, que te hace pensar que tratare bien a su hija, es una locura! ¡Porque esta es mi manera de vengarme, vengarme de ella por todo lo que me hizo! Solo ella tiene la culpa de mis desgracias. — la señora Bennett estaba realmente molesta por su pasado y quería vengarse de esa pequeña, dañando su infancia. Que desconozca del mundo y principalmente que este sola cuando salga del orfanato.
—¡Basta de eso Madi, ella ya está muerta y que aun así la sigas ofendiendo estando bajo tierra, esto es una locura! ¡Una locura, tu mente está totalmente dañada te has dejado ganar por el egoísmo y la envidia! ¡Ella no está sola Madison, está conmigo, yo estoy para protegerla de ti! Me das vergüenza como hermana, no quiero seguir discutiendo contigo. Solo espero que algún día recapacite, entiendas y te arrepientas de las locuras que pasan por tu cabeza. — Patricia se dio la vuelta para salir del despacho con ganas de llorar.
Leticia corrió e hizo que recién iba a entrar al despacho.
—Hola Pati— saludo Leticia, pero Patricia siguió su camino sin mirarla.
[...]
Al día siguiente Leticia se levantó y vio ya no había nadie en la habitación, se mentalizo que estaría en problemas si no llega a tiempo para el desayuno, pero aun así hizo sus cosas con delicadeza y lentitud. Se arregló ella, la cama en donde dormía y salió de la habitación.
Iba caminando por el pasillo con tanta tranquilidad, no era la primera vez que le pasaba. Así que ya estaba acostumbrada. Abrió la puerta y esta se cerró haciendo un gran sonido escandaloso.
Abrió sus ojos asustada al ver que todo el mundo la miraba, esto no le había pasado las veces anteriores.
—Respira— se dijo a sí misma. Con la mirada de los niños empezó a caminar, pero a medio paso fue llamada.
—Señorita Morales, como siempre interrumpiendo la oración. — se acercó y le hablo entre dientes.
—No siempre— se ríe Leticia.
—Ya que llego en el momento no tan exacto, como castigo va a rezar para todos. Así que camine adelante junto al padre Francisco y de la oración para todos.
Leticia comenzó a caminar nerviosa, nunca se había parado frente a tanta gente. Pero se decía a si misma que podía, aun así, se cuestionada de cómo hacerlo o como comenzar.
—¡Empecemos! — grito de los nervios, esto hizo que las miradas siguieran en ella. — Vamos a juntar nuestras manos, así como la estoy haciendo yo, junto a nuestro pecho y agachamos nuestras cabezas ¿entendido? — asintieron dudosos. — Vamos a dar gracias por la comida tan rica pero demasiada rica que nos dan en este orfanatorio, hmm... y que nunca nos falte el alimento que nos alimenta, Amén — se santiguo con la intención de ir a sentarse en su lugar, pero la señora Bennett la detuvo.
—Morales le falto la oración del padre nuestro.
Leticia, en su mente dijo como iba a saberlo si siempre llego tarde.
—No lo sé— dijo con simpleza.
—Entonces lo va a repetir después del padre Francisco— era totalmente una orden.
[...]
Luego de desayunar Leticia iba a volver a la habitación, pero Patricia la detuvo y la mira con braveza.
—Cómo es eso que no te sabes la oración, sabes que la directora va a recibir un llamado de atención del Padre Francisco porque una alumna no se sabe una simple oración— la regaño.
—¿Es la primera vez que va a recibir un llamado de atención? – le pregunto cruzando sus brazos con molestia.
Asintió.
—Entonces se debe sentir afortunada gracias a mí, no crees Patricia. No creo que sea la única de millones de huérfanos que siempre me meta en problemas o qué primera vez la regañen a la señora mala, Patricia — de verdad estaba enojada Leticia, sin esperar que Patricia respondiera se fue molesta.
Al salir otra vez fue llamada, se dio la vuelta rodando sus ojos de fastidio.
—Morales.
—Sí, directora en que le puedo ayudar— forzó una sonrisa amable.
—Cómo es posible que no se sepa la oración, si la hacemos cada vez que vamos al salón a la hora de comida— la miro enojada, pero la señora Bennett intentada mantener su postura de seguridad.
Como respuesta alzo sus hombros sin importancia.
—Entonces como castigo tendrá que aprendérselo y mañana mismo en la tarde usted viene a mi oficina— asintió con desprecio— espero que le quede claro, yo no la llamaré. Quiero que usted misma venga por voluntad propia, porque no quiere tener otro castigo ¿Verdad?
—Mentira— respondió con una risa inocente, la señora Bennett le dio una mirada de pocos amigos y paso por su lado.
Leticia, por una vez en su vida no quería llevarle la contraria, así que se dijo a si misma que a primera hora le daría la oración al pie de la letra.
Recuerden que todo es FICCIÓN...
Bueno, en fin.
¿Qué le está pareciendo la historia?
Teorías de que posiblemente suceda en el siguiente capítulo...
Acerca de:
La pequeña Leticia
La señora Bennett
Patricia
Los tres niños revolotosos que molestan
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