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Un jardín de rosas.

En un año todo había cambiado drásticamente en su vida, su padre había muerto, su madre se deprimió por un par de meses y él solamente quería hundirse al igual que ella en su dolor, dejó la Universidad y luego de eso le siguió una rutina de la que quería escapar. Monótona era la palabra para describir correctamente lo que era su vida después de la muerte de su padre.

Cada quien tiene su forma de lidiar con el profundo dolor que la muerte de un ser amado deja en su corazón, para llenar ese gran vacío y sentirse casi igual a lo que fuiste antes de que esa persona partiera, su madre comenzó a centrarse en su trabajo como ejecutiva de una gran empresa, incluso le habían ascendido de puesto y eso la había hecho muy feliz y estaba agradecido de que esa faceta triste y deprimida haya sido pasada como al cambiar la página de un libro, pero con él había sido muy diferente.

Yoongi se encerraba en su habitación y jugaba videojuegos, desde las 8 am hora que se levantaba, hasta las 3 de la madrugada que se iba a dormir, salía de su habitación solo para comer y tener un baño propio le ahorraba el salir y no encontrarse con la decepción de que nadie habitaba en su casa y así evitarse pensar que estaba muy solo en un espacio tan grande. Luego, simplemente comenzó a aburrirse de todo, pero el solo pensar en la palabra suicidio, aunque factible le daba mucho miedo y se le quitaban las ganas de intentarlo, era un cobarde, así que lo descarto y así es como comienza realmente su historia.

Un día tratando de escapar de la monotonía, buscó en Internet actividades que le ayudarán a despejar su cansada mente de las un millón de cosas que había pensado por mucho tiempo y entre ellas estaba saltar de paracaídas, lo intento y le gustó aunque en el momento había tenido mucho miedo y pensó que se orinaría los pantalones, alegrándose cuando no fue así, saltó de paracaídas hasta que su corazón se normalizó y se le hizo costumbre. Entonces la actividad comenzó a aburrirle como los videojuegos que antes le llenaban de alegría porque su padre se los había obsequiado años antes de su repentina partida y vino la siguiente actividad: Salto en bongee.

Disfrutó tanto de tirarse de un puente que fue como si lo hubiese hecho sin protección alguna y se sentía libre de toda emoción y pensamiento, ya sea, negativo o positivo, para luego estar de nuevo en tierra firme y darse cuenta de que aún estaba vacío. Entonces busco nuevas actividades que le permitieran olvidarse de la inmensa tristeza en su corazón.

Entró al mundo de las drogas, el alcohol y las fiestas, pero no le había gustado la sensación de que todo eso le estaba consumiendo de una forma negativa y lo dejó a tiempo antes de que todo se convirtiera en una terrible adicción, no le hizo falta probar más de aquello después de una sobredosis que le había dejado medio muerto y con su madre llorando a su lado cuando despertó en una camilla de hospital, sintiéndose como la mismísima basura que era, prometiéndose no volver a hacer ninguna tontería, entonces unos meses después se permitió pensar que:

La vida podía ser tan efímera en esos días, donde los jóvenes que supuestamente eran "El futuro del mundo" solo querían vivir sus vidas al extremo, sin arrepentimientos o vergüenza de ello. Los padres se sentaban en sus ya sean finos o viejos sillones, para tener una larga y seria charla con ellos. Los hijos al ver la seriedad en sus padres actuaban con mucha más rebeldía de la que tenían antes y osaban reírse en la cara de estos y entonces la voz de su madre interrumpió todo aquel monólogo interno que se estaba llevando su conciencia a otro mundo que no era el suyo, consumiéndolo en las llamas de la culpa por lo que había hecho.

— ¡¿Por qué piensas que todo trata solo sobre ti?! — Su madre preguntó al borde de la histeria, cuando él se rebeló contradiciendo sus consejos de vida, negándose a escuchar cualquier cosa, porque sabía malditamente bien que ella tenía toda la razón—. ¿Por qué no puedes ver que solo quiero lo mejor para ti? —Pregunto está vez con nuevas lágrimas en sus ojos y voz débil haciéndole sentir como la mismísima basura de siempre, pero sin ganas de siquiera intentar cambiarlo.

Ah, lo había vuelto a hacer, por eso no era bueno prometer nada a nadie, porque tarde o temprano las promesas siempre están hechas para romperse, así como la de su padre cuando prometió que lucharía por su vida y la perdió en el intento, dejándoles un enorme vacío, el cual, Yoongi sentía jamás se llenaría.

—Todo se ha vuelto tan aburrido, madre —contestó él sintiéndose mal al presenciar nuevamente el llanto de su adorada madre, pero es que sentir aquel enorme vacío en su corazón le hacía tomar acciones completamente estúpidas y lo sabía muy bien, era toda aquella tristeza, melancolía y depresión que no se había ido de su sistema y por más que buscará una solución nunca la podía encontrar y no había nada que le brindará la suficiente fuerza y energía para salir adelante y no ser una vergüenza para su madre, quien últimamente lloraba mucho por su causa, porque Min Yoongi sabía muy bien de que él era el problema.

—Yoongi, no vuelvas a las carreras clandestinas —suplicó, viendo fijamente a los ojos de su hijo, pero sabía que este nunca cambiaría llevaba meses diciéndole lo mismo y él no hacía nada por avanzar y dejar atrás el luto, por más que deseara ayudarle.

