Mientras terminaba de asimilar todo lo ocurrido oigo un ruido extraño, me giro con cuidado, pero lo único que veo es la puerta que comunica el jardín con el salón, paso por ella y llego a esa sala que tantos recuerdos me trae. Por cuarta vez se enciende la luz. En ese salón se ve el fuego crepitar mientras la nieve cae afuera, las paredes están recubiertas con fotos y los estantes están llenos de fotos y de recuerdos de viajes, sentados en los sofás y sillas, hay tantas personas que no podría contarlas con los dedos de las manos y de los pies. Todavía no sé como hacíamos para caber todos. En la butaca más cercana a la chimenea se encuentra un señor de 70 años, con la cabeza ya canosa y arrugas cubriéndole la cara, además de llevar gafas de cerca. Entonces se levanta y con un tenedor le da unos golpecitos a una copa. Todos le miran.

- Otro año más y seguimos aquí. Bueno yo solo quería daros las gracias por acompanañarme ya que sé que algunos han tenido que hacer varías horas en coche. 

- Algunos más que otros, dijo un hombre de unos cuarenta años.

- No te des aires Juan que luego tu no eres el que conduces, dijo una chica de unos 28 años.

Todos rieron por el comeentario entonces el señor carraspeó y todos le volvieron a mirar para después seguir con su pequeño discurso.

- Propongo un brindis por la gran familia que formamos y por un año lleno de éxitos.

Todos chocaron sus copas y bebieron a la salud del cumpleañero ya que era una de las pocas veces que conseguia que todos se reunieran en la misma casa. 

La luz se apagó por última vez cortando el momento de felicitaciones, cerré los ojos mientrás estos se me llenaban de lágrimas y sentí como andaba inconscientemente a otro lugar.