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OO7;; Algo que hacen los amigos

(He estado desaparecida en esta historia, pero he vuelto para quedarme¡!)

Capítulo 7: Algo que hacen los amigos

Cuando Harry era un niño, a menudo había visto llorar a su primo. Dudley estallaba en ruidosas lágrimas por una rodilla magullada o un juguete roto, cuando se cancelaba una serie de televisión que le gustaba o si no le gustaba uno de sus regalos. Y cada vez que lo hacía, las afiladas facciones de tía Petunia se suavizaban y se convertían en algo más gentil y ella lo tomaba entre sus huesudos brazos y frotaba suaves círculos en su espalda. Harry a menudo observaba furtivamente, asomándose por el marco de la puerta, y más tarde, en su armario, se envolvía con sus flacos brazos y fingía que había alguien allí para abrazarlo también...

... Y tal vez solo era una ilusión, pero mientras Harry se acercaba a la vigilia, pudo sentir un brazo tibio sobre su estómago y un cuerpo tibio presionado contra su espalda. Era tan agradable, cómodo y acogedor, y Harry nunca quería irse de ahí...

... Espera.

Lentamente y con gran temor, miró hacia abajo y vio una mano pálida extendida sobre su abdomen.

Instintivamente, Harry trató de alejarse, pero Riddle hizo una queja somnolienta y el brazo alrededor de su cintura se tensó. Completamente perdido, Harry se movió indefenso. Podía sentir a Riddle respirar uniformemente contra la parte posterior de su cuello, profundamente dormido. Harry no creía que pudiera escapar sin despertarlo, y si lo hacía, tendría que enfrentarse a esta horrible e imposible situación. No había nada que él pudiera hacer... nada más que yacer allí...

No era su culpa, se dijo a sí mismo. Claramente era el abrazo más que el mimoso que se lo daba y, por lo tanto, no tenía culpa. Y si lo disfrutó, fue solo una reacción natural al calor corporal de otra persona.

Fue solo un abrazo.

Un abrazo que, a diferencia de los rápidos abrazos que recibió de Ron, Hermione y Sirius, siguió y siguió, tanto como él quiso...

Sintiéndose culpable, Harry volvió a acomodarse y se dejó llevar. La lluvia caía a cántaros a fuera y en poco tiempo, el sonido pacífico lo adormeció.

Podría haber sido entre unos minutos y una hora, pero finalmente sintió que Riddle se movía detrás de él. Harry niveló su respiración, fingiendo dormir. Riddle se iría, y Harry podría fingir estar felizmente inconsciente...

Solo que Riddle no se levantó de la cama. En cambio, se movió de nuevo y acarició su cuello. Su mano viajó hacia abajo y se hundió bajo el dobladillo de la camisa de su pijama.

Qué.

Harry yacía allí, paralizado por la indecisión mientras los dedos se movían tranquilamente sobre su estómago. Su piel picaba cada vez que Riddle lo tocaba; sus dedos dejando rastros de fuego a su paso. Pero justo cuando iba a dejar de fingir y apartar la mano de un golpe, esta se retiró. La cama se hundió y crujió cuando Riddle se sentó detrás de él y se levantó tranquilamente. Un momento después, hubo un suave silbido cuando se encendió la chimenea, seguido de un sonido metálico cuando algo, probablemente la tetera, se colocó en el gancho sobre las llamas.

¿Qué fue eso?

Solo en la cama, Harry se retorció, extremadamente incómodo y sonrojado sin una buena razón. ¿Quizás, racionalizó, Riddle lo había confundido somnoliento con otra persona? Tal vez había alguna otra persona con la que se acostaba, una chica, tal vez, ¿tan extraña e inquietante como que no le importara que la tocaran a primera hora de la mañana?

Lo mejor era fingir que nunca había pasado. Esperó un rato en la cama, escuchando a Riddle moverse. Después de que cesaron los ruidos, se levantó de la cama y se arrastró a la otra habitación.

Riddle estaba sentado en la mesa, con un pesado libro de texto abierto frente a él, así como dos humeantes tazas de té y un plato lleno de tostadas con mantequilla.

Levantó la vista cuando Harry entró.—Buenos dias.

—Sí...—tartamudeó Harry, desconcertado y nervioso por la pura domesticidad de la escena.—Buenas.

Riddle notó su vacilación.—¿Estás bien?—preguntó, su rostro transmitiendo nada más que una preocupación perfectamente encantadora.