Yoongi quedó pensativo, quería cambiar su aburrida rutina diaria, pero su querida madre quería que reflexionara sobre ello y cambiará su forma de ser; lo cual era imposible después de meses de hacer lo mismo y acostumbrarse, pues las carreras clandestinas en coche se habían convertido en una de sus máximas pasiones, aunque sabía que ello traería consigo consecuencias mortales, materiales o ambas.

Y es que cuando leyó sobre las carreras clandestinas en coche, aunque lo sintiera incorrecto al inicio, al intentarlo, toda la tristeza y malos sentimientos se iban dejándole en paz y en sintonía consigo mismo. Todo era correcto cuando tomaba fuertemente el timón con sus manos y pisaba el acelerador con sus pies, era tan libre y no importaba nada más que solo ganar y no morir en el intento, quizás su madre tenía razón y solo buscaba actividades que le ayudarán a morir, sin necesidad de cortarse las venas o tomar alguna especie de veneno; suficiente veneno tenía ya con todas las tonterías que hacía a diario solo para olvidarse por un rato de que aún seguía vivo.

—Lo intentaré —murmuró en la camilla de hospital en donde se encontraba después de un accidente en una de esas tantas carreras, porque de todas ellas, está había salido muy mal.

En casa su madre nunca estaba y cuando salía a probar suerte en alguna carrera por las noches y ganaba, todo ese aburrimiento almacenado de estar encerrado todo el día, se convertía en adrenalina y diversión que disfrutaba, claro, siempre y cuando no sufriera algún accidente como el que había sufrido anteriormente. Su carro había dado toda una vuelta por los aires, para luego parar en el suelo y dar otras 5 vueltas más, para finalmente detenerse y dejarlo en coma por toda una semana; golpeado, magullado y con la cabeza pareciendo una horrible alcancilla.

—Te mantendré vigilado, muchachito. —dijo la señora Min agudizando la vista y señalando a Yoongi con sus dedos índice y medio, pues para ella, él seguía siendo su niño adorado, aquel que a veces le pedía un poco más de todo lo que se le daba con un adorable puchero que resaltaba aquella sonrisa de gomita como la que su amado esposo tenía y por eso, se lamentaba mucho el que su querido hijo haya terminado de esa forma, queriendo morir indirectamente con todas aquellas actividades que atentaban contra su preciosa vida.

—Lo que digas —dijo Yoongi moviendo su mano derecha como quien espanta una mosca, restándole importancia al asunto, pues en ese momento lo que más ansiaba era estar solo y tal vez así reflexionar un poco sobre todo lo que su madre dijo y lo que él mismo pensaba respecto a todo lo que hacía, porque estaba de acuerdo con su madre, debía cambiar.

Con la pequeña reflexión que hizo, que por cierto, no había ayudado en nada, llegó a la conclusión que si estar encerrado en casa era extremadamente aburrido, hacerlo en un hospital lo era aún más.

Todo un mes completo había pasado, sus huesos aún se estaban recuperando y los doctores concordaron en que aún debía quedarse más tiempo en el hospital y hacer más exámenes para ver si lo único que debía recuperar eran sus huesos y magulladuras y no otras cosas. Aburrido de todo decidió preguntarle a la enfermera si podía salir a dar una vuelta aunque sea al patio de aquel hospital, ganándose así una respuesta positiva, que agradecía con todo el corazón.

—Sí, pero deberá utilizar una silla de ruedas —contestó la hermosa mujer frente a él con una sonrisa que parecía estar en su rostro todo el tiempo.

¡Genial!

Una silla de ruedas para movilizar a un completo inútil como él.

—Está bien —hastiado pero contento porque al menos podría salir, aceptó.

A los minutos un doctor llegó a su habitación con una silla de ruedas y le ayudo a acomodarse en ella. Esta era cómoda y de un color negro su favorito, sus lastimadas piernas no dolieron mucho al estar sentado en ella. La cosa es que no sabía cómo maniobrar con ella y al intentarlo casi cae al suelo, siendo sujetado por el doctor rápidamente, antes de hacerse un daño mayor.

—Gracias —murmuró un poco apenado por sus acciones apresuradas, y sintiéndose mucho más inútil de lo que había sido en toda su vida.

—Violette, le ayudará a movilizarse por el hospital —dictaminó el doctor a cargo al ver como de temerario podía llegar a ser el muchacho de la silla de ruedas.

—Se lo agradezco —volvió a murmurar Yoongi, entre avergonzado y molesto por estar siendo una molestia para todos, por sobre todo, para sí mismo.

Porque de verdad estaba odiando el hecho de que era una molestia para su madre y para los doctores y enfermeras que cuidaban de su salud, mientras él hacía toda clase de estupideces.

— ¿A dónde quieres ir, muchacho? —pregunto la hermosa enfermera encargada de su cuidado, después de haber pasado un momento en el que no dijo nada y se quedó pensando en muchas cosas, agradeció entonces el que la melodiosa voz le distrajera de la molesta voz en su cabeza que le decía que por estar en una silla de ruedas era un completo inútil que no servía para nada, siendo una molestia para los demás.

—Llévame a un lugar donde no se respire un ambiente a enfermo, medicamentos y muerte —dijo está vez con una sonrisa en sus labios, que expresaba lo aburrido y agradecido que estaba, pero claro, no olvidando el sarcasmo que ahora vivía con él y el mal humor.

—Mmm —la joven enfermera lo pensó un poco y luego su rostro se tornó de un hermoso brillo al encontrar la respuesta y con una sonrisa alegre contestó: —. Te llevaré a un lugar hermoso que casi nadie en este hospital conoce.

Violette caminó por lo que parecieron ser días, mientras movilizaba la silla en la que Yoongi se encontraba temeroso porque cada vez se alejaban más de la gente y todo ruido proveniente del hospital.

