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Capítulo 8 , Garras, Colmillos y ToC

La mañana se colaba por las rendijas de la cortina de la habitación de Naitray, bañando en luz las paredes cubiertas de pósters y dibujos. A sus doce años, Naitray ya era una artista consumada en su pequeño mundo, pero pocos sabían que cada trazo, cada línea, era un intento desesperado de calmar la tormenta que rugía en su mente. Desde la noche en que aquellas imágenes grotescas habían entrado en su cabeza, el ToC había sido su constante compañero, susurrando miedos y supersticiones en cada rincón de su mente.

Naitray estaba sentada en su escritorio, rodeada de hojas de papel, lápices de colores y un pequeño cuaderno de notas. Sobre la pantalla de su laptop parpadeaba un documento en blanco, esperando que lo llenara con la siguiente parte de su historia. Era la continuación de su fanfic "Garras y Colmillos de Amor", donde un chico lobo y un vampiro se disputaban el amor de un chico humano. Esa historia la transportaba a un mundo donde sus miedos no tenían lugar, donde el romance y la aventura eran las únicas reglas.

Pero mientras sus dedos se movían sobre el teclado, una sombra oscura comenzaba a deslizarse en su mente. Una voz conocida, la del ToC, le susurraba que si no revisaba una vez más el canal de televisión que siempre evitaba, algo terrible podría suceder. Naitray apretó los dientes, su respiración se volvió pesada. No, se dijo a sí misma. No voy a dejar que me controle. No esta vez.

El ToC no se detuvo. La insistencia en su mente crecía, repitiendo una y otra vez que debía realizar su ritual de protección, que debía apagar y encender la lámpara tres veces antes de continuar escribiendo. Naitray cerró los ojos con fuerza, intentando ignorar esas voces que la asediaban. Pero la ansiedad era un enemigo poderoso, y las ideas que no quería cederle empezaban a deslizarse en su mente como veneno.

Desesperada por aferrarse a su creatividad, se concentró en la escena que estaba escribiendo. En su mente, visualizó al chico lobo, Tristán, con sus ojos brillantes y sus garras afiladas, enfrentando al vampiro oscuro, Damian, en un duelo épico por el amor de Lucas, el chico humano que no entendía la magnitud de lo que estaba en juego. Su corazón latía al mismo ritmo que las palabras que escribía, y por un momento, el ToC pareció desvanecerse.

Pero entonces, el miedo volvió a asomar su rostro en el reflejo de la pantalla. Naitray tragó saliva, sintiendo que el pánico amenazaba con paralizarla. Sus ojos se dirigieron, casi por instinto, hacia el control remoto que había escondido debajo de una pila de cómics. Sabía que si solo tocaba el control, si lo sostenía en sus manos, podría calmarse. Pero también sabía que eso significaría que el ToC había ganado otra vez.

“No”, murmuró en voz baja, con la voz temblorosa. “No esta vez.”

Naitray se forzó a escribir, a perderse en la historia de Tristán, Damian y Lucas. Cuanto más se sumergía en ese mundo de ficción, más se alejaba de la realidad que el ToC quería imponerle. Las palabras fluían de sus dedos, llenando la pantalla con el drama y la pasión de un amor imposible. Mientras escribía, la escena se desarrollaba ante sus ojos: Tristán y Damian luchaban bajo la luz de la luna, sus poderes sobrenaturales colisionando mientras Lucas los observaba con miedo y asombro.

Pero, justo cuando Naitray sentía que había recuperado el control, un pensamiento la atravesó como un rayo. ¿Y si Isaac pudiera ayudarla? ¿Y si él, con su propia lucha interna, pudiera entender lo que estaba pasando dentro de su cabeza? Naitray no había tenido un verdadero amigo en años. Su mundo estaba lleno de personajes ficticios y tramas imaginarias, pero la idea de tener a alguien real, alguien como Isaac, se sentía aterradora y a la vez esperanzadora.

Isaac era diferente. Lo había notado desde el primer día que lo vio en clase. Había algo en él que la hacía sentir que no estaba sola, que quizás él también entendía lo que era pelear una batalla en silencio. Se preguntó si él podría ser su primer amigo en mucho tiempo, alguien que no solo leería sus historias, sino que podría compartir el peso de sus miedos.

Suspiró, apartando el control remoto de su vista y volviendo a concentrarse en su historia. "Garras y Colmillos de Amor" era su refugio, su forma de combatir las sombras que la acosaban. Pero ahora, había algo más en su mente, una pequeña chispa de esperanza de que, tal vez, no tendría que enfrentarse al ToC sola.

Al terminar de escribir el capítulo, Naitray guardó el documento y cerró la laptop. Miró por la ventana, observando cómo la luz del sol iluminaba las calles afuera. Se permitió soñar, aunque fuera solo por un momento, con la posibilidad de un amigo, con la idea de que quizás, solo quizás, alguien como Isaac pudiera entenderla.

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