—Estoy bien—dijo Harry rápidamente, deslizándose en la otra silla.—Completamente bien.

Riddle empujó la segunda taza hacia él—Te ves un poco pálido. Ten, toma un poco de té.

Harry tomó un sorbo tentativo. Le molestó un poco descubrir que era exactamente como le gustaba, con leche y dos azúcares. Miró a Riddle, pero ya había vuelto a su libro. Los abrazos de esa mañana deben haber sido inconscientes, claramente no tenía idea de por qué Harry se sentía tan incómodo. Debe ser algo que hizo mientras dormía. Harry trató de no estremecerse ante la imagen de la versión calva y sin nariz de Voldemort acurrucándose con Nagini. Sintiéndose más a gusto, robó una rebanada de pan tostado del plato de Riddle y comenzó a untarla con mermelada.

—¿Qué estás leyendo?

Riddle levantó una ceja pero le mostró la portada. Era el libro sobre maldiciones que había estado leyendo ayer. La nariz de Harry se arrugó.

—No juzgues, parte del material introductorio está cubierto en Defensa contra las Artes Oscuras en la escuela. Es mi materia favorita.

También era la de Harry, pero ni de broma se lo iba a mencionar a Riddle.

—Nunca cubrimos poner maldiciones en los objetos.

—Tuviste a esa mujer Umbridge enseñando el año pasado, ¿no? Pansy no la hizo sonar muy bien.

—Créeme, no lo era—dijo Harry con sentimiento—Pero hemos tenido muchos maestros porque siguen siendo asesinados, secuestrados, renuncian o resultan ser Mortífagos disfrazados...

—¿Mmm?—Riddle tarareó, levemente interesado.

—Tú enseñaste una vez.

—¿Qué?

—Bueno, no, no tú. En mi primer año, teníamos a un tipo raro y tartamudo llamado Quirrel que siempre usaba un gran turbante morado. Más tarde resultó que Voldemort lo estaba poseyendo: estaba pegado a la nuca de Quirrel.

Riddle lo miró con la boca abierta. Harry se sintió presumido de haber hecho que perdiera finalmente la compostura.

—Te lo estás inventando.

—No lo hago.

—¿Pero por qué ?

—Eh... estabas tratando de robar la Piedra Filosofal para poder recuperar tu cuerpo. Por alguna razón, Dumbledore lo guardaba en la escuela. No estoy seguro de por qué; no lo explicó muy bien.

—¿Así que Voldemort no consiguió la piedra?

—No. Yo... eh...

—¿Tú qué?—preguntó Riddle, con los ojos entrecerrados.

—Bueno, cuando fue a buscarla, yo, Hermione y Ron, esos son mis amigos, lo seguimos. Él me atrapó. La piedra estaba guardada dentro de un espejo, y trató de usarme para sacarla.

Riddle estaba observando con gran atención.—¿Qué pasó?

—¿Recuerdas que dije que él no podía tocarme debido al sacrificio de mi madre? Pues como que le toqué la cara... y empezó a arder. Voldemort escapó...

—¿Qué pasó con Quirrel?

—Él... eh... murió.

—¿Qué?—Riddle preguntó indignado.—¿Mataste a un profesor y no te expulsaron? Eso es tan injusto, si me hubieran atrapado matando a un profesor, Dumbledore—escupió el nombre,—¡me habría arrojado a los lobos!

—¡No fue mi culpa! Estaba siendo poseído por Voldemort...

—Sí, pero aun así...

—¿Por qué odias tanto al profesor Dumbledore?—preguntó Harry rápidamente, con la esperanza de evitar más discusiones sobre Quirrel. Había muerto debido a la conmoción de que Voldemort dejara su cuerpo. Dumbledore se lo había dicho.

Riddle examinó sus uñas.—¿Quién dice que odio a Dumbledore?

Harry puso los ojos en blanco ante la mentira innecesaria.—Es obvio.

—No tengo opinión sobre Dumbledore.

—Todo el mundo dice que es el único al que has temido—dijo Harry con picardía, sabiendo perfectamente que provocaría una reacción del Slytherin.

—¿Qué?—Riddle exclamó, con ofendida dignidad.—¿Asustado de ese viejo idiota? Hay una diferencia entre el miedo y la precaución.

—Si tú lo dices—dijo Harry con escepticismo.

Riddle se acomodó meticulosamente los puños de la camisa de su pijama.