— ¿Te aprovecharás de mí en un lugar desolado? —Pregunto temeroso, al ver que la gente dejaba de verse y en su lugar la soledad comenzaba a reinar por ese lado del hospital, porque de hecho había observado que se dirigían hacia el lugar que estaba en construcción y que no lo habían inaugurado aún —. ¿Cortaras mi carne y la venderás en algún mercado negro? —exageró con un tono de voz alto y tembloroso.

—Relájate, chico —la mujer no pudo contener la risa y comenzó a reír como si su vida dependiera de ello, mientras que con una mano se dedicaba a limpiar finas lagrimas que salían de sus ojos rasgados —. El hijo del presidente de este hospital, pidió de favor a su padre si podía construir un pequeño jardín en la azotea del edificio de al lado, para que las personas enfermas pudieran ver que la vida aunque te pisotee puede ser hermosa. Y pues, el hombre ama muchísimo a su querido hijo, así que aceptó. Te llevo ahí ahora —relató con una sonrisa brillante que la hizo ver más joven y hermosa, Violette.

—Suena a un lugar increíble —dijo un poco curioso y ansioso por querer llegar a ese lugar de inmediato y conocerlo.

—Lo es —confirmo.

Al escuchar eso, sus manos comenzaron a sudar, estaba nervioso y muy ansioso por conocer el hermoso lugar que la chica le había contado. Y no es que fuera metiche, pero realmente le encantaría meterse en la mente de la enfermera sólo para poder observar aquel lugar, que le estaba presumiendo sería lo mejor que vería en años.

Al pasar unos minutos llegaron al edificio, en donde tuvieron que utilizar el ascensor para poder llegar a la parte más alta de aquel lugar y después de haber utilizado el ascensor, finalmente llegaron a la tan ansiada azotea, en donde una puerta negra que tenía en medio el dibujo de una hermosa rosa roja, les separaba de aquello que tanto anhelaba ver.

—Cierra los ojos —pidió Violette, mientras le observaba seriamente a la altura de su pecho, un poco agachada para tener una buena visión de su rostro.

— ¿Vas a besarme? —pregunto serio y ansioso —. Porque te advierto que lo mío no son las mujeres —dijo seriamente.

— ¿Ah? —Violette se veía confundida, así que optó por explicarse mejor.

—Que me gusta jugar a los espadazos, desenfundar la espada y envainarla, morder y hacer que muerdan las almohadas, meter y sacar o reci...

— ¡Ya entendí! Basta —grito sonrojada la enfermera haciéndole reír está vez a él —. Sólo cierra los putos ojos, muchacho pervertido, no haré nada.

Yoongi entonces cerró los ojos haciendo caso a la mujer y luego escucho como la puerta que servía como división, era abierta y sintió nuevamente como la silla comenzaba a moverse por lo que parecía ser un corredor.

— ¿Puedo abrir los ojos? —pregunto con la curiosidad calándole los huesos y con su cerebro picando en una imperiosa ansiedad por conocer lo que anhelaba con el alma.

—Aún no —dijo con voz cantarina aquella chica.

La silla siguió moviéndose hasta quedarse estática en un sólo lugar. Pudo disfrutar del sonido de algunos pájaros cantar y lo que parecía ser el agua de una fuente caer golpeando el piso y lo que más le dejó cautivado fue el hermoso olor que se respiraba en el aire. Dulce, único y especial. Entonces una voz ajena a la suya y la de Violette le hicieron abrir los ojos rápidamente.

Un chico de cabellos negros, vistiendo una simple camisa blanca un poco suelta y un pantalón negro de tela, estaba hablando animadamente con Violette mientras él se había quedado como un bobo con la boca abierta por la impresión.

—Pensé que te habías dormido —mencionó Violette al ver que había abierto finalmente los ojos, cosa que le hizo preguntarse ¿Cuánto tiempo había tenido los ojos cerrados? Y sentirse un idiota por lo estúpido que se había quedado viendo al chico.

— ¿Qué te parece? —Pregunto está vez el chico, tomado de la mano de la enfermera que le había llevado hasta ahí.

Por haber estado observando al chico hablar con Violette animadamente y lo unidas que estaban sus manos, no había puesto atención a lo que le rodeaba realmente. Su quijada bajo hasta el suelo y sus ojos comenzaron a brillar intensamente, mientras observaba la belleza de aquel hermoso lugar.

Rosas de diferentes tonalidades, formas y olores que iban desde la extravagancia de la realeza, hasta la dulzura de lo sencillo se mostraban en su máximo esplendor frente a él. Todo era tan hermoso que sin pretender querer hacerlo, gruesas lágrimas comenzaron a bajar por su rostro, nunca antes había visto tal cosa y el sólo presenciarlo debería ser un completo milagro, más para una persona tan perdida como él que no sabía apreciar ese tipo de cosas.

— ¿Qué pasa? —preguntaron al unísono las personas frente a él, preocupados por su reacción.

—Es que... Todo esto es tan hermoso e inimaginable.

Inimaginable. Sí, porque su vida se había vuelto aburrida y deprimente al morir su padre a tal punto de que deseaba hacer cualquier cosa que le brindará un poco de alegría, sin fijarse en su entorno y en como este podía ser hermoso y brindarle aquello que deseaba, sin necesidad de hacer cosas que pusieran su vida en riesgo o a los demás.

