Capítulo 10 , Nervios
Isaac intentaba concentrarse en su novela, Capaz de Crimen. El cursor parpadeaba en la pantalla del ordenador, esperando que él continuara la historia del detective Tobby , quien en ese momento estaba atrapado en una compleja investigación sobre un misterioso asesinato. Pero la mente de Isaac estaba en otro lugar. Los recuerdos de Lucas, de su pasado, no dejaban de acosarlo.
El TOC, siempre vigilante, aprovechaba cada pausa que Isaac hacía para llenarlo de dudas y miedos. "¿Qué estás haciendo, Isaac? Sabes que no puedes ignorar esto. Lucas está de vuelta y, con él, esos recuerdos que preferirías enterrar."
Isaac suspiró, tratando de despejar su mente. Intentó volver a concentrarse en Tobby, imaginando cómo el detective podría descubrir una nueva pista en la escena del crimen, pero los pensamientos sobre Lucas se colaban entre las líneas de la historia, como un veneno sutil.
De repente, recordó cuando eran niños. Lucas y él jugaban todo el día, corriendo por el jardín de la casa de Lucas mientras su padre, un sacerdote santero, realizaba rituales en una habitación apartada. La madre de Isaac solía llevarlo allí, buscando remedios y consejos del padre de Lucas. Isaac recordaba el olor del incienso, las velas, y las estatuas que llenaban la casa. Aquella atmósfera le había parecido normal cuando era pequeño, pero ahora, con su fervor religioso, la idea de aquellos rituales le producía un profundo rechazo.
“¿Recuerdas cómo ayudabas a Lucas cuando tenía miedo, Isaac? Le decías que todo estaría bien, que los espíritus no lo harían daño,” susurró el TOC en su mente. “Y luego, se besaban. Inocente, sí, pero ahora no lo es, ¿verdad? ¿Qué vas a hacer si Lucas te recuerda todo? ¿Qué si no quiere dejarte en paz?”
Isaac apartó bruscamente las manos del teclado. No podía seguir así. Esos recuerdos, esos sentimientos... Se suponía que no debía pensar en eso. Había dejado esa parte de su vida atrás, y ahora, como evangélico, sabía que todo aquello estaba mal. Era malvado.
Se levantó de la silla, necesitando hacer algo para distraerse. Su vista se dirigió a la puerta de su habitación. Recordó que había quedado en ayudar a Sarah con su tarea. Era sábado, y aunque la idea de encontrarse con Noah lo ponía nervioso, sabía que tenía que cumplir su promesa.
“Oh, claro. Vas a escapar, ¿verdad? Pero sabes que no puedes escapar de mí. Lucas no te dejará en paz, y tampoco lo haré yo,” dijo el TOC, su voz afilada y burlona.
Isaac ignoró esa voz, o al menos, lo intentó. Salió de su habitación, bajando las escaleras hacia el salón donde Sarah lo esperaba , Isaac ni siquiera se habia dado cuenta de que ella habia llegado a su casa .El sonido de sus propios pasos resonaba en su mente, como si el eco de aquellos recuerdos no pudiera dejarlo en paz.
Al llegar al salón, vio a Sarah sentada en el sofá, con los libros esparcidos sobre la mesa de centro. Junto a ella, Noah que la había acompañado, estaba leyendo un libro. Cuando Noah levantó la vista y lo vio, le dedicó una mirada amigable pero sin sonrreir .
¡Hola, Isaac! - saludó Noah, mientras Sarah lo miraba con una expresión de alivio. - Sarah me estaba contando sobre la tarea. Pensé que podríamos ayudarla juntos.
Isaac tragó saliva y asintió, forzando una sonrisa. Se sentó junto a Sarah, tratando de enfocar su mente en la tarea que tenían por delante. Pero incluso mientras discutían sobre ecuaciones matemáticas y teoría literaria, el TOC seguía murmurando en el fondo de su mente.
“¿Y si Noah se da cuenta de lo nervioso que estás? ¿Qué pensará Sarah si le dices algo sobre Lucas? No puedes dejar que esos recuerdos te controlen, Isaac. Pero lo harán, porque eres débil.”
Isaac cerró los ojos un segundo, tratando de calmarse. Sabía que tendría que enfrentarse a esos pensamientos, pero no ahora. No mientras Sarah y Noah estaban allí, esperando su ayuda. Respiró hondo y se concentró en las palabras de Sarah, decidido a no dejar que el TOC, ni los recuerdos de Lucas, dominaran el presente.
Sin embargo, el TOC no se iría tan fácilmente, y mientras Isaac intentaba ayudar a Sarah con su tarea, sentía que una sombra seguía acechando en el borde de su conciencia, esperando el momento para atacar de nuevo.
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