—Dumbledore me dio mi carta de Hogwarts—confió, después de un momento.—Vino a mi orfanato. Me emocioné un poco cuando me habló de la magia y le causé una mala impresión. Además, creo que mi puta matrona le dijo mentiras sobre mí. Después de eso, me observó como un halcón—Tomó un sorbo de su té.—Siempre tuvo la reputación de tener favoritos, Dumbledore.

Harry se encogió de hombros sin comprometerse.

—Apuesto a que le gustabas—presionó Riddle.—El gran Harry Potter...

—Ya te lo dije, no me ha hablado en todo el año—dijo Harry estoicamente.—Y él tuvo razón sobre ti todo el tiempo, ¿no? No hiciste exactamente nada bueno con tu vida.

—Que grosero.

—No, lo digo en serio. Que yo sepa, Voldemort no hizo nada positivo. Todo lo que hiciste fue matar a un montón de gente, antes de que te matara un bebé.—Harry hizo un gesto hacia su cicatriz para enfatizar.—¡No puedes quejarte de que Dumbledore estuviera siendo injusto, porque no lo fue!

Terminó su diatriba y se cruzó de brazos. Medio esperaba ser hechizado, pero en lugar de eso, Riddle parecía genuinamente entusiasmado con el debate.

—¿Qué piensas de la Gran Bretaña Mágica y de la gente que la dirige, Harry?—preguntó ansiosamente, sentándose hacia delante en su silla.

La boca de Harry se torció cuando pensó en Fudge, en Umbridge. La forma en que el Profeta se había vuelto contra él cuando trató de decirle a la gente que Voldemort regresaría.

Su rostro debe haberlo dicho todo, porque Riddle sonrió.—¡Exactamente! Los magos y brujas de sangre pura que se criaron en él no se dan cuenta de lo insular y atrasado que es todo. ¡Está maduro para una revolución! Y, por supuesto, no puedes hacer una tortilla...

—... Sin romper huevos, lo entiendo—interrumpió Harry.—¡Pero no solo estabas rompiendo huevos, estabas quemando toda la cocina! Y no finjas que se trataba de mejorar las cosas, porque no lo es. ¡Te gusta lastimar y matar gente!

Riddle sonrió más ampliamente, pero no respondió. En cambio, miró a Harry casi con avidez.—Supongo que podemos estar de acuerdo en estar en desacuerdo—admitió, después de un momento.

Harry raspó las losas con su calcetín, la cara ardiendo sin razón aparente.—¿Qué vamos a hacer hoy?

Riddle se recostó.—Voy a leer este libro. Tendrás que entretenerte de alguna manera.

Fue una respuesta muy insatisfactoria. No era tanto que quisiera repetir lo de ayer, pero Harry era una persona activa. Sentarse sin hacer nada le irritaba.

—¿No vamos a buscar otros Horrocruxes?

—Ya te dije que no sé dónde están los demás.

Harry se burló.—¿Ni siquiera puedes adivinar?

Riddle no levantó la vista de su libro.—Hay un par de lugares que quiero revisar, pero sería mejor esperar unos días mientras se calma el furor por tu desaparición. Los Aurores estarán muy atentos.

Fue un claro despido. Harry apoyó la barbilla en la mano y tomó otra tostada, mirando con nostalgia las gotas de lluvia que golpeaban contra la ventana de la cocina.

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Después del desayuno, Harry rebuscó sin entusiasmo en la librería de la otra habitación. El estante más bajo contenía libros de texto, a juzgar por sus títulos, Riddle tenía que estar tomando TIMOS en todas las materias excepto Estudios Muggles, y algunos libros de bolsillo muggles cutres. Los otros tres estantes estaban llenos de libros sobre las Artes Oscuras.

Harry suspiró y se dio la vuelta. Primero se quitaría el pijama y luego decidiría qué hacer. Sacó el baúl de debajo de la cama, abrió la tapa y buscó algo que encajara.

Las telas de la ropa pasada de moda de Riddle se sentían más gruesas y ásperas que las modernas. La mayoría de los artículos estaban zurcidos o remendados de alguna manera: Harry sacó la pernera de un par de pantalones y examinó una fila de puntadas un poco toscas pero aún pasables donde se había roto. ¿Riddle había hecho eso él mismo? A su pesar, sonrió ante la imagen de Voldemort sentado en una reunión de Mortífagos, tomando informes mientras zurcía cuidadosamente sus calcetines con aguja e hilo.