— ¡Es justo lo que deseaba que dijeran al presenciar mi obra! —exclamó orgulloso el chico sin presentar, haciendo sobresalir infantilmente su pecho, pero aun así notándose en sus ojos mucha tristeza y soledad de la que Yoongi quería saber un poco más.

—No seas presumido, Jimin —reprendió Violette —. ¡Oh! Pero que mala persona soy —dijo bajando la cabeza un poco para ocultar un pequeño sonrojo arrepentido —. Los voy a presentar.

—Está bien. —dijeron al unísono los chicos, esperando ansiosamente por conocerse.

—Min Yoongi es un paciente que llegó a principios de mes a causa de un accidente de tránsito —dijo, Violette señalándole respetuosamente con una de sus delicadas manos —. Por otra parte, él es Park Jimin, mi hijo y diseñador de este hermoso jardín —señaló esta vez al chico de cabellos negros, que ahora tenía un bello nombre al igual que toda su presencia en aquel magnífico lugar.

Todo estaba bien en ese momento, no iba a mentir, Yoongi había quedado embelesado viendo a Jimin, fijándose en cada pequeño y hermoso detalle de ese rostro que el mismo podía asegurar, fue tallado perfectamente por los dioses del Olimpo. Después de salir de su ensoñación notada por los demás presentes, se dio el lujo de analizar lo dicho por Violette y no pudo evitar sobresaltarse al caer en un punto en específico.

— ¡¿Tu hijo?! —exclamo Yoongi con una hilarante mueca de sorpresa.

—Al fin reaccionas, muchacho —dijo Violette riendo en burla.

— ¡Eso es Violette, búrlate de mí! —haciéndose el ofendido, Yoongi gritó, haciendo reír a los presentes.

—Lo sé, me veo muy joven como para tener a un hijo de esta edad, mi excusa es que amaba a su padre demasiado y me entregué por amor y agradezco el que a pesar de los años, aún seamos una familia —una sonrisa esplendorosa se formó en su rostro y los chicos de inmediato supieron que la mujer había viajado a un pequeño lugar de sus recuerdos que le había brindado completa felicidad —. Los dejaré solos un momento para que puedan charlar y ser amigos o tal vez un mordedor de almohadas y una vaina —dijo está vez con una mueca pervertida en su rostro, haciendo sonrojar a los chicos, mientras ella desaparecía en el ascensor.

—Tu madre es un caso —moviendo de un lado a otro su cabeza negó, para luego ponerse a reír, contagiando a Jimin con su risa.

—Lo sé y por eso la amo demasiado, ella es única —una sonrisa a medias se dio a conocer en su rostro, reflejando que no se sentía muy bien en ese momento como para seguir hablando.

— ¿Qué pasa? —el tono de voz de Yoongi era el de un chico preocupado por su amigo y el otro lo noto, pero no podía decirle a un desconocido lo que guardaba como un secreto a los demás e incluso a su amada familia.

—No es nada —murmuró —. Mejor cuéntame algo sobre ti —dijo con la esperanza de poder cambiar el tema.

—Mmm, está bien —dijo pensativo, poniendo un orden a sus palabras para luego comenzar a entablar el tema de la nueva conversación —. Como sabrás, mi nombre es Min Yoongi, vengo de Taejeon dong y vine a Seúl a principios de mes para una carrera que se llevaría a cabo aquí, ganaría mucho dinero si llegaba primero y como verás perdí...

A partir de ese momento ambos comenzaron a charlar sobre diferentes temas, Jimin supo que Yoongi había tenido el accidente gracias a una carrera clandestina y Yoongi que Jimin era un homosexual al igual que él a quien su pareja lo había engañado y pisoteado de la peor forma después de 10 años de relación, descubriéndolo en la cama donde ambos dormían, teniendo sexo con un cualquiera, sin siquiera tentarse el corazón por los recuerdos vividos en ella.

—Ese chico fue un estúpido —bramó furioso al ver como de los cafés y hermosos ojos de Jimin corrían lágrimas como un río sin cause —. Mira que dejar a alguien tan hermoso como tú, el simplemente debió estar malditamente ciego.

Jimin simplemente se sonrojo, el chico frente a él era dulce, comprensivo y caballero, por un momento deseo haberle conocido antes que al que ahora era su ex novio y haber sido feliz con él, en vez de sufrir por un imbécil que no hizo más que sólo destrozarle y arruinar lo que era, su perfecta vida.

—Gracias —dijo está vez con una cálida sonrisa, haciendo que el corazón de Yoongi comenzara a revolotear rápidamente en su pecho como una mariposa buscando una bella flor en la cual posarse a descansar y amar.

—Uno debe saber reconocer la belleza, más cuando la tiene frente a él —un sonrojo apareció en sus mejillas, no recordaba ser así de cursi y patético antes, más bien sólo quería una noche y luego olvidar todo, pero desde ahora sabía que estaba perdido, pues su corazón por primera vez en toda su vida, comenzaba a latir no por el simple hecho de estar vivo, sino, por la persona que en ese momento le sonreía dulcemente con un sonrojo reinando en sus mejillas. Tímidamente rozó sus manos con las de Jimin y luego les dio un apretón que hizo al contrario sobresaltarse por esta acción tan repentina pero placentera —. Todo aquí es una belleza. Las rosas de variados colores y formas, la pequeña fuente, el cantar de los pájaros y luego estas tú, resaltando entre todos ellos y viéndote más hermoso que la rosa extravagante de allá —señaló una hermosa rosa roja y brillante —. Desearía haberte conocido antes del accidente y todo lo malo que he llegado a hacer para sentir que soy libre y feliz, cuando todo eso sólo me da una sensación pasajera de felicidad y libertad, para luego darme cuenta de lo vacío y estúpido que soy.

