8 de marzo del 2004
Vaya, apenas y he ocupado un par de hojas en este cuaderno. Admito que incluso aquí me es difícil expresarme, en estas páginas que muy problablemente nadie lea. Tengo tanto para decir que al final no digo nada. Mejor así. Releo cada palabra escrita aquí y me siento más estúpida aun.
¿Que ha pasado con mi chico del tren?
Ahora por fin supe su nombre. Sí, como ves mi platónico tiene un nombre.
Platónico...
Lo es, jamás podría tomar el valor suficiente para hablarle, y menos aun hacerle saber mis sentimientos. Seguro me tomaría por una loca y aunque lo esté, no quiero eso.
¿Que cómo supe su nombre?
Alli estaba él, cuando faltaban un par de minutos para llegar a la estación, charlando placidamente con el que parecía ser un viejo amigo. Era hora de que el joven se bajara y cuando se despidió pude escuchar como lo llamaba por su nombre:
-Espero volver a verte, Pablo-dijo su amigo a punto de bajar.
-Claro, hasta luego- respondió con una voz gruesa.
Aquella voz y aquel nombre resonaron sin descanso en mis oídos desde ese momento.
Para ti, Laura.
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