Harry cavó más profundo en el baúl, curioso ahora por ver qué encontraría. Debajo de la ropa, podía sentir otros objetos. Miró el marco de la puerta abierta, no queriendo realmente que Riddle lo atrapara revisando sus cosas. Solo podía oír el sonido de las páginas pasando y el tintineo ocasional cuando una taza se dejaba sobre la mesa.

Tranquilizado, sacó el bulto de ropa y lo dejó en el suelo. Debajo, había la habitual capa de basura que termina en el fondo del baúl de una escuela; envoltorios de dulces, calcetines sueltos y sobres abiertos. Pero también había otras cosas. Harry recogió un montón de cuadernos atados con una cuerda marrón.

Con cuidado deshizo el lazo. El cuaderno superior estaba encuadernado con alambre y era visiblemente muggle. En el frente, "1938—1939" estaba escrito con tinta azul ligeramente manchada, y la primera página se titulaba "Encantamientos". Harry no pudo evitar sonreír con nostalgia cuando vio las palabras "Wingardium Leviosa" impresas cuidadosamente en la parte superior de la página, seguidas de una muy buena serie de figuras de varita que demostraban el movimiento característico del hechizo. La primera lección de Riddle en Hogwarts aparentemente había sido la misma que la de Harry.

Volviendo a colocar los cuadernos, dirigió su atención al resto del contenido del baúl. Había algunas piezas de ajedrez mágico que estaban demasiado estropeadas para ser usadas, una bolsa de papel marrón que contenía una cantidad modesta de cartas de ranas de chocolate y un par de corbatas verdes y plateadas de repuesto. Y en el fondo, había una caja de zapatos de cartón que contenía una pequeña y extraña colección de joyas y baratijas deslustradas.

Harry los extendió frente a él sobre la alfombra. Once insignias de la casa, tres insignias de prefecto, varios anillos de varios metales brillantes y un grupo de collares irremediablemente enredados. Una curiosa esfera de cristal oscuro que estaba llena de diminutas estrellas brillantes y una snitch dorada, sus alas sujetas por varias bandas elásticas quebradizas. Incluso había algunos cubiertos extraños decorados con un escudo esmaltado de Hogwarts; los reconoció como los más elegantes de la mesa de profesores.

Por alguna razón, la pequeña colección de tesoros robados lo hizo sonreír. A pesar de que era evidencia de la naturaleza ladrona de Riddle, había algo bastante infantil en el tesoro de objetos brillantes e inútiles de la urraca. Sacó las bandas elásticas de la snitch y la sostuvo hacia la luz turbia que se filtraba a través de la ventana empapada por la lluvia. Sus delicadas alas plateadas se abrieron y batieron suavemente. ¿De dónde habría salido? Riddle no parecía del tipo que jugaba Quidditch.

Harry la deslizó en su bolsillo y metió el resto de los tesoros en su caja. Se recostó, fascinado a regañadientes por el rompecabezas que le presentaba su captor. Podría haber venido de su padre asesinado, pero el nombre de Riddle le quedaba bien. Era un lío de contradicciones y enigmas: independiente y seguro de sí mismo, y sin embargo terriblemente infantil. Obviamente le gustaba la gente; disfrutaba sus conversaciones, Harry estaba seguro de ello, así que ¿cómo podía hablar de matar a sus parientes con tanto gusto?

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Cuando salió de la habitación vestido con ropa nueva, Riddle todavía estaba leyendo su libro. Frunció el ceño cuando Harry sacó la snitch de su bolsillo, claramente sabía de dónde había venido. Harry le sonrió, desafiándolo a sacarle su pequeño tesoro, pero no hizo ningún comentario. Harry se acomodó cómodamente en el sillón y soltó la snitch, dejando que zumbara alrededor de su cabeza. En el momento en que se desvió, levantó una mano para atraparla. Lo convirtió en un juego, dejándola volar más y más lejos antes de lanzarse a cogerla, a veces tan violentamente que casi se cae de su asiento.

El resto del día pasó con una paz que parecía peligrosa. Riddle claramente se había inspirado en el anillo maldito de ayer porque la mesa acumulaba lentamente objetos malditos: tapas de botellas, piedras, pinzas para la ropa y similares. Levantaba la vista de vez en cuando, cada vez que la snitch se soltaba y zumbaba a su alrededor; Riddle nunca intentaba atraparla, sino que la seguía con la mirada. Harry a veces pensaba que podía sentir esos ojos oscuros sobre él, pero cada vez que miraba por encima de la nariz de Riddle, estaba enterrada en su libro.