—Pensaba lo mismo —dijo correspondiendo está vez al apretón de manos que Yoongi tenía sobre su mano derecha, aunque sintiera que todo iba demasiado rápido, era correcto.

Los días pasaron a la velocidad de la luz, pero en su burbuja de conocimiento sobre ellos mismos no lo percibían de esa manera. Su cita de todos los días era aquel hermoso jardín de rosas que Jimin con su ingenio había construido con mucha paciencia y amor.

2 meses pasaron y su amistad se había hecho demasiado sólida, conociendo todo el uno del otro y compartiendo cada pequeño detalle que aconteciera en el día a día de cada uno, escuchándose mutuamente con alegría y atención. Ahora Yoongi caminaba con ayuda de muletas por un corto periodo de tiempo, para luego sentarse en la silla de ruedas que había comenzado a manejar como si fuera uno de los coches en los que corría por las noches con mucha facilidad.

— ¿Cómo están tus piernas, Yoonnie? —Pregunto Jimin con genuina curiosidad a lo que Yoongi solamente pudo sonreír brillantemente mientras Jimin se dedicaba a sonrojarse un poco.

—Pronto podré caminar sin ayuda de las muletas —respondió con un tono esperanzado de voz —. Cuando pueda caminar sin ayuda de estas mierdas, quiero que me prometas algo, como premio a todo mi esfuerzo —sonriendo se acercó al rostro de Jimin quien se puso como un tomatito al verle tan de cerca.

— ¿Q-que cosa? —tartamudeo nervioso no pudiendo evitarlo.

—Irás a una cita conmigo.

— ¡Claro que sí! —respondió eufórico, mientras se abalanzaba en dirección a los brazos de Yoongi para abrazarle y dejar un casto y tímido beso en su mejilla derecha —. Es decir —Carraspeo un poco, poniéndose serio de un momento a otro con las mejillas tan rojas como nunca las había tenido antes —. Será un placer ir a una cita contigo, Yoonnie.

Yoongi río ante la tierna actitud del chico frente a él, sabía que su corazón había hecho un excelente trabajo al fijarse en ese bonito joven de sonrisa  perfecta.

Mientras tanto, Jimin llevo una de sus manos a sus ojos, comenzaba a ver borroso y de buenas a primeras comenzó a sentir mareos y su estómago revuelto, queriendo expulsar todo lo consumido en el día, lo que realmente era poco, ya que no se había estado sintiendo bien en los últimos días.

— ¿Jimin? —escuchó que Yoongi le llamaba a la lejanía cuando su rostro estaba a unos centímetros del suyo —. ¿Te encuentras bien? —dijo Yoongi queriendo mantener un poco de calma, mientras veía como el chico se desvanecía poco a poco y caía al suelo desmayado —. ¡Dios mío! ¡Jiminnie! ¡Despierta, cariño!

Yoongi entonces entró en pánico. ¿Qué debía hacer? Deseaba tomarlo entre sus brazos y llevarlo corriendo al hospital. Pero era inútil en ese momento, sus piernas estaban inservibles y sus brazos aún magullados por los golpes del accidente, aún dolían.

— ¡Ayuda! —gritó. Pero era en vano, nadie se mantenía en ese edificio del hospital ya que aún era nuevo y sólo personal autorizado podía entrar.

Con la poca fuerza que tenía en sus brazos y su fuerza de voluntad, tomó de los antebrazos a Jimin y lo colocó haciendo extrañas maniobras para lograrlo, en sus piernas y con ayuda de la silla de ruedas llegó a la parte del ascensor, donde afortunadamente este se iba abriendo y dejaba ver a una despreocupada Violette con una bolsa de lo que suponía era el almuerzo en sus manos. Al ver a Yoongi con un Jimin desmayado encima de él y juntos en su silla de ruedas, se alarmó y ayudo a llegar a estos en el camino al ascensor, donde hizo una llamada urgente para que les esperarán con una camilla al bajar del ascensor. Al salir de este, efectivamente los paramédicos estaban allí con algunos implementos médicos para los primeros auxilios.

—Él está bien —dijo un doctor que se encontraba entre ellos —. Lo mejor será llevarlo al hospital y hacerle algunos exámenes de sangre.

— ¿De sangre? ¿Por qué? —preocupada y ansiosa Violette pregunto.

—Este chico tiene *aftas* en la lengua dentro y fuera de la boca, eso es algo que me da un mal presentimiento, lo mejor será hacer los exámenes médicos necesarios y espero no sea lo que creo que es y esto sea sólo por un mal cuidado bucal.

—Taehyungie oppa —susurro la mujer llevando sus manos a la boca y comenzando a llorar como una niña pequeña que necesitaba los brazos y protección de sus padres.

Y así fue, llevaron de urgencia a un inconsciente Jimin a los respectivos exámenes médicos que fueron detallados por su tío el médico Taehyung y con el paso de las horas este por fin pudo despertar y darse cuenta de que su familia esperaba lo que serían su verdad. Su única y dolorosa verdad.

Unas horas después, Taehyung entró por la puerta de la habitación de Jimin con un semblante triste y desconsolado, lo que puso alerta a todo el resto de la familia de este y a Yoongi.

—Jimin —dijo Taehyung, sin saber cómo seguir con los resultados que debía dar.

—Dilo —Jimin dijo en un hilo de voz que dio a entender que ya sabía las respuestas de esos exámenes médicos.

—Tienes sida.

