( Narrador Omnisciente).

Isaac se quedó quieto, sus músculos tensos mientras esperaba el golpe de Tristán. Había aprendido a recibir los golpes con resignación, casi con aceptación, como parte de un castigo que sentía que merecía. No tenía caso defenderse; cada golpe era una prueba, una penitencia en la que sentía que purgaba sus pecados.

Pero el golpe no llegó.

En su lugar, escuchó una voz firme y tranquila.

—Tristán, Kevin, los voy a acusar con la directora si no paran ahora mismo —dijo Naitray, su tono calmado pero con una autoridad que nadie solía discutir.

Tristán, que ya había alzado el puño, lo bajó de inmediato. Miró a Naitray con una mezcla de temor y respeto, y sin decir una palabra, se dio la vuelta y se fue, seguido de Kevin, quien parecía aliviado de no tener que pelear.

Isaac observó la escena, atónito. No entendía qué había pasado. ¿Por qué Tristán, que nunca hacía caso a nadie, obedecía a Naitray con tanta facilidad? Había algo en su compañera  que lo desconcertaba profundamente.

Naitray se acercó a Isaac, esbozando una pequeña sonrisa.

—¿Estás bien? —preguntó con amabilidad.

Isaac asintió, aún en estado de shock.

—Sí… gracias —murmuró, sin saber qué más decir.

Ambos comenzaron a caminar por el pasillo, alejándose de la escena. Había una extraña calma en el ambiente, como si la amenaza de Tristán se hubiera desvanecido por completo.

Mientras caminaban, el TOC de Isaac, personificado como una figura sombría y susurrante, se agitaba en su mente. "Cuidado con ella , Isaac… ¿No ves que no es normal? Nadie es tan amable sin un motivo oculto. Esto es una prueba. Dios te está probando."

Isaac intentó ignorar esos pensamientos, pero el peso de la voz en su mente era abrumador. Siempre lo era. No importaba cuánto intentara apartar esas ideas, siempre volvían, insistentes, implacables.

Naitray, por su parte, también estaba lidiando con sus propios demonios internos. Su TOC, con un tono más místico y supersticioso, le susurraba constantemente. "No olvides tus rituales, Naitray. Si no los haces, algo terrible ocurrirá. Tienes que escribir hoy, o las malas energías se acumularán."

Naitray solía encontrar algo de paz escribiendo fanfics en una página web. Era su refugio, su manera de desviar la mente de esos pensamientos intrusivos. Lo que no sabía es que Tristán, en secreto, era fan de sus escritos. Por eso le hacía caso sin protestar. Para él, Naitray no era solo una  compañera  de clase; era la  autora de las historias que más disfrutaba, aunque jamás lo admitiría.

Isaac rompió el silencio.

—¿Por qué te escuchan? —preguntó, aún tratando de comprender lo que había ocurrido.

Naitray se encogió de hombros, como si la respuesta no tuviera importancia.

—Supongo que tienen sus razones —respondió evasivamente, sin querer explicar más. Hablar de su vida personal no era algo que le gustara, y mucho menos con alguien a quien apenas conocía.

El TOC de Naitray volvió a la carga. "No le hables tanto. Las palabras tienen poder, podrían malinterpretarse. Recuerda que los espíritus escuchan, y podrías invocar algo que no quieres."

Mientras los dos jóvenes hablaban, sus respectivos TOCs se regodeaban en el caos que causaban. Eran como dos sombras que observaban desde las esquinas de sus mentes, susurrando veneno en cada pensamiento, cada decisión.

"Eres un pecador, Isaac. Este es tu castigo. No debes confiar en él. Dios te está observando."

"No olvides que debes escribir hoy, Naitray. Si no lo haces, algo malo pasará. Tus historias son lo único que mantiene a raya a las fuerzas oscuras."

A pesar de las voces en sus cabezas, la conversación entre Isaac y Naitray fue extrañamente natural. Hablaban de cosas triviales, del colegio, de cómo les iba en las clases, pero en cada palabra había un trasfondo de lucha interna. Ninguno de los dos se dio cuenta de que compartían una carga similar, cada uno atrapado en su propio mundo de compulsiones y obsesiones.

Finalmente, llegaron a un punto en el que debían separarse. Isaac tenía que ir a ver a Sarah, mientras que Naitray se dirigía a su casa.

—Nos vemos luego —se despidió Naitray, con una leve inclinación de cabeza.

Isaac asintió, sintiendo una extraña conexión con ella , aunque no entendía del todo por qué.

Cuando Naitray se alejó, Isaac comenzó a caminar hacia el colegio de Sarah. Su mente seguía ocupada con la conversación que había tenido, y las palabras de su TOC seguían resonando en su cabeza. Pero había algo más. Una pequeña chispa de curiosidad y empatía hacia Naitray, como si hubiera encontrado a alguien que, de alguna manera, entendía lo que él pasaba.

Mientras tanto, el TOC observaba todo con una sonrisa maliciosa. Estaba satisfecho. Dos de sus huéspedes habían interactuado, y aunque no lo sabían, compartían más de lo que imaginaban.

Pero no era solo eso.

"Hay otra huésped llegando a Chile," pensó el TOC, regodeándose en su propio poder. "Viene en un avión desde España… y su nombre es Noah. Otra  alma atrapada en mis redes, con su miedo a los gérmenes. Pronto se encontrará con ellos, y entonces mi influencia crecerá aún más."

El TOC sabía que su existencia dependía de su capacidad para atormentar, para enredar a sus huéspedes en una red de compulsiones y miedos. Y con Noah, sentía que su poder solo aumentaría.