Había un ambiente relajado que le recordaba a las vacaciones de Navidad y Semana Santa que pasaba en la Sala Común de Gryffindor. Tranquilo y un poco aburrido, como si la escuela misma estuviera conteniendo la respiración, esperando dar la bienvenida a sus estudiantes. Harry hizo un viaje a la letrina y regresó empapado, para diversión de Riddle, y por la noche cocinó para ambos en el caldero de comida. Cuando llegó la noche y la cabaña estaba iluminada solo por el fuego, se metió en la cama junto a Riddle sin quejarse.

Como siempre, el Slytherin miraba hacia la pared mientras que Harry miraba hacia la habitación. La inactividad del día lo había dejado nervioso e inquieto. Esperó a que las respiraciones de Riddle se equilibraran, sabiendo que el sonido pacífico le permitiría quedarse dormido.

Solo que las respiraciones de Riddle no se equilibraron. En cambio, se dio la vuelta y pasó su brazo por la cintura de Harry. Entonces, al igual que esa mañana, en un movimiento demasiado deliberado para ser inconsciente, sus dedos se sumergieron debajo de su camisa.

Él estaba despierto.

Él estaba despierto y tocando a Harry.

—¿Qué estás haciendo?—siseó furiosamente.

—¿Quieres hacerlo?—murmuró el Slytherin en su oído.

—¿Si quiero qu...?

La mano se deslizó por debajo de la cintura de sus pantalones y dentro de sus calzoncillos.

Harry dejó escapar un graznido poco digno y lo agarró por la muñeca.

—Riddle, qué carajo...—gritó, completamente escandalizado. Se alegró de que la habitación estuviera oscura porque podía sentir que su rostro se había puesto rojo al instante.

—Ya que estamos aquí todo el verano, bien podríamos hacerlo—dijo Riddle, como si le preguntara a Harry si no le importaría lavar los platos.

Harry estaba tan aturdido que no podía pensar en nada que decir. Riddle pareció tomar su silencio como permiso, porque su mano se deslizó más adentro de sus bóxers y envolvió su pene (que le mortificó el darse cuenta de que no estaba del todo flácido) y le dio una caricia larga y condenatoria.

Era lo mejor que Harry había sentido en su vida. Piel cálida, arrastrándose a lo largo de su carne sensible, apretando lo justo, era mucho, mucho más maravilloso que la sensación familiar de su propia mano. Un pequeño gemido de impotencia que esperaba se lo hubiera imaginado fue arrancado de sus labios.

Oh. Oh...

—No me digas que no has pensado en eso—susurró Riddle en su oído.

Definitivamente no había pensado en eso. Pero antes de que pudiera decirle a Riddle eso en términos inequívocos, la mano alrededor de su polla se apretó...

Harry jadeó, sus caderas tartamudeando hacia adelante sin su permiso. El pulgar de Riddle acarició su hendidura mientras sus dedos se enroscaban alrededor de él, era casi demasiado apretado, casi doloroso, pero de alguna manera eso lo mejoró .

No.

—¡N-No vamos a hacer esto!—gritó, y su voz tembló. Con un gran esfuerzo, clavó sus dedos en la muñeca de Riddle y lo apartó, luego se sentó en la cama, sosteniendo la manta contra su pecho como un escudo. Buscó su varita en la mesita de noche.

¡Lumos! 

Riddle también se incorporó, parpadeando ante la luz. Parecía enfadado, lo cual estaba mal, no tenía derecho a estar molesto cuando acababa de intentar...

—¿Qué pasa contigo?

—¡Qué pasa conmigo!—repitió Harry, furioso.—¿Por qué...?

No podía decirlo. Cosas como esta simplemente no le pasaban a él. La gente no miraba a Harry y sus rodillas huesudas y sus gafas con cinta adesiva y quería... y quería...

—Como dije, si vamos a pasar el verano juntos, también podríamos hacerlo— La voz de Riddle insinuaba que Harry era el que no estaba siendo razonable.—No voy a vivir aquí como un monje.

—¡No voy a hacer eso contigo!

—¿Por qué no?

¿Por qué no?—Harry comenzó a contar las razones con su mano libre, manteniendo la varita encendida apuntando a Riddle. La punta temblaba.—¡Tú asesinaste a mis padres! ¡Tú asesinaste a Pansy! ¡Me pusiste una serpiente de cien pies! Me amenazaste con encerrarme en un baul, eres una persona horrible, y— dijo, quedándose sin dedos y gesticulando con toda la mano en su lugar,—¡no soy gay !