Lo dicho por el médico cayó como un balde con cubos de hielo sobre todos los presentes, pero para Jimin no era más que estar recibiendo la lava de un volcán haciendo erupción derritiéndolo por completo, dejando de él solo un puñado de cenizas. Lo directo que había sido su tío al decir aquello que había estado ocultando de su amada familia desde hace más de 2 años en apenas 2 segundos había sido mortal para él. Su familia estalló en llanto y volteando a ver a Yoongi se dio cuenta que la felicidad no dura para siempre, al ver como este le miraba de forma pesada y aterrada, moviendo las ruedas de la silla saliendo de la habitación y dejando un espacio vacío en lugar de corazón, desconsolado, Jimin moría por explicarse y rogar que Yoongi le perdonase el haber ocultado algo así de importante.

Yoongi al escuchar lo que el doctor había dicho quedó sorprendido, no sabía qué hacer en ese momento, el amor de su vida tenía sida y ni siquiera le había advertido sobre ello dejándole vivir en la mentira, así que moviendo las ruedas de su silla salió de la habitación con un enorme pesar en su corazón, decepcionado por todo lo acontecido.

¿Jimin no confiaba en él?

Con lágrimas en los ojos se dirigió a su habitación, tenía un peso en los hombros y algo le dijo que no debió irse así, pero la mentira dolia y pesaba en su corazón.

Y como era de esperarse, ambos no pudieron concebir el sueño, por pensar en aquello que les estaba comenzando a separar.

Al día siguiente y con la mente sobria de ideas estúpidas, Yoongi fue en búsqueda de aquel a quien amaba, antes de entrar se convenció a sí mismo de que debía disculparse y se puso de pie para ver a través de la pequeña ventanilla de la puerta, el estado de Jimin. Quien se encontraba tosiendo y sangrando por la nariz, al verlo así no lo pensó más y entró a la habitación, tomando el pequeño control al lado de la cama y presionando el único botón en este. Minutos después, una horda de médicos y enfermeras entraron para hacer los chequeos necesarios y sacándole de la habitación, procedieron a medicar a su débil amor que luchaba por respirar.

Dos semanas más habían pasado, las piernas de Yoongi estaban más fuertes que antes y ahora se encontraba caminando hacia la habitación de Jimin con la esperanza de poder hablar finalmente con él. Sus ojos brillaron cuando le vio sentado en la camilla, viendo a través de la ventana, entonces entró sin previo aviso a la habitación, asustando al que se encontraba dentro.

— ¿Qué haces aquí? —decía Jimin con voz suave y ronca con una expresión dolida en su rostro.

—Quiero hablar contigo —dijo Yoongi serio y con mirada arrepentida.

—Estoy enfermo y sucio gracias al estúpido de mí ex —expresó con resentimiento, furia y asco en su voz.

— ¿Qué te hizo ese idiota? —pregunto reteniendo unas lágrimas rebeldes en sus ojos.

— ¿Recuerdas cuando te conté que me había engañado con un cualquiera en la que había sido nuestra habitación?—pregunto, viendo como Yoongi asentía seriamente prestando mucha atención —. Lo corrí del departamento, te mentí cuando te dije que yo me había ido. El regreso un día, borracho y furioso, tocó con fuerza la puerta haciendo que me despertara a las 2 de la madrugada —relataba Jimin mientras sentía como de sus ojos salía líquido caliente que le expresaba que estaba llorando amargamente en ese momento —¡Me golpeó, zarandeo, despojo de mí pijama y me violó! —gritó sintiendo el golpe de las acciones pasadas en su corazón —. Eso fue hace 6 años—dijo está vez con una voz quebrada y asustada —. Pero yo sabía con anterioridad de que ese tipo me engañaba, pero estaba ciego de amor por él y por sus estúpidas promesas, que perdone todo. Sabía desde hace mucho que tengo VIH pero este aún no era tan grave como para convertirse en lo que es ahora y sus síntomas no eran notorios como lo son ahora. Trate de denunciarlo pero la policía me señaló como un mariquita más de la sociedad que sólo quería hacerse la víctima y llevarse unos miles de dólares con él.

Yoongi escuchó con paciencia y prestando atención, en su corazón siempre supo Jimin le ocultaba algo, aunque no sabía que fuera de tal magnitud como para dejarle en estado de shock y con una furia que comenzaba a correr frenéticamente desde su corazón, hasta cada parte de fibra nerviosa dentro de él, dejándole con un solo deseo por el infeliz que se había llevado parte del brillo de su amado.

—Mataré a ese bastardo —dijo con el odio siendo el rey en los sentimientos expresados en esa simple oración, deseaba con todas sus fuerzas hacer sufrir al idiota que había hecho de la vida de la persona que más amaba ahora, un infierno.

— ¡No! —gritó asustado Jimin de que su amor fuera y de verdad fuese a matar a aquel que destrozó su vida y sueños —. No debes meterte en problemas por mí.

—Te amo —confesó finalmente después de muchos meses de conocerse, Yoongi quien ahora se sentía tan furioso con el tal "Lee" —. No voy a permitir que ese imbécil siga haciendo de las suyas y tal vez enfermando a más gente con esa asesina enfermedad.

—Pensé que tendrías asco de mí —confesó Jimin con lágrimas saliendo de sus ojos cafés como el chocolate.

—Ya lo dije antes, te amo y no hay forma en la que yo pueda sentir asco de una persona tan hermosa y pura como tú —con una sonrisa se acercó a Jimin y beso sin miedo ni duda alguna su frente y luego dio un pequeño roce de labios en la boca contraria, sintiéndose ambos dichosos de por fin probar la suavidad de los labios del otro —. Me debes algo, Jimin —mencionó señalando sus piernas y que no llevaba con él la silla de ruedas ni las molestas muletas, a lo cual Jimin sólo pudo sonreír brillantemente.