Riddle lo miró desconcertado ante eso último.

—Puedo decir que no eres feliz*—comenzó.

—¡No, gay! ¡Homosexual ! ¡Homosexual!

—¡Oh!—Riddle dijo cuando amaneció la comprensión.—No te preocupes por eso, yo tampoco.

¡Acabas de intentar tener sexo conmigo!—Harry gritó casi histéricamente. ¿Estaba soñando? ¿Era todo esto un sueño?

—¿Por qué tienes que ser tan ruidoso?—Riddle se quejó.—No traté de tener sexo contigo, no seas tonto.

—¿Cómo lo llamarías entonces?

El rostro de Riddle transmitió su completa incredulidad.

—Fue solo una paja. ¿Seguramente te has hecho una paja antes?

—¡Eso es algo que haces tú solo!

Riddle puso los ojos en blanco.—No desde el tercer año.

¿Qué?

—Vamos Harry, ¿quieres decir que no has hecho nada con alguno de tus compañeros de dormitorio?

La mandíbula de Harry cayó. Dean. Seamus. Oh Dios, Neville. Se tapó los ojos con una mano cuando el rostro ancho y pecoso de Ron vino a su mente como si eso pudiera protegerlo de las terribles imágenes mentales.

—Espera—dijo Riddle alegremente, cuando Harry no pudo hablar.—¿Nunca has hecho nada con nadie? Eso es tan dulce. Te prometo que haré que tu primera vez sea buena.

Harry sintió que la cama se movía cuando se inclinó. Abrió los ojos justo cuando Riddle pasaba un brazo alrededor de su cintura, acercándolo más. En la poca luz, sus iris eran profundos pozos negros. Harry luchó y empujó su brazo, zafándose de su agarre y de la cama. Se puso de pie sin gracia, manteniendo su varita apuntando al Slytherin.

Riddle suspiró y se dejó caer de espaldas sobre el colchón, sus rizos oscuros se derramaron sobre la almohada. Entonces, para horror absoluto de Harry, deslizó una mano por su propio estómago y dentro de sus pantalones de cordón, muy obviamente envolvió su pene y se dio un fuerte tirón.

Mientras miraba directamente a los ojos de Harry.

—¿Qué?—preguntó lánguidamente, mientras su mano se movía rítmicamente en sus pantalones y su respiración se aceleraba. La boca de Harry se movió en silencio.—El hecho de que no quieras divertirte no significa que yo no lo haga—Él gimió y arqueó la espalda muy levemente, haciendo que su camisa se subiera. Harry podía ver una tira pálida de piel, su estómago plano, los huesos salientes de su pelvis...

Harry huyó a la otra habitación. Se acurrucó en el sillón, juntando las piernas contra su pecho. Pero no podía escapar de los sonidos. No había puerta entre ellos, y podía escuchar cada ruido que hacía la mano de Riddle, cada gemido bajo, estaba gimiendo fuerte a propósito, Harry estaba seguro.

Lo más humillante y vergonzoso fue que su propia polla estaba dura como una roca y se apretaba contra su ropa interior; había estado así prácticamente desde el momento en que Riddle lo había tocado, y el pensamiento de cómo se veía Riddle en la cama, lo que Riddle estaba haciendo en ese momento solo estaba empeorando las cosas.

Envolvió sus brazos alrededor de sus rodillas (para no dejar que tocara su propia polla, no, definitivamente no) y escondió su cabeza entre ellas. Iba a ser una noche larga.

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Siguiente capítulo: Adrenalina

*Cuando Harry le dice que no es gay y Tom dice "sé que no eres feliz" es porque gay en inglés también es un adjetivo que significa felicidad, alegría, por eso Harry tiene que aclararle que habla de ser homosexual. Intenté adaptarlo al español pero no pude encontrar una buena forma de hacerlo, así que decidí dejarlo así y poner aquí una pequeña explicación; disculpar las molestias :'3

TRE-MEN-DO. ¿Quién se iba a imaginar que Tom fuera tan caliente? Pobre Harry, ¿creéis que caerá y cederá o se mantendrá estoico ante la oferta de Tom?

Sé que he dejado bastante de lado esta traducción porque la verdad es que me absorbieron otras, pero estoy aquí y pienso tomarme más en serio esta historia que es una joya realmente.

(Esta canción va muy bien para la futura relación de estos dos, ajsja):

https://youtu.be/I72XWnaY828

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