—Lo prometido es deuda, querido amor mío —pronunció sin pensar, haciendo que ambos se pusieran rojos como la Rosa más roja que pudiera existir.

El día de la cita llegó, era uno en el que Jimin se sentía engañosamente bien y le habían dado el permiso de salir de la habitación del hospital. Con el corazón en la mano, Jimin caminaba sintiéndose muy alegre de tener con él a una persona que le aceptaba incluso si tenía una enfermedad tan sucia e indecorosa en sí mismo.

La cita consistió en ir al cine, ver una película y luego salir a comer algo ligero que no hiciera daño a Jimin, ambos muy felices e ignorando olímpicamente las miradas de repudio sobre ellos, por el hecho de que dos hombres caminaran tomados de las manos, regalándose una que otra muestra de su gran afecto.

—Te amo —susurro Jimin dulcemente en el oído de Yoongi, sintiéndose cálido al sentir los brazos de este rodearle en un tierno abrazo.

—Yo también cariño.

.

.

.

El tiempo nuevamente paso volando frente a sus ojos mientras ellos lo sentían con lentitud 1 año más había pasado y con él, las enfermedades en Jimin iban haciéndose cada vez más peligrosas al punto de que ahora tenía una infección en las vías urinarias que le hacía llorar y quejarse por montones, mientras sólo deseaba que la muerte llegase y se lo llevará con ella, como lo había hecho con su preciada abuelita hace unos años atrás.

—Tranquilo, estoy contigo cariño —decía Yoongi, mientras se mantenía abrazándole por la espalda, ambos acostados en la angosta camilla del hospital, sufriendo con paciencia la dura enfermedad de Jimin.

Los padres del chico enfermo al ver el amor y la dedicación con la que Yoongi cuidaba a su chiquillo, sonreían enternecidos evitando pensar en el futuro que les depararía la vida, cuando su preciado hijito ya no soportara más de aquel infinito dolor.

La madre de Yoongi estaba feliz de que su hijo reflexionara sobre todo lo que ella había dicho y se alegraba de no haber gastado saliva por gusto, pues, su hijo había decidido volver a estudiar en la Universidad y dejar su vicio de la adrenalina y la falsa felicidad que está le brindaba, gracias a que había conocido el amor.

—Estoy muy orgullosa de ti, hijo —había dicho la señora Min mientras sonreía cálidamente, transmitiendo paz y tranquilidad al corazón atribulado de su querido hijo.

—Mamá —dijo para llamar la atención de esta —. Jimin está muy mal. Tengo miedo de que se vaya a un viaje sin retorno y me deje atrás.

La señora Min entonces pensó en todo lo que había cambiado su hijo gracias a ese muchacho de sonrisa encantadora.

—Así suceden las cosas en esta vida. Son misteriosas y angustiantes lo que puede venir a ti sin que tú lo imagines —con voz dulce, dijo lo que pensaba mientras observaba los ojos brillantes en lágrimas de su querido hijo —. No tienes que sentir miedo, ¿no crees que es mejor que el muchacho encuentre paz para su vida, en vez de que esté sufriendo el tormento en el que se encuentra ahora mismo, sufriendo con paciencia la enfermedad que hace que su espíritu muera lentamente? —Pregunto la señora haciendo que por fin las lágrimas se desbordasen de los negros ojos de su hijo —. Cuando tu padre murió debido al cáncer, yo estuve en todo momento para él y cuando se fue no pude evitar sentir alivio y tristeza al mismo tiempo, él estaba sufriendo y yo lo estaba haciendo con él. Cuando se fue a ese viaje del cual tienes miedo ahora, lo hizo con una tenue sonrisa, pues ya no sentía dolor alguno y de alguna forma, sabía perfectamente bien que nos libraba de sufrimiento.

Yoongi lo pensó seriamente y se dio cuenta de que estaba siendo muy egoísta con aquel a quien amaba, al pedirle que siguiera un tratamiento cuando era obvio que el chico estaba tan destrozado de todas formas que ya no deseaba vivir, que el dolor y la falsa esperanza, mataban su espíritu y envenenaban su corazón.

—He sido tan ma-malo, mamá.

Dichas esas palabras se echó a llorar en el regazo de su madre, quien acariciaba sus cabellos y arrullaba como lo hizo en el pasado cuando era apenas un niño, sintiendo el confort que solo una madre puede brindarle a su hijo.

Cuando se tranquilizó, murmuró a su madre un —Gracias —y se fue corriendo directamente al hospital, entró, saludo a cuantas persona se le cruzase hasta llegar a la habitación de su amor, encontrándose fuera de esta a Violette, al doctor Taehyung y al padre del muchacho, desconsolados y con los ánimos por los suelos, entonces supo que algo andaba mal y con prisa se acercó a ellos.

— ¿Jimin? —pregunto y ellos no sabían que responder.

—Tuvo una crisis nerviosa muy grave, tuvimos que sedarlo, estaba lastimando su piel con sus uñas —dijo Taehyung apesadumbrado.

Yoongi entró entonces a la habitación pensando en todo lo que había dicho su madre y en lo que había confesado Taehyung minutos atrás, acercándose a la camilla, observó fijamente a su amor postrado en ella.

—Te adoro, mi Jiminnie —susurro en el oído de este y procedió a dar un tierno beso en la frente perlada en sudor frío.

—Y-Yo también —escuchó que le decía con una voz tenue y tartamudeante, su tierno novio.

—Por eso quiero dejarte ir para que puedas ser libre del tormento que es esta enfermedad para ti —con voz determinante dijo mientras sentía su alma salir de su cuerpo al ver una sonrisa en el rostro contrario, entonces supo que eso era lo que Jimin había estado deseando todo ese tiempo y gruesas lágrimas de dolor comenzaron a bajar por sus mejillas.

—N-No llores, ca-cariño —tartamudeo Jimin con la voz ronca —piensa que estaré bien en mi tan esperado viaje al cielo.

Yoongi no quería perderle, pero no le quedó de otra más que aceptar los designios que la vida tenía para ellos y uno de esos era Jimin debía morir antes que él.

—Nos encontraremos algún día.

Jimin sonrió tan hermoso y cálido que las lágrimas de Yoongi se transformaron en felicidad.

Unos pocos días más pasaron y en ellos la vida en Jimin pendía de un delicado hilo y con eso vino su deseo final, al que nadie pudo dar un no por respuesta:

—Quiero ir al jardín de rosas —murmuró con una voz tan pequeña y débil.

Todos pusieron un esfuerzo de su parte y con determinación le llevaron al lugar al que esa pura y amorosa alma deseaba ir.

Al estar en el lugar deseado, Jimin suspiro y absorbió un poco de aire fresco y dulce debido a las numerosas rosas que había en el lugar. A el vinieron los recuerdos de cuando conoció a Yoongi y todas las veces que ambos coquetearon sin vergüenza alguna y los besos que robaron de los labios contrarios aun siendo solo amigos.

—Te amo con todo mi corazón —confesó Jimin con los pocos minutos que le quedaban —. Haz tenido en poco tiempo lo que jure no volver a entregar en bandeja de plata a nadie más y lo has cuidado tan bien, que no me arrepiento ni un segundo de habértelo entregado —dijo señalando débilmente su corazón. —, por eso aunque yo no esté en este mundo, por favor —suplico abriendo sus ojos y observando a Yoongi, derramar lágrimas de sus ojos —. Sigue adelante y se una buena persona, consigue el amor que tanto deseas y vive feliz sin arrepentirte de las cosas buenas que hagas.

Yoongi sonrió dispuesto a cumplir con los deseos de su amor diciendo un: —Lo prometo —audible para todos los presentes.

Jimin se despidió de todos los presentes y al finalizar, con una sonrisa en su rostro se durmió, dando comienzo así a un viaje del cual no volvería nunca, pero se fue en paz y sin remordimiento alguno dejando en los corazones de los demás una sonrisa cálida como memoria suya.

.

.

.

La vida seguía en pie, Yoongi, se graduó de la Universidad con el título de médico, con honores. Los padres de Jimin inauguraron el edificio al lado del hospital y actualmente era uno de los lugares más hermosos de Corea que causaba admiración de sólo verlo y un profundo sentimiento de amor.

Yoongi siguió y camino en su camino por la vida, ayudando a personas que lo necesitaban, encontrando el amor nuevamente en un chico de sonrisa encantadora y piel trigueña, adoptando a su primer hijo, al segundo y al tercero, educándolos y llevándoles por el camino del bien con mucho cariño y amor.

Ahora a sus 80 años aún seguía recordando a su dulce primer amor. 

Jimin seguía en su mente, con aquella sonrisa cálida y un día simplemente no resistió la idea de ir a ver de nuevo a su querido primer y gran amor para dejar en la tumba de este un ramo de rosas, así que fue y en el camino las compro, de diferentes formas, colores, extravagantes y sencillas y se dirigió a la fila en donde podría estar la tumba de Jimin. Con pasos lentos se acercó al visualizarla y tocó la pulcra lápida leyendo el nombre que ahí se encontraba escrito. Limpió algunas hojas de un gran árbol que habían caído cerca de la tumba y dejó las rosas en un recipiente con agua, pensando en todo lo que había pasado en su vida.

—Te amo —saludo como siempre lo hacía cada vez que iba a visitarlo —. Cumplí con todo lo que me pediste en vida, amor mío —dijo haciendo un pequeño paréntesis para poder así limpiar sus lágrimas —. He sido muy feliz, mi esposo y mis hijos han sido la mayor fortuna que pude tener gracias a ti, cariño —dijo comenzando a sentir el sueño invadir cada parte de su cuerpo —. Gracias a ti, pude ser una persona de bien tal y como lo dijiste en tus últimas... palabras —dijo para por fin quedarse dormido y abrazando con fuerza y una sonrisa en su rostro la lápida con el nombre de Park Jimin.

—Lo sé —dijo una voz alegre, sintiendo una mano posándose en su hombro, que le sacó un grito.

—Así que aquí estas ¿Eh?

El espacio era aquel con fragancias a rosas de distintos tipos, y tamaños.

—Es hora de tener una larga charla.

—Tenemos todo el tiempo del mundo.

Con una sonrisa en el rostro, Jimin y Yoongi unieron sus manos y caminaron por aquel interminable:

"Jardín de rosas"


Fin

*Aftas es un síntoma del VIH Que se muestra como una placa blanca en la lengua y alrededor de la boca.

NOTA.

Hice todo lo posible por investigar y hacer este os lo más apegado a la realidad, si hay algo en lo que me he equivocado respecto al VIH, les invito a hacermelo saber, por mensaje privado.

Esta es una adaptación del fanfic con el mismo nombre que pueden encontrar en mi perfil en versión